miprimita.com

Sucedió esa noche...

en Confesiones

SUCEDIÓ ESA NOCHE...

Así es, amiga mía... He de contártelo porque debes saberlo...

...Porque nos debemos de tener confianza mutua. Tú confías enteramente en mí y me lo has dicho varias veces desde que nos conocimos, entonces ¿Por qué ocultarlo más? Tienes que saberlo, amiga mía...

Fue ese día en que nos encontramos, luego de tanto tiempo de estar alejados por nuestras vidas. Quedamos en encontrarnos en una discoteca, y así fue. Pero eso ya lo recuerdas... Recuerdas, tal vez, hasta que se te dio por tomar y tomar, y de pronto empezaste a perder el control. Se te notaba... Ibas toda formalita y tranquilita, pero luego empezabas a parecer una mujer más movida. Le hacías conversación a cualquier chico que estuviese cerca. Te ibas a la pista a bailar con cualquiera, mientras dejabas que te metieran la mano por donde quisieran...

Te miré avergonzado, no pensé que fueras así. Tuve que decírtelo cuando regresaste cerca de mí, y recuerdo la respuesta que me diste. Obviamente estabas muy tomada, y ya casi ni hablabas bien...

- ¿Hey, qué te pasa? Estás que te dejas meter mano por todos allí...

- ¿¿Síí?? Ven conmigo... Quiero...decirte---

Me tomaste de la mano y me llevaste a un rincón apartado y casi oscuro de la discoteca. Sentí que allí podía pedirte que guardaras la compostura, pero no...

- ¿Mira, tranquilízate un poco, sí?

- No, amiguito... Estás bonito... Mmmmm...

Me bajaste el cierre del pantalón y hurgaste hasta encontrar mi pene, que estaba latiendo y ardiendo. No esperaste más y te agachaste, mientras, luego de bombearlo con calma para "motivarlo" más, tus labios aprisionaban suavemente mi verga dura y caliente, subiendo y bajando mientras me dabas suaves caricias en los testículos con tus delicadas manos...

- Uffff... Karla, no deberíamos estar haciendo esto... Ahhhhh

Me sentí transportado a otro mundo con esa mamada fenomenal que me estabas dando... Nunca pensé que me harías tal cosa. Si siempre los chicos "más-más" eran los que obtenían algún favor de ti, pero yo... Me dejé hacer por esos labios tuyos, expertos según los que te probaron alguna vez, y no pude evitar venirme en un chorro caliente. Vi cómo te lo llevabas todo a la boca, sin desperdiciar nada... Y luego, un beso tuyo que me supo raro, al sentir mi semen en mi boca...

- Vámonos... Quiero irme a mi casa... Acompáñame...

Te hice caso. Tomamos un taxi y en el trayecto te quedaste pegada a mí, acariciándome de arriba a abajo, mientras no pude evitar devolverte las caricias. Nos besamos sin temor a nada en ese asiento trasero del carro, pero conteniendo las ganas... Al fin, luego de muchas caricias y manoseos, llegamos a tu casa.

- Quiero que me acompañes... No quiero quedarme solita... ¿Sí?

- Está bien, pero... ¿Dónde me quedo a dormir?

- Ven... En mi camita...

Dormir contigo... ¡Pero tú misma me lo estabas pidiendo! No me lo creía... Para nada... Llegamos a tu habitación, muy bien decorada y ordenadita. Luego, te echaste en la cama, ya lista para dormir...

- Mira, vas a dormir conmigo... Pero de espaldas... Mira que... Hoy no... No me siento bien... ¿Ya?... De espaldas y no me toques... ¿Ya?... Hasta mañana...

Y no supe qué hacer. ¡Tu hermoso cuerpo tan cerca y tan lejos! Contuve mis ganas de protestar, pero no pude, preferí comportarme bien ser un chico bueno por esa noche. Así, nos acostamos, uno de espaldas al otro. Tú dormías, con el malestar de tanto trago que te metiste en la discoteca, yo ardía y no me creía que una de las chicas más lindas que haya conocido, me haya hecho una mamada, se haya besado y manoseado conmigo a morir y ahora esté compartiendo la cama conmigo, todo ello en una sola noche...

Para nada... Pude apenas dormirme cuando el reloj marcaba 01:29 AM. No... Oía tu respiración, sentía tus movimientos en la cama, tus jadeos como reclamando sentir un pedazo de carne ardiente dentro de ti... Vi mi reloj y marcaba 03:50 AM. Me desesperaba y sentía curiosidad... Te di unos toques, como para saber si te despertabas o no... Nada, totalmente dormida. Pensé entonces... ¿Por qué no aprovechar el momento?

Me volteé y te aprecié por un rato... Llevabas una falda de color rojo encendido, la cual resaltaba tus espectaculares piernas y sobre todo, ese mil veces deseado culo tuyo. La levanté suavemente, hasta ponerla más arriba de tus nalgas... Seguías dormida y yo aún más excitado. Palpé tu culo, redondo y suave... Hice a un lado tu tanguita, que era lo único que me tapaba la ruta a tu cuerpo, y no despertabas... Efecto del alcohol, acaso...

Empecé con cuidado. Un dedo en tu vagina, lentamente... Luego dos, y tres... Cada vez más acelerando el ritmo, mientras emitías leves gemidos de placer.

- Ahhhhhhhhhhhh....

Esos gemiditos me excitaban cada vez más, no dejaba de acelerar mis dedos resbalando en tus carnes, mientras yo también me ponía cada vez más caliente, y sentía cómo tenía un pedazo de hierro candente entre las piernas...

- Oooohhhhhhhhhhhhh...

No pude aguantar más. Saqué mi miembro, el cual estaba en su máxima expresión, y me decidí a metértelo por el coño. Primero la cabecita, lentamente. Un chillido escapó de entre tus labios, pero no despertaste. Seguí penetrándote suavemente y sin fuerza, y seguías dormida. O tal vez no, pues sentía cómo te acomodabas hacia atrás, tratando de hacer que mi pene entrase sin dificultad...

- Ahhhh... Ayyyyyy sííííííí...

Te agarré de las caderas y empujé suavemente, sintiendo cómo tus carnes me aprisionaban cálidamente. No te despertabas, gemías como si te sintieras cogida en sueños, gimiendo débilmente. Besé tu cuello y sentí el seductor aroma de tu perfume, lo que me dio aún más excitación mientras seguía empalándote, así de costado sobre la cama y tú de espaldas a mí...

No sé cuánto tiempo más duró aquella sensación de triunfo por estar haciéndolo con la chica que más estaba deseando. Fue un mete-saca lento, pero que disfruté a cada segundo. No pude evitar correrme luego de ello. Solté todo mi esperma en tu vagina, chorreante de tus flujos y muy caliente...

- Aaaaahhhhhhhhhmmmm...

Te volteaste, dándome la cara. Me asusté, pues temía que despertaras... Pero no, aún dormías... Y así, dormida, me abrazaste y me diste un beso que disfruté de inicio a fin...

- Qué rico, amor mío...

Vi tu falda desarreglada, tu vagina chorreando esa excitante mezcla de semen y flujos por tus muslos y que se impregnaba en las sábanas... No me lo creí, te había cogido sin que te dieras cuenta esa noche. Pero soy un cobarde, y tuve miedo. Miedo de que te encontraras así, y conmigo a tu lado... Miedo de que me descubras... Miedo de tu reacción hacia mí... Miedo de perder tu amistad...

Me solté suavemente de tus brazos y fui, despacio, hacia la puerta. Salí sin hacer ruido, creo yo, y vi mi reloj: 04:29 AM. Fui a la calle y tomé un taxi, el primero que pase a esa hora, rumbo a mi casa...

Y desde ese entonces no me he vuelto a contactar contigo. Nunca respondí tus mensajes ni tus llamadas, por miedo a ti...

Y recién ahora lo hago, meses después de lo que te hice... Sé que no me perdonarás, que pensarás que soy un desgraciado y un sátiro por aprovecharme de ti mientras dormías... Tal vez así sea, y lo reconozco ante ti...

Sé que estás embarazada, y que ya llevas seis meses de embarazo... Seis meses, que es el tiempo en que no te veo...

Y me da miedo decirte esto, pero tengo que decirlo a manera de despedida: Cuida bien a ese bebé que está por venir, pues es el fruto de aquella noche más mía que tuya y tú lo sabes bien... No lo negarás...

Se despide de ti a través de este mensaje, porque es un cobarde que nunca dará la cara, pues te tiene miedo... Tu ex-amigo

C.