miprimita.com

Susanita me pervierte

en Jovencit@s

SUSANITA ME PERVIERTE

Todo empezó un calido mediodía de verano, hace cuatro años.

Una multitudinaria reunión familiar en torno a una paella y la casualidad (o no?) de que Susanita ,la hija de una prima de mi mujer, se sentase a mi lado en la mesa .Hacía calor y veníamos de la playa de modo que seguíamos con el traje de baño.

No habíamos empezado a comer cuando noté la presión del muslo de Susana sobre el mío, no le di importancia," un roce casual" –pensé yo- pero a medida que trascurría la tarde, el contacto y la presión fue haciéndose mas intenso y constante. Ella me miraba de reojo de vez en cuando y con una picara sonrisa me daba a entender que aquello no era casual.

Debí haber apartado mi pierna y olvidarme del asunto, la niña no tenía mas de catorce años y yo era un hombre casado….pero, me gustaba aquel flirteo inocente y hacía rato que experimentaba una placentera erección de modo que decidí seguir haciéndome el tonto.

La perversidad de la niña llegó al extremo de bajar la mano y juguetear con el vello de mi pierna mientras hablaba con su madre, que estaba sentada enfrente mío, y todo ello con la mas angelical de sus miradas.

Volvimos a la playa y ya no se separó de mi en toda la jornada. Me obligó a acompañarla al mar con la excusa de que debía enseñarle a nadar, una burda excusa para seguir jugando conmigo, provocando un continuo contacto entre nuestros cuerpos que mantenía mi erección fuera de control. Cuando estuvo satisfecha de su "hazaña", me asió la mano para que la acompañase hasta la orilla a lo que yo me negué rotundamente, mi pequeño slip no podía contener ya el fruto de su coqueteo y hubiese sido todo un espectáculo verme salir así del agua. Me soltó la mano y pasó la suya descuidadamente sobre la parte delantera de mi bañador. Una sonrisa de satisfacción inundó su carita y regresó hacía la orilla.

Me costó cierto tiempo (y unas cuantas sesiones de "autosatisfacción") olvidar aquel extraño incidente en el que yo-obviamente-actué como objeto pasivo .Pero el diablo nunca descansa y Susana volvió a reaparecer en mi vida hace unos días.

Ella ha terminado las clases y dado que resido en un pueblo de la costa, a mi mujer no se le ocurrió idea mas brillante que invitarle a pasar unos días en casa .No quise oponerme porque, ni por un instante llegué a sospechar el cúmulo de conflictos que se avecinaban.

Decidí ir a recogerla yo solo a la estación del ferrocarril .No fue difícil reconocerla entre la masa de viajeros que descendía del tren: la más alta, la más guapa y la más exuberante. Corrió alborozada hacia mí y se me colgó del cuello dándome un fuerte y prolongado beso en la mejilla.

Le ayudé con el equipaje y caminamos hacía mi coche, ella iba delante y yo me maravillé con el espectacular cambio experimentado por el cuerpo de Susana que armoniosamente movía al andar sus caderas, perfectas, para mi mas intimo deleite.

Nos acomodamos en los asientos y antes de salir del estacionamiento me miró seriamente y dijo:

-Te he recordado mucho de ti todos estos años. Sabes…yo estaba enamorada de ti cuando era niña.

-Bueno…ya sabes que siempre has sido mi favorita, yo también te quiero.

-No, ya sabes a lo que me refiero, siento y he sentido siempre una extraña atracción por ti. Aquel día en la playa fue mi primer contacto con un hombre y aunque me avergüence decirlo no he podido olvidarlo.

-De acuerdo Susanita…

-No me llames Susanita, ya soy una mujer.

-De acuerdo, Susana, yo también recuerdo aquel día pero es mejor que lo olvidemos.

-Yo no pienso hacerlo y se que tu tampoco puedes ,te gustó!!!.

Al decir las últimas palabras había puesto su mano sobre mi pierna, yo se la aparté, pero ya era tarde pues ella fijó su mirada en mi bragueta y en el bulto que se había acentuado con aquel fugaz contacto .Retornó aquella picara sonrisa de satisfacción que yo tanto recordaba y murmuró:

-Está bien, tienes quince días para arrepentirte.

Seguimos hasta mi casa hablando de trivialidades aunque mi excitación sexual no desaparecía del todo. Yo la deseaba enormemente pero no podía cometer una barbaridad de ese calibre. He presumido siempre de firmes principios éticos y morales ,aunque reconozco tener una desbordante imaginación en mis fantasías sexuales, aquello no podía seguir adelante .Iba a mostrarme firme ante aquella "Lolita" de vía estrecha ¡.

El prometido martirio comenzó aquella misma tarde.

Con la excusa de que estaba "tremendamente" cansada del viaje, se dio una ducha y reapareció con un pijama de raso que, lejos de atenuarlas, acentuaba sus formas y particularmente las de sus pezones que, con el roce del sedoso tejido producían una sensual protuberancia sobre su camisa de la que yo difícilmente conseguía apartar la mirada.

Cenamos sin más incidentes y mientras mi mujer fregaba los platos, nos quedamos viendo la televisión en el sofá. Sutilmente, fue acercándose hacia mí hasta quedar totalmente pegada a mi cuerpo. Yo, con harto dolor de mis sentidos, me separé y ella, ofendida, se levantó diciendo en voz alta:

-Estoy muy cansada, me voy a dormir. Buenas noches Maite, buenas noches Carlos.

Le respondió mi mujer desde la cocina y entonces, aprovechando la seguridad de no ser sorprendida, se sentó sobre mis rodillas dándome un beso en la boca e intentando forzar con su lengua a que se abriesen mis labios, opuse feroz resistencia pero notando que mis firmes convicciones se iban debilitando ante tan desmesurados ataques.

El despertador sonó, como cada día, a las seis de la mañana. Salí del dormitorio cerrando la puerta con suavidad para no despertar a Maite y bajé a la cocina a prepararme el desayuno .No había empezado a saborear el café cuando apareció Susana por la puerta. Despeinada y con los ojos casi cerrados por el sueño, seguía tan sensual como siempre.

-No he podido dormir en toda la noche.

-Claro-dije yo-has extrañado la cama.

-No, te he extrañado a ti, pensar que te tenía tan cerca y no poder tocarte…

-Susana!, no empieces otra vez, vuelve a la cama, es muy temprano todavía.

-Un beso, solo un beso y prometo portarme bien e irme a dormir.

No se porque accedí, obviamente lo estaba deseando, pero nunca debí transigir e iniciar así la descontrolada relación que todavía mantenemos.

Acercó sus labios a los míos suavemente pero en cuanto yo abrí los míos, su lujuriosa lengua me invadió con desesperación y avidez. Solté mis ultimas cadenas-prejuicios-para corresponder debidamente a tan apasionada muestra de deseo y nos fundimos en un beso largo y húmedo que dio con nuestros cuerpos enlazados sobre el suelo de la cocina.

Se separó bruscamente de mí:

-Lo prometido es deuda, hasta luego, me voy a la cama.

Salió digna y altiva de la cocina mientras yo miraba el reloj horrorizado.

Compatibilicé la apresurada ducha con una sesión de onanismo, imprescindible, para aliviar la incipiente orquitis que me provocaba la presencia de Susana en casa.

Mi jornada laboral fue poco productiva aquel día, no dejaba de pensar en las trampas que me estaría preparando la sobrina de mi mujer. Temía sus seductoras iniciativas y al mismo tiempo las estaba deseando.

Cuando regresé, Maite no estaba en casa y Susana me esperaba, indolente y seductora estirada en el sofá. Unas braguitas blancas como su camiseta era su única vestimenta.

-Hace tanto calor que ya no se que ponerme…

-O, que quitarte –respondí yo-

-No negarás que te gusto así como estoy, se te nota en la mirada.

-Ya no aguanto mas, que quieres de mi?

-Te quiero a ti, todo entero para mi y me estoy cansando de tu puritanismo .Hace años que quieres follarme y los convencionalismos te lo impiden, te matas a pajas pensando en mi y luego eres incapaz de ponerme la mano encima….libérate!....ya!!.

No esperaba aquel crudo análisis de mi comportamiento, y lo peor es que había puesto el dedo en la llaga, donde más dolía.

Me acerqué hasta el sofá y me senté a su lado, acaricie su suave mejilla con el dorso de mi mano mientras ella me miraba expectante.

-Tienes toda la razón, soy de una generación muy distinta a la tuya, fui educado de una manera maniquea y esto que vamos a hacer es malo, malo en si y malas las consecuencias que acarreará nuestro comportamiento.

Tomó la mano con la que le acariciaba, besó dulcemente su palma y solo dijo:

-Tonto…

Cometido ya el error (mi burdo y mojigato lamento), decidí lanzarme a explorar su joven cuerpo. La suavidad de su piel contrastaba brutalmente con la celulítica de mi mujer, su talle minúsculo, y sus pechos…sus firmes, duros y grandes pechos que yo me afanaba en sobar cuando sonó la llave en la cerradura de la puerta principal.

No se sorprendió Maite al vernos en aquella postura, para ella Susanita seguiría siendo siempre Susanita, una niña adorable que había crecido demasiado deprisa y yo, su fiel esposo de quien nunca había tenido motivos para desconfiar.

A las seis de la mañana, ya me estaba esperando en la cocina, llevaba puesto un camisón de color rosa, muy corto y no llevaba bragas. Su pubis, más que insinuarse, se mostraba claramente .Los pezones, erizados por el frío de la mañana, sobresalían desafiantes y altivos.

Me lancé sobre su blanco cuello como un vampiro sediento de sangre, aspiré su aroma y besé con avidez aquella carne tan deseada, ella deslizó su mano hasta mi entrepierna para cerciorarse del éxito de su puesta en escena y…..

-Cariño…estás ahí?

-Si…mi amor, estoy con Susanita preparando el café.

De nuevo la ducha apresurada y la sesión habitual de onanismo para salir corriendo hacia la oficina.

Mi mente era un torbellino de pensamientos contradictorios, uno de ellos se imponía con fuerza:"Esto es una señal divina, no debo hacerlo y se me está avisando".

A media tarde y ante el inminente regreso al hogar, fui desplazando tan absurdas ideas por la firme decisión de hacer mía a Susana, fuese como fuese.

No tuve ni tiempo de bajar del coche, me estaban esperando las dos para ir al cine y luego a cenar y a tomar unas copas.

No habían terminado de aparecer los créditos de la película cuando sentí la mano de Susana palpándome la pierna e iniciando el camino hacia mis genitales. Cuando consideró que estaba lo suficientemente dura, apartó su brazo y pegó su pierna a la mía, supongo que para recordar viejos tiempos.

Durante la cena siguió con sus juegos y luego en el bar de copas.

Los días iban pasando, mis contradicciones creciendo y las oportunidades de quedarme a solas con Susana eran cada vez mas escasas.

La última noche de su estancia llegué a casa con una excitación incontrolada, se marchaba y yo no había conseguido mis propósitos.

Al terminar de cenar, Susana propuso ir a dar un paseo por la playa, la noche era muy calurosa y la brisa marina seguro que nos refrescaría.

-Id vosotros, yo estoy cansada y me voy a acostar –dijo Maite-

-Por favor, primita, es mi ultima noche aquí, ven con nosotros!!!

Yo estaba asombrado por el cinismo de Susana, sabía que lo había preparado todo para darme la ultima oportunidad y sin embargo insistía e insistía con Maite como si realmente desease que viniese con nosotros.

Finalmente salimos de casa, los dos solos, y con paso ligero nos dirigimos hacia la playa que a esas horas estaba desierta.

Nos tumbamos en la arena entre dos barcas de pesca intentando recuperar el tiempo perdido durante quince días .Nuestros besos y tocamientos eran acelerados como en una película del cine mudo, yo lo quería abarcar todo, no dejar un milímetro de su piel sin tocar y explorar.

De pronto…

-Quien anda ahí?....salgan, Guardia Civil ¡!!

El corazón se me iba a salir del pecho, no podía ser tanta mala suerte ¡!.

Susana me tapó la boca cuando yo iba a responder y apretó dolorosamente mi cuerpo contra la arena, inmovilizándome.

-Habrá sido un perro, anda sigamos que queda mucha playa por recorrer.

Me pareció que pasaba una eternidad hasta que noté, de nuevo, los labios de Susana recorriendo mi espalda desnuda.

Recuperé entonces mi lucidez, mi valentía y…."Aquella noche corrí el mejor de los caminos, sobre una yegua de plata, sin bridas y sin estribos."

El desenfreno fue de tal magnitud que le dimos tiempo a la pareja de la guardia Civil a terminar la ronda y regresar al punto de origen de sus sospechas, esta vez no preguntaron, fueron directamente a la fuente de los gemidos y placenteras exclamaciones.

-Buenas noches señor Lorente, no cree que es usted un poco mayor para estas cosas?

-No crea mi cabo, un revolcón se lo puede dar cualquiera, a cualquier edad y ya ve que la moza lo merece.

-En eso tiene usted razón…pues nada…que ustedes lo disfruten!.

Estaba seguro de que el cabo mantendría la boca bien cerrada, otra cosa sería el número que le acompañaba(recién llegado al puesto desde un oscuro destino en la sierra de Outes y que abría los ojos como platos), pero después de aquella noche, eso y muchas cosas mas, me importaban un rábano. Por fin ¡!!!!