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Don Evaristo , El viejito cachero

en Sexo con maduros

Años atrás, ni siquiera se me pasaba por la mente estar con un hombre, lo encontraba aberrante, asqueroso,  pero luego del tiempo, después de experimentar con infinidad de mujeres,  de todas las edades y físicos, comencé a indagar mas sobre el tema gay en internet y comenzó a generarse una pequeña fantasía.

Vi muchos videos pornos gay , leí relatos eróticos, confesiones y día a día,  mi curiosidad fue en aumento. Comencé a fantasear que era yo el protagonista de esos videos, fantasear con tener una verga en la boca, brindándome exquisitas masturbaciones, hasta que decidí probar.  En una página de citas anónimas, contacté a un tipo de 36 años, yo tenía 24 en ese entonces. Unos cuantos intercambio de correos y quedamos de juntarnos clandestinamente para ir a un motel y cumplir esa morbosa fantasía.  

Nos juntamos a la hora acordada, fuimos en su vehículo a un motel que estaba a las afueras de mi ciudad.  Yo soy alto, pero de contextura delgada y en ese tiempo, muy  poca personalidad. El, era más bajo que yo, pero fornido, aparte de ser mayor y más dominante. En un principio estuvo bien la cita, sin besos , no me interesaban, nos comenzamos a desvestir, me chupo la verga bien rico y luego yo cumplí el sueño de tener una verga en la boca , me gustó mucho. Pero cuando llego el momento, el me daría primero a mi , me coloqué en cuatro y aparte de tenerla no muy larga , pero si muy gruesa , fue muy brusco. Me causo dolor , no entraba , me forzó, amenazó con golpearme , fue terrible , termine arrancando de ahí con la promesa de nunca mas probar algo asi.

Pero el tiempo pasó, me gradué de agronomía,  me puse a trabajar, me casé, tuve hijos etc, una vida hetero normal, aunque siempre me quedó esa espina de curiosidad, que solo sacie a través de webcam.   Me mandaron a realizar unos trabajos al campo, un fundo  enorme de un acaudalado empresario, hectáreas de terreno.  Hable con el jefe ,me acompañó con el contador del  a dar una vuelta por el lugar, informándome de los requerimientos del predio etc.

A las finales fuimos a la casa del cuidador  del fundo,  Don Evaristo, un hombre ya mayor, sobre los 65 años, muy bien arreglado, aunque con ropa modesta. Delgado,  bajo de estatura,  cabello  completamente cano,  algo calvo , muy agradable y servicial, según me informaron mis acompañantes.  Me presentaron con él,  me saludo muy respetuosamente, dándole instrucciones de acompañarme, llevarme a todos lados que yo necesitara,  responder mis consultas, en fin ponerse a mi completa disposición. Me dejaron a su cargo y se marcharon.

El viejito, muy agradable me dijo que estaba a su disposición, quedamos que me pasaría a buscar al hotel del pueblo temprano, para ir a recorrer y ver lo que necesitábamos. Al otro día recorrimos el fundo, me presentó unos trabajadores, recorrimos las plantaciones, presentándome a todo el mundo como el ingeniero. A la semana de trabajar ahí, ya me hice de algunos conocidos, me saludaban con respeto, acataban mis instrucciones, cuando estando solo con dos de los peones del fundo, se rieron y me dijeron que no me fuese muy lejos con el viejo, que ese “pateaba para atrás” , dándome la pauta que don Evaristo era bisexual.

Ahí comencé a poner más atención y claro, demasiado arreglado, movimientos muy finos y la forma de mirarme me di cuenta que era verdad lo que decían los peones.

De inmediato volvieron a  mí esos deseos ocultos, esa fantasía incompleta. Don Evaristo era anciano,  sumiso, delgado  fácilmente manejable, muy distinta a mi primera experiencia, aparte que la verga no la debía tenerla muy grande, ideal para mi inexperto culo. Lo miraba, conversaba con él y más me convencía que el viejo se gastaba “parejo” y que yo, no le era indiferente. Por lo que  hice una prueba.

Íbamos como de costumbre los dos solos, en su vieja camioneta por un apartado lugar, donde no había nadie. Ya de imaginarme que podía hacer algo con él, me excitaba, lo hacía mirar hacia otro lado y me la apretaba, haciendo que se parara un poco. Cuando la tuve algo dura, le dije que paráramos que quería revisar unas matas. Se bajó conmigo, continúe apretándomela cuando el no me veía y cerciorándome que nadie nos fuese a ver, le dije que disculpara, pero que tenía que orinar. Obviamente en el campo, entre dos hombres, uno mea en cualquier lugar.  A otra persona, le hubiese dado la espalda, pero quería comprobar  si me la miraba.  Apuntando a una de las matas , me la saque lo mas que pude, dejándosela completamente a la visa y disimuladamente miraba yo hacia otro lado, para que pudiese vérmela en todo su esplendor. Tal como lo pensé, el viejo se colocó nervioso, me la miró descaradamente cuando yo no lo veía. Luego, con la verga aun afuera, le dije que el acido úrico de la orina, le hacía muy bien a las plantas, el se rió, mirándome a la cara, pero no podía evitar vérmela, se le iban solos los ojos. Como   broma me dijo que le iba echar acido úrico a esta plantita, e igual que yo, se la sacó, orinando en la mata del lado, también de frente a mí para que se la mirara.

Tal cual como había pensado, el tamaño de su verga no era muy grande, pero la prueba dio resultados positivos, solo había que ver cómo llegar a eso.  Continuamos el recorrido, conversando de nuestras vidas, nuestras familias, etc.  No sabía  si eran ideas mías, o el viejito se prendió, conversaba mas, me miraba distinto, yo creo que le gustó lo que vio. Le  pregunté cuántos hijos tenía, me dijo que siete, yo me reí diciéndole que era todo un semental y me dijo que en el campo no había mucha entretención y que se desquitaba con la vieja.  Le dije que era verdad, que acá en el campo no había nada que hacer para entretenerse y sonriendo me dice que si hay, que solo hay que saber buscar, ya con eso , me lo dijo todo.

Llegamos al lugar que queríamos,  estacionó la camioneta bajo unos frondoso arboles, me baje, hice unas anotaciones, tomé algunas fotos, un lugar completamente solo, nadie en kilómetros a la redonda.  Don Evaristo no me sacaba los ojos de encima, me miraba y me miraba, como queriendo decirme algo. Preguntándole donde debía buscar para entretenerme,  nuevamente orine mostrándosela descaradamente diciéndole que hacía casi dos semanas que no veía a mi mujer y que andaba más que cargado. Ya el viejito entendió mi indirecta, se acercó a mí y me dijo si quería, el me podía ayudar.  Le dije que si me interesaba, se acercó aun mas y estiró la mano, agarrándomela.  Me quede quieto dejando que el viejito se diera el gusto, sonrió , se arrodillo delante de mí metiéndosela en la boca.

Me la comenzó a chupar extasiado, metiéndosela por completa a la boca, yo  disfrutando como loco.  Miraba a los alrededores, por si acaso venía alguien, pero nadie, absolutamente nadie, aparte que estando al lado de la camioneta, si aparecía alguien a lo lejos, solo vería el vehículo, dándonos mucho tiempo para reaccionar.  Le tomé la cabeza y comencé a moverme. El veterano la chupaba como los dioses, se la metía por completa a la boca, la sacaba, se la pasaba por la cara, me chupaba las bolas, realmente un profesional.  Pero yo ya que estaba en esto, quería algo mas,  le pregunté si me dejaba metérselo y de inmediato me dijo que sí.  Se levantó, abrió la puerta de atrás de la camioneta y se bajó los pantalones.  Un culo pequeño, muy blanco quedó a mi disposición. Me paré detrás de el , pasándole la verga entre sus nalguitas , el viejito puso su pecho en el asiento, quedando en 90º, separándose el mismo las nalgas , pidiéndome solo que se la metiera despacio.

Coloqué mi verga en la entrada de su ano,  ejercí un poco de presión y mi verga comenzó a entrar.  Poco a poco entraba cada vez más, el viejito acusaba algo de dolor, pero aguantaba, hasta que ya le entró por completa y su culo se entregó, comenzando ambos a gozar.

Me sentía extraño, pero estaba rico el culo del viejo, lo tomaba de las caderas y se la mandaba a guardar hasta el fondo, sacándole quejidos de placer y dolor.  Una y otra vez, mi verga se perdió en el cuerpo del viejito, que con la boca abierta jadeaba dejándome disfrutar de su ano. Me animé a estirar mi mano y agarrarle la verga, la tenia parada,  pequeña, delgada, ideal para experimentar cosas nuevas. Lo masturbe sin sacársela, el viejito se quejaba y yo tocándosela, dejándole toda la verga adentro, sin moverme, cuando me avisa que se correría. Me excitó la idea de hacerlo acabar con mi mano y me dedique a estimularlo solo a él,  hasta que se comenzó a quejar más aun y   comenzó a eyacular. Sentí como salía su semen, me dejo la mano manchada, fue tan excitante que mi acabada era inminente. Se lo solté , lo tome de las caderas y comencé a penetrarlo más fuerte , acabando deliciosamente dentro de  su viejo ano.

Al otro día, ambos sabíamos que volvería a pasar. Trabajamos un poco y ya luego le dije que fuéramos por ahí a un lugar donde nadie pudiese vernos. Don Evaristo condujo por donde ya no había camino, en un lugar mucho mas secreto, donde ni siquiera se veía la camioneta, quedaba completamente oculta.  Seguramente ya había traído a alguien más por ahí.

Sentados en la camioneta, nos empezamos a tocar,  nos bajamos los pantalones y nos comenzamos a masturbar mutuamente.  Bajó la cabeza y me la comenzó a comer deliciosamente por un buen rato, luego lo levanté de ahí y fui yo el que bajó la cabeza, metiéndome en la boca, la segunda verga de mi vida. Se sentía rica, se la chupé con gusto, apretándole las bolas cubierta de pelos canos.  No lo hice mucho rato, ya que quería experimentar ser cogido, por lo que volví a mi asiento, lo eché hacia atrás y colocándome de boca , ofreciéndole las nalgas , le pedí que me la metiera. El Anciano se paso a mi lado, se montó sobre mi y trajinado entre mis nalgas, sentí su verga intrusear mi ano, hasta que comenzó a metérmela. A pesar de tenerla pequeña, sentí algo de dolor , pero solo al comienzo, ya luego cuando la tuve adentro, por completa , se sentía tan rica que comencé a disfrutar como una puta , se me salían solos los quejidos , mientras don Evaristo se deleitaba dándole a  mi virgen trasero.

Me quedé doblado como una perra , disfrutando de esa verga que entraba y salía , dándome placeres nunca antes experimentados, hasta que luego de un buen rato, Evaristo me avisó que no aguantaba más y comenzó a descargarse dentro de mi ano.  Apenas alcance a jalármela unos pocos segundos, cuando al mismo tiempo que él me llenaba el ano de leche, yo manchaba el asiento de la camioneta con mi semen. Fue una deliciosa acabada, sentí como se le puso blanda y cuando la sacó sentí su leche escurrirme por las piernas.

Me gustó, me gustó mucho, acomodándonos cada uno en su asiento,  le hice el comentario a él, que siempre había tenido la duda y que la verdad, me había hecho disfrutar mucho.  El me dijo que también disfruto conmigo, que disfrutaba igual estando atrás o adelante.

Me quedaba una semana de trabajo en ese fundo  y tenía pensado disfrutarlo a fondo.  Ese mismo día ,  lo hicimos dos veces más , esta vez debajo de la camioneta , en el asiento de atrás , tal como me lo había cogido la primera vez , fue ahora don Evaristo el que me dio por detrás . Fue más rudo, la posición era mejor me hizo disfrutar más, la única diferencia, que él me pidió la leche en la boca y claro, lo tuve que complacer.

Esa fue otra fantasía que quise cumplir con él, sentir el sabor del semen.  Luego de cogérmelo un rato, le pedí lo mismo y arrodillado como un putito, se la comí hasta que hice que el veterano se corriera en mi boca.  El sabor no me gusto mucho , pero el morbo de hacerlo me fascino. Tenía que probar de todo en esos último días que me quedaban, en ese lugar donde nadie me conocía, por lo que al otro día, lo invité a que fuera a mi hotel, donde podríamos estar más cómodos. Ahí sí que hicimos de todo, fue mucho más excitante, aparte de estar más cómodos, sin el miedo de ser descubiertos. Completamente desnudos hicimos de todo en la cama. Me pasó la lengua por el culo, hicimos un 69, nos cogimos un rato cada uno, tratando de hacer durar lo máximo el encuentro.  Estuve sentado arriba de él, debajo, en cuatro patas, doblados sobre la mesa, que manera de coger. Me sorprendió la resistencia del viejito, que a su edad, ahora mas cómodos, tenia buen aguante.

Esa semana fue una locura, me saqué toda la curiosidad que tenía y la verdad, me gustó. Quedé con ganas de seguir experimentando, quizás con alguien más joven, quizás con una verga más grande.

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