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Mis -Gatitas-

en Fetichismo

MIS "GATITAS"...

El reloj marcaba las seis de la tarde. Hora de cerrar el taller, luego de un arduo día de trabajo. Mis ayudantes empezaban a retirarse, luego de cumplir su jornada diaria. Yo no me iría con ellos: Les dije que me quedaría haciendo una revisión al taller y que saldría más tarde. Mentí, obviamente.

Fue entonces cuando me quedé solo en el taller, cerrado y a oscuras, lejos de miradas que pudieran descubrir mi afición, mi manía sexual, una que tal vez la gente allí afuera no comprendería del todo...

Encendí las luces. El taller quedó débilmente iluminado por los focos que colgaban del techo. Miré a todos lados, como para terminar de asegurarme de que nadie estuviera observando. Había un raro aire a soledad y tristeza que envolvían el ambiente...

Finalmente me convencí de mi soledad en el taller, pero eso no me entristeció, sino todo lo contrario. Di media vuelta, hacia la pared que estaba a mis espaldas y sí, allí estaban, como siempre. Con los sugerentes títulos de "Gatitas", "Malcriadas", "Atrevidas" o "Jugadoras", chiquillas de buen cuerpo que aparecían semidesnudas en las últimas páginas de los diarios populares se mostraban ante las miradas nuestras de cada día, silenciosamente, sin quejarse de que las devoremos con el pensamiento...

Pero yo no me quería quedar solo en mirar. Quería más. Sin embargo, localizar a esas chiquillas me resultaba poco menos que imposible, más que por mi trabajo, el cual podría dejar cualquier día con cualquier excusa, ya que el taller es mío, por el hecho de que estas niñas son prácticamente unas desconocidas. Nunca las encontraría por la calle, pero qué buenas deberían de estar si las tuviera cerca de mí.

Vi las 13 chicas pegadas en la pared. Tuve planes para esos posters esa noche. Encendí la radio para crear un ambiente casi acogedor, y las tristes notas de alguna canción vernacular empezaron a sonar en el taller. Cambié de estación y puse a una que se jactaba de ser "la radio oficial del reggeton". Sí, esa música, con sus pícaras letras, me prendía al rato.

Me acerqué a mi improvisada galería y empecé a seleccionar a las que, a mi juicio, eran las mejor despachadas... Sí, ya las tenía. Una de ellas, Valeria, "una belleza de 18 recién cumplidos", según el texto bajo la foto. Una chiquilla con un tremendo culo y una cara de angelito que ocultaba todo lo zorra que podía caber en una chica de su edad.

- Si acaso pudiera ser yo quien te lo reventara... Ahhh Valeria, vamos a festejar esta noche...

Luego fijé la mirada en otra, Cristal, "una morenita de 20, con una delantera bravaza". En efecto, tenía unos senos entre los cuales podría meter un frasco de pegamento sin problemas...

- Tú vendrás conmigo, pechugona...

Despegué los posters, ambos de la colección "Gatitas" del diario "El Machete", cuidando de no romper el frágil papel periódico del que estaban hechos. Con mucha paciencia, lo logré, y al final tuve en la mano izquierda, a Valeria, y en la derecha, a Cristal.

Mis malcriadas... Hoy vienen con papi...

Debo admitir que los olores de los distintos pegamentos y del aserrín que se mantenían en suspensión en el aire me produjeron algo de excitación. Tal vez porque con ese olor trabajaba mientras deliraba con las chicas de mis posters. Debió ser ello lo que le daba un poco más de morbo a la escena, además de aquellas canciones que decían "dame duro" o "reviéntame, papi" a cada rato.

Puse el póster de Valeria en una mesa de trabajo, mostrando su apetitoso culo ante mi mirada. Con la derecha, agarraba el de Cristal, con claras intenciones de alucinar que ella me hacía una mamada fenomenal, al mismo tiempo de estar devorando ese culo de fantasía de la otra nena...

Bajé mi cabeza y empecé a lamer y besuquear la foto de Valeria. La imaginaba allí, regalándome su trasero para mí solo, y yo lamiéndolo y chupándolo sin pausa, murmurando mis fantasías, diciéndole lo mucho que deseaba romperle ese culazo que se manejaba...

Al rato, empecé a masturbarme con el otro póster, sin prisa ni desesperación, mientras sentía la rugosidad del papel impreso en la verga... Pero imaginándome que Cristal me hacía una rusa fenomenal, saboreando mi tronco con mi sospechada experiencia que las putillas de las hojas traseras de periódicos populares tenían

"¡Dame duro, duro, duro!"

Duro les estaba dando a ambas. Estaba poseído por la situación, chupando un coño impreso a todo color y pajeándome con un papel impreso... Deseé que el momento no termine, que sea real, que no me despierte de aquella situación... Cogiéndome a dos putillas calientes de papel... ¡¡Qué delicia hacérselo sin que ellas protesten!!

Al día siguiente, se echó en falta ambos posters. Tuve que deshacerme de ellos, ya que la pequeña orgía que había montado con ellos los dejó completamente manchados de semen y aunque tenía que tirarlos a la basura, no lo hice: Los guardé en un cajón oculto, para cuando los necesitara, pero eso no lo supo nadie. Hojas nuevas, con chicas nuevas, reemplazaron a las antiguas y a lo largo del día, nadie le dio mayor importancia al asunto.

El reloj marcó las seis de la tarde. Como siempre, hora de cerrar el taller. Los ayudantes empezaban a retirarse y decidí quedarme haciendo una limpieza al taller. Mentí, obviamente. Encendí las luces y abrí el cajón en donde guardaba a esas preciosidades impresas. Ahora les tocaría cambiar de posición...