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Mi sobrino, mi esclavo 3

en Amor filial

Después de comer, mi sobrino llamó a mi hermana para decirle que iba a quedarse a dormir esta noche también. Era genial verlo desnudo, con su collar puesto, sentado en mi sofa hablando con su madre mientras yo estaba acariciando mi coño sentada en frente suya.

- Ya es hora de que pruebes el coño de una hembra, sobrino.- Le dije después de que colgara.

Avancé hacia él y me subí colocando mis piernas alrededor suya. Agarré su polla y comencé a frotarla por mi coñito.

- ¿Te gusta, perro? ¿Notas el calorcito?

- Si, tía me encanta.

Levanté un poco las caderas y comencé a introducirme la polla de mi sobrino. Empecé a bajar lentamente disfrutando de cada centímetro de tan potente herramienta. Cuando llegué al fondo, fui subiendo hasta casi sacarla y me dejé caer de repente soltando un gemido de placer absoluto.

- Joder, perro, como me encanta esta polla. Chupa las tetas de tu tía mientras te cabalgo.

Mi cuerpo se estremeció al notar la boca de mi sobrino sobre mi pezón mientras su polla rebuscaba en el interior de mi vagina. Empecé a menear mis caderas con su polla totalmente enterrada en mi y después empecé a cabalgarlo disfrutando del roce de aquel aparato descomunal con las paredes de de mi coño.

- Oh si, perro. Eso es. Joder, que bueno.

- Joder, tía esto es genial. No voy a poder aguantar mucho.

- Ni se te ocurra, perro! Te correras cuando yo te lo permita.- Le respondí mientras lo abofeteaba con dureza.- Dilo! Di que tu corrida me pertenece.

- Si, tía. Mi corrida es tuya. Mi polla es tuya.

- Buen chico.

Volví a enterrar su polla y dejé de cabalgarlo un momento para evitar que se corriera. Me recliné hacia atras y le ordené tirar de mis pezones. Yo solía ser la dominada y echaba de menos algo de dolor mientras notaba una polla dentro de mi. Empecé a gemir de forma escandalosa mientras veía mis pezones estirados y movía las caderas alrededor del miembro de mi sobrino. Notaba como mis fluido salían de mi raja, ordené a mi sobrino que me soltara y volví a cabalgarlo a lo bestia. Subía mi culo arriba y abajo haciendo que aquella polla se incrustara de manera brutal en mi interior. 

- Puedes correrte cuando quieras, perro. Llena el coño de tu tía de leche con tu potente corrida.

Seguí follándomelo y pronto empezó a bufar y noté como mi coñito se llenaba de esperma.

- Joder, sobrino, menuda corrida. Ahora aguanta que la tía tiene que correrse.

Seguí cabalgando aprovechando que su polla seguía dura y pronto me corrí jadeando como una perra. Mis piernas temblaban sin parar cuando terminé y al sacar su polla de mi interior un reguero de semen se escurrió cayendo sobre su pubis. Me agaché y comencé a lamerlo todo como una buena puta y me senté rendida a su lado.

- Has estado genial, perro. ¿Sabes? Tienes mucho aguante para ser un chico joven y sin experiencia. Me has sorprendido.

- Supongo que se debe a las largas pajas que me hago cuando veo porno. Me gusta aguantar la corrida y estimularme al máximo.

- Vaya,vaya con el sobrinito. Anda chúpame las tetas mientras descanso un poco.

Me tumbé boca arriba y pronto tuve su boca sobre mis pechos. Cerré los ojos con una sonrisa mientras disfrutaba de sus besos y lametazos. Ya sólo quedaba un paso en mi fantasía y quería estar en plena forma para llevarlo a cabo.

Más tarde me levanté con mis tetas llenas de baba y me dirigí a mi habitación. Volví y le ordené a mi sobrino que se pusiera en pie, le coloqué los brazos por detrás de su espalda y le puse una esposas. Luego me froté una de mis braguitas blancas en mi coño húmedo y se las metí en la boca para que no pudiera hablar. Agarré sus huevos con dureza mientras él abría los ojos y un tenue "mmm" salía de su boca. Comencé a abrir y cerrar mi mano sobre sus huevos mientras le escupía en el rostro.

- Eres una buena putita, sobrino. Has hecho feliz a tu tía y ya sólo queda la última "actividad".

Agarré su polla y empecé a masturbarlo mientras pellizcaba sus pezones con dureza. Cuando tuve su polla como un hierro, coloqué mi mano debajo de ella y mirándole a los ojos empecé a darle azotes en la parte de arriba. Mi sobrino levantaba los talones con cada golpe y gemía. Acerqué mi coñito a su miembro y empecé a frotar su polla por mi rajita para humedecerla. Lo cogía del cuello, apretándole firmemente mientras me restregaba con su falo mientras mi sobrino respiraba rápidamente por la nariz.

Cuando tuve mi coño bastante húmedo lo hice caer al suelo y me coloqué encima suya, clavándome su polla de un golpe en el coño. 

- Aguanta, perro. Voy a usar tu polla y no quiero ni una gota de semen en mi coño.

Comencé a cabalgarlo violentamente, buscando mi orgasmo sin miramientos mientras le ponía un lado de la cara rojo a bofetadas. Su polla taladrando mi coño y sus ojos llorosos me pusieron a mil. Seguí abofeteandole y escupiendole hasta que no pude aguantar más. Saqué las bragas de su boca y las froté contra mi coño para soltar mis jugos a la vez que escuchaba los gimoteos de mi sobrino. Antes de meter de nuevo mis bragas chorreando en su boca me fijé en que tenía parte del labio hinchado. Me dió un poco de cosa haberle hecho eso pero tenía que seguir, ya se lo compensaría luego.

Ya con mis bragas en su boca me puse de pie. Lo observé alli tumbado, con sus manos espoadas a su espalda, su polla erecta y brillante de mis flujos, mis bragas húmedas en su boca y sus mejillas llenas de lágrimas y mi coño empezó a vibrar de nuevo. Puse el pie en su testículos y empecé a apretar y soltar mientras mi sobrino ahogaba gritos en mis bragas. Pasaba los dedos de mi pie a lo largo de su polla hacia arriba y al bajar pisaba sus huevos hasta que levantaba la cabeza gritando en una mezcla de dolor y placer. 

Lo cogí del pelo, lo levanté y lo dejé ahí de pie. Era la imagen de la humillación, fui a mi habitación y cogí una zapatilla, de las de andar por casa con suela de goma. Estaba desenfrenada, sólo quería someterlo hasta su límite y correrme disfrutando de ello. Entré a la sala con la zapatilla escondida tras de mi y me senté en el sofa. Lo agarré del brazo y lo coloqué boca abajo sobre mis rodillas. Sus manos esposadas estaban sobre su culo y le hice abrir un poco los brazos para que las manos quedaran en su cintura. Agarré su polla y la coloqué entre mis muslos y los cerré aprisionándosela. Cogí la zapatilla y le di un fuerte golpe en sus nalgas, sólo uno, sentí como su polla se deslizaba entre sus piernas mientras mi sobrino gritaba y encogía su culo. Menos mal que le había puesto las bragas en su boca, ese grito se hubiera oido hasta la calle. Me quedé mirando como su culo se iba enrojeciendo mientras estimulaba mis pezones.

- Perro, espero que estes preparado para esto. Este culito de puta se merece un buen castigo y me estoy poniendo a mil de ver como se está poniendo rojo.

Empecé a golpearlo de nuevo con fuerza en ambas nalgas. Uno, dos, tres, cuatro veces. El sonido de la zapatilla impactando con sus nalgas era una delicia. Cogí la cabeza de mi sobrino por el pelo y tiré para atrás. Vi miedo en sus ojos y las lágrimas surcando su rostro.

- ¿Quieres que siga, perro? Estás siendo muy buen chico y mi coñito se está mojando mucho.

Movió su cabeza de arriba a abajo mientras no paraba de llorar. Volví a azotarlo una decena de veces más. Paré un poco y empecé a meter un dedo en su culo. Sus nalgas habían pasado de rojas a rojas con toques violáceos. Un verrugón apareció en su nalga derecha y soltaba un poco de sangre. Volví a golpearlo.

- Vamos, puta. Se que quieres correrte entre las piernas de tu tía mientras te castiga. Mueve ese culo con los golpes y córrete, perro.

Dejé la zapatilla y seguí golpeándole con la mano para notar su carne caliente. Mi sobrino movía el culo sin para para pajearse con mis muslo y al cabo de un rato noté los chorros de semen resbalando por el interior de mis muslos. Jamás en mi vida había disfrutado de una corrida de un hombre como aquella, golpeando sin piedad hasta provocar una eyaculación.

Senté a mi sobrino a mi lado con delicadeza, saqué mis bragas de su boca y le besé. Lamí sus mejillas cogiendo sus lágrimas con mi lengua.

- Muchas gracias, sobrino. Has sido un perro muy bueno. He disfrutado este fin de semana como jamás había disfrutado con un hombre.

- Yo también lo he disfrutado, tía.

Le quité las esposas y lo ayudé a levantar. Lo llevé al baño y lo metí en la ducha. Comencé a enjabonarle el cuerpo con delicadeza, cuando le di la vuelta para enjabonarle la espalda y vi su culo me mordí el labio con un leve sentimiento de culpa. Estaba muy hinchado, rojo y morado. Me arrodillé y acaricié sus nalgas con jabón en mis manos muy suavemente. Mi sobrino tembló al notar el contacto pero luego se relajó dejándose acariciar. Me levanté de nuevo detrás suya, alargué la mano y empecé a masturbarlo mientras lo besaba suavemente por los hombros y el cuello. Cuando tuve de nuevo su polla dura le hice girar, me agaché y comencé a mamarsela. Tragué su deliciosa polla todo lo que pude hasta mi garganta mientras masajeaba sus huevos. Era su recompensa por satisfacer las necesidades de su tía. Pronto noté su mano en mi pelo y presionó ligeramente mi cabeza hacia su pelvis y noté como los chorros de lefa resbalaban por mi garganta. Limpié su polla con mis labios y le besé. Salimos, lo sequé y lo llevé a mi cama. Lo tumbé boca abajo y le hunté suavemente una crema hidratante. Antes de cenar llamé a su madre para decirle que lo recogiera por la mañana.

Mi despertador sonó hora y media antes de la llegada de mi hermana. Fuí a su habitación y lo miré allí durmiendo con sus calzoncillos. Le desperté.

- Pablo, ya mismo llega tu madre.¿Te apetece follarte a tu tía antes de que llegue para despedirnos?

- Claro que si, tía.- me dijo mientras se quitaba los calzoncillos.

Me tumbé boca arriba en la cama. Esta vez quería que él me embistiera a su gusto. Quería sentir toda su potencia de macho en mi coñito. Su polla me atravesó con indescriptible placer. Empezó a follarme lentamente con sus manos apoyadas en la cama. Cogí su mano derecha y la llevé a mi cuello haciéndole que apretara ligeramente. Al hacerlo, empezó a embestirme con violencia mientras me miraba a los ojos. El chico pringado desapareció ante mi y vi al hombre. Sonreí a mi sobrino mientras soltaba su mano sobre mi cuello y empecé a pellizcar mis pezones. No tardé en correrme gimiendo escándalosamente.

- Ohhh, tía, joder que bueno. Voy a correrme tía. ¿Dónde quieres que me corra?

- Córrete donde quieras, amor. Esto es para ti, por ser un perro tan bueno.

Al oirme, salió de mi. Froté mi coñito mientras se colocaba de pie a mi lado y se pajeaba delante de mi cara. Abrí la boca y saqué la lengua. El primer impacto lo recibí en mi mejilla, los siguientes empezaron a caer en mi lengua y mi boca. Notaba la corrida resbalar por mi mejilla hasta que terminó, tragué lo que tenía en la boca y chupé su polla con ansia para llevármelo todo. 

Me levanté y le di un pendrive con mis fotos. Cuando se vistió, mi hermana me había mandado un mensaje de que ya estaba llegando, que estuviera preparado. Lo acompañé hasta la entrada desnuda y con mi cara llena de su lefa. Me besó en los labios.

- Adios, tía. Ha sido maravilloso. Gracias.

"Joder, que chico más tierno...y esa polla la voy a echar de menos"

- Cuando quieras repetir tu tía estará aqui, Pablo.- Dije sin poder contenerme.- Además, quiero ver lo que has aprendido siendo yo tu puta perrita.- Agregué mientras apretaba su polla por encima del pantalón.

Sonriéndome, me dio un beso por respuesta y salió de la casa mientras su madre tocaba el claxon. 

Sobra decir que al siguiente fin de semana, lo tenía de nuevo en la puerta de casa.

Fin.