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Zoofotgrafo (4)

en Zoofilia

ZOOFOTOGRAFO 4

Hola a tod@s.

Aquí estoy de nuevo con un relato más. Este aunque está clasificado de zoofilia no comienza como tal, bueno, empiezo el relato y me entenderán.

En la finca hay personas que trabaja haciendo y cumpliendo con muchas tareas, cociner@s, camarer@s, personal de limpieza, jardineros, veterinarios, mozos, etc. Una de estas personas es Rous. Señora de 48 años, alta, no muy esbelta, con grandes pechos, bonito culo y poco más que señalar de su físico, ahora bien, es un encanto, siempre está dispuesta ayudarte en lo que sea, tiene la sonrisa grabada en la cara, amable, respetuosa, trabajadora, según Mary es la persona ideal para llevar la finca. Cierto día estaba esperando por Mary y me senté con Rous en su despacho, me invito a un café y empezamos a charlar de cosas sin importancia, hasta que le pregunte.

- Rous, ¿tu solo está aquí por el trabajo?

- No, estoy aquí porque esta es mi casa, bueno, donde vivo.

- Pensé que tú vivías en el pueblo. ¿no tienes Familia?

- La tuve, pero me aleje de ellos, por un error mío.

- ¿Me lo quieres contar?

Ella me miro y sentí como si me estuviera examinándome, como preguntándose si yo era digno de conocer su historia. Le pareció bien y me empezó a contar.

Joe, esto solo lo conocen muy pocas personas, es la historia de un comienzo con un cumulo de errores y el más grave fue el de ocultar la verdad a mis seres queridos, aunque como se suele decir, lo que perdí por un lado, lo gane por el otro. Cuando tenía 17 años un chico que vivía cerca de mi casa, me violo. No fue nada traumático y tampoco que me hiciera mucho daño, era sexo no consentido y eso lo considero una violación. Yo por miedo a que las familias se pelearan, no dije nada y mi silencio le dio alas para violarme siempre que quería. Cuando pasaron algunos meses, ya no solo era él, sino que traía a algún amigo para que se descargara en mí. Pasó un año con esta rutina, y me tuve que desplazar a otro sitio a vivir por motivos de estudios. Para mí fue una liberación, ya no tenía que soportar los chantajes de mi vecino. En la nueva ciudad, tenía un apartamento pequeñito que mis padres me pagaban. Yo estaba en la gloria, tenía mi casa, mis estudios y era libre. De vez en cuando recordaba mi situación anterior y a veces hasta mojaba mis braguitas, pero no le daba más importancia.

Al poco tiempo conocí a Félix, estaba como un tren, no sé que sentí, pero estaba loca porque me follara y lo demás me daba igual, así que al poco de conocernos fue a mi apartamento y estuvimos toda la noche follando como locos, también esta era la primera vez que yo lo consentía. Por la mañana me desperté y él se había ido, yo estaba desnuda en la cama, las sabanas se me pegaban al cuerpo, los pelos de mi cabeza eran un amasijo lleno de pegotes, y mi cuerpo estaba lleno de cosas blancas, secas que me costaba despegar, cuando me levanta un choro de liquido salió de mi coño, cayendo al suelo y dejando una gran mancha blanquecina. Eran los resultados del las eyaculaciones de Félix, me había llenado totalmente de su semen. Cuando me estaba duchando, pensé en la diferencia entre como me quedaba antes y ahora, en un momento me dio un escalofrió y en la comparación me estaba gustando mas lo que me hacia mi vecino.

Pasaron unos meses y yo siempre estaba detrás de Félix para que viniese a casa, necesitaba que me follara, era una necesidad imperiosa, quería sentirlo dentro de mí, el venia e intentaba contentarme y en cuanto terminaba me ponía una disculpa y se marchaba. Yo me quedaba más caliente aun, agarraba un consolador que me compre y recordando a mi vecino me masturbaba como una loca.

Una de esas noches en las que Félix me dijo que se iba por que teni un examen importante al día siguiente, me vesti y lo seguí. Mi sorpresa fue mayúscula cuando lo vi entrar en un bar donde al parecer un grupo de amigos le estaban esperando. Entre discretamente y me senté en un rincón. Entre risas y comentarios distinguí la voz de Félix que decía.

- Si ya fui, le eche un polvo rápido para que me dejara en paz y allí se quedo la muy zorra-ninfómana.

Ninfómana, Félix me había llamado ninfómana, me destrozo, todo mi mundo de libertad cayó como una torre de naipes. Me puse a caminar sin rumbo, lloraba, me dolía el alma. Cuando me tranquilice un poco empecé a buscar un culpable de esta situación, pensé y busque, pasaron muchos nombres y personas por mi cabeza, no encontraba a nadie, cuando pensaba en mi vecino, decía que no, que él no podía ser, así que me dije “la única culpable de ser ninfómana soy yo”.

Tanto ande que no sabía dónde estaba, intente orientarme y vi un pequeño bar, entre, era un bar cutre con una barra llena de ceniceros sucios, olía a tabaco y aceite quemado, a un lado tenía cuatro o cinco mesas donde varios hombres, ya de cierta edad jugaban a las cartas entra botellas vacías de cerveza y ceniceros llenos de colillas, me dirigí al camarero y le pregunte.

- Disculpe es que me he perdido y no sé en qué zona estoy.

- Señorita está usted en la peor zona para estar perdida.

- Ok. (le conteste) puedo llamar a un taxi desde aquí.

- Por supuesto, al final tiene el teléfono.

Yo Salí de casa muy deprisa y solo me dio tiempo a ponerme los tangas, una blusa, los zapatos y una gabardina, así que iba medio desnuda. Llame por teléfono al taxi y la chica me dijo que no tenía nada por allí cerca y que la llamara mas tarde. Volví a la barra, pedí una cola y pregunte al camarero.

- ¿Esta zona es muy peligrosa?

- Para ir usted sola sí.

- Es que no hay taxis

- Generalmente a estas horas ya no quieren venir por aquí.

- Y como me las arreglo para llegar a mi casa.

- Espera a mañana.

- ¿Cómo? ¿y dónde piensa que pase la noche?

- Si se fijo en la entrada dice “Bar-Pensión Julio”, yo soy Julio y este mi bar-pensión.

- Ok. Cuanto me cuesta la noche.

- Para usted es muy barata.

Me dijo que era porque le dio pena verme tan triste. Me pregunto si había cenado, le conteste que no, y se fue a la cocina a prepararme algo.

Yo estaba en la barra, sentada en un taburete muy alto, cuando mire hacia las mesas, me di cuenta que disimuladamente algunos parroquianos estaban mirándome, era una mirada sucia, lasciva que me desnudaba, me violaba. Revise mi abrigo y vi que al cruzar la piernas, más de medio muslo se quedo al descubierto, hice un movimiento para taparlo y en ese momento, note un fuerte temblor que salía de mi sexo, subía por la espalda y paralizaba mi mano. Aquella situación mes estaba poniendo muy cachonda. Regreso Julio con un estupendo bocadillo de tortilla, mi boca se hizo agua y mi coño ya estaba todo mojado con aquellas miradas. Empecé comer y le pregunte.

- ¿Siempre cierra tan tarde?

- No tenemos nada mejor que hacer.

- ¿Y esta gente no se van a sus casas?

- Casi todos viven aquí en la pensión, son como dirían algunos frikis “despojos de la sociedad”, aquí hay de todo, desde pensionistas, profesores retirados, banqueros, militares, hombres que han perdido todo, pero eso si todos muy buena gente, cariñosos, amables y de confianza, si no fuera por ellos ya habría cerrado el bar.

Yo me volví hacia ellos para examinarlos mejor, me fije en sus caras, sus manos, sus cuerpos y no tenían una forma concreta (gordos, flacos, rellenitos), algunos sin afeitar, con los pelos desarreglados. Ante aquella visión mi sexo exploto, sin darme cuenta había llegado a u orgasmo que casi me hace atragantar con el bocadillo. De pronto me di cuenta que todos estaban mirando para mi, esto me excitaba más todavía, uno de los señores (el que parecía ser más viejo), se acercó y me dijo.

- Perdona hija pero no estamos acostumbrados a ver mujeres tan guapas por aquí, además que nos estamos poniendo muy nerviosos ya que accidentalmente se te ha abierto la gabardina y la vista es impresionante.

- ¡Ay! Lo siento, no me di cuenta, perdonen.

- No te preocupes, para nosotros ha sido un placer.

Continuo hablándome, me conto un montón de cosas, que era viudo desde hacía mucho tiempo, tenía 67 años, no tenia familia, etc.…, yo entre las miradas y la conversación, cada vez estaba más caliente y le pedí a Julio la llave de mi habitación. Mi contertulio se brindo a acompañarme hasta la habitación y entro para mostrármela. Le dije que si esperaba un momento podíamos seguir hablando, me daba una ducha rápida y ya estaba. Realmente quería enfriarme puesto que mi coñito ardía como un condenado. Cuando salí, el se había quitado la chaqueta estaba de pie junto a la pequeña ventana, lo mire y me acorde de la palabra de Félix “ninfómana”, sin pensarlo dos veces me abalance hasta él, le desabroche el pantalón tome su miembro que aunque no muy grande y estaba medio flácido pero complaciente, me lo metí en la boca hasta la garganta, lo engullía con gula, lo necesitaba, era como una droga, a los pocos minutos note como una descomunal corrida inundaba mi boca y garganta, lo trague todo y la chupaba con fuerza para sacarle hasta la última gota. El me dijo en ese momento.

- Ya no hay más. Gracias cariño, hacía muchos años que nadie me hacia corre.

- Ya le distes gusto a mi boca, así que ahora vamos con mi sexo.

- No mi amor, cuando era más joven sí, pero a mi edad, tienes que esperar un buen rato para ponerme en marcha.

- Pues esperamos. Le dije

- Si estas tan caliente, abajo esta mi hermano, es más joven que yo y el si te puede complacer.

Eso me puso otra vez a mil, en mi sexo se podía cocinar de tan caliente que estaba.

- Dile que suba. Pero se muy discreto.

Me estaba refrescando cuando llamaron a la puerta. Un hombre alto, medio calvo, con una barriga cervecera, sin afeitar, mal vestido y con olor a tabaco, estaba en mi puerta y lo único que se me ocurrió pensar era, que lo quería en mi coño. Me abalancé hacia él, le bese en la boca y empecé bajar, desabrochándole la camisa y los pantalones, tire para debajo de todo y una gran polla salto delante de mi cara, la metí en mi boca, era tan gorda que no me cavia en la boca, ya no pensaba en nada solo quería esa polla para mí. El chupe hasta que se puso roja y cuando su dueño me dijo que ya no podía aguantar, se la apreté para que no se corriera, salte encima de ella y casi de un tirón me la metí. El dolor que sentí era tremendo, así y todo me la seguí ensartando hasta que entro totalmente, la notaba en mis ovarios, tenía todo el coño lleno de polla, los orgasmos se sucedían uno tras otro hasta que perdí la cuenta, en ese momento sentí que algo muy caliente me quemaba, me estaba achicharrando mi coño, no podía aguantar, el me agarro por las caderas y se clavo mas todavía en mi, habíamos tenido una corrida bestial.

No sé qué paso después, creo que por un rato perdí la consciencia, cuando reacción sentía como me estaba chupando los pezones, yo con los ojos cerrados le dije.

- Gracias cariño es el mejor polvo que me han echado en mi vida, y por lo que veo quieres mas. Tu hermano tenía razón.

-

No mi amor, el mejor polvo te lo vamos a echar ahora.


Gracias, gracias, no pares.

Note algo distinto, su voz, ¿vamos?, reaccione, abrí los ojos, delante de mi tenía seis grandes polla que me apuntaban como si me fueran a fusilar. De entrada me asuste, me estremecí desde la cabeza hasta mi sexo, agarre una en cada mano y la tercera la metí en mi boca. Me follaron como quisieron, me desvirgaron el culo, me la metieron a la vez por mis tres orificios y lo mejor fue cuando se corrieron los seis a la vez. Yo tuve mil orgasmos tragaba semen hasta atragantarme, mi culo estaba ardiendo, y en mi coño, las corridas se multiplicaban. Yo estaba exhausta, cansada, dolorida pero muy feliz, luego me metieron en la ducha, me lavaron con muchísimo cariño, cuando regresamos a la habitación habían un mas hombres esperando. Julio se adelanto y me dijo.

- Cariño no sé cómo ha empezado esto, pero si quieres pararlo, este es el momento. Aquí nadie te va a hacer nada que tú no quieras y sobre todo se te va a respetar. Esto lo dijo muy alto como dando instrucciones a los demás.

- Mi amor quieres descansar. Me dijo mi primer amante.

- Ya te recuperaste. Le conteste agarrándole la polla, que note estaba bastante dura.

El me beso profundamente, me quito la toalla que casi no me tapaba nada, se arrodillo y empezó a comerse mi dolorido sexo.

No sé cuantos me follaron aquella primera noche, eso sí lo hice con todos e incluso muchos repitieron, en un momento de la noche entre semen que estaba tragando y lo que me metían por el culo, temía el estomago lleno, me sentía la puta de todos ellos, era la primera vez que me follaba y me quedaba totalmente a gusto, estaba sucia, tenia semen por todos lados, mis agujeros, no paraban de soltar las corridas que me habían dejado, era una sensación de placer inmenso. Hasta Juan me regalo una follada descomunal, luego me dejaron dormir. Al día siguiente, a eso de las cinco de la tarde sentí una lengua que intentaba entran en mi boca. Cuando abrí los ojos de un salto me puse depie en la cama, tenía un perro enorme delante de mí, parecía un pony, tenía una cabeza mayor que la mía, bueno creo que mi cabeza entraba en su boca. Estaba muy asustada, no quería gritar para no asustar el perro, fue en ese momento cuando entro Juan.

- Ya conoces al pequeñín.

- ¿Pequeñín? ¿Qué son dos perros con cuatro patas?

- ¡Ja, ja, ja!, ¿te asusto?

- Tú qué crees.

- Anoche fuiste la reina de la fiesta. Me parece muy bien todo lo que paso pero, me preocupa esta gente, no me gustaría que les hicieran daño. Anoche nos hiciste muy felices, algunos llevaban años sin estar con una mujer. Hoy es de día y las cosas pueden ser diferentes. Si no te importa en lo que desayunas, por que no me cuentas tú historia.

- Por cierto, ¿Cuántos me follaron?

- Siempre somos nueve, los que estamos aquí, pero anoche tuvimos dos visitantes más.

- Anoche fui la puta del bar, once hombres hicieron lo que quisieron de mí, pero sabes lo mejor, me gusto.

Delante de mí estaba un hombre que desprendía muchísimo cariño hacia sus amigos, en sus manos una bandeja con una flor y el mejor desayuno que pueden dar en un hotel de cinco estrellas. Le conté todo, absolutamente todo, le descargue mi alma. Cuando termine me dio un fuerte abrazo y me dijo.

- Aquí tienes otra casa, ven cuando quieras, aunque sea solo a vernos, estarás siempre protegida.

- ¿Y no puedo venir a follar con todos?

- ¿Si tú quieres?

Le baje los pantalones y le di una mamada descomunal, se corrió en mi boca y la traga toda. Le dije.

- Es que se te olvido la leche en el desayuno.

Cuando bajamos estaban todos esperándome, me besaban y me daban las gracias, cuando Juan les dijo que yo quería regresar más días, estallaron en fuertes aplausos y abrazos. Eran felices y yo también.

Después de tantas folladas en una noche me quede tranquila por unos días, pero el viernes por la tarde regrese, allí estaban todos, esperándome (eso sí mas arreglados limpios y perfumados, pero a mí me daba igual, quería ser la puta de todos) y así todos los viernes durante el fin de semana. Ellos durante la semana hacían planes para estar con migo, hacían sus apuestas haber si me hacían correr, incluso una vez me follar cuatro a la vez (mi pobre culo, cuando sintió esas dos grandes pollas dentro pedía auxilio), yo disfrutaba a más no poder. Durante el día me ayudaban con mis estudios (habían dos profesores), y un día me regalaron una moto que compraron entre todos


Unos meses más tarde, allí en la habitación de la pensión, folle por primera vez con el que sería mi gran amor. Siempre por las mañanas el “pequeñín” se colaba en mi habitación (era muy listo y sabia abrir las puertas), iba a mi cama y me lamia la boca, no sé por qué ese día la abrí y él me introdujo su gran lengua hasta mi garganta, fue una sensación tan placentera que allí mismo tuve un orgasmo. Estaba asustada, me había morreado con un perro y lo peor era que me había gustado, me senté en la cama y Pequeñín (que así se llamaba), empezo a olfatearme el cuerpo. La noche anterior había follado con todos y estaba llena de semen por todos mis agujeros, me quede dormida sin bañarme. Tenía la sensación que el perro podía reconocer en mi cuerpo a todos sus amigos del bar, ya que olía y lamia por todos lados. Se fue acercando a mi pelvis y poco a poco fui separando mis muslos, hasta dejarle todo mi sexo al alcance de su boca. Me lamio la pelvis y con un pequeño empujón hacia atrás, me recostó en la cama, yo no opuse resistencia y le abrí bien las piernas para que siguiera.

Me lamio todo, el culo, el clítoris, los labios de mi coño, pero cuando metió esa gran lengua dentro de mi me volvio laca. Casi llegaba hasta mi útero, lo hacía con un frenesí increíble, yo no paraba de correrme y al más le gustaba. De pronto se separa de mi y sin darme tiempo a moverme, subió sus patas delanteras a la cama, con un empujón metió algo en mi sexo. Era enorme yo tuve que dar un pequeño grito por el dolor. Todavía no estaba recuperada y empujo otra vez, mi coño reventó ya no tenía hueco para nada más. Estaba empalada por el perro y muriéndome de placer, el empezó a moverse adentro y afuera, con cada movimiento yo tenía un orgasmo, no sabía dónde estaba, perdí todo el control de mi cuerpo, era un orgasmo sin fin, hasta que un fuerte dolor me hizo volver a la realidad. No notaba mi coño solo un inmenso dolor que se estaba convirtiendo en placer poco a poco, tenía algo dentro más grande aun, era caliente y había dilatado aun mas mi vagina para poder entrar (ahora sé que era su bola), como si quisiera calmarme, el perro me besaba a cada momento y yo la abrí mi boca, estaba insertada por el coño y su lengua me llagaba hasta la garganta. El se quedo quieto y su corrida me inundo. Un liquido muy caliente estaba entrando en mi útero con una fuerza que me hacia estremecer, yo volví a perder la consciencia, estaba exhausta, llena, no sentía mi coño, el me seguía besando, cuando se quiso retirar, no pudo, estaba trabado, me asuste mucho.

En ese momento tocan a la puerta.

- ¿Ya estas despierta preciosa? Era Juan con el desayuno.

- Si, pasa pero no te asustes. Le dije

Entro, nos miro con toda la naturalidad del mundo y me pregunto.

- ¿Empiezas o terminas?

- ¿No te extraña que me este follando a tu perro?

- Era de esperar, tu ninfómana y él un pervertido, era lógico que tarde o temprano se juntaran.

- No puedo sacarlo de dentro de mí.

- Tranquila estas abotonada, es normal, en un rato saldrá sola.

- Pues en lo que esperamos cuéntame porque le llamas pervertido.

Le dije para disimular, intentando relajarme, pero era imposible, el pollon que tenia insertado en mi coño, no paraba de palpitar, era como si su corazón estuviera en mi sexo, a cada latido notaba un gran choro caliente que seguía inundándome. Empecé a notar como su corrida rodaba hasta mi culo, que al sentir el calor se revolucionaba como pidiendo el también que lo penetrara.

- Pequeñín es un Mastín gigante, (comentaba Juan), una raza pastora y muy noble, su dueño lo trajo del norte con dos años, me lo dio porque se había follado a su mujer, sus dos hijas, su hijo, a una cuñada y no se a quien más, quería que lo mataran y al final me quede con él.

- Pues no veas como folla el pervertido.

- Si lo quieres te lo puedes llevar.

- ¿Si? ¿de verdad? Le conteste con mucha alegría ya que seguía con la polla de Pequeñín dentro de mi todavía.

- Si, es para ti, lo único que te pido que lo trates bien.

- No te preocupes, el será my gran amor.

No sé si por la alegría del momento, el caso es que con un pequeño tirón, Pequeñín salió de mí, me dejo con mi coño muy dilatado, pase mi mano y casi la metí dentro, eso sí estaba chorreando semen y totalmente feliz.

Regrese muchos fines de semana al bar, pero cada vez follaba menos con mis queridos amantes, Pequeñín se encargaba de tenerme satisfecha, era el amante perfecto, siempre dispuesto para llenarme bien de semen.

Paso el tiempo, me licencie en la universidad y buscando un trabajo, un día que iba paseando con mi perro por un parque se me acerco una mujer preguntándome por él. Era Mari, hablamos, le conté un poco de mí y me dijo que si quería trabajar para ella. Yo le dije que sí y cuando me encontré aquí me hizo la mujer más feliz del mundo, llevo con ella casi veinte años ocupándome de la administración y demás cosas de la finca.

- ¿Y el Pequeñín? Le pregunte lleno de curiosidad.

- Lamentablemente murió hace unos años. Esta enterrado en el cementerio de la finca. Pero afortunadamente lo pude casar con una perra de su raza y me quede con un hijo de él.

Se levanto, abrió una puerta en un lateral de su oficina y entro un pedazo de perro que más parecía un caballo enano.

- Este es Grandullón, mi segundo gran amor, es más grande su padre en todos los sentidos y tan noble como él.

- De tu “enfermedad” y tus amigos del bar, ¿que ha pasado?, le pregunte con curiosidad.

- Mi enfermedad, está muy bien, aquí tengo a Grandullón que es una medicina perfecta. De mis amores del bar, ya no queda nadie, el ultimo fue Juan, cuando ya estaba malito vendió el bar y se vino aquí con nosotras, creo que sus últimos días fueron felices, al menos así quiero pensarlo.

Una lagrima rodo por su mejilla al recordar a sus grandes amores.

Rous me conto mas historias, pero para mí lo mas excitante fue cuando me pidió que la fotografiara con Grandullón y otro perro amigo de él.

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Espero que este relato les guste, es un poco más largo pero creo que merece la pena. Por cierto fue Rous la que me pidió que lo contara, así que el merito es de ella.

Si me lo permite este relato va dedicado a una zoofilica que escribe muy bien, pero que no lo reconoce. Anímate y deléitanos con tus nuevos relatos.

Un saludo

Manden mensajes diciéndome si les ha gustado y por supuesto todas sus valoraciones me interesan muchísimo ya que me dan ánimo para seguir (el numero 5 ya está casi preparado). Como siempre las fotos no son originales, son muy parecidas a la realidad.