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La sardina del pescadero

en Sexo Virtual

Como ya he contado en otros relatos desde hace muchos años trabajo en un supermercado, y ahora soy la responsable de la sección de panadería.

Hace como un año, entró a trabajar un pescadero nuevo, un chico alto, delgado, ojos muy azules, simpatiquísimo, y muy amigable. Enseguida trabó amistad con todas las chicas del "súper". Y conmigo, debido a nuestras comunes aficiones, desde el principio se creó un lazo de camaradería muy especial. Nos enviábamos mensajes al móvil, para explicarnos cualquier tontería, y hasta nos intercambiamos los Messenger por donde alguna vez me había explicado de alguna de sus conquistas, que la verdad yo no me creía mucho… Todo muy blanco. En el trabajo soy una persona muy seria y cumplidora, y a nadie, absolutamente a nadie, se le ocurriría pensar que en mis ratos libres me transformo en SHEREZADE y me dedico a escribir relatos eróticos.

Un domingo por la tarde, recibí en el Messenger de yahoo, una solicitud para entrar a formar parte de mi grupo de amigos. Uffff, cuando advertí quien era casi me desmayo, me puse a temblar. Creía que me habían descubierto, y sinceramente me gustaba seguir siendo un enigma, por mucho tiempo. Creo, que así soy más yo, sin pensar en el que dirán. Es como ir al psicólogo, abres tu alma, con la certeza de que todo se va a quedar allí, sin trascender al resto del mundo.

Luego pens酅 era imposible que supiese nada, soy muy discreta, y SHEREZADE es una autentica desconocida en mi ciudad.

Pero de todas formas lo rechacé diciéndole que no sabía quien era, ni el motivo por el cual deseaba mi conversación. Rápidamente recibí un nuevo mensaje, me hacía saber que era un asiduo lector de mis relatos, y quería hacerme unos comentarios sobre ellos.

La verdad, respeto muchísimo a mis lectores y agradezco sus comentarios y opiniones, por lo tanto no podía negarme. Lo acepté y comenzamos a hablar.

T--- Hola, perdona que te quisiera añadir sin presentarme….no lo pensé.

Sherezade--- Bueno… Ahora que ya lo hiciste cuéntame de ti.

Durante más de media hora, me estuvo contando su vida, su trabajo, sus aficiones, incluso habló de su mujer y sus compañeras de trabajo. Todo eran cosas que yo conocía, pero me iba muy bien que las explicase, por si se me escapaba algo.

T--- Me gustan mucho los relatos, soy muy morboso y me pongo un montón al leer los tuyos.

Sherezade--- Pues que bien… esa es la idea ¿no?

T--- Leí tu relato de la cámara y me masturbé pensando en ti.

Yo alucinaba, jamás pensé tener una conversación así con él, es más, aunque le gustan las bromas, y el sexo es parte de su repertorio, yo creía que faroleaba mucho, y que todo era fachada, que en la realidad no se comía un rosco.

Sherezade--- Mira que bien, espero que te estuviese rico.

T--- Muy bueno, fíjate si llegue a fantasear, que hasta me compré una webcam, esperando que un día quieras verme.

Jo… Ahora si que me quedé helada, yo soy muy curiosa pero hasta ahora jamás se me había ocurrido imaginar como estaría él desnudo. Pero mi personalidad de SHEREZADE es muy morbosa y no quería desaprovechar la ocasión.

Sherezade--- ¿Y que sacaría yo con verte? ¿Vale la pena lo que enseñas?

T--- Eso tendrías que decirlo tu, pero te aseguro que nada mas de pensarlo se esta poniendo muy bien.

Sherezade--- ¿Estas solo?

T--- Si, mi familia esta de vacaciones, y necesito un desahogo rápido.

Sherezade--- Bueno, veamos de lo que eres capaz.

Uffff, estaba nerviosa, no es lo mismo, ver a una persona que no conoces de nada, que a alguien que pasa casi todo el día trabajando a tu lado, pero el morbo podía mas que yo y quería verlo.

Conectó la cámara… mi corazón galopaba y aún sin ver nada me estaba humedeciendo. De golpe la pantalla se iluminó. Unos pantalones cortos azul marino apenas cubrían unas piernas largas y depiladas. Debajo del pantalón se adivinaba un gran bulto que me confirmaba que lo que decía era verdad, y ufff, ciertamente estaba muy excitado.

Sherezade---No te veo la cara.

T--- Me ves la parte más importante ¿no?

Sherezade--- Estás equivocado, yo necesito ver la cara para excitarme.

T--- Yo no te veo a ti.

Sherezade--- Nunca te dije que me fueras a ver. A mi me gusta mirar, no enseñar.

T---De acuerdo, verás mi cara, pero solo un momento.

Subió la cámara lentamente. Primero vi su camiseta, una camiseta que yo conocía muy bien, pues se la ponía muchas veces para venir a trabajar.

Por un momento pensé pararlo. Me exponía a que me reconociese por alguna de mis expresiones o por algo que se me escapase. Pero empezaba a estar lo suficiente caliente para no desear meter la marcha atrás.

Siguió subiendo y llegó hasta su cara. Tenía esa sonrisa picara que ponía por las mañanas cuando venia cantando alguna de sus tonterías a buscar el almuerzo, y los ojos brillantes, tan brillantes que el azul parecía transparente.

T--- Ya me viste, ¿que te parezco?

Sherezade---No estas mal, un poco delgado para mi gusto.

T--- La parte interesante no está nada delgada.

Sherezade--- ¡¡¡ Veámoslo!!! Ya estoy intrigada.

Fue bajando la cámara lentamente. Me imaginaba acariciándole, tal como iban apareciendo las diferentes partes de su cuerpo. Su boca, su pecho, su ombligo. Un cuerpo que yo no conocía, pero en mi loca fantasía estaba imaginando. Al fin sus manos se detuvieron sobre el gran bulto de su pantalón. Hizo amago de bajárselos y mis ojos se abrieron como platos, pero se entretenía y no terminaba de hacerlo.

Mi respiración se había acompasado al desenfrenado galope de mi corazón, me estaba poniendo muy nerviosa.

Sherezade--- ¿Los bajas o qué?

T--- ¿Estás ansiosa?

La verdad es que si lo estaba, pero no quería que se diese cuenta y me hacía la dura.

Sherezade--- Lo mismo me da, pero estamos perdiendo un tiempo precioso. Puede llegar alguien y fastidiarse todo.

Siguió bajándolos poco a poco y empecé a ver como tímidamente la cabeza empezaba a salir. No llevaba ropa interior, y al bajar el pantalón un poco mas, salió el pene disparado, parecía una sardina recién salida del mar, resbalando entre sus dedos, agitándose como si tuviese vida propia.

 

Uffffffffff, quedé alucinada, no era excesivamente grande pero el grosor era considerable. La cabeza roja y brillante, y en la punta asomaban las primeras gotas de su excitación, que a mi se me antojaron lamer y saborear.

Empezó lentamente a mover su mano, arriba y abajo, lentamente… con unos movimientos de vaivén que a mi me tenían hipnotizada. Mis ojos seguían sus movimientos, mientras mis manos, se movían acompasándose a su ritmo dentro de mi conchita. Los dedos índices y corazón se introducían cada vez más, y con el dedo gordo acariciaba mi anhelante clítoris.

T--- ¿Te gusta así?

Sherezade--- Sí, pero quiero más, lo quiero todo.

T--- ¿Tú como estas?

Le expliqué con detalles lo que estaba haciendo, como sentía mariposas correr por mi vientre, lo mucho que me excitaba verle, y yo observaba sus manos viendo como tomando velocidad. Mmmmmmm, yo ya no podía ni escribir, necesitaba mis dos manos para satisfacerme. La derecha la tenía muy ocupada en mi vagina, y con la izquierda acariciaba mis pezones después de humedecer los dedos en la boca.

Comencé a sentir los primeros espasmos de un orgasmo, mientras mi vista no se apartaba de la pantalla. El tampoco escribía, se le veía muy tenso. La cámara estaba enfocada directamente a su pene, en un primer plano, donde se veían hasta los más pequeños pliegues de la piel. Ummmm, unas gotas empezaron a correr por sus dedos, y de golpe como en una explosión salió un chorro de semen que salpicó hasta la cámara. Ufffff, me excitaba ver como se agitaba, y comencé a tener un fuertísimo orgasmo que al arquear mi cuerpo, casi me hace caer de la silla.

Se limpió con unos kleenex que debía tener preparados, limpio la cámara, y la movió hasta que enfocó su cara. Estaba muy rojo pero sonriente.

T--- Ufffff, me has dejado seco.

Sherezade---- Pues sí, la verdad es que ha estado pero que muy bien.

Seguimos hablando bastante rato, yo le preguntaba cosas, con intención de escribir este relato necesitaba mucha información. Quería saber de sus compañeros de trabajo, sobre todo de sus compañeras, de su esposa, reconozco que cada vez soy más curiosa. Al cabo de dos horas largas nos despedimos satisfechos y relajados.

El martes por la mañana, vino a comprar el pan para desayunar. Yo traviesa cogí una barrita larga, y poniéndola delante de el dije….ummmmmm así como esta, me la comería yo, pasé la lengua por los labios relamiéndome, y guiñándole un ojo dirigí mi vista hacia su delantal, yo no podía esconder mi sonrisa, intentando averiguar como estaría esa rica "sardina" que tanto me excitó.