miprimita.com

El Hostelero

en Voyerismo

EL HOSTELERO

Regento un modesto hostal. Modesto y discreto, sí señor. Venían las personas a mi hostal por montones, pues conocían de mis servicios, los mejores del distrito. Siempre imitado y nunca superado... Pero he de contarte la verdad, pues debes saberlo desde el principio...

Y es que de joven, pensaba que los servicios de hospedaje se daban para alojar viajeros que venían de visita a mi país. ¡Qué poco sabía yo de la realidad! La descubrí cuando me di cuenta de que había hostales en lugares donde nadie que tenga un mínimo de respeto por su propia vida se atrevería a pisar. Dos, tres... ¡Hasta cuatro hostales encontré! Fue allí cuando lo descubrí: Los hostales no estaban allí para dar hospedaje a los eventuales forasteros, sino que servían de refugios sexuales para encuentros lejos de casa, lejos de los conocidos, lejos de la rutina...

Conversé con algunos propietarios, y al parecer el negocio no les iba mal. Motivado más que nada por la idea de que ganaría dinero por tener parejas teniendo sexo a escasos metros de mí, me lancé a la aventura. Me conseguí un terrenito y edifiqué, con algo de tiempo y esfuerzo económico, una pequeña posada, en una zona en donde juzgué no había competencia. Con apenas cinco cuartitos, empecé mi andadura en el negocio...

Los primeros clientes no tardaron en llegar. Los recuerdo aún: Una pareja de mocosos, que tal vez no pasaba de 16 en ese entonces, y se les notaba los nervios de estar, tal vez huyendo de la autoridad paternal. Descubrí en ese entonces el halo de complicidad e impunidad que rodea a esta faena: Ser testigo mudo de infidelidades, encuentros prohibidos y locuras juveniles supuestamente escudadas por el amor. Saberlo y tener la obligación de quedártelo dentro, suponía un pacto implícito con el cliente que ninguno de los dos (o tres, o tal vez más, dependiendo de qué sea) podía romper...

Recuerdo esa vez que les di la llave y los despedí con un "Tengan una buena estancia". Lo dije por puro protocolo, pues de antemano sabía a qué venían: A tener sexo, nada más. Tenía la radio apagada y por lo tanto, se podían escuchar hasta las gotas de agua que caían, tristemente, de las cañerías estropeadas de los cuartos. No fue mucho tiempo hasta que oí unos murmullos... Habían empezado...

- Uhmmmmmm... Qué rica estás, Anny...

- Sí.... Ohhhhh...

Traté de ignorar lo que llegaba a mis oídos, pero era imposible no imaginarse acaso lo que sucedía allí dentro. Los grititos de la chiquilla iban en aumento, volviéndose jadeos cada vez más acelerados, a la vez que su eventual compañero también empezaba a decirle cosas...

- ¡¡¡Ooooohhhhh...!!! ¡¡¡Aaaahhhhh síííííí!!!

- Toma, zorrita... Eso... ¡¡Cómo se te nota lo puta que eres...!! ¡¡Tómatelo todo...!! Ahhhhh... ¡¡Me corrooooo!!

Era inevitable, esos gemidos; el saber qué sucedía allí dentro me excitaba sin pausa. Un grito de ambas voces entremezcladas me hizo suponer que ya habían terminado... Esperé unos minutos, se me hicieron eternos, pero al fin, pasaron... Y los dos se acercaron al mostrador, bien cambiaditos y arregladitos, casi como si hubieran entrado solo para bañarse y arreglarse...

- Son 10 soles...-Dije, para cobrarles la sesión de una hora.

- A ver... Ya, tenga.

- Gracias por su preferencia. Vuelvan pronto...

Volverían, de hecho, muchísimas veces más. Aparte de ellos, más gente fue frecuentando mi hostal. La mayoría de ellos, gente que no era de la zona, por motivos obvios (Nadie, en su sano juicio, se iría con su amante a un hospedaje a dos cuadras de casa...). Pasaron algunos meses y la capacidad no daba para más. Con las primeras ganancias, logré ampliar el hostal. Mandé construir hasta un cuarto piso, lo que me dio capacidad para 20 cuartos, todos ellos muy cómodos.

Y la gente seguía viniendo. Debo decirte que me apoyó mucho el estar en una zona muy discreta. Alejada de las ruidosas avenidas y con poquísimos vehículos que transiten por ella durante el día, esa posición jugó muy a mi favor... La preferencia del público era tal que había veces en las que tenía que decirles "Está lleno, vuelvan más tarde".

Pero por más personas que recibiera, siempre me quedaba la duda: ¿Qué harían en sus cuartos? Obvio: Sexo, pero... ¿Cómo lo hacían en cada cuarto? ¿Qué poses eran las preferidas de las parejitas? A veces entraban verdaderos monumentos de mujer, y me moría de ganas de saber cómo pondrían sus caras al recibir una verga dentro de ellas... Sí.... Un verdadero bombón de 20 añitos... Una escultural mujercita que venía con, supongo yo, su pareja. Me mataba la curiosidad de saber cómo se la ensartaban. Ya estaba harto de ver esas burdas películas porno que me bajaba de Internet o que compraba en el mercado negro. Me daba ganas de ver gente como uno teniendo sexo... Y teniendo yo un lugar en donde se cuentan decenas de historias de sexo al día, no iba a desaprovechar la oportunidad...

Con un poco de mis ganancias, me compré unas pequeñas cámaras, de esas que parecen de espía. Seleccioné unos cuartos, a los que denominé "Salones VIP". Obviamente, en ellos se desarrollaría mi plan... Tuve que ser muy cuidadoso para instalar las cámaras en esos cuartos sin que se vean y sin que se noten las conexiones... En frascos que parecían abandonados, algunos adornos, en las camas y en lugares insospechados. Obviamente, tuve esos cuartos clausurados "por refacciones" mientras instalaba los arreglos de cámaras...

Cuando los tuve ya instalados, se los ofrecía a los clientes que juzgaba "más atractivos", eso sí, por el doble de precio: 20 soles... Pero en esos cuartos había de todo: Baño privado con agua caliente, sábanas limpias, aire acondicionado, TV por cable y una pequeña videoteca y hemeroteca XXX, además de servicio y, obviamente, las cámaras ocultas. Dos estudiantes de un colegio cercano fueron los primeros en recibir este servicio. La chica tenía unos senos descomunales y un trasero abundante, por lo que no habría pierde en verla desenvolviéndose sexualmente. Le di el 307, con vista a la calle. Apenas noté que cerraron la puerta del cuarto, activé la grabadora y los micrófonos. Ese día fueron 3 parejas que recibieron su "Salón VIP"...

Y al final, a la mañana siguiente, recogí las grabaciones que me reportaron las cámaras... No fallé: Vi a la colegiala tetona haciéndose un strip-tease frente a su pareja, y luego masajeándose los pechos, para luego hacerle una rusa de antología al chico, quien tenía una expresión de satisfacción contenida en la cara. Seguí avanzando el video, hasta ver cómo la chica era sodomizada por el muchacho. Una de las cámaras me reportaba un primer plano de esa enculada fenomenal. Sí, no había fallado... Me masturbé unas tres veces viendo a las parejas que habían caído en la trampa aquel día. Era inevitable... Me encantaba espiarlas teniendo sexo... Lo había descubierto... Era el amo y señor del sexo libre en esa zona... Yo se los arreglo, yo los veo...

Y todo me iba bien... Célebre esa vez en la que cierta modelo famosa vino a mi hostal con su pareja, un desconocido. Les di el cuarto más lujoso: el 402. Me resultó increíble ver a una chica que, en público, aparecía tan formalita y correcta; mira tú, en ese cuarto era una perra sedienta de sexo, una mujerzuela insaciable y que desde que entró al cuarto, pedía a gritos que su pareja le rompa el culo... Hasta gritaba obscenidades que nunca me hubiera imaginado escucharle... De colección, indudablemente.

Fue ello lo que me animó a dar el siguiente paso. Ya que tenía un video de corte porno de una "persona pública", supuse que ello me hacía ciertamente alguien único. La gente valora esas cosas únicas, como bien me entenderás, y por eso recopilé las mejores que encontré y las grabé en video, con ayuda de unos amigos míos que se dedican a eso de la piratería. En el mercado negro, allí de donde compraba mis películas porno, me hice de un espacio y empecé a vender las mías. "HOSTAL PICANTE", como llamé a mis grabaciones, tuvo gran aceptación entre el público. No faltaron quienes quisieron llevarse varias copias. Venía gente de todas las edades: Desde mocosos de 14 años que no creen saberlo todo sobre el sexo, hasta señores que se daban una última oportunidad frente a la pantalla, a falta de una pareja a su edad...

Y "HOSTAL PICANTE" no fue suficiente. Los "Salones VIP" seguían recibiendo parejitas hermosas. Allí teníamos a una morenita, bien proporcionada ella, con unas formas soñadas por cualquier hombre, bailando la salsa como una diabla, mientras se despojaba sensualmente de sus pocas ropas, antes de que su pareja se le abalance como una fiera y empiecen un revolcón de antología, con gemidos nítidos y excitantes de inicio a fin. O esa vez en la que se armó una orgía entre unos ejecutivos, todos ellos formalitos y bien arregladitos al entrar, follando como bestias en el cuarto...

Fueron hechos como esos los que me impulsaron a lanzar "HOSTAL PICANTE 2" y luego, "HOSTAL PICANTE 3", ambos de enorme aceptación entre el público de todas las edades. No estaba satisfecho con ello, como podrás entenderme, es la ambición, y seguí recogiendo grabaciones para hacer "HOSTAL PICANTE 4". Y tenía varias con presencias envidiables, como la de un ex-senador que vino con su asistente y su sobrinita, con la que hicieron un trío en el cual la chiquilla parecía ser toda una experta, haciéndoles sendas mamadas olímpicas, las cuales, al verlas, me sacaron menudas pajas... Hasta que llegó el día, lancé "HOSTAL PICANTE 4" y fue un éxito rotundo. Ya veía "HOSTAL PICANTE 5", lo veía lejos, pero apareciste tú, queriendo que te cuente mi historia, y aquí me tienes...

- Nunca pensé que mi creación se pudiera volver en mi contra... Te ruego que me disculpes por lo que te hice...

- Muy bien, don Enrique... Entonces... ¿Eso es lo que tiene que decir?

- Sí, Beto... Es toda la verdad... Mira que te lo he confiado todo, no me guardé nada...

- Le entiendo...

- Por favor, perdóname... No pensé que---

- ¿Perdonarlo? Le perdono el haberme grabado con Julia, le perdono el que usted la haya visto así. Pero no le perdono el haber vendido ese video por allí... No... No se lo perdono... ¿Cuántos nos habrán visto? ¿Cuántos la habrán visto? ¿Cuántos se habrán pajeado viendo a mi Julia?

- Fueron como 5000 ejemplares, pero---

- ¡Y todavía lo reconoce! ¡Basta ya, viejo cochino!

- No... No hagas algo que---

Un ruido sordo, como una leve explosión, resonó en las paredes de la oficina. Luego de unos minutos, otro ruido semejante al anterior...

En los días siguientes, se vio este cartel en la puerta del hostal...

HOSTAL "LA POSADA DEL PARAÍSO".

EN VENTA: INFORMES AL 9920-7520

FIN