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Intercambio de amantes

en Confesiones

INTERCAMBIO DE AMANTES

No entra en mi estilo el narrar los lances amorosos de mi vida privada. En esta ocasión y dado lo insólito de lo sucedido, haré una excepción.

Mi amigo Juanjo y yo somos unos golfos-en la plena acepción de la palabra-; amantes esposos y perfectos padres de familia durante seis días a la semana, nos convertimos en bestias lujuriosas los jueves por la tarde cuando nos dedicamos a visitar las mas notorias salas de baile para maduritas y machos en celo de todas las edades.

Hace un par de meses oteamos dos piezas de buen ver, en la cuarentena, pero que prometían dar buen juego. Nos lanzamos a tumba abierta y como es habitual me tocó bailar con la más fea-literalmente-dado que Juanjo es más alto, más guapo, más simpático…y la tiene más gorda que yo.

Me resigné a mi triste sino y me trabajé a Nuria con plena dedicación. Cuarenta y dos años, casada, delgada, muy habladora y con poca teta. Unos cuantos bailes "agarrados"con música de los sesenta y acabamos magreándonos como crios en un sofá,

hasta que ,como en el cuento de la cenicienta:

-Son las nueve, tengo que irme a casa a preparar la cena. Toma mi teléfono..y sobre todo: llámame solo en horas de oficina, es cuando mi marido no está en casa.

En la siguiente cita conseguí llevarla a un apartamento, de esos "ad hoc"que se alquilan por horas y sin mucho preámbulo acabamos retozando en la cama.

La clásica historia: "mi marido no me comprende, hace meses que no hacemos el amor" etc etc. Unas frases de consuelo y solidaridad y al asunto….

No resultó mala hembra, se notaba realmente que pasaba hambre de sexo y el menor roce la hacía gemir y excitarse. Pasamos tres horas entretenidas con dos satisfactorias cabalgadas (ya se sabe, a vaca nueva…) y nos despedimos para regresar cada uno a su hogar; yo con la mala conciencia que me provocan siempre estos lances. No puedo evitarlo, hago firme propósito de enmienda y en cuanto veo una mujer todo se desvanece y solo pienso en como llevármela a la cama. Creo que es algo genético y de difícil solución de modo que procuro no martirizarme demasiado.

El jueves siguiente nos citamos las dos parejas para tomar unas tapas y unos vinos. El primer bar al que entramos estaba lleno a reventar, como pudimos, nos hicimos un sitio en la barra; de pronto noté una mano que me sobaba la verga por encima del pantalón, solo tenía cerca a Mayte (la "guapa") que me miraba insinuantemente.

Mayte es el tipo de mujer que me excita sexualmente: no muy alta, un pelo pasada de peso, pecho y culo prominentes, vestido ceñido, provocativo, y sin inhibiciones de ningún tipo.

La erección fue instantánea y ella imperturbable siguió con mas ahínco-si cabe-con su placentera labor (supongo que para hacer una comparación de tamaños).

Cuando salimos del bar, se produjo el primer-y significativo-cambio de parejas.

-Como fuiste tan tonto de permitir que Juanjo ligara conmigo, no viste como te miraba yo?. Me gustas y se que juntos lo pasaremos bien.

-Pensaba que era él quien te gustaba…

-Los hombres sois tontos, no os enteráis de nada!

-Es que yo creía que él te gustaba.

-Me pones a cien, me haces perder el tiempo con el presuntuoso de tu amigo y tu lo pierdes con la lela de Nuria.

La situación me excitaba y aunque me fastidiaba hacerle esa putada a Nuria (hacérsela a Juanjo me parecía perfecto pues con eso le devolvía alguna jugada marrana de tiempos pasados), decidí seguir adelante con el cambio de pareja.

Nuestros amigos nos seguían y yo notaba que estaban sorprendidos, mas bien desagradablemente sorprendidos del cariz que tomaba la noche.

Aquel jueves teníamos una "cena de empresa" lo que nos daba libertad de horario, ellas también se habían organizado una "cena de amigas" de modo que cuando estuvimos lo suficientemente llenos de alcohol decidimos llenarnos de sexo.

Recurrimos a los consabidos apartamentos por horas para nuestra primera "cama redonda" (que además fue la ultima).Nos decidimos por uno con ambiente polinesio; luz tenue, jacuzzi y decorado un tanto hortera a base de palmeras y farolitos chinos.

Era evidente que Nuria estaba celosa, por muy amiga que fuese de Mayte y por muy casada que estuviese le estaban quitando a su hombre y eso no podía permitirlo. Por otra parte Mayte se había ido poniendo muy cachonda a lo largo de la noche pues yo no me había estado quieto restregándole el plátano y metiéndole mano en cuanto la ocasión era propicia.

Juanjo parecía fuera de juego cuando las dos se lanzaron a desnudarme como posesas, me tumbaron sobre la cama haciéndome sentir en la gloria ; mientras Mayte se afanaba en una mamada soberbia, Nuria se puso a horcajadas sobre mi, presentándome su depilada almeja para una sesión de estimulación lingual a la que me apliqué sin dilación. Mi amigo se dedicaba a un toqueteo sin recompensa por parte de las dos leonas a las que acabé montando alternativamente hasta que me corrí dentro del dulce coñito de Mayte mientras que Nuria, excitada ya al máximo, accedió a ser penetrada por Juanjo que estaba tentado por acabar masturbándose.

A partir de ese día, mis tardes de jueves fueron para Mayte que, por lo visto, tenía el mismo problema que Nuria: desatención marital.

Al llegar las vacaciones de verano, me comentó que estaría quince días en Mallorca.

-Que casualidad ,en las mismas fechas estaré yo también allí!.

-Podemos vernos un día!.

-Y que hacemos con nuestra pareja?.

-Yo salgo a pasear sola por la playa a las siete de la mañana, no hay ni un alma!.

Mi hotel estaba en Alcudia y el suyo en Sa Rapita, casi ochenta kilómetros de distancia, pero la perspectiva de un polvo clandestino al amanecer en la playa acabó por decidirme.

Concretamos día, hora y lugar. Hube de inventar un viaje a Palma para visitar a un cliente y a las seis de la mañana, excitado como un primerizo salí en coche para atravesar la isla de oeste a este.

La mañana era calurosa a pesar de que el sol estaba todavía despuntando en el mar.Las dunas de la playa, totalmente desierta ofrecían mil lugares para el revolcón. Caminamos lo imprescindible para dejar atrás las últimas casas y sin dilación nos metimos tras unos juncos mientras nos despojábamos de los trajes de baño.

No recuerdo haber disfrutado tanto en mucho tiempo. Lo morboso de la situación hizo que nuestra libido se encontrase disparada, nos revolcamos sobre la arena como dos animales en celo y acabamos con un orgasmo conjunto que fue paroxístico.

Al regresar a recoger el coche llegó el culmen del cinismo. Nos encontramos de frente con su marido que se dirigía a la playa .Un tiarrón de metro noventa, fuerte como un roble y con cara de pocos amigos.

-Enric!...mira a quien he encontrado. Es Alberto, un amigo de Sabadell que veranea aquí cerca.

Que sangre fría la de esta mujer ¡ni me llamo Alberto, ni vivo en Sabadell ni soy su amigo (…solo su amante).

Enric me saludó efusivamente y me hizo algunas preguntas sobre su ciudad a las que afortunadamente pude responder airosamente.

-Pues nada, a ver si te pasas por aquí con tu mujer y vamos todos juntos a comer una paella, hay un restaurante aquí cerca que la hace de fábula!.

Ni regresé a Sa Rapita ni he vuelto a llamar a Mayte, de eso hace ya tres semanas y todavía tengo el susto en el cuerpo.

Creo que volveré a salir con Nuria, al menos su marido es canijillo, como yo.