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Frustración: la primera vez

en Hetero: Primera vez

FRUSTRACION: LA PRIMERA VEZ

Bruno y Angela han sido novios desde hace tres meses. Tiempo en el cual, han compartido muchas experiencias, pero llega el tiempo en que él empieza con las preguntitas... primero es un "Te deseo", luego pasa a un "¿Cuándo quieres que sea?", hasta devenir en el desesperado "Ya... ¿¿Cuándo es??".

Angela tiene 19 años y un cuerpo muy deseado por los chicos del instituto donde estudia una carrera técnica: de piel trigueña, con caderas generosas, con trasero y pechos muy bien dotados, de cabello ondulado casi tirando a rubio, y ojos claros. Su anterior novio había llegado a sobarle sus nalgas por debajo de los pantalones una vez que estuvieron besándose en su auto, pero ella, temerosa de la situación, no lo dejó ir a más. Él se molestó diciéndole que algún día tendría que dejarse hacer y ella no le soportó esas palabras y terminó con él. Un mes después, empezaría su relación con Bruno.

Bruno tiene de 20 años, alto y atlético, y trata muy bien a Angela, a quien conoció en el instituto. Quizás sea por ello que ella finalmente, se decide a entregarle su cuerpo, luego del intenso amor que sintió por él.

Viernes a las 8 de la noche, en el departamento de Bruno, luego de terminar la semana en el instituto, ambos deciden materializar su "amor". Él hace lo posible por que Angela se sienta a gusto y lo consigue con relativa facilidad: solo es cuestión de darle en la yema del gusto. Finalmente, se sientan juntos en el sofá y se besan... no tardan en llegar las caricias, las cuales suben de intensidad con impresionante rapidez.

B: Aquí y ahora...

Bruno se desabrocha su camisa y su bien formado tórax queda a la vista de Angela, la cual queda más que satisfecha al saber que se fijó muy bien en el hombre en el cual aprendería a ser toda una mujer. En poco tiempo, una blusa, dos pares de pantalones y prendas íntimas de ambos sexos quedan regadas en el piso del departamento. Ahora los dos están desnudos en el sofá, regalándose caricias sin pausa...

Bruno decide que mejor será en su cuarto, el cual ha preparado para la ocasión: velas y un perfume del que se dice es afrodisíaco son la escenografía para tan memorable momento. Angela se queda maravillada al ver dicha ambientación, especialmente para ese instante que ella consideraría tan hermoso...

Angela siente cómo su hombre la abraza por detrás y empieza a masajear sus senos con suavidad. Unos débiles gemidos indican que siente un placer que recién estaba descubriendo... Ella voltea y se besa con Bruno, luego, ambos caen en una cama muy suave y cómoda... La hora se acerca...

B: Ahora verás que te gustará, mi amor...

Casi por instinto, Angela abre sus piernas, esas maravillosas piernas con las que cada hombre del instituto soñó con tener abiertas frente a él. Bruno le besa sus pechos, aquellos que ya tenían categoría de leyenda, de divinos, de inalcanzables para esos muchachos. Se acerca la hora...

Bruno toma su pene, el cual ya está tieso porque, al igual que la mayoría (por no decir la totalidad) de hombres, no es inmune a la inspiración de mujer que sus ojos le muestran, y con un poco de calma, dirige su punta hacia las puertas del deseo... No hay pierde: hoy se dará, sí o sí.

Empieza a empujar, mientras con sus manos acomoda el cuerpo de Angela para que reciba cómodamente al "visitante". Solo pasa un pequeño momento, y algo sucede... un gritito, luego un quejido: algo no anda bien...

A: ¡AAAHHH! ¡Sácalo! ¡Me duele!

B: ¿Pero qué --?

A: ¡Que lo saquesss! ¡Me duele muchoooo!

B: Espera, si uso lubri—

A: ¡No, nooo! ¡Nada de nada! ¡Ahora no!

Así es... Angela no pudo darle la bienvenida a Bruno. ¿Demasiado pene para su virginal vagina? Tal vez... Concluyamos que todo iba de maravillas y pudo ser una hermosa iniciación para una hermosa mujer, hasta que llegó el momento preciso y allí falló... Resumamos todo con la frase "En la puerta del horno, se quema el pan". ¡Qué mejor frase para esta experiencia!

FIN