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Confesión (10ª Parte)

en Confesiones

Resumen

Desesperada porque mi macho me deja, me agarro a una tabla emergente, imprevista. Un hombre casi desconocido me invita a bailar y…, saliendo de ahí me lo llevo a la casa, en donde hacemos fuertemente el amor. Le sigo dándole espectáculos porno a mi hija, que sigue enterándose de mi vida intima; me los comenta después de que este hombre se va, pero.., al poco rato llega mi esposo, que regresaba de viaje, y vuelvo a tener relaciones, y vuelvo a brindarle otro espectáculo porno a mi hija.

+++++++

Así nos estuvimos un rato, y luego…, ya nos fuimos al comedor. Comimos en silencio y luego de terminar, el Humberto se despidió.  Recogí la mesa con la ayuda de mi hija, y aun en silencio me puse a lavar los trastes.

            + ¿Vamos por tu hermana…?,

Le pregunté a mi hija, quién me dijo que sí, y nos fuimos a pie con la directora del grupo de canto, pues no está lejos de mi casa:

            + sirve que bajamos la comida,

Le dije a Laurita, quién me sonrió y me tomó de la mano.

 Llegamos a casa de la directora. Le comenté que iba por mi hija:

            + Tengo que darle de comer…

            % Ya comieron aquí…, se hicieron unos sándwiches…, ya sabes…, los niños…

            + Uuuuyyy gracias. Bueno…, pues ya me la llevo.

            % oye…, y porqué no me la dejas…, total…, mañana no hay clases…,

                por eso del “puente”. Yo le presto una pijama de mi hija…, y ya está.

¡Ni me acordaba de la festividad!. Le dije que sí, y me regresé con Laurita.

En el camino me encontré a mi mecánico, al mecánico de mi auto, con el que lo llevo para que pase las verificaciones anti-contaminantes. Iba con su ayudante, un jovencito. Andaban los dos “festejados”, un tanto tomados, y nos fueron acompañando hasta casi llegar a la casa; nos dejaron a una cuadra de la casa, en la esquina del mercado.

Seguí hasta la casa, y en ese pequeño tramo, Laurita me dijo:

            & ¡Qué pegue trais mami…, esos dos no te quitaban los ojos de encima…,

               ¡se nota que quieren contigo…!.

            + ¡Laurita…!,

le dije, falsamente molesta,

            + ¡Cómo crees…, es mi mecánico, y su ayudante.

            & ¡Es que estás muy bonita…!. Te deja bonita el hacer el amor…

            + ¡Laurita…!,

le dije, otra vez falsamente molesta.

Llegamos a la casa y Laurita me preguntó:

            & Y ahora que se vaya el Humberto…, ¿vas a regresar con papá?.

            + ¡Nunca he dejado a tu padre…, tu padre es el que me ha dejado olvidada a mí…!

               No se qué voy a hacer…, quizás alguien más se fije en mí…

            & Pues estos dos…, venían fijándose muy bien en ti…, no dejaron de mirarte en

               todo el camino…,

me dijo irónica mi hija.

Ella prendió la tele y yo me puse a arreglar mi bolso. Empecé a sacar cosas y me encontré las tarjetas que nos dieron los hombres del bar, la noche anterior:

Me puse a mirarlas, una por una, recordando quienes eran, hasta que llegué a la del “solitario”, ¡Xavier!. Me llamó la atención por su nombre, pues lo pronunciamos Javier, y él lo escribía con X, no con J. Además, “era masajista de rehabilitación”.

Se lo comenté a Laurita, quién me preguntó cómo era:

            + No me acuerdo bien…, pero era alto…, creo que delgado…, moreno, creo que

               de pelo negro, como de unos 40 años…

            & ¿y porqué no le hablas…?.

Esa frase me repercutió de inmediato en mi mente, y como mi hija insistiera:

            + ¡Acompáñame a la esquina…, vamos a hablarle por teléfono!.

Fuimos al teléfono de la esquina; le marqué. Me contestó; le dio mucho gusto que yo lo llamara. Platicamos de “anoche” como unos cinco minutos y:

            = ¿Te puedo invitar a bailar esta noche…?.

            + ¿Esta noche…?

            = Sí…, mañana no se trabaja…, bueno…, yo sí…, pero comienzo a las 10…,

               no le hace que me desvele yo un poco…, nos vamos temprano,

               bailamos una hora y nos regresamos.

            + eeehhh…, pues…, bueno…, pero…, ¿pasas por mí…?.

            = ¡Sí…, claro que sí…!. ¿Como a las 9…?, ok…, ¿está bien…?

            + Está bien.

Ni bien acababa yo de colgar cuando Laurita me preguntó:

            = ¿Qué te dijo mamita…, qué dijo…?.

            + Dijo que pasaba en la noche, para ir a bailar.

            = ¡Ya ves mami…, te dije…, estás rete guapa…, todos los hombres te voltean a

                mirar…!.

Y me acordé en ese momento de una de las frases de Humberto:

            “ ¡me gusta cogerte…, pues pones una cara de putita caliente…, que invitas a que

               uno te coja…, tu cara es siempre una invitación a coger…! “.

¿Sería cierto eso…?. ¿De verdad verían en mi esa…, carita…?; ¡y volví yo a acordarme de Humberto:

            “ ¡Me encantas…, porque de inmediato te pones caliente…! “.

¡Sí…, siempre he sido y sigo siendo una mujer muy ardiente!. ¡Se lo acababa de confesar al Humberto, cuando me lo preguntó:

            ” ¿Siempre has sido así de caliente…? “,

y le contesté:

            “ ¡Sí…, desde muy jovencita…, desde que apenas era muy niña…! “.

Llegando a la casa, fui a buscar qué ropa ponerme para esa ocasión. La seleccioné y luego me metí yo a bañar.

Salí yo del baño y, cubierta con una bata de baño, me comencé a peinar y después a maquillar. Luego me quité la bata de baño y tomé mis pantaletas, unas blancas, altas hasta la cintura, transparentes, con un corazón rojo arriba de donde queda mi pubis y una frase en inglés que decía: “kiss me”.

            & ¡Mami…, te trasparentas todita…, de adelante y de atrás…!.

            + Ya te expliqué en la mañana porqué,

Le dije a mi hija, quién nomás se sonrió y comentó:

            & ¿Vas a hacer también el amor con este señor…?

            + ¡No lo se…, vamos a salir, a conocernos…, a platicar…, y…, ya veremos…!.

               ¡Cepíllame el cabello, por favor…!,

le dije a mi hija, y mientras, comencé a ponerme crema en las piernas, y en todo el cuerpo, sentada frente a mi tocador.

Volví a retocarme las sombras de mis ojos, con un color azul marino, y luego me puse el lápiz labial, de color rosa, no muy fuerte, discreto. Me puse perfume y me colgué un collarcito, con un dije de jade.

            & ¿Te vas a llevar el pelo así…, suelto?,

            + Sí…, me gusta cómo me cae sobre de mis hombros…,

le dije a mi hija.

Me paré y me fui a poner mis zapatillas, unas azules marino, de tacón alto y:

            + ¡Te ves muy bonita, mamita…, me encanta cuando te paras así…,

                tan sólo con  tus pantaletas y tus tacones…, pareces…, ¡lo máximo…!.

               ¡Eres de verdad muy bonita, mamá!,

me dijo mi hija, toda emocionada, dándome un beso y un abrazo muy fuerte.

¡Había encontrado en ella la confidente, que en ninguna de mis compañeras, comadres, vecinas o amigas hallé.

Tomé el vestido que había seleccionado para la ocasión, uno azul marino, muy escotado, de adelante y de atrás, que dejaba ver libremente mis hombros y la parte apenas superior de mis pechitos, pero dejaba completamente descubierta mi espalda y mi pecho, de arriba. Estaba sujetado solamente por dos tirantitos, uno de cada lado y tenía un elástico justo debajo de mis senos. Luego caía libremente hacia abajo, aunque era acinturado y se me pegaba perfectamente a mi cuerpo, tanto que me marcaba el elástico de la pantaleta, tanto en la cintura como en las ingles.

En la parte de abajo me llegaba apenas un par de deditos por arriba de la rodilla, aunque al sentarme se me subía hasta casi la mitad de mis muslos.

            + ¿Y bien…, cómo me veo…?,

le pregunté yo a mi hija:

            + ¿te gusto…, me veo yo bonita…?.

            & ¡Tú siempre te ves muy bonita, pero así…, te ves arrebatadora!,

me dijo mi niña, muy emocionada porque yo “echara novio”.

Me vi en el espejo; me miraba “bonita”, atractiva: mis ojos tenían un brillo muy particular; mi cuerpo era sometido a una serie de “vibraciones”, que me recorrían de abajo hasta arriba, haciéndome siempre vibrar mi panocha: ¡la sentía rete rico!.

Me imaginé en los brazos de ese hombre y…, sentí muchas ganas de ir a orinar: ¡ya me estaba viniendo, parada, solita, tan sólo de imaginarme de “estar” con ese hombre!.

Le eché carrera p’al baño. Se lo dije a mi hija:

            + ¡Voy a hacer pipí…, ahorita vengo!.

Cuando me senté en la tasa del baño, me acordé de cuando era niña, o…, más bien…, jovencita…, de 13 a 15 años…, ¡igual me pasaba…, sentía muchas ganas de hacerme pipí y…, era que me estaba viniendo!.

Al terminar de orinar me levanté, me subí mis pantaletas y me vi en el espejo del baño: tan sólo con mis zapatillas de tacón alto, mis pantaletas y…, mi vestido arremangado por arriba de la cintura:

            “ ¡Te ves muy bonita cuando te paras así…, tan sólo con  tus pantaletas y tus

                tacones…”,

me acaba de decir mi hijita…, y lo estaba yo comprobando, pues tenía yo la “cara de putita caliente…”, que me comentaba el Humberto:

“ ¡tu cara es siempre una invitación a coger…! “.

Dejé caer mi vestido, me miré al espejo: vi de nuevo mi cara y…, me sonreí de manera muy pícara. ¡Eran apenas las 8:18…!.

            + ¿Te preparo algo de merendar?,

Le pregunté yo a m’ijita.

            & Bueno mami…, vamos a la cocina; se me antoja un sándwich caliente…

Nos pusimos a prepararlo cuando tocaron el timbre. ¡Las dos nos emocionamos!, aunque faltaba más de media hora para la hora convenida.

            & ¡Voy a ver…!,

Dijo mi hija, y salió a la carrera a la puerta de entrada. Yo me asomé desde la cocina. ¡Sí…, era él…!. Venía muy arregladito, muy “casual”, con ropa sport pero muy elegante. Traía un ramo de claveles rojos en una mano y dos paquetes con moño en la otra:

            = ¡Elvirita…!,

me gritó desde la puerta.

Mi hija se hizo a un lado y ese hombre pasó. Me saludó con un beso en la mejilla y:

            = ¡para ti…!,

me dijo, dándome el ramo de flores.

            + ¡Xavier…, muchas gracias…!. Voy a ponerlas en agua,

le dije, pero él no me dejó hacerlo, pues volteando hacia mi hija le dijo:

            = ¡esto es para ti…!,

y le dio una de las cajitas con moño.

            & ¿Para mí…?,

preguntó mi hija, intrigada.

            = Sí…, ábrelo y ya verás…

Lo abrió: ¡eran chocolates!. Mi hija se puso feliz.

            + ¿Cómo se dice…?.

            & ¡Aaaahhh…, muchas gracias…!,

le dijo, y yo le comenté:

            + pero dale su beso,

y mi hija le dio un beso a Xavier.

Puse las flores en agua; las coloqué en la mesa del comedor y:

            = ¡Estás rete guapa…, te sabes vestir muy bonito…, ese vestido se te ve…,

                rete lindo!,

me dijo Xavier, muy galante.

            & ¿Y el otro regalo?,

preguntó mi niña, con el candor y la inocencia de los niños:

            = ese es para tu mamá…, pero lo abriremos más tarde.

               Me vine un poco antes y como no había tráfico…, llegué muy temprano,

               pero creo que es mejor, así regresamos más temprano, pues mañana tengo que

               trabajar. ¿Nos vamos…?.

Le dije que sí, y me despedí de mi hija:

            + No te desveles con la televisión. Termina de cenar y te acuestas, no me esperes,

               no se a qué hora regreso.

Le dio otro beso a Xavier, y nos despedimos.

Nos fuimos en el camino hablando de mi hija; Xavier me dijo que él tenía una hija como de la edad de la mía,

            = ¡cumple 18 el mes que entra…!.

Me sonreí y le dije:

            + Laurita va a cumplir apenas los 13…

Se quedó asombrado:

            = Se ve rete grande…, está muy desarrollada para su edad…

Me platicó que era divorciado, que ya tenía 5 años de divorciado y que solamente tenía una hija, pero que se quedaba con su mamá.

Llegamos al “antro” (antiguamente se les decía discos o discotecas). Estaba casi vacío. Entramos. Nos asignaron una mesa “chaparra” y pedimos unas bebidas. Estaban tocando a Juan Gabriel. Me gusta mucho su música y sus canciones.

Xavier me invitó a bailar, y aunque no estaba bailando nadie, nos fuimos para la pista. Me tomó entre sus brazos y yo me le pegué de inmediato a su cuerpo. Le puse mi mejilla en la de él y sentí cómo de manera inmediata él me pegaba su cuerpo a mi cuerpo y su pierna a mis piernas y sobretodo a mi entrepierna.

No protesté, lo dejé con sus piernas en mi entrepierna y sentí que de inmediato su pene se le erectaba, aunque me quedaba a la altura de mi estomago. ¡Me sentí muy caliente!, y comenzamos a bailar pegaditos. Le pasé una mano por detrás de su cuello, se la puse en su nuca y él me tomó con sus dos manos por mi cintura, jalándome estrechamente hacia él.

No platicamos ni media palabra, simplemente nuestros cuerpos hablaban entre ellos. La música sonaba. Un par de parejas salieron también a bailar y yo estaba colgada de su cuello, pues es mucho más alto que yo.

Sentía su “paquete” muy voluminoso a la altura de mi estomago y maliciosamente le pegaba mi cuerpo a ese “paquete”, para sentirlo mejor. Tanto mejor que comencé a sentir un “hormigueo” muy fuerte por allá, en “mi cosita”; tan fuerte fue que sentí que las piernas comenzaron a flaquearme y tuve que “colgarme” de Xavier, para no ir a dar hasta el piso.

            = ¡Tengo que ir para el baño…!. ¿Nos sentamos…?,

me dijo Xavier, y nos regresamos a la mesita.

Me dejó ahí en la mesa y se fue para el baño. Yo me senté y me recargué, casi me recosté, sobre de aquella sillita; creo que hasta me dormí por algunos instantes, del orgasmo tan rico que me acababa yo de sacar, solamente de andar bailando con el Xavier.

Estaba yo con los ojos cerrados, quizás dormitando, cuando Xavier regresó. No supe ni cuánto tiempo había transcurrido.  Me despertó con un beso en la mejilla:

= ¿descansando…?

Le sonreí y comenzamos a tomar las bebidas. Brindamos:

            = ¡Por el gusto de conocerte…!,

            + ¡Salud…!.

Medio platicábamos, pues la música no dejaba, pues siempre la ponen muy fuerte; claro, no era sitio para platicar, sino para bailar, solo que…, la música que ponían ya no nos estaba gustando y…, decidimos rápidamente regresarnos para la casa.

En el camino nos fuimos platicando de su trabajo, del hospital, de que no podía faltar, pues tiene pacientes pre-programados a los cuales se les tiene que dar rehabilitación, etc.

Llegamos como 15 minutos antes de las 22 h. La luz estaba apagada. Lo pasé hasta la sala y le pregunté si quería algo de tomar.

            = ¿Qué tienes…?.

            + No mucho…, solamente ron…, para cubas…, es lo que tomamos mi esposo y yo

Y me fui para la cocina, para buscar las bebidas.

Estaba volteada, buscando en el refrigerador cuando sentí que se me paraba por detrás. Me levanté, pues estaba inclinada y él me abrazó por detrás; me besó en el cuello y me puso una mano en mi pierna derecha y otra mano en mi vientre, justo por arriba de mi panocha. ¡Me estremecí!.

            + ¡Xavier…, abusas de mí porque estoy muy caliente…!,

le dije, en una confesión espontanea.

Saqué la botella de ron, los refrescos, los hielos, los limones y me le escabullí por debajo, agachándome un poco, por debajo de su abrazo:

            + voy a mirar a mi hija, a ver si ya está durmiendo.

A lo que Xavier contestó:

            = bueno…, si quieres yo preparo las bebidas…, me gusta hacerle al barman.

Me fui a buscar a Laurita, que ¡estaba despierta la condenada!.

            & ¿Ya son novios…?

            + ¡No…, apenas somos amigos!, pero…, creo que quiere conmigo…,

Le dije, sonriendo, y luego le agregué un:

+ ¡no vayas a hacer tus diabluras…!, ¿entiendes…?.

            & Sí mami… ¡Pásatela bien!,

me dijo, dándome un beso, y me regresé con Xavier, que ya había terminado con las bebidas.

            + ¿Nos las tomamos en la sala?.

Nos fuimos para la sala; nos sentamos en el sillón y comenzamos a platicar, ahora sí de nosotros, y más específicamente de mí, pues solamente habíamos platicado de él.

            = ¿Tú también eres divorciada?.

            + No…, solamente que mi marido trabaja como operador de tracto camiones y casi

              no está conmigo…, siempre anda fuera de casa…, siempre nos deja solas…

            = y así conociste a tu…, pareja…, al Humberto…,

            + sí…, algo así…

Nos quedamos callados un momento y…, nos dijimos salud, chocando las copas; nos sonreímos y Xavier me volvió a preguntar:

            = ¿ya no lo haces con tu esposo…?

            + Sí…, cuando está aquí…, cuando él quiere hacerlo conmigo…,

le dije, un tanto sentida, un tanto adolorida, un tanto…, despechada.

            = ¿Y con el Humberto…?,

+ Pues…, íbamos bien…, pero…

= pero se va a cambiar de ciudad…,

me dijo Xavier, ¡y me sorprendió!:

            + ¿y tú…, cómo lo sabes…?.

            = Él nos lo dijo a todos…, ayer en la noche…, ¿no oíste…?.

            + No…,

Le dije, toda sorprendida; quizás lo haya dicho cuando yo platicaba con alguien más, no lo se, pero me sorprendió que supiera Xavier.

            = Nos dijo que “ibas a quedar libre” y que necesitas a alguien…

Me lo quedé viendo, y él ya no continuó; me cambió la frase por una pregunta:

            = ¿El Humberto te satisface en la cama…?.

Me quedé viéndolo nuevamente, ante esta pregunta tan…, directa, pero luego de mirarlo de nuevo, le contesté:

            + ¡Sí…, lo hace muy bien en la cama…!, lástima que ya se va…,

                 lástima que ayer no andaba de humor…, lástima que ayer me quedé con las

                ganas…!.

Xavier me miró, sorprendido ahora él:

            = ¿No hicieron nada ayer…?. Te mirabas muy…, “entrada” con él…, y él bastante

               “entusiasmado” contigo.

            + pues…, sí…, pero…, no se qué le pasó y…, solamente vino a dejarme a la

               casa…, ya no quiso pasar…

            = y…, te quedaste con ganas…

            + sí…, ya tiene mucho rato que no lo hago…, ni con él ni con mi marido…,

              ya voy para el mes que ni con uno ni con otro…, y a mí…, me hace muchísima

              falta…, yo soy de verdad…, muy sexual…, necesito al menos uno por semana,

              y si se puede más…, pues…, mejor.

Xavier se sonrió y me comentó:

            = Ay Elvirita…, si tú supieras…, en estos cinco años que llevo de divorciado…,

               lo he hecho quizás unas cinco veces…, no más…

            + ¿De verdad…?,

le pregunté, sorprendida por esa revelación:

            + ¿Y…, cómo has podido aguantarte…?

            = Tengo una amiga…, Manuela…, que me ayuda a soportar esta soledad…

            + ¿Y porqué no la ves más seguido?.

Le pregunté, de manera inocente.

            = A ella la veo casi todas las noches, ella me ayuda a satisfacerme…,

               ¡mi mano…!, ¡Man… nuela…!.

+ Jajaja.

Nos reímos de su ocurrencia.

Nos tomamos la copa y me dijo:

            = Te traje un regalo que espero te guste… ¡Ábrelo!.

Me dijo, señalándome la caja que estaba en la sala.

Abrí la caja: ¡era un baby doll, blanco, transparente, muy bonito y coqueto:

            + ¡Wow…, qué regalo…, muy…, coqueto y sensual…!,

Le dije, mirándolo de manera coqueta pero acusativa, dándole un beso en la comisura de sus labios, y luego le dije, provocativa:

            + Cualquiera diría que estás queriendo algo de mí…?.

Él se sonrió y me dijo:

            = algo no…, ¡todo…!,

y ahora sí…, nos besamos cachondamente en la boca, apasionadamente.

De inmediato me metió su mano derecha por debajo de mi vestidito y se apoderó de mi seno derecho, pues andaba yo sin brasier:

            = ¡tienes muy paradito el pezón!,

me dijo, mientras me lo apretaba con dos de sus dedos, dándole una caricia muy rica. ¡Lo sentí delicioso!. ¡Son los senos, y en particular los pezones, mi zona la más erógena que yo tengo, y Xavier me los acariciaba de manera precisa!.

            + ¡Xavieeer…!,

le dije, temblando de la excitación:

            + ¡Estoy muy caliente, Xavier…!. ¡Ese bailecito que nos echamos…,

               estuvo rete cachondo…, me sacaste un orgasmo bailando…!.

            = ¿A ti también te pasó…?. ¡Yo me vine parado…, estando en la pista de baile…,

               por eso te dije que nos sentáramos…, me vine en seco…, dentro de mis

               bóxers…, por eso tuve que irme p’al baño…, para quitarme ahí los calzones…!.

              Jajaja.

            + ¿Andas sin calzones Xavier…?,

le dije, descaradamente poniéndole mi mano sobre su verga, sobre de su pantalón:

            = ¿Quieres ver…?

            + Sí…,

le dije, desfiándolo, y él se bajó el cierre del pantalón, se bajó los pantalones hasta la mitad de sus muslos y se sacó de inmediato su pene, ya casi completamente parado:

            = ¿ya viste…?

            + ¡Tu pene…!,

y me acerqué a su pene, para mirarlo de cerca y acariciarlo.

Era un pene muy largo, delgado, moreno, muy moreno. Se lo tomé con la mano y le dije:

            + esos mecos que dejaste en tus bóxers eran míos…, me los vas a tener que

               reponer,

y sin esperar su respuesta, me llevé su verga a mi boca y la comencé a lengüetear, de la punta hacia abajo, hasta llegar a sus huevos, morenos, también muy morenos, peludos. ¡También me los puse a mamar…!.

            = ¡Elviritaaa…, que rica boquita tienes…, que sabroso lo sabes mamar…!.

Yo lo seguía lengüeteando todito, pasándole mi lengüita por todo su glande, su escroto, su rajadita del frente, que ya estaba toda llena de líquidos pre-seminales, que los saborié ricamente:

            + ¡Me gustan tus jugos Xavier…, tus jugos de macho, tus líquidos seminales…!.

               ¿Me vas a dar tus moquitos…?.

            = ¡Toditos Elvira…, eres una puta sensacional…!. ¡Bien nos contaba el Humberto,

               que eres una puta insaciable…, cabrona…!.

            + Sí…, ando de verdad insaciable…, tengo todo un mes de abstinencia…,

               ya me hace falta Xavier…, muchísima falta la verga…,

y parándome a la mitad de la sala, deslizándome los tirantes de mi vestido hacia la terminación de mis hombros, lo dejé yo caer hasta el piso, apareciendo ante sus ojos solamente con mis zapatillas de tacón alto y mis pantaletas, las blancas, transparentes, con un corazón rojo arriba del mechón de mi pubis y esa frase en inglés que decía: “kiss me”.

            = ¡Qué bruto Elvirita…, estás rete rica…, cabrona…, te ves rete linda…, así…,

                paradita y casi desnuda, nada más con tus pantaletas y tus zapatillas…,

                te ves…, completamente irresistible…, de verdad…!.

Me acordé de inmediato de mi hija, lo que me había dicho antes de irnos a bailar:

            + ¡Te ves muy bonita, mamita…, me encanta cuando te paras así…,

                tan sólo con  tus pantaletas y tus tacones…!,

y comencé a posar para Xavier, provocándolo, excitándolo un poco más, excitándome a mí misma, al estar incitando a Xavier:

            = ¡Déjame mirarme que dice tu pantaleta…!, ¡bésame…!. ¡Ay cabrona…,

               no te quedas con las ganas de nada…!,

y se arrodilló ante mis piernas y se puso a besarme mi sexo, por encima de mi pantaleta:

            + ¡Hasta te perfumaste tu pucha…, cabrona, tan puta…!

            = ¡Bésame Xavier…, bésame mi panocha…, me gusta mucho que me besen mi

                chocho, Xavier…!,

le dije, jalándole su cabeza contra de mi sexo, mientras me recargaba en una pared de la sala:

            = ¡La tienes toda mojada, Elvirita…!.

            + ¡Te dije…, que me estuve viniendo mientras estábamos en el baile…!.

               ¡Ando de verdad muy caliente…, me hace mucha falta la verga, Xavier…!.

Y Xavier comenzó a bajarme mi pantaleta, tomándola de los lados, descubriendo mis pelos:

            = ¡Andas toda perfumada de aquí…, cabrona…, tan puta…!.

            + ¡Sí Xaviercito…, para que me lo mames muy rico…, sácame otra venida, Xavier!.

Me bajó las pantaletas, me las sacó por debajo de mis tacones y clavándome su cara en mi sexo, se puso a mamarme con mucha dedicación: ¡Yo lo disfrutaba de a madres…!, ¡me estaba mamando bien rico…!.

+ ¡Me encanta que me mamen mi pucha, Xavier…!. ¡Síguele…, síguele…,

     no le pares Xavier…, síguele…!,

y lo apretaba con mis manos, de su cabeza, contra de mi conchita…, para que me lo mamara con fuerza:

            + ¡Dame tu lengua…, pásasela a mi clítoris…, chúpalo…, succiónamelo…, así…,

               así…, Xaviercito…, méteme también tu lengüita en mi pucha…, recógeme mis

               venidas…!. ¿Te gustan Xavier…, mis venidas…, te gustan…?. ¡Dame más

               lengua Xavier…, dame mucho más lengua…, Xavier…!.

Xavier se esforzaba por complacerme; me hundía su cara en mi sexo, me hundía su lengua en mi rajadita, me succionaba mi clítoris, me succionaba mis jugos, ¡me estaba llevando hasta el paroxismo!:

            + ¡Me vengo, Xaviercito…, me vengo…, me vengo muy rico…, me vengo…!,

Y me di una venida…, riquísima, en la boca de Xaviercito…, que se tragó todititos mis jugos, porque yo me vengo muy duro, de manera copiosa y muy fluida.

Me quedé recargada de la pared. Xaviercito estaba arrodillado a mis pies…, de manera muy literal, mirándome mi panocha, que aun estaba goteando, escurriendo por encima de mis muslos y resbalándose entre mis nalgas.

            = ¡Vaya que te gusta venirte…, vaya que la sabes gozar…!.

            + ¡La traía yo atrasada Xavier…, me hacía mucha falta una lengua en mi pucha…!

            = ¡A mí me hace falta tu sexo…, quiero meterte mi verga…, quiero llenarte de

               verga…, quiero perforarte tu pucha…!.

Me dijo Xaviercito, levantándose poco a poco, con su pene bien tieso, bien erecto y parado, parecía de verdad una tranca, un gran pedazo de fierro:

            + ¡Vamos a mi recámara, Xaviercito!,

Le dije, tomándolo de la mano, jalándolo hacia mi cama matrimonial.

Nos fuimos a mi recámara y…, como un flash pasó la carita de mi hija, preguntándome:

            & ¿Vas a hacer también el amor con este señor…?.

Me solté de la mano de Xavier y me regresé hasta la sala, me puse el baby doll blanco que me acababa de regalar, quedando solamente con el baby doll y mis tacones; apagué yo la luz, y luego regresé a abrazarme del hombre a colgarme de su cuello, a ofrecerle mi boca:

            + ¡Vamos a estrenar tu regalo, Xavier…!. ¡Bésame mucho en la boca…!, ¡me gusta

                mucho que me besen en la boca…, con mucha pasión…, que me jalen de la

                nuca y de mis cabellos y que me besen fuertemente en la boca…!,

a lo que Xaviercito me complació. Me tomó de la cabeza y se puso a besarme, con mucha pasión en la boca, restregándome sus labios, chocando mis dientes en sus dientes, recorriendo con su lengua toda mi cavidad bucal, por completo.

Rodamos sobre mi cama y me lo coloqué por la parte de encima de mí: me tenía con la cabeza hacia atrás, pues estaba en la orilla de la cama. Él no dejaba de besarme y yo me encontraba contenta, extasiada, feliz, satisfecha, colmada.

Sentí que me apuntaba con la punta de su pene en mi rajadita; sentí que me empujaba su glande, su cabecita, pero que le daba trabajo, no entraba y:

= se nota que hace mucho que no te la meten…, estás muy cerrada, Elvirita…,

   se nota que te falta la verga…, parece qué me estuviera cogiendo a una

   señorita…, a un quintito…!,

me decía emocionado Xavier, sin dejar de empujarme, esforzándose por entrar.

            + ¡Déjame acomodarla…, déjame que te ayude…!,

le dije, metiendo mi manita por debajo de nosotros, acomodando su verga en una mejor posición para entrar.

Xavier volvió a hacerme presión con su glande, con su verga. Sentí  que se me empezaba a meter, despacito:

            + ¡así Xaviercito…agh…, despacio…, agh…, poco a poquito…, agh…, despacio…,

               que la tienes muy larga…, agh…, despacio…, agh…, déjame acostumbrar a tu

               verga…, agh…, despacio…!,

hasta que sentí que me llegaba hasta adentro, hasta el tope:

            + ¡Xaviercito…, la tengo hasta adentro…, me tragué tu vergota…, todita…, Xavier!.

               ¡Déjamela ahí muy adentro, quédate así..., no te muevas…, deja acostumbrarme

               a tu verga…, déjala ahí un momento…, así…, déjala así…, aaahhh…, que

               sabrosa…, me gusta tu verga Xavier…, me gusta mucho tu verga…, Xavier…!.

               ¡Te siento muy rico…, hasta adentro…!. ¡Bésame…, bésame Xaviercito…!,

le dije, lanzándole mis brazos al cuello, para colgarme de él y besarlo, sentir su lengua en mi boca, en mis dientes, dándole lengua a mi lengua.

Poco a poco Xavier comenzó el movimiento, a sacarlo tantito y empujarlo tantito. ¡Sentía los empujoncitos en el fondo de mí…, rete rico…, me calentaban muchísimos sus empujoncitos…!.

            + ¡Así…, despacito…, de adelante p’atrás…, Xaviercito…!.

            = ¡Siento muy apretada tu pucha Elvirita…, siento como si fuera tu mano la que me

               apretara mi verga…!.

            + Es la falta de uso, Xavier…, necesito que me cojas seguido…, que me llenes de

               verga, para que se me afloje mi pucha, Xavier… ¡Sígueme dando tu verga…!,

               despacio…, así, ¡despacito…, de adelante p’atrás…!, ¡me gusta mucho tu verga,

               Xavier…!,

y me volví a pescar de su cuello, y me puse a besarlo de nuevo.

            = ¡Eres rete caliente Elvirita…, de todos lados…, de adentro y de afuera…!.

            + Sí Xavier…, soy tremendamente caliente…, necesito tu verga…, dame tu verga,

               un poco más fuerte…, ya me acostumbré…,

y comenzó a moverse más fuerte, de adelante p’atrás, saliendo más hacia afuera y regresando con fuerza, ¡hasta adentro!.

            + ¡Xavieeer…., me estás lastimando pero…, no te detengas…, síguele…, fuerte...!

               ¡no le hace que tú me mates Xavier…, síguele…, síguele…, sígueleee…!.

            = ¡Elvirita…, Elvirita…, Elvirita…!,

            + ¡No te vengas Xavier…, todavía no te vengas…, quiero que me cojas un rato…,

               y que luego me los des en la boca…, ¡me gusta mucho tragarme los mecos…!.

            = ¡Déjame pararle tantito…, porque siento que ya me quiero venir…!. ¡Es que me

               aprietas muy rico, Elvirita…, me gusta mucho cómo te mueves…,

               tus calenturas…, de adentro y de afuera… ¡Coges rete sabroso, Elvirita…!.

Nos dimos una pausa, muy breve y Xavier se enderezó sobre de sus rodillas; me levantó mis dos piernas, hasta por arriba de su cabeza y comenzó a empujarme de esa manera: ¡me llegaba hasta el fondo, y me hizo gritar de linduras…!.

            + ¡Xavieeer…, Xaviercito…, me matas…, se estás perforando todita…, Xavieeer…!

            = ¡Siento que estoy muy adentro…!.

            + ¡Estás hasta adentro Xavier…, me la vas a sacar por la boca…, me la tienes

               completamente hasta adentro…, me vas a despanzurrar…!.

Y Xavier se animó con mis gritos; continuo perforando muy fuerte, bombeando muy fuerte, taladrándome mi panocha hasta que…

            = ¡Elvira…, creo que me voy a venir…, Elvirita…, me vengo…, me vengo…,

               ya no puedo aguantarme…, me vengo…!.

y comencé yo a moverme, con fuerza, para alcanzar yo mi orgasmo, al mismo tiempo que él:

            + ¡Me vengo Xavier…, me estoy viniendo contigo…, Xavieeer…!.

Y nos venimos muy rico, los dos, el primero y yo tantito después.

Nos quedamos un rato acostados, él por encima de mí, acariciándome mi carita, besándome en los ojos, bien tierno, acomodándome los cabellos, mirándome fijamente a los ojos:

            = ¡tienes una carita de niña…, muy tierna…!, pero tienes una mirada…,

               ¡bien lujuriosa…!, ¡lo invita a uno a pecar…!.

            + ¿De verdad Xaviercito…?, ¿es cierto eso que dices…?,

le dije, acariciándole yo su cara.

            = ¡De verdad Elvirita…, tienes una cara de…, calentura…, es como…, como…,

               como si lo invitaras a uno a que te haga el amor…!. ¡Tienes una cara de…,

               cógeme…, como no he visto dos…!.

               ¿Has cogido con muchos…?.

Me dijo, clavando su mirada en mis ojos, y de la misma manera, mirándolo fijamente a los ojos le contesté:

            + Sí…, he estado con muchos hombres…, ¡me gusta mucho la verga…!,

              ¡me hace mucha falta la verga…!, ya te lo dije hace rato…, ¡no puedo pasarme

              yo mucho tiempo sin sexo…, mi cuerpo entero me lo reclama…!. Pero eso sí…,

               yo soy mujer de un solo hombre…, no me gustan las bolas ni los relevos ni

              combinaciones ni nada por el estilo…, y quiero mucho a mi esposo y nunca lo

              pienso dejar…, aunque poco caso me haga el cabrón…

Nos quedamos en silencio, y a Xavier se le comenzó a bajar la erección, hasta que se le zafó de mi estuche, de mi vagina, y se salió.

Xavier quería levantarse, pero no lo dejé:

            + ¡Yo quería tu lechita…, tus mecos…, y los dejaste allí adentro…!.

               ¡Déjame chuparte tu verga…, de consolación…!.

Y diciendo y haciendo; me puse a chuparle su verga…, a limpiarle su verga, a quitarle todos esos moquitos que tenía alrededor. ¡Le di una muy buena lavada!.

            = ¡Pinche Elvirita caliente…, que rico que mamas la verga…, eres de verdad una

               experta…!,

y se levantó de la cama:

            + ¿Te quieres bañar…?.

            = No…, porque ni siquiera traigo calzones…, mejor me voy a la casa…, sirve que

               ya no llego tan tarde…, ya pasan de las 12…, y mañana tengo que trabajar…

Me levanté con los tacones y el baby doll puestos. Me lo había yo puesto para “estar” con Xavier, para agradecer su regalo, para que disfrutáramos de su obsequio, y así me lo dijo:

            =  ¡Estás muy bonita…!. ¡Te ves muy bonita con el baby doll…!.

y me acordé de mi hija, diciéndome:

            “ ¡Estás muy bonita…!. Te deja bonita el hacer el amor…! “.

Lo acompañé hasta la puerta. Nos dimos un beso en la boca. Me abrazó y me apretó de las nalgas:

            = ¡Coges requete rico, Elvirita…!. ¡Te busco en esta semana…!.

Y se fue.

Ni bien me había dado media vuelta…, ¡ahí tenía yo a mi hija…, a Laurita…!, pendiente de mí:

            & ¡Mamá…, mamacita…, de verdad que te ves muy bonita con tus tacones y el

                 baby doll puestos…!. ¡pero…, creo que te verías más bonita si te pusieras tus

                 pantaletas también…!, ¡total…, hacen juego…, combinan…, parece que se

                 hubieran puesto de acuerdo…!.

            + ¡Sólo que estas pantaletas me las regaló tu papá…!.

            & ¡No le hace…, póntelas…, quiero ver cómo te ves…, de seguro muy linda…!.

            + ¡Voy a lavarme…, estoy sucia…, no tardo…!.

Me metí al baño. Me lavé y regresé. Laurita estaba en mi recámara, con mis pantaletas puestas. ¡Le quedaban un tanto grandes!, pero se veía muy bonita. Estaba desnuda de arriba: ¡apenas tenía dos chichitas muy chiquititas!, ¡le parecían dos peritas morenas, con sus pezones rosados!.

Por abajo se le veía apenas una rajadita, como cicatricita, con apenas un pequeño bozo en los labios externos, alrededor de su rajadita:

            & ¿Cómo me veo mami…?. ¿Me veo igual de bonita que tú…?.

            + ¡No…, tú te ves más bonita…!,

le dije, dándole un gran abrazo, y después continué:

            + ¡Dame mis pantaletas y ponte tu camisón de pijama!.

Laurita me obedeció, se quitó esas pantaletas y me las dio. Se puso su camisón y yo me puse las pantaletas. Me las vi en el espejo: ¡de verdad que hacían juego con el baby doll: los dos transparentes!, acompañados de mis zapatillas de tacón alto. ¡Me gustó muchísimo la combinación!.

            + ¡Vamos a la cocina, a tomar un refresco, tengo yo mucha sed!. ¿Quieres?.

Mientras yo servía dos vasos de refresco de cola, le dije a mi hija que tirara la caja que traía el baby doll.

Lo hizo; regresó y

            & ¡Esta vez ni las zapatillas te quitaste!.

            + ¡Era para lucir más coqueta…, jajajaja…!.

            & ¿Me dejas quedarme contigo…, en tu cuarto…, en tu cama…?.

Le dije que sí, y nos fuimos a la recámara, tomando nuestro refresco:

            & ¿Y entonces…, ya es tu novio Xavier…?.

            + Sí…, yo creo que sí…

            & ¿Te hizo bonito el amor…?.  ¿Te lastimó con su…, cosa…?.

               Le estabas gritando de cosas..., que te estaba doliendo, pero que no le parara…,

               ¿porqué…?.

            + Porque es un dolor muy bonito…, porque lo sentía yo muy rico…

Nos acabamos nuestro refresco; me quité mis tacones y apagué yo la luz. Me acosté de ladito y Laurita se acomodó atrás de mí, abrazada a mi cuerpo.

Sin querer me agarró mis chichitas y de inmediato me dijo:

            & ¡Todavía tienes parados tus pezoncitos…!. ¿Todavía estás…, caliente…?.

            + ¡No seas boba…!,

le dije, sonriendo, para mis adentros, pero…, yo creo que sí, y mi hija me lo hizo notar:

            & ¡Te va a crecer la nariz como a Pinocho…!. ¡Hoy estuviste diciendo mentiras…!.

               Le dijiste a Xavier que tenías como un mes de no hacer el amor…, y estuviste

               apenas ayer con Humberto…!.

            + ¡Tú no andes de metiche…!. ¡Cállate y duérmete!.

Le dije y me voltié nuevamente de lado y Laurita volvió a acomodarse detrás de mí, abrazada a mi cuerpo. ¡Sentí de inmediato su cuerpo desnudo, pegado a mi cuerpo, casi desnudo, pues solamente estaba con el baby doll y mis pantaletas:

            + ¿Te pusiste tu camisón…?.

            & ¡Sí mami…, no me viste con él…?

Ya no dije yo nada más, pero seguía sintiendo su cuerpo desnudo pegado a mi cuerpo desnudo; sentía yo su rajadita, muy húmeda, que se me pegaba a mi muslo. ¡Seguramente no se había puesto su pantaletita!.

Sentía su pancita, desnuda, que se me pegaba a mi espalda. ¡Sentía como que vibraba y se meneaba haciendo algo así como si fueran movimientos del coito!. ¡No se si era mi imaginación, pero volví a sentirme caliente, sin embargo, traté de dormirme, y lo conseguí!.

Eran casi las 5:30 de la mañana cuando oí ruidos en la calle, en la puerta. Me asomé desde adentro, desde la sala y…, ¡era mi marido!, que estaba de regreso.

            + ¡Laurita…, despiértate…, levántate…, vete para tu recámara…, es tu papá…,

                que viene llegando del viaje…!.

            & ¡Ay mami…, no seas…, déjame quedarme contigo…, en tu cama, con ustedes!

Estábamos en eso, me estaba poniendo mis zapatillas, las de tacón alto, cuando oí que abrían la puerta de entrada. Salí corriendo a recibir a mi esposo, vestida solamente con el baby doll, las pantaletas y las zapatillas:

            + ¡Rodolfito…, mi vida…!,

le dije, corriendo hasta él y aventándomele yo entre sus brazos.

            + ¡Qué bueno que llegaste, mi vida…, te extrañaba yo mucho…!.

Cuando terminó de abrazarme, me separó de su lado y se puso a mirarme, con mucho detalle, el atuendo que yo llevaba:

            = ¿y eso…?,

            + ¿Te gusta…, me lo compré para ti…, para que hiciera juego con la pantaleta que

                me regalaste…?. ¿Qué te parece, mi vida…?, ¡me lo compré para gustarte,

                 para provocarte, para que me hagas el amor…!. ¡Ando con muchas ganas,

                 mi vida!. ¡Hoy cumplimos exactamente 32 días sin hacer el amor…!.

                 ¡Ando tremendamente ganosa de ti, mi vidita…!,

Le dije, echándole mis manos al cuello y ofreciéndole yo mi boca, que de inmediato me la besó.

Me agarró de las nalgas y me cargó entre sus brazos y…, mientras me llevaba pa’ la recámara le pregunté:

            + ¿Todo bien…?

            = Todo bien.

Entramos a la recámara. Ahí estaba acostada mi hija:

            = ¿Y ahora…?

            + ¡Déjala…, está dormida…!.

            = ¿Y entonces…, en donde…?.

            + ¡Aquí mismo…, no pasa nada…, ella está bien dormida…, ni cuenta se da!,

le dije, mintiendo, pero verdaderamente caliente, sintiendo que se me derramaban los flujos de mi panocha, nomás de pensar en hacer el amor justo al lado de mi hija.

Nos volvimos a abrazar y nos besamos en la boca, con mucha pasión. Rodolfito me metía la mano por en medio de mi entrepierna y comenzaba a tocarme mi sexo, por encima de la pantaleta:

            = ¡cabrona…, ya andas toda mojada…!,

            + ¡es que estoy muy caliente, Rodolfo…, tengo muchas ganas de que me cojas,

               mi vida…!. ¡Échame una buena mamada de chocho…, así como tú lo sabes

               hacer…!.

            = ¡Andas de verdad bien caliente, Elvirita…!,

y lo sentí cómo se bajaba a mi chocho, cómo me bajaba la pantaleta y cómo me clavaba su cara por en medio de mi rajadita:

            + ¡Rodolfooo…, papitooo…, qué ricooo…, mámame…, mámame…,

               mámame muy sabroso, mi vidaaa…!,

le decía yo gritando, a pleno pulmón, sin importarme que mi hija estuviera en la misma cama en donde estábamos nosotros haciendo el amor, es más, el saber a ella ahí, me tenía bien caliente, era un pimiento adicional que me hacia calentarme y que ya me había hecho comenzarme a venir, desde antes de que me lo comenzara a mamar mi marido.

            = ¡Estás completamente batida, Elvirita…!.

            + ¡Es que me haces muchísima falta, mi vida…!. ¡Mámame para consolarme…,

               mámame mucho Rodolfo…, mámame muy rico, tesoro…!,

y se puso a mamarme, bien rico…, dándole de chupetones al clítoris, mordisqueándolo, metiéndome sus dedos en mi rajadita, bombeándome mi panocha con ellos, sin dejar de mamarme, de lengüetearme, de chuparme todita; ¡me hacia revolcar del placer…!.

            + ¡Asíiii…, Rodolfitooo…, asíiii…, rete rico, mi vida…, dámelo…, asíiii…!,

y el Rodolfito me estuvo mamando, un buen rato, sacándome un orgasmo muy rico:

            + ¡Me vengo Rodolfo, me vengo, me vengo, me vengooo… ooouuugghhhaaahhh!,

y me vine muy rico, en su boca.

De inmediato se colocó entre mis piernas y de una embestida me lo metió bien adentro, y de una segunda embestida me lo llevó hasta el fondo de mi panocha:

            + ¡Fitooo…, Rodolfitooo…, Fitíiiin…, papacitooo…, mi vidaaa…, qué ricooo…!.

               ¡Te amo mi Fito, te amo papito, te amo, mi vida…!. ¡No sabes cuánto te extraño!

               ¡No sabes cuanta falta me haces…!. ¡Me la paso todo el día muy caliente…,

              deseando que me cojan, deseando que me la metan, deseando que me den

              para adentro, Fitín…, mi papito…, mi rico…, mi vidaaa…!.

              ¡Muévete papacito…, muévete rico…, métela y sácala…, métela y sácala…,

               así…, hazme como chacachaca…, muy rico, papito…, mi vida…, cógeme Fito…,

               tú cógeme mucho…, cógeme por favor…!.

Y lo apretaba con mis dos piernas, cruzadas por detrás de su espalda, por encima de sus riñones, jalándolo contra mí…, sintiéndolo muy adentro, mientras me bombeaba con fuerza, con ansias, con deseos, con pasión.

Fito me bombeaba con fuerza, con rapidez, y me besaba la cara, la boca, me jalaba de mi nuca y de mis cabellos, me abrazaba de mis hombros, jalándome hacia abajo, hacia él, hacia su pene, hacia sus embestidas. Sus dos manos estaban en mis dos hombros, sujetándome hacia abajo y él empujando con fuerza hacia arriba: ¡era preciosa esta conjunción!, pero no duró mucho tiempo:

            + ¡Me vengo Rodolfo…, me vengo, Rodolfito…, me vengo…, Fitíiiiiiiiiiiiin…!,

            = ¡Elvirita…, Elvirita…, Elvirita…!,

me gritaba, al tiempo que me entregaba su leche, llenándome mi panocha, de todo su ardor seminal.

Nos quedamos dormidos, abrazados en esa cama: yo a la derecha, luego mi marido y hasta el otro lado, mi hija, al lado de mi marido. ¡Nos quedamos dormidos así como estábamos!: yo solamente con mi baby doll, el de estreno, mi marido completamente desnudo y mi hija solamente con su camisoncito de dormir.

Me desperté con los rayos solares: ya pasaban de las ocho de la mañana, aunque no había labores escolares ni laborales en ese día, sin embargo…, la fuerza de la costumbre, me hizo levantarme algo temprano.

Voltié a mirar a mi marido y mi hija: ¡estaban dormidos!.

Me fui para el baño; me puse unos pants deportivos, me puse una playera, me puse unos tenis y me cubrí con el saco deportivo, el de los pants.

Me fui a la panadería. Estaba pagando mi pan cuando se me aparecieron mi mecánico y su ayudante:

            % Buenos días señora Elvirita…, qué temprano que anda por aquí…, por el pan…

                Se le ve muy bonita…,

            # ¡Desde ayer…!,

completó su ayudante:

            # desde ayer se le miraba bonita…, sus ojos…, tenían una chispa…, muy linda…

            % de verdad Elvirita…, eso es cierto…, se le miraba bonita…, ¡se le mira bonita,

                Elvirita…!. ¡No importa el que andemos tomados…, la neta es la neta…,

               se le mira bonita…, de veras…!.

            # ¡De veras…!,

asintió el ayudante.

Me reí de sus ocurrencias, aunque me sentí muy halagada por los “casi” piropos que me dedicaron. Me despedí de ellos y pasé a comprar atole y tamales, para desayunar.

 Regresé a la casa, y fue a alcanzarme Laurita, todavía con su camisón de dormir:

            + ¡Mamita…, no me despertaste…, te quería acompañar…!,

Y al rato llegó mi marido, medio adormilado todavía, y dándome un beso, se sentaron a desayunar.

 Ese día lo pasamos bonito, en familia. ¡Me sentí yo muy feliz!.

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