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Lujuria en el ascensor

en Hetero: Infidelidad

Me casé muy joven, y la verdad el tema de la cocina para mi era una asignatura pendiente,

Como se suele decir apenas sabía freír un huevo, tampoco es que me supusiese ningún problema, mi marido estaba tan entusiasmado en otras de mis artes, que le importaban poco mis aptitudes culinarias, comía lo que había en el plato sin protestar, y desde luego sin valorar el enorme esfuerzo que yo hacía por aprender.

Un día vino a comer con un compañero de trabajo, se llamaba Juan, era alto, moreno, no era muy guapo pero tenia  unos hermosos ojos color de miel y una sonrisa tan dulce que cautivaba. Me  dijo que tenía 39 años, vivía en un pueblo cercano  y había tenido una avería en el coche, por eso mi marido le invitó. Yo tenía preparado arroz, y sinceramente  era el plato que mas se me resistía, jamás conseguí su punto, o me quedaba duro, o se pasaba tanto que parecían gachas, pero nunca quedaba bien.

Era nuestro primer invitado, por ese motivo yo me sentía insegura, no quería quedar mal. Lo miraba temerosa, si veía que movía el tenedor sin comer, o apartaba el plato, Ufffffff creo que me moriría de vergüenza. Comió con apetito y no dejaba de alabarme, bueno, yo no creía que fuese para tanto, pero me gustaba, me encantaba que después de pasarme media mañana en la cocina, alguien apreciara mi esfuerzo. Al despedirse me dio las gracias, dijo que era soltero y no pasaba de las patatas fritas con huevos, y que una comida casera se agradecía. Le ofrecí mi casa siempre que la necesitase, y que siempre sería bienvenido a mi mesa a probar mis experimentos culinarios

Esa noche tuve un sueño erótico, estaba desnuda sobre la mesa  cubierta de nata y miel, mi  marido y Juan lamían todo mi cuerpo sus lenguas se juntaban en su recorrido, produciéndome oleadas de placer, sus manos no dejaban un rincón por explorar, sus penes erectos  buscaban mi boca  y yo los acogía, los lamía mordía  jugaba con ellos, estaba muy excitada, me desperté  bañada en sudor, y con toda mi cosita mojada, me asustaron mis sueños y no se los comente a mi marido.

Al día siguiente me envió unas flores, y yo que no estaba acostumbrada a estos detalles, me sentí feliz y le comenté a mi marido que le podía invitar alguna vez, que era muy agradable hacia tan poco que estábamos allí  que no teníamos amigos, a mi me gustaba recibir  visitas y relacionarme con otra gente.

Durante tres años ya fue como una costumbre que  lunes, miércoles y viernes Juan viniese a comer a casa, siempre llegaba con un postre, unas flores o cualquier otra atención, a mi me encantaba y me desvivía aprendiendo nuevos platos, con el convencimiento de que alguien los iba a apreciar.

Muchas noches se repitió el mismo sueño, yo era  el postre después de una suculenta comida, los dos se deleitaban, me lamían, chupaban, sorbían de mi sexo, y acababan penetrándome como locos en una desenfrenada orgía de placer, mis orgasmos eran tan reales  que mis gemidos y gritos habían llegado a despertar a mi marido.

Fue entonces cuando mi marido cambió de trabajo y tuvimos que cambiar de domicilio, nos fuimos a otro pueblo, no muy lejos, pero si lo suficiente para  que nuestra amistad se fuese enfriando, además  me di cuenta que  mi marido últimamente   sentía celillos de Juan, por lo cual  dejamos de nombrarlo en casa.

Me aburría, pasaba muchas horas sola, ya no tenía con quien hablar, a quien explicarle mis cosas, mi marido es de pocas palabras y su trabajo lo absorbía por completo dejándole muy poco tiempo para mi. Decidí buscarme un trabajo, y lo encontré antes de lo que pensaba. En un supermercado cerca de casa buscaban dependienta, y me hicieron un contrato de prueba, que luego renovaron.

Allí estaba  cuando un día vi a Juan comprando, habían pasado cinco años, estaba algo mas viejo, triste pero su mirada se ilumino al verme, yo también me llevé una gran alegría, le di un fuerte abrazo y un beso, y noté que enrojecía. Quedamos que volvería a la hora de la salida, iríamos a tomar algo y nos pondríamos al día de todas las cosas que nos habían pasado en tanto tiempo sin vernos.

Pasé el resto de la tarde intranquila, nerviosa, tenía unas ganas locas de verle, que me contara……… añoraba los días que venía a comer a casa y me explicaba todas sus cosas, hablábamos de libros, de música, teníamos gustos muy parecidos y con el no me aburría nunca.

Me estaba esperando, fumaba un cigarrillo y yo nunca lo había visto fumar, me extrañó y se lo dije. Me contó que cuando estaba muy nervioso acostumbraba a fumarse un pitillo, y hoy lo estaba mucho, aunque no me quiso explicar el motivo. Fuimos a una cafetería, hacía mucho frío y tomamos un chocolate caliente. Me estuvo explicando de su trabajo,  seguía en la misma empresa, pero durante dos meses estaría trabajando aquí, su empresa montaba una fabrica y el venía a supervisar la instalación de la maquinaria.

Me dio mucha alegría y le invité a comer a casa, pero el rehusó alegando falta de tiempo, insistí diciendo que el domingo no se trabajaba, pero el se mantuvo firme asegurando que no podía. Desde ese día y durante los dos meses que estuvo por aquí, cada dos o tres días lo encontraba a la salida, tomábamos algo, hablábamos de cualquier tontería que se nos ocurriese, volvíamos a reír como antes y lo pasábamos muy bien, nunca dijo de acompañarme a casa, ni nunca quedábamos para otro día, pero al salir yo lo buscaba y me alegraba verlo con su sonrisa, sentado  en un muro que había delante, o apoyado en los carritos del súper.

Esa noche volvieron  mis  sueños, me desperté  en la madrugada bañada en sudor, y caliente, muy caliente, comencé a masturbarme mis dedos buscaban frenéticamente  el centro  de mis deseos, pero necesitaba mas, deseaba sentirme llena  y que un buen chorro de semen calmara mi fuego. Mis manos se deslizaron entre la ropa buscando el ansiado pene de mi marido, pero comprobé que no había posibilidades, estaba flácido,  pero yo estaba ansiosa y me apetecía ser traviesa, muy traviesa. Me escurrí entre las sabanas y tome su dormido pene entre mis labios, jugueteé con la lengua hasta sentir como crecía en mi boca, se puso duro y tieso como el palo de una bandera, Me subí sobre él, se agitaba y gemía, pero no acababa de despertarse, y a mi me excitaba pensar que en realidad lo estaba violando. Lo cabalgué como una loca hasta que sentí como se vaciaba en mi interior, solo entonces saciada y muy satisfecha pude volver a dormirme.

Al día siguiente me encontré con Juan, lo noté triste  y pensativo, ya me había acostumbrado a su  alegría y supe que le pasaba algo.

__ Me voy me dijo___

__ recibí  una llamada de la empresa, mañana he de estar allí__

Mi cara se transformó, sentía su marcha, echaría de menos su conversación, sus atenciones, me había acostumbrado a su presencia y a partir de ahora volvería a encontrarme sola Cuando salimos del café, me acompañó al coche me dio un abrazo, y al ir a besar mis mejillas, no se como pasó pero sus labios se posaron brevemente en los míos, me pidió perdón y yo sonreí diciendo que no pasaba nada, que no fue tan grave.

Volví a perderle la pista, y no supe de el hasta  casi pasados cuatro años. Al salir del trabajo, lo vi. en la puerta El corazón me dio un salto y una gran sonrisa iluminó mi cara. Mi marido por cuestiones de trabajo estaba fuera y no volvería en dos días, le dije que viniese a cenar, el se negó prefería que cenásemos fuera, en broma le dije que después de doce años me había convertido en una excelente cocinera y su estomago  no corría peligro alguno, pero el insistió en que cenásemos fuera.

Fuimos a un restaurante italiano, (era martes y no había mucha gente) eligió una mesa apartada y tomándome de los hombros nos dirigimos a ella. Nada mas sentarnos empezó a hablarme de su vida, tenía ya 51 años  y se encontraba solo, me dijo que hacía 12 años que esperaba un milagro, pero como no había sucedido, iba a intentar encauzar su vida,  la próxima semana viajaría a Cuba a pasar un mes de vacaciones e intentaría conocer una persona con quien poder compartir los días que le quedaban de vida.

Yo no soy tonta, y si digo que nunca me había dado cuenta de lo que sentía por mí, mentiría, pero me gustaba sentirme así, adorada en la distancia, sin complicaciones, mi matrimonio no era perfecto (ni creo que ninguno lo sea) pero yo quiero a mi marido, mi vida es tranquila y soy demasiado cobarde para cambiarla.

Al cabo de un mes volvió al supermercado, no iba solo, le acompañaba una mujer de unos 45 años, rubia, menuda, rellenita, no era guapa  pero tenía algo, no se,  quizás sus andares movía sus caderas como si fuesen unas cañas mecidas por el viento, o quizás su voz melosa y con un acento que encantaba, no se, pero atraía. Venía a presentármela, me esperaron a la salida y fuimos a tomar algo.

Ella me contó que se quedó viuda muy joven, con dos hijos de muy corta edad y lo pasó muy mal para sacarlos adelante, tuvo que trabajar mucho, y no siempre en trabajos limpios, incluso una temporada tuvo que dedicarse a la prostitucion para poder dar de comer a sus hijos y darles unos estudios para que tuviesen una vida mejor. Ahora eran grandes, ambos Vivian en Estados Unidos, acabaron sus estudios y estaban bien colocados.

Me explicó  que Juan y ella se conocieron de casualidad, tropezaron a la salida de una tienda, ella iba cargada y el se ofreció  a acompañarla, desde entonces se habían visto cada día, la ultima semana la había invitado a conocer España, le gustaba Juan  y había decidido darse un tiempo para conocerse mejor. Tomamos unos refrescos y les dije que se me hacía tarde y tenía que volver a casa.

Cuando me iba Juan me pidió mi número de teléfono, me extrañó porque en doce años jamás me había llamado, se lo di y al día siguiente me sorprendió con su llamada.

Lo que tenía que decirme no era capaz de hablarlo cara a cara, me quería desde hacía mucho tiempo, no deseaba complicarme la vida, pero antes de dar el paso que intentaba con Marta  quería saber si en verdad no tenía ninguna posibilidad, si yo era feliz o el podía seguir soñando. Le dije que no, yo jamás dejaría a mi marido, me deseó toda la suerte del mundo y cortó la comunicación.

Pasaron varios meses, casi un año, no volví a saber de el, y un día al volver del trabajo lo encontré en la puerta de la calle, me sorprendí, (nunca le había dicho donde vivía) y el se quedó de piedra, había comprado un piso en mi escalera y ni se imaginaba que era donde vivía yo.

Me saludó, estuvimos hablando de algunos problemas que tenía con las conexiones del teléfono  y la antena de la televisión, y me explicó que se había casado, le felicite  y le pregunté como era que se había mudado, dijo que Marta  había encontrado un buen empleo aquí, y decidieron trasladarse para evitar desplazamientos.

No le ofrecí mi casa, después de conocer sus sentimientos me sentía violenta, el tampoco me ofreció la suya. Mi marido por su trabajo, estaba todo el día fuera y cuando le comenté que Juan vivía en la escalera me pareció que no le hacía mucha gracia, por lo que procuré nombrarlo lo menos posible. Y siguieron pasando los meses, muchos días al volver del trabajo lo encontraba en la puerta de la calle, nos saludábamos, pero se había perdido aquella complicidad  que había durado tantos años.

Los ascensores eran viejos, y últimamente habían tenido algún  que otro problema, un día estaba a punto de subir al ascensor, y le vi abrir la puerta de la entrada.

__ Espera ___ dijo

Y subió las escaleras de dos en dos, hasta llegar a mi lado, nos saludamos y entramos al ascensor. Ya no nos mirábamos a los ojos, muchas tardes sola en mi casa, lo había imaginado con su mujer, ¿Cómo sería? Esos besos, esas caricias me pertenecían, ¿pensaría en mi mientras le hacía el amor? Me excitaba pensarlo, y terminaba masturbándome pensando en el.

 Estaba ensimismada cuando el ascensor dio un bote, se paró de golpe y empezó a bajar rápidamente, di un grito asustada y me abracé a el, bajó a toda velocidad un par de pisos y se paró con un golpe seco entre dos  rellanos, estaba muy asustada, mi corazón latía desenfrenadamente, Juan me decía que no pasaba nada, que nos sacarían pronto, pero yo no soportaba estar encerrada, tocaba la alarma y chillaba como una posesa.

__¡¡¡ Aquiiiiiii, por favor abran ¡!!

__ ¡¡¡ Socorro, saquenme de aquí!!!

Oímos voces fuera, era la portera, nos dijo que ya estaban llamando al técnico y que pronto vendría. Yo lloraba, estaba muy asustada y al caer el ascensor, me había  hecho daño en una pierna. Juan intentaba calmarme, diciendo que no pasaba nada que ya mismo salíamos. Pero entonces llegó la portera……….  El técnico estaba en una emergencia  y tardarían como media hora en sacarnos. Me puse histérica, chillaba, aporreaba la puerta, daba patadas al ascensor…….. Juan me abrazaba y decía

__No pasa nada, tranquila, no pasa nada______

Pero yo no me calmaba, entonces el puso sus labios sobre los míos, de la impresión me quedé quieta, sin habla, el seguía abrazándome, y sus labios no se apartaban de mi boca, no se movía, quizás porque temía mi reacción, pero yo estaba tan sorprendida, que no era capaz ni de respirar. Poco a poco, mi corazón fue recuperando el ritmo, solo entonces el movió su lengua entre mis labios intentando hacerse paso, los abrí  un poco y el aprovechó para entrar  adueñándose de mi aliento y mi voluntad.

No se  si fue el susto, el momento, las circunstancias, solo se que me olvidé de mi marido, de su esposa, del técnico del ascensor, de los vecinos que seguramente estarían fuera y se extrañarían de mi repentino silencio. Solo se,  que me gustó su sabor en mi boca, sus manos, que al sentirme receptiva recorrían mi cuerpo, el calor que desprendía, su olor con el que tantas veces había fantaseado, me apretaba fuertemente, y yo notaba en mi vientre la presión de su pene  inflado por el deseo tanto tiempo contenido….. Me desabrocho la camisa  y tomó mis pechos entre sus manos besándolos con adoración, nunca me sentí  tan atractiva, ni tan deseada, sacó mi camisa  y besaba todo mi cuerpo, deleitándose en cada rincón, disfrutando de cada pliegue.  Mi excitación iba en aumento, alzó mi falda  y bajó por completo mi tanga, toda yo temblaba  de emoción mordía sus tetillas, estiraba de sus cabellos, me aferraba a su cabeza apretándola fuertemente hacia mi, metí las manos en su pantalón intentando tocar…………  buscando dar algo del placer que estaba recibiendo, pero no podía, excitada abrí  la cremallera y los baj酅..Ummmmmmmm  su pene grande, poderoso, con la punta rojiza y brillante, se  frotaba en mi vientre sin atreverse a buscar la entrada, que tanto tiempo había deseado traspasar, me puse de puntillas y su pene se apoyó en mi vagina, el calor que desprendía le volvió loco, y arrodillándose ante mi, tomó mi sexo con su boca. Ummmmmmmmmmm  sorbía con fuerza saboreando mis jugos, mientras su lengua jugueteaba  y se entretenía con el clítoris.

Al sentir mis espasmos, me tomó por los glúteos, apoyó mis muslos en su cintura y me penetró rápidamente, con rabia, con toda la pasión contenida durante esos años, mi vagina golosa oprimía su pene intentando sacar hasta la última gota de su néctar.

Durante unos minutos no existió nada más, abrazados dejamos que nuestros sexos se impregnasen de los olorosos  jugos de nuestra pasión, disfrutando cada segundo, sintiendo cada latido.

__ ¿Estáis  bien? __ preguntaron desde fuera

__¡¡¡ Ya os sacamos!!!

Rápidamente nos vestimos, nos colocamos cada uno en una esquina del ascensor, no nos mirábamos, el momento había sido mágico, pero el movimiento del ascensor  al ponerse en marcha, nos había devuelto al mundo real, compartimos algo que nuestros cuerpos ansiaban  desde hacía mucho tiempo.

__ ¿Y ahora que?

__ ¿Qué  pasará?

Abrieron el ascensor,  ambos estábamos sudorosos, desencajados…………………  Nadie supo lo que pasó, todos creyeron que se debía al susto  por estar tanto rato encerrados

Pero nosotros conocemos la verdad,  seguiremos viéndonos cada día, seguiremos subiendo al mismo ascensor