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A orillas del Sella con Erotika y Sociedad

en Hetero: Infidelidad

Todo comenzó de la forma más tonta que puedan imaginarse. Nunca, en ningún momento me había planteado la idea de ese encuentro pero las cosas se desarrollaron de tal manera que lo que acabó ocurriendo fue en cierto modo la guinda que faltaba en la tarta que siempre había soñado, la tarta de mis deseos.

Conocí a Sociedad por medio de los comentarios que me dejaba en los relatos. Al principio, como la mayoría de los lectores, pensaba que era una mujer y sinceramente, leyendo sus historias me parecía una mujer un tanto rarita, algo especial. Me encantaban sus comentarios y esperaba ansiosa su veredicto cada vez que terminaba alguna de mis historias. La gran sorpresa me la llevé en la cena de Fin de Año, cuando descubrí que era un hombre, y no un hombre cualquiera, no, era guapísimo, interesante, ardiente además de agradable y muy dulce.

Un día recibí una invitación de Navegante para entrar en el Chat de los autores. Allí fue cuando en realidad empecé a conocerle. A él y a muchos más estupendos autores, entre ellos a Erótika, una catalana, morena y con unos ojos azules preciosos con la que desde el principio conecté muy bien.

¿Que entre Sociedad y Erótika existía cierto "feeling"? De eso ya me di cuenta el primer día. Erótika es muy ardiente y cariñosa, una niña realmente agradable, y tiene medio loquitos a muchos de los escritores de la página. Perdonen que dé tanto rodeo, pero creo que es conveniente que sepan lo que yo sentía en ese momento para comprender lo que pasó al final.

Sociedad y yo entablamos una amistad muy bonita, hablábamos cada día y nos explicábamos muchísimas cosas. Así fue como me enteré que se iba a pasar un fin de semana a Gijón, bueno, no al mismo Gijón, si no a un pueblecito precioso que se llama Ribadesella. Me enseñó la foto de una casa rural de piedra, muy bonita, donde pensaba pasar esos días, y yo le conté una historia que había vivido en relación con ese pueblo. Me dijo que me invitaba a visitarlo, pero ni yo me lo tomé en serio ni el volvió a comentar nada del tema.

Una noche entré al Chat de los autores y Erótika estaba conectada. Estuvimos hablando largo y tendido de nuestro chico, y digo nuestro porque ambas aunque de diferente manera lo sentíamos así. Creo que aunque la relación que había entre nosotros era totalmente diferente no sé porqué me sentí terriblemente celosa cuando me contó ciertas peculiaridades de sus encuentros.

Estábamos hablando precisamente de él cuando se conectó, y se dio cuenta. Creo que pilló alguna de las frases últimas que escribimos, la conversación empezó a animarse y salió a la luz su próximo viaje a Ribadesella. Esta vez nos invitó a las dos, un fin de semana los tres juntos, sin compromisos, si surgía algo muy bien, pero si no… descanso, buena comida y una entretenida charla entre amigos.

Yo no lo tenía claro, pero cuando Erótika dijo que ella se apuntaba lo decidí al momento. Por nada del mundo la dejaba un fin de semana a solas con mi "chico"… ¡¡¡como si ella no tuviese bastante con el otro que yo le conocía!!!! ¡¡¡Acaparadora!!! Nada, me dije….Shere…."si quieres este pescadito te has de mojar el culo". Creo que se sorprendieron cuando les dije que de acuerdo, que iríamos los tres. Estuvimos un rato comentando los detalles, Sociedad nos dijo que él se encargaría de todo, que nosotras solamente teníamos que buscar una buena excusa, coger el tren y llegar a Ribadesella. Se había hecho muy tarde, hablando y hablando eran ya casi las dos de la madrugada, nos despedimos y quedamos para el día siguiente para acabar de concretarlo todo.

Los días que siguieron fueron un continuo hacer planes. Erótika y yo decidimos viajar juntas y Sociedad llegaría por su cuenta. El, al vivir mas cerca y poder salir el viernes por la mañana, llegaría casi un día antes que nosotras. Nuestro tren salía a las 22,30 de Barcelona, donde subiría Erótika, y no llegaría hasta las 23,23 a Tarragona, donde me uniría yo. Nosotras teníamos casi catorce horas de tren, por lo tanto hasta el día siguiente no llegaríamos.

Erótika y yo habíamos contratado los billetes por Internet, dos billetes de literas, en el tren estrella Pío Baroja, hasta Oviedo, en donde Sociedad nos esperaría con su coche para llevarnos hasta Ribadesella. El viaje fue tranquilo. En el departamento solo viajaba una mujer con una niña de unos seis años que ya dormía cuando yo subí en Tarragona. Ellas ocupaban las literas de abajo y nosotras las superiores. Al entrar yo nos saludamos cariñosamente y comenzamos a hacer planes para el próximo día, no queríamos perder ni un minuto el poco tiempo de que disponíamos, deseábamos disfrutarlo a tope. Todo eran risas y cuchicheos, hasta que la mujer se removió inquieta en su litera y nos chistó para que calláramos antes de que despertáramos a su hija, así que no nos quedó otro remedio que darnos las buenas noches y dormir.

Ella no sé, pero yo me dormí pronto, los nervios y las emociones me tenían agotada. Esa noche tuve un sueño que no creo que nunca se vuelva a ir de mis pensamientos. Yo nunca había visto el río Sella, ni tan siquiera por televisión, pero sí que había oído hablar de él, de sus rápidos que los turistas aventureros solían navegar en canoas. Yo no soy nada aventurera, pero en mi sueño estaba dentro de una de esas canoas sentada delante de Sociedad, estábamos solos (-era mi sueño, y en él me había deshecho de Erótika-), íbamos en bañador ambos, él con uno muy pequeño que marcaba su abultado paquete, y yo con un pequeño bikini amarillo, (-que hacía pocos días quise comprar, y mi marido no me dejó porque era muy atrevido-) sexy, muy sexy, se pegaba de tal forma a mi cuerpo que el poco espacio que tapaba se insinuaba de tal forma que parecía ir desnuda.

Sus manos no estaban quietas y exploraban mis pechos con tal maestría que mis suspiros se sucedían ininterrumpidamente, sentía su prominente dureza que se apretaba fuertemente en mis nalgas, nos habíamos olvidado de los remos que colgaban en los laterales de la barca mientras nosotros nos abandonábamos a la lujuria del momento. Sociedad sacó su polla que ya no cabía dentro del bañador y yo girándome levemente comencé a acariciarla, muy suave, desde la punta hasta el tronco, logrando arrancar gemidos de placer que parecían nacerle dentro del mismísimo vientre, tal era la forma como lo sentía agitarse. Él se estiraba y haciendo fuerza con el culo conseguía restregarse contra mi cuerpo desnudo, que cada vez estaba más caliente y ansioso. Me giré del todo quedando boca abajo sobre la canoa, (-una postura muy incomoda, por cierto-), su polla a la altura de mis labios, roja, brillante, apetitosa. La tomé dulcemente entre ellos y comencé a tragarla lentamente, adentro y afuera, mientras mi lengua daba golpecitos en su glande. La canoa se agitaba durante la bajada pero a nosotros no parecía importarnos lo que pudiese pasar (los sueños son así, al gusto de quien sueña) levanté la cabeza para mirarle a los ojos, su cara era un poema, estaba transfigurado de placer, y yo feliz de producirle ese efecto. Me afané en mis atenciones llegando un momento a morderle levemente el glande, cogió mi cabeza y mirándome fijamente me dijo…

--- ¿No irás a morderme verdad?---

---Solo un poquito cielo, quiero dejarte mi marca, que todas sepan que eres mío---

Se quedó un momento pensativo, en alguna conversación le había comentado que me comía a mis amantes, pero era tal el placer que estaba sintiendo que decidió arriesgarse y apretando mi cabeza contra su polla gritó..

---Sigue amor, sigue, cómeme todo---

Se agitaba dentro de mi boca mientras de sus labios Salía mi nombre repetidamente…

---Shere, shere, SHERE, SHERE, SHERE-------

Sentí unas sacudidas tremendas y pensé que la canoa se iba a pique, me levanté asustada y vi a Erótika que me sacudía mientras repetía mi nombre a voz en grito.---

---- ¿Qué pasa??? Dije intentando comprender donde me encontraba----

----En diez minutos estamos en Oviedo, tienes que vestirte, ¿qué demonios soñabas?---

Pensé que era mejor no contárselo, desde que me había dado cuenta que a ella también le gustaba Sociedad no sabía como decirle que yo andaba medio loquita por él.

Llegamos a la estación y nuestro chico estaba esperando ansioso nuestra llegada. Muy atento corrió a recoger nuestro equipaje, poca cosa, era verano y solamente llevábamos una pequeña bolsa con ropa informal. La idea no era andar de fiestas, queríamos bañarnos en la playa, tomar el sol y conocer los bellos parajes que rodeaban la desembocadura del río Sella.

Yo estaba muerta de hambre, no sabía como podía haber dormido tantísimas horas, Erotika había ido a la cafetería del tren a desayunar, pero en mi estomago no había entrado nada desde las once de la noche, cuando comí un bocadillo en la estación de Tarragona mientras esperaba el tren, y ya eran las once y veinte de la mañana. Demasiado temprano para comer, y demasiado tarde para tomar un simple café con leche. Entramos en la cafetería de la estación, y ellos tomaron una cerveza fresquita mientras yo daba buena cuenta de un bocadillo de jamón con una coca cola.

Una vez satisfecha nuestras necesidades más apremiantes nos pusimos en camino, Erotika se sentó al lado de Sociedad, y yo me puse detrás de él. Tomamos la autovia A8, y mientras ellos hablaban animadamente yo me deleitaba con el paisaje mientras recordaba y disfrutaba las sensaciones que me producían el recuerdo de mi sueño.

Llegamos a la casa donde Sociedad había reservado las habitaciones. En realidad eran dos habitaciones comunicadas entre ellas, seguramente pensando en matrimonios con hijos pequeños. Una tenía una gran cama de matrimonio, y en la otra había dos pequeñas camas individuales. Sociedad ya se había adjudicado la habitación de matrimonio, por lo tanto nosotras nos instalamos en la contigua.

Nos duchamos, vestimos, y bajamos al comedor de la casa donde nos sirvieron un riquísimo menú típico de Asturias, acompañado de una sidra fresquísima que yo probaba por primera vez. Después de comer decidimos dar un paseo por los alrededores. Erótika es muy tocona, y no perdía ocasión de tocar a Sociedad con cualquier excusa, que si caricias en la cara, que si cogerle la mano, que si ahora un besito… Sinceramente lo que yo sentía era mas envidia que otra cosa, yo también lo hubiese querido hacer, pero no me atrevía. Aunque no lo parezca yo soy muy tímida y me cuesta lanzarme, y cuando lo hago ya no hay quien me pare, pero me cuesta mucho comenzar.

Pasamos una tarde maravillosa, paseamos, fuimos a la playa, bailamos en una plaza bajo la luz de las estrellas, y cuando el cuerpo ya nos aguantaba nos fuimos a la cama… cada uno a la suya.

Aunque la noche anterior había dormido mucho estaba agotada y no me costó conciliar el sueño. Me dormí pensando en el sueño de la noche anterior, rogando que pudiese continuar. No se si lo conseguí, los acontecimientos que siguieron borraron cualquier sueño de mi mente.

Me despertaron unos sonidos ahogados, miré la cama de mi compañera y estaba vacía, me levanté silenciosamente. Desde detrás de la puerta, a través de las ranuras de los laterales, les podía ver perfectamente, ella acostada de espaldas, y él de rodillas entre las piernas que ella cruzaba y apretaba en sus caderas. Mis ojos se desorbitaron al observar los tremendos golpes con que él se introducía en su interior, una… otra… y otra vez más. Los glúteos de Erotika estaban en el aire y desde mi escondite no perdía de vista cada uno de los movimientos. Veía como se agitaban y en sus sacudidas reconocía los orgasmos que yo envidiaba en esos momentos. Sentía una rabia tremenda porque fuera ella y no yo quien estuviese en su cama, pero reconocía que la escena me estaba calentando y sentía entre mis piernas un fuego que necesitaba apagar de alguna forma. Mis manos bajaron hasta mi cuevita, que ya estaba empapada, y cerré los ojos mientras chapoteaba en su interior para imaginar que mi mano era esa hermosa polla que yo estaba deseando tan desesperadamente. Seguí moviéndola dentro de mí hasta sentir que todo explotaba en mi interior en un fortísimo orgasmo. Abrí los ojos, quería ver su cara mientras lo disfrutaba, quería imaginar de alguna manera que era él quien estaba dentro de mi conchita. Y lo vi, vaya si lo vi. Vi su cara enterrada entre las piernas de Erótika mientras le comía el coño, la cara de ella desencajada del gozo tan grande que estaba sintiendo, y yo allí, arrinconada haciéndome una paja en solitario.

Regresé a la cama y puse la almohada sobre mi cabeza para no oírlos, pero ya no pude dormir en toda la noche. Ya casi amanecía cuando noté que Erótika se acostaba y entonces me relajé y me quedé dormida. No sé cuanto tiempo dormí, pero el sol ya entraba escandalosamente por la ventana impidiendo que abriese los ojos cuando sentí unos dedos pasearse suavemente por mis piernas, muy despacio, como si las estuviesen dibujando. Me quedé expectante, ya estaban llegando a mis ingles, y el solo contacto conseguía electrizarme hasta poner mis pezones como piedras. Por las mañanas yo soy muy receptiva, mi marido ya hace años que se dio cuenta, y aprovecha esos momentos para despertarme con sus caricias. Quizás es por eso que solo con tocarme me pongo como una moto, y al sentir aquellas manos introducirse entre los pliegues del tanga todo mi sistema nervioso se tensó como cuerdas de una guitarra. Abrí las piernas para facilitarle el trabajo, y las manos de Sociedad se movieron pausada pero sabiamente dentro de mi conchita. Un gemido prolongado salió de entre mis labios que él se apresuró a cubrir con los suyos para absorber mi aliento….Ummmmmmm, no estaba segura de estar despierta… ni en mis mejores sueños podría imaginar lo que sentía en esos momentos. Abrí los ojos y le vi recostado en mi cama. Vestía una camiseta blanca y un pantalón corto de color caqui. La parte de la bragueta abultaba tremendamente, se notaba que su amigo estaba deseando ver la luz, y yo estaba ansiosa por verle a él, por lo que no perdí tiempo y la desabroché rápidamente.

Comencé a masajearlo suavemente mientras él se ocupaba de mi húmeda rajita, que agradecía sus atenciones palpitando y oprimiendo sus dedos. Desde la postura en que estaba me era imposible llegar con los labios a su aparato, e hice que se acostara a mi lado, uno frente al otro, pero invertidos. Cogí la polla entre mis labios y pasé la lengua por el ardiente capullo que parecía abrirse con el calor de mi aliento. Mientras yo acariciaba y amasaba los testículos él bombeaba su polla dentro de mi boca, muy dentro, tocando la garganta en su entrar y salir. Sus gemidos se hacían apremiantes, sentía su boca, su aliento, sus dientes dentro de mi coño, su lengua introduciéndose en mi deseosa rajita. Yo mamaba y mamaba con ansia incontrolada, arrancando de su garganta sonidos de placer que yo era incapaz de comprender. Mis caderas se arqueaban en un intento de aproximar aún más mi sexo a su boca, quería sentirlo totalmente dentro, que sintiese mis latidos en la lengua. Le notaba tenso, sabía que no iba a durar mucho más, y aceleré los movimientos al mismo tiempo que mis manos apretaban fuertemente su culo contra mi cara para que no se retirase. Y entonces estalló, sentí llenarse mi boca del liquido caliente, espeso y dulzón. Su semen golpeó mi garganta y por un momento me atraganté y tosí un poco, pero tragué rápidamente. Sociedad había parado un instante, casi sin fuerzas al vaciarse. Pero yo no le iba a dar tregua, ya sentía el cosquilleo que recorría mi espalda, síntoma inequívoco de mi orgasmo. Solté su culo y apreté su cabeza fuerte contra mi sexo, para que notara mis contracciones, y él al darse cuenta introdujo su lengua mientras sorbía los fluidos que se derramaban generosamente de mi sexo...

Quedamos exhaustos, rendidos, él aún abrazado a mis piernas, yo mirando el techo sin poder creerme lo que había pasado. Mi corazón poco a poco estaba volviendo a su ritmo.

--- ¿Donde está Erótika? ---le pregunté----

---La convencí para que se fuera con unos amigos, le dije que yo tenía un fuerte dolor de cabeza, pero lo que quería era estar contigo----

---Pobrecita, te echará de menos---

----No creo, se lo pasará estupendamente, además entre ella y yo no hay nada----

Lo miré disimuladamente….¡¡¡joder con el nada!!! –pensé- ¿¿¿y lo de la noche anterior habían sido manitas o qué??? pero me callé, prefería que no supiese que les había visto, al fin y al cabo nos quedaba toda la tarde para nosotros y no tenía intención de desaprovechar ni un segundo. Volví a la carga y cogí aquella cosita blandita entre los labios. "No hay nada que me guste mas que la sensación de sentirla crecer dentro de la boca, notar como va llenando todos los huecos, como se retuerce buscando espacio, y al final, cuando ya esta dura, recta como una vara, el suave cosquilleo que produce en mi garganta." Cuando estuvo bien tiesa me subí sobre él a horcajadas, y me dejé caer sobre su polla de un golpe, empalándome en ese trozo de carne palpitante que tanto me estaba haciendo gozar, y le cabalgué como una loca hasta que mis contracciones se confundieron con las suyas, en un tremendo orgasmo que parecía no acabar nunca. Ahora sí, agotada totalmente, me dejé caer a su lado dejando mi cabeza sobre su hombro, sintiendo los latidos de su corazón. Así estuvimos un buen rato hasta que nos dimos cuenta que Erótika estaba a punto de llegar. Nos duchamos juntos, enjabonándonos el uno al otro, jugando como niños, pero sabiendo que no podíamos volver a empezar. De ninguna manera quería que ella se enterase de lo que había pasado. Nos vestimos y bajamos a la cafetería cogidos de la mano, mirándonos como dos cómplices que compartían un gran secreto. Nos sentamos y aún no nos habían traído las bebidas cuando llegó Erotika.

---¡Hola chicos!----

----Hola--- contestamos casi al mismo tiempo--- ¿qué tal lo pasaste?---

----Muy bien, esta gente sí que sabe divertirse, ¿y vosotros?----

---Por ahí---conteste rápidamente---

---En la cama ---contestó Sociedad----

--- ¿En que quedamos, en la cama o por ahí? ---

---Yo en la cama, ya sabes que no me encontraba bien----

--- ¿Y tú Shere, que hiciste tú?---

---Pues… es que yo…----

Me había puesto colorada, creo que ella sabía perfectamente lo que habíamos estado haciendo, y le divertía mi sofoco. Sociedad por debajo de la mesa acariciaba mis piernas con sus pies, y me sonreía cariñosamente. Ambos sabíamos que nunca volveríamos a tener otro encuentro como el de ese día, pero también sabíamos que su recuerdo nos acompañaría durante muchísimo tiempo.