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Experiencia con una esteticista

en Lésbicos

Al año de casados, por cuestiones de trabajo tuvimos que cambiar de domicilio. El primer año casi no habíamos salido de casa, no teníamos suficientes horas para saciarnos el uno del otro. Ya no nos quedaba un rincón de la casa que no supiese de nuestra pasión y deseos.

Fuimos a vivir a otra provincia, a un bloque de pisos  grande, donde  todo el mundo va a lo suyo y ni se  detiene a dar los buenos días al vecino. Nosotros tuvimos suerte, nuestros vecinos de enfrente eran una pareja joven, muy atractivos, se llamaban Blanca y Juan, nada mas vernos llegar nos saludaron, y al rato como nosotros estábamos  liados con la mudanza vinieron a invitarnos a comer con ellos.

 Eran muy simpáticos  y muy serviciales, Juan nos ayudó a montar los muebles, y durante una semana Blanca me estuvo ayudando a ratos, hasta que mi piso quedó totalmente  colocado.

Hasta ahora no habíamos necesitado a nadie en nuestras vidas, pero les estábamos tan agradecidos que decidimos organizar una cena para demostrárselo.

Lo preparamos todo para un sábado por la noche, así si luego se alargaba, no tendríamos que preocuparnos  por tener que madrugar al día siguiente.

La reunión fue todo un éxito, eran simpáticos  y ocurrentes, nos estuvieron contando de sus vidas, el trabajaba en la construcción y ella estudiaba estética. Hacia un año que habían perdido un hijo de muy corta edad, y procuraban ocupar todo su tiempo para sacarlo  de sus mentes.

Durante la conversación Blanca nos comentó que el lunes se examinaba  y  que su hermana, que le tenía que  hacer de modelo, tenía que trabajar y no podía acompañarla. Yo me ofrecí voluntaria, gozosa  de poder pagarle de alguna  forma, todo lo que ellos nos habían ayudado.

Nos dieron las dos de la madrugada, casi sin darnos cuenta. Al día  siguiente  nosotros  viajábamos  para ver a mis padres, por lo que quedamos para el lunes a las 8 de la mañana.

Fui muy puntual  y a las 7,55  ya estaba esperándola delante del coche.  Por el camino, me iba explicando que en el examen, me arreglaría las uñas, una  limpieza de cutis, una mascarilla y me maquillaría, y yo pensaba que además de hacerle el favor era yo quien salía ganando.

Llegamos a la academia y nos  adjudicaron una mesa de trabajo, empezó con el arreglo de uñas,  limó y arreglo las dos manos, pero cuando acabó de pintar las uñas de la mano derecha, el examinador le dijo que estaba muy bien y que podía comenzar con la limpieza de cutis, limpió el cutis, aplicó una mas carilla, el examinador pasaba de vez en cuando  y  todo lo encontraba muy bien. Llegó la hora del maquillaje, y aquí empezaron los problemas, le dijo que me pintara media cara de fiesta, y la otra media de fantasía,… jajajaja….  Quedar, quedó muy bien, pero parecía que estábamos en carnaval, así no podía salir a la calle, y cuando lo valoró el examinador, me lo tuvo que quitar.

O sea, que cuando terminó el examen, yo estaba para hacerme una foto, una mano pintada, la otra sin pintar, mi carita sin maquillaje, y mi pelo sudado y aplastado del pañuelo que me puso  para no mancharme con las cremas.

Aunque yo le repetía que no tenía importancia, ella se sentía culpable y me prometió una sección de masaje facial, que me dejaría nueva. El miércoles por la tarde ella no trabajaba, y  yo todavía estaba de vacaciones, por lo tanto era el día indicado. Aunque aún no tenía el titulo, hacía ya algún tiempo que se dedicaba a la estética, y disponía de una habitación con todos los elementos necesarios.

Me dijo que me desnudase y me tumbase en la camilla, y me dio una sabana para que me tapase con ella. Yo me quede en tanga y sujetador, pero me pidió que también quitase el sujetador.

Puso gran cantidad de crema en mi cara y suavemente iba masajeando,  yo no acostumbraba a ir a la esteticista, y estaba un poco a la expectativa, su voz era calida, y el masaje acompañado de su voz, me adormecía, me decía que mi piel era muy suave, y que era una delicia tratarla, sus manos parecían mariposas aleteando sobre mi piel, y empecé a sentir algo que no esperaba.

Sentí un cosquilleo en mi vientre, que bajaba hasta mi sexo, me puse muy nerviosa, y apretaba mis piernas fuertemente, intentando parar esas sensaciones, que se estaban adueñando de mi voluntad. No podía disimular las contracciones, estaba muerta de vergüenza, ella estaba al tanto de lo  que me estaba pasando, yo apretaba los labios, intentando  evitar los gemidos, y no era capaz de abrir los ojos y ver su cara… divertida o enfadada… prefería mantener la incógnita.

Sentí que bajaba la sabana hasta mi cintura, mis pezones los sentía erectos, noté sus manos acariciando mis pechos, se deslizaban  suavemente untadas de un aceite con olor a canela, casi ni respiraba  al notar los estremecimientos de mi cuerpo, me sabía tensa y acerco su boca a mi oído, sentí su aliento calido y me dijo…

--déjate llevar, relájate, disfruta---

Pellizcaba suavemente mis pezones enviando oleadas de placer a mi sexo, mi corazón debía ir a mil, me ahogaba, apretaba fuertemente mis nalgas contra la camilla, sentí un fuego correr por mi interior, y una explosión salvaje hizo que fluyeran todos mis flujos. Era incapaz de mirarla, subió la sabana y como si no hubiese pasado nada se dedicó a mi cara.

--Te he puesto una mascarilla—dijo acercándose a mi oído, relájate y duerme  media hora. Me dejó sola  con una especie de crema fría en la cara, la luz tenue y una música suave. Todavía no entendía lo que había pasado, estaba avergonzada, y no sabia como enfrentarme a ella cuando volviese. Por mas que pensaba no podía entender  que hubiese tenido un orgasmo tan simplemente.

A la media hora volvió como si nada hubiese pasado, quitó la mascarilla, puso una crema hidratante sobre mi cara, y dijo que había quedado preciosa.

Nunca hablamos del tema, y yo nunca he vuelto a una esteticista, aunque siempre me he quedado con la duda…………. ¿será eso normal?   ¿Será que me gustan las mujeres?

O fue casualidad, que yo estuviese tan receptiva y tuviese tan glorioso orgasmo.