miprimita.com

Mi inexperta cuñadita (1)

en Amor filial

UNA PAREJA INEXPERTA

Susana era preciosa, y muchas noches le costaba conciliar el sueño pensando en ella. Le parecía mentira que fuese aquella pequeña, pecosa e impertinente, que con su larga falda por debajo de las rodillas y su blusita blanca del uniforme seguía a su hermana como un perrito cuando ellos empezaban a tontear.

Marta era la mayor de los hermanos, dos chicas y un chico, y se sentía lo suficiente mayor como para no llevar carabina, pero sus padres se empeñaban en encasquetarles a Susana cada vez que salían solos. Todavía no había nada serio entre ellos, pero Pablo pensaba que nunca llegarían a nada con la niñata siempre pegada a sus talones.

Una tarde habían estado visitando museos, era verano, y en esa estación con su ropita escotada y la piel brillante por la sudoración las chicas se ponen preciosas. Hasta Susana, con su faldita corta y su camisetita de tirantes, le parecía bonita. La veía caminar dos pasos delante de ellos, con su culo respingón que hasta ese día le había pasado inadvertido, y hubo un momento que al verla agacharse para recoger el catálogo guía que se le había caído se le antojó meter la mano bajo la falda y acariciar los muslos tentadores que hasta ahora tapaban el uniforme.

Marta también llevaba una faldita corta. Al dirigirla por los pasillos su mano descuidadamente acariciaba sus muslos, ella le sonreía y se dejaba caer sobre él para sentir sus manos, esas que desde hacía algún tiempo se estaban volviendo muy audaces. Pablo disfrutaba de las sensaciones que sentía al tocar la suave y cálida piel de Marta, pero no podía apartar los ojos del trasero de Susana, y entre las dos lo tenían toda la tarde empalmado como un burro. Cuando las acompañó a su casa había ya oscurecido, Susana entró deprisa y les dejó solos.

Vivían en una casita de dos plantas, con un pequeño jardín que a su derecha tenía una pérgola cubierta en su totalidad por una enredadera de grandes hojas amarillentas. Se sentaron en ella quedando a cubierto de miradas indiscretas. Pablo estaba calentísimo, y nada mas entrar la abrazó fuertemente para que se percatase de la gran excitación que le hacía sentir. Marta era una chica fogosa y le correspondió bajando su mano, y desabrochando la cremallera del pantalón la metió dentro acariciando suavemente el hinchado miembro.

Se sentaron en un banco de madera dentro de la pérgola y Pablo metió su mano bajo el tanga de Marta, que seguía toqueteando su pene dentro del pantalón. Aún no habían tenido la oportunidad de follar, y bien que lo deseaban, pero masturbarse… cada vez que estaban solos sus manos buscaban sus sexos, y se hacían gozar mutua y simultáneamente.

Pablo estaba todo entusiasmado metiendo sus dedos en el coñito de Marta cuando de reojo vio una sombra en la entrada. Se asustó pensando que podrían ser sus padres, pero se dio cuenta que era Susana y eso le excitaba enormemente. Haciéndose el distraído sacó su pene del pantalón para que Marta que se había arrodillado pudiese llevarlo a su boca, y gozó doblemente de la rica mamada y de la sensación que le producía ver a Susana en la oscuridad llevando las manos a su entrepierna y, más adivinando que viendo, sentir como se estaba masturbando. Era como follar con las dos hermanas al mismo tiempo.

Pasó algún tiempo y entre ellos todo seguía igual. Él deseando cada vez más a Susana, pero perdido de amor por Marta. Gozando como un loco haciendo el amor con Marta, pero en las noches masturbándose con el recuerdo de Susana.

Y como todo amor necesita una estabilidad un día Marta y Pablo se casaron. Susana ya tenía novio y se les veía muy acaramelados. De momento ella. ocupada con su chico, había dejado de espiarles, pero Pablo añoraba las ricas masturbaciones que ella sin saberse observada, realizaba constantemente.

Habían pasado ocho años, Marta y Pablo ya llevaban casi tres de casados, eran felices y aunque él seguía fantaseando con su cuñada comprendía que eso era imposible. Observando que últimamente Susana salía a menudo con amigos y amigas y para satisfacer su curiosidad preguntó a su mujer si ella y el novio tenían problemas.

---No pasa nada, solo que el chico nos salió muy trabajador, y ella se siente sola----

--- ¿Tú crees que follan?----

---¡¡¡Por Dios Pablo!!! ¿Qué preguntas son esas? Son jóvenes, déjalos que hagan lo que quieran.

--- ¿Pero es una niña no? Deberías preguntarle y hablar sobre el tema con ella---

--- ¿Una niña?.... ¿Pero que edad tenía yo cuando follamos por primera vez?---

--- Eran otros tiempos----

--- ¿Otros tiempos? Me estas empezando a enfadar… oye ayer me dijo que su ordenador esta estropeado, y que si puede usar el tuyo---

--- ¿Ya se quiere cargar también el mío?

----No hombre, solo quiere chatear con unos amigos, no te lo romperá por eso---

Ummmm, que idea, pensó Pablo, crearía una carpeta donde se guardasen todas las conversaciones, y así podría conocer sus secretos---

---Vale, se lo dejaré, pero solo para chatear. Si la pillo removiendo carpetas no se lo volveré a dejar----

Al día siguiente Susana fue por la tarde a usar el ordenador y Marta la puso en antecedentes: si tocaba algo y él lo notaba adiós ordenador. Estuvo toda la tarde chateando, hasta que a las ocho de la noche llegó Pablo.

---Tendrás que dejármelo pronto, he de examinar unos documentos----

---Vale, ya me iba, que vendrá a buscarme Tomás para ir al cine----

Pablo estaba nervioso, aunque le encantaba verla deseaba que se marchase, no podía aguantar mas la curiosidad, estaba ansioso por leer las conversaciones. Cuando se supo solo buscó la carpeta, habían cuatro conversaciones, tres eran con chicos y una con una chica, decidió mirar primero una de chico.

Luis: ---Hola Susi---

Susana: ---Hola Luis, ¿Cómo estas?

Luis: ---Necesito verte, sabes que estoy loco por ti, me haces sufrir mucho---

Susana: ---Tu me gustas mucho, pero ya sabes que esta Tomás---

Luis: ---El no te quiere lo que te quiero yo, o ahora no estarías sola---

Susana: --- Si que me quiere, pero esta trabajando---

Luis: --- Yo te estaría follando hasta que te quedases sin fuerzas

La conversación continuó en esos mismos términos por espacio de media hora, luego abrió la conversación de otro de los chicos, hablaron de una fiesta que estaban preparando para celebrar el cumpleaños de una de las amigas, y se quejaba de que Tomás no podría ir. Era la hora de la cena, cerró el ordenador y fue con Marta que ya lo había llamado un par de veces. Estaba ansioso por acabar, necesitaba conocer el resto de las conversaciones, por eso cenó rápidamente y alegando una urgencia con unos documentos regresó a su despacho y abrió la conversación del tercer chico.

José: ---Hola belleza---

Susana: --- Hola José, cuanto tiempo sin verte---

José: ---- Ya lo ves linda, pajeandome solo con tu recuerdo----

Susana: --- ¿No me digas que no encuentras con quien?---

José: --- Si vida, pero nadie me calienta como tu, sueño con meterme en ese coñito que me vuelve loco, y follarte hasta que te vea gritar suplicándome que pare ----

Susana: --- ¿Cómo me lo harías?---

José: --- Mejor te lo enseño, acepta mi cam y dame la tuya que vea ese precioso coñito como se corre---

Susana: --- No puedo, estoy en casa de mi hermana y ella no tiene---

José: --- Pues acepta la mía, me pajearé para ti, y veras como me gustaría que mi leche corriese por tus tetas---

El tal José estuvo como una hora igual de caliente, y ella no se quedaba atrás. Pablo, metido de lleno en la conversación, se había excitado de tal manera que sus manos acariciaron su pene, y tal como iba leyendo se iba masturbando, llegando al clímax casi en el mismo momento de la lectura que ellos se habían corrido, ufffff, estaba impresionado, él no acostumbraba a tener cibersexo y ni por asomo se podía imaginar excitarse de esa manera con la conversación de otros. Quedó relajado, satisfecho, le quedaba una de las conversaciones, total era de una chica, no creía que fuese interesante, estaba cansado y lo mejor era irse a dormir, pero la curiosidad pudo mas que el cansancio, y decidió echarle una ojeada por encima.

Carmen: ---Hola Susi, tenía ganas de verte, estoy muerta de curiosidad---

Susana: --- Hola Carmen, tuve que cortar y no te lo pude explicar---

Carmen: --- ¿Pero follaste o no follaste?---

Susana: --- Estuvimos en su casa, completamente solos, y fuimos a su habitación---

Carmen: --- ¿Pero lo hiciste?---

Susana: --- ¿Te puedes esperar a que te explique?---

Carmen: --- Es que estoy intrigadísima---

Susana: ---Vale, follé… todavía estoy dolorida. ¡Tanto que me explicaste de lo rico que era y lo mucho que iba a gozar, y total lo único que saqué fue una irritación terrible!----

Carmen: --- ¿Pero tu novio es tonto? ¿O solo de dedicó a gozar él?---

Susana: ---Que va, si creo que él lo pasó peor que yo---

Pablo se había quedado enganchado con la interesante conversación, él conseguía que su mujer gritara de placer en cada cogida, y no se podía imaginar que alguien pudiese pasarlo mal jodiendo, lo leyó todo y se fue a la cama pensativo. Su cuñada tenía un problema, en realidad el problema debía ser de su novio, y si no lo solucionaban nunca llegarían a disfrutar del sexo, pero... ¿como explicar que lo sabía?, si se lo contaba a Marta se podía liar… y gorda… ¡si ya empezaba a estar mosqueada con las miraditas que él le dirigía a su hermana!, y... si hablaba con Susana directamente le diría que era un cochino chismoso y nunca mas le dirigiría la palabra.

Se quedó dormido pensando en el problema, y soñó con ellos. Fue un sueño bien extraño, estaban Susana y Tomás sentados en unos pupitres, ella con su larga falda de uniforme y su blusita blanca, él con unos pantalones cortos y un jersey de cuello en pico con una camisa debajo. Parecía que era una clase y él era el profesor. Pero no era una clase normal, en vez de una mesa el profesor tenía una especie de diván, y en una pizarra dibujados dos cuerpos desnudos donde él señalaba todos los puntos eróticos de ambos cuerpos.

----Y ahora, pasemos a la práctica ----dijo--- por favor quitaos la ropa----

Los dos chicos obedientes quedaban en pelotas delante de él. Tomás no estaba mal, tenía un gran pene y de un grosor considerable, pero el glande estaba totalmente cubierto por el prepucio. Ella tenía unos bonitos pechos, altos, con las areolas sonrosadas y los pezones en punta como pitones, su rajita abultada con una mata de pelo sobre el monte de Venus y lo demás rasurado, una rajita apetitosa que esperaba que Tomás supiese apreciar.

Le pidió a ella que se tumbase en el diván, con las piernas abiertas. El chochito jugoso quedaba totalmente expuesto a sus miradas y no pudo evitar la tentación de pasar su dedo y olerlo luego deleitándose con su aroma. Lo abrió completamente con los dedos y le mostró a Tomás donde tenía que chupar, lamer, y morder para proporcionar placer.

Como viera que él no se decidía, agachó su cabeza y con delicadeza le iba mostrando los diferentes movimientos que hacían sus labios y su lengua. Susana gemía y sus manos se apretaban en los laterales del diván. Tomás miraba atentamente, y cuando ocupó su lugar se afanaba en repetir los movimientos, recibiendo a cambio unos agradecidos grititos de placer por parte de ella.

Cuando Susana obtuvo su primer orgasmo Pablo pidió a Tomás que ahora fuese el quien se acostase, le dijo a ella que cogiese el miembro entre sus manos y estirase el prepucio intentando sacar el glande. Ella lo hizo y él mostró una mueca de dolor. Les estuvo explicando el problema del frenillo, que muchas veces solamente con el movimiento de la mano al masturbarse se soluciona, aunque alguna vez es necesaria la cirugía, y que al efectuar la circuncisión el aparato, al tener el glande totalmente fuera, crece considerablemente. Le enseñó como se mamaba el glande, suavecito, pasando la lengua lentamente, como se bajaba luego por el tronco, lamiendo la arteria que lo recorría, y como al llegar a los testículos debía cogerlos entre sus manos, besarlos y mordisquearlos con los labios.

Ella seguía todos los pasos, uno por uno. Tomás se deshacía de gusto, y por la falta de costumbre eyaculó rápidamente, lanzando un chorro de semen que salpicó toda la cara de Susana. Ella se apartó con disgusto, y entonces Pablo le hablo de los beneficios del semen en el cutis, los pechos, y que no era malo incluso tragarlo si le venía en ganas.

Pasaron a la lección de la introducción del miembro. La polla de Tomás después de la corrida se había quedado flácida, y por lo tanto lo mejor era una lección práctica, para que mientras tanto se repusiese. Le pidió a Susana que se pusiese sobre el diván a cuatro patas, como un perrito. Desde atrás se veía su coñito totalmente abierto, muy húmedo debido a la excitación, pasó su dedo por el contorno abriendo más los labios para que Tomás pudiese observar el considerable orificio que había quedado después de la corrida. Metió un dedo en su interior, moviéndolo rítmicamente, luego dos, mientras con el dedo grueso acariciaba el clítoris, lo hacía una y otra vez, rítmicamente, y siempre explicando a Tomás lo que hacía y porque lo hacía, y cuando sintió en sus dedos los espasmos del orgasmo introdujo su pene en su caliente cuevita. Se dedicó a bombear frenéticamente… adentro… afuera… adentro… afuera... una y otra vez, hasta sentir como ella daba un grito para soltar toda la tensión acumulada, y entonces el dejó escapar todo su semen y se vació dentro de ella.

Sentía su vientre húmedo, y despertó totalmente bañado en su propia corrida, ufffff, jamás pensó que un sueño pudiese ser tan real, le dolían los testículos de la excitación sentida, y la polla continuaba en un estado de semi-erección. Necesitaba una ducha fría, se levantó, y mientras caía el agua pensó que invitaría a comer a los chicos: en la comida sacaría la conversación sobre un amigo imaginario con ese problema, y los fantásticos resultados que había tenido con un simple cortecito de nada.

Volvió a la cama, y el resto de la noche fue tranquila y reposada. Al fin, aunque en sueños, había conseguido follarse a la preciosa Susana...