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Y…, luego de ser violada

en No Consentido

Resumen:

En un relato anterior (“Violada al salir de una boda”) describo cómo me violaron un par de tipos. Yo andaba demasiado excitada, pero ellos me violaron amenazándome con hacerle daño a mis hijos. Uno de ellos también me sodomizó, pero al final, terminé disfrutando de aquella violación, sobretodo porque me gusta que el hombre sea activo durante el coito, muy activo, y en este caso, ambos lo fueron, por lo que quedé satisfecha, aunque con algo de ira en mi ser, debido a la violación a que había sido sometida por esos dos tipos. Al terminar de violarme, me quedé rendida sobre de un sillón y me dormí por un tiempo.

+++

Me desperté. Estaba sobre de ese sillón, desnuda, tapada con una sábana. Pasaban ya de las 8 PM. Los hombres no estaban visibles y…, de inmediato, así como estaba, desnuda, me fui a buscar a mis hijos. Estaba durmiendo en aquella recámara. ¡Me dio mucho gusto!. Mi corazón se regocijó.

Me regresé pa’ la sala. Tomé mi ropa e iba de regreso a la recámara de mis hijos, cuando el subalterno me sorprendió:

            = ¿no quieres darte un regaderazo…?.

Le dije que sí, y me metí al baño, en donde me limpié y me bañé. Me vestí, me arreglé y cuando salí, desperté a mis hijitos, que aun estaban dormidos y nos fuimos para mi casa. Digo nos fuimos pues el jefe conducía mi auto, el subalterno venía detrás, en el de ellos, y mis dos hijos iban adormilados en el asiento trasero.

Llegamos a casa pasadas ya de las 9 PM. Bajé a mis hijitos y los metí a su recámara y los acosté.

Cuando salí de dejarlos en su recámara, encontré a los “judas” instalados en mi sala, tomando.

En cuanto me vieron, el “jefe” se levantó y fue directamente hacia a mí. Yo llevaba todavía mi vestidito blanco, que se me embarraba a mi cuerpo.

Me abrazó y me besó apasionadamente en la boca, a lo que yo extrañamente respondí, con pasión.

El tipo, al ver mi condescendencia y hasta placer que yo estaba sintiendo, comenzó a jalarme de las nalgas contra de él.

Me metió una mano por debajo del vestidito y como andaba sin nada debajo, de inmediato se apoderó de mi sexo; se puso a dedearme y:

            = ¡De inmediato te “mojas”!. ¡Vaya que eres una mujer muy caliente…!,

me dijo, pero no le siguió, solamente me ordenó:

            = ¡Arréglate de manera decente, no de mariposilla como andas…!,

              ¡voy a llevarte a una fiesta…, de la caridad…, van a estar todas las

              “personalidades” de aquí…!.

¡Me sorprendí por completo!; traté de negarme, les inventé muchas excusas:

            + ¡mis hijos…, no se vayan a despertar…!,

            = ¡Rolando se queda con ellos…!, haciéndola de niñera, pero…,

               ¡no creo que despierten…!.

Le puse muchas excusas, pero ninguna de ellas fue válida.

Me metí a mi recámara, me puse un conjunto de ropa interior blanco, brasier - pantaleta, el más “conservador” que encontré, de algodón estampado, muy sencillo; me puse un vestido completo, sin mangas, por el calor; blanco, largo hasta una pulgada por debajo de la rodilla, los mismos tacones, que ya llevaba, me maquillé, me peiné y salí.

Pedro, el “jefe guarura” volvió a levantarse:

            + ¡Te ves rete guapa…, pero ya no tan puta, como te veías hace rato…!.

Y echándose un par de pasos atrás, me ordenó:

            = ¡Levántate tu vestido…, enséñame tus calzones!.

Y lo obedecí. Me levanté mi vestido y le enseñé mis pantaletas, las blancas, sencillas, de algodón estampado, casi hasta mi cintura.

El guarura me acaricio mi “monito” con la palma de su mano derecha, y de inmediato “me vine”, y él lo notó:

            = ¡Jajá…, no te digo…, de inmediato te “mojas”. ¡Eres una mujer muy caliente…!.

               ¡Te voy a presentar al presidente municipal…, es un cabrón muy enamorado y

               caliente. Eres de su tipo…, le vas a gustar… Le gustan las mujeres guapas…,

   “decentes”, que “engañan a su marido con él…, jajá…!. ¡Se siente un galán, un

   seductor irresistible, al que nadie se le puede negar…!, cuantimenos mi “prima”

   ¡Te voy a presentar con él como si fuéramos primos…!, jajá…

Nos fuimos a un “club” muy renombrado. Había un baile de “caridad”. Entramos los tres y nos fuimos hasta la mesa principal, en donde se encontraba el presidente municipal y dos matrimonios; ¡a los cinco los conocía yo, de vista!. El “jefe” hizo me presentó: ¡mi prima, la Profesora López…, y los nombres de las otras personas!.

Nos sentamos un rato; se platicaba de todo y de nada, hasta que comentaron que iba a dar comienzo la rifa, de los boletos de la caridad que se habían vendido para recolectar fondos.

Me pidieron que sacara yo los números, y comencé a sacarlos. El quinto fue premiado, luego otros cinco y el decimo fue premiado y finalmente otros cinco y el quinceavo fue el primer premio.

Siguió el baile. El presidente me invitó a bailar. Nos fuimos a la pista y ahí comenzó a interrogarme:

& ¿Nos conocemos Profesora…?, ¿verdad?.

+ Yo sí lo conozco…, pero no se si Ud. se acuerda de mí;

    aunque creo que Ud. también me conoce…,

    o al menos veo que se acuerda de mí… Trabajo en la Primaria 21 de Marzo…

& ¡Ah sí…!, ¡ahí es donde asiste mi hijita…!,

dijo, tratando de aparentar que se estaba acordando, aunque él nunca iba a la escuela por ella, siempre mandaba al chofer.

            & Y…, me recuerda su nombre…, es…

            + ¡Marel…, Marel López…!.

Y seguimos en detalles para que me ubicara; creo que no lo logró, aunque él dijo que sí.

Terminando esa pieza, al regresar a la mesa nos despedimos de los dos matrimonios que estaban ahí y nos salimos los 4, los dos polecías, el presi(dente) y yo. Nos fuimos a una casa de campo; al llegar tocamos. Nos abrieron. Entramos y pasamos hasta una sala. Había una señora, cuarentona, algo entrada en carnes, muy arreglada, que de inmediato nos atendió.

Nos instalamos en esa sala. Sonaba una música instrumental y la señora nos mandó traer de inmediato algo de beber y algo de comer. El presidente me platicaba de naderías, hasta que me invitó a que bailáramos. Él era un hombre ya cuarentón, quizás tirándole a los 50’s, un poco más bajo que yo, blanco, pelo negro, regordete, que de inmediato me pegó a su cuerpo y más que bailar; comenzó a “fajarme” mientras “bailábamos”, aunque le era difícil, pues yo, además de ser más alta que él, llevaba tacones, por lo que decidió que nos fuéramos a sentar y ahí, sentado a mi lado, comenzó a decirme piropos, decirme que le gustaba, que ya me había visto muchas veces pero que sabía que yo era casada y…,

            & ¡No sabía que eras “prima” de Pedro (el jefe polecia)!.

               ¿Cómo fue que te convenció de que aceptaras salir conmigo?.

            + ¡Ah…, es que…, como mi esposo está fuera este fin de semana…,

    por ello pude “escaparme”!.

            & ¡Ah pillina…, portándose mal…!.

            + ¡Todavía no…!,

le contesté, siguiéndole la broma, y él presi, atrayéndome con una de sus manos de mi carita, me dio un beso en la mejilla, y luego de ello me preguntó:

            & ¿y tú…, ya me conocías…, o cómo es que me conocías…?.

            + ¿Quién no lo conoce por aquí…?. Yo lo conocía ya, de vista, cuando su

                campaña política, en los carteles de su campaña para presidente…,

                se me hizo Ud. muy interesante y en una ocasión que platicaba con Pedro se lo

                comenté…

            & Ah…, ya veo…, y Pedro entonces buscó la oportunidad de presentarte conmigo, me dijo, abrazándome con fuerza hacia él, acariciándome en el abrazo mis chichis, y luego comenzando a meterme su mano por debajo de mi vestido, hasta llegarme a mis pantaletas.

¡Sentí que una descarga de electricidad encendía todo mi cuerpo!.  ¡Me sentí muy caliente al sentir su mano en mi sexo!. ¡Me sentí con ganas de que me volvieran a fornicar!, y sin poder contenerme, lo tomé de su nuca y comencé a besarlo en la boca, con mucha pasión.

Nos besábamos en la boca; él no dejaba de acariciarme mi sexo, a tocarme mi clítoris, a hundirme uno de sus dedos en mi rajadita vaginal. Yo no pude contener un gemido:

            + ¡Aaaaggghhh…!,

cosa que lo encendió, y de inmediato, orgulloso, me preguntó:

            & ¿te gusta…?,

Y de inmediato le contesté:

            + ¡Ud. me gusta…!, siempre me ha gustado…, pero nunca se ha fijado en mí!,

le respondí, dejándole la respuesta en sus labios, aunque él, sorprendido, me contestó  con una nueva pregunta:

            & ¡de veras…, te gusto…!. ¿Desde cuando te gusto?.

            + Desde que lo conocí..!, aunque fuera de vista; primeramente en los mítines

               y luego miraba sus fotos en los carteles de la campaña pa’

               presidente…, ya se lo dije hace rato…, se me hizo Ud. atractivo e interesante.

            & ¿Aunque estuvieras casada…?

            + ¡Una cosa no le quita a la otra…!. El estar casada no le quita a Ud. ni lo atractivo

                ni lo interesante!.

            & Y…, ¿tienes ganas de que…, esté yo contigo…?.

            + Pos…, así se lo dije yo a Pedro… (el jefe polecia). ¡Se me hace un hombre…,

               muy varonil…, que despide personalidad…!.

Y sin  decir nada más, comenzó a besarme en la boca, con muchas ansias, con mucha pasión, jalándome del cuello y la nuca contra de su boca, buscando mi boca, restregando mis labios contra sus labios, aprisionando mi sexo, jalándome de mis vellos.

            + ¡Sí Sr, Presidente…, sígale…, me gusta mucho lo que me hace…!,

               ¡me gusta mucho gustarle…!,

le dije en ese momento, presa de la calentura y del deseo.

El hombre se levantó del sofá y me hizo pararme, con el vestido levantado hasta por arriba de mi cintura.

Me lo iba a bajar, pero él no me dejó:

            & Espera…, no te lo bajes… Usas pantaletas blancas…, de niña…, de niña muy

               bien portada…, ¡hasta hoy…!, jajá…,

me dijo, tocándome mi sexo, por encima de la pantaleta, de la misma manera que lo hiciera el guarura en mi casa, apenas un rato antes.

            & ¡Estás caliente deveras…!. ¡Ya andas toda “mojada”…!. ¿Te tengo excitada…?.

               ¿Tienes ganas de que…, esté yo contigo…?. ¿Te gusto…?.

            + ¡Me gusta Ud. mucho, Sr. Presidente…!. ¿Y yo…, le gusto también…?.

            & ¡Me encantas, pillina…!,

me dijo, dándome un beso en la boca, pero sin dejar de tocarme mi sexo, por encima de las pantaletas.

Me tomó de la cintura, y sin dejar que me bajara el vestido, nos fuimos a una recámara, en donde había una cama muy grande y estaba rodeada de espejos, por todos lados. ¡Hasta en el techo habían colocado un espejo!.

Me hizo recostarme en la cama, con las piernas flexionadas hacia el piso, con mi vestido arremangado hasta mi cintura, y se me hincó entre las piernas; se puso a besarme mis muslos, subiendo, hasta llegar a mis pantaletas, que comenzó a besarlas también, a la altura de mi sexo.

Luego de un rato de eso, llevó sus dos manos hasta la altura del elástico de la cintura de la pantaleta, y comenzó a deslizarla hacia abajo, dejando descubierto mi sexo, mi peludo monte de Venus, mi rajadita, completamente mojada.

Siguió bajando la pantaletas hasta que logró quitármela por completo, por debajo de mis pies y mis zapatillas, las blancas de tacón alto que yo llevaba esa noche.

Acto seguido, regresó hasta mi sexo y quiso besarlo, pero se lo impedí:

            + ¡Por favor Sr. Presidente…, yo soy una mujer…, decente…, profesora de

               escuela…, casada…, respetable…, no se qué vaya a pensar Ud. de

                mí…!. ¡Eso no es correcto, Sr. Presidente…, eso no se le hace a una dama…!,

               ¡está sucio…, estoy sucia de ese lugar…, no es apropiado, Sr. Presidente!,

le dije, con un falso pudor.

            & ¡Déjeme hacerlo Profesora…, déjeme hacerlo…, me gusta mucho su sexo…,

                venido…, batido…, me encanta que yo le guste…, que la tenga mojada…,

                déjeme saborearla, profesora…!.

¡Y trató de colocarme su cara en mi sexo…, de besarme mi rajadita…, pero no lo dejé!. ¡Lo rechacé varias veces, empujándole su cabeza hacia atrás, cerrando mis piernas con fuerza…, pero el hombre insistía, a pesar de que yo me negaba…!.

            + ¡No es correcto, Sr. Presidente…, eso no se le hace a una dama…!.

               ¡Seguro que esto no se lo hace a su esposa…, es una cosa muy sucia,

               Sr. Presidente…, por favor, por favor, por favooor…!.

Y en ese preciso momento, la cabeza del Sr. Presidente se clavó finalmente en mi sexo, su cara en mi pelambrera y él a la mitad de mis piernas, impidiendo con su cuerpo que yo pudiera cerrarlas:

            + ¡Por favor Sr. Presidente…, por favooor…!.

Pero la lengua del hombre se había insertado en mi rajadita, y me estaba acariciando todita, de arriba hasta abajo y de abajo hasta arriba, tardándose mucho tiempo en mi espada, en mi clítoris, que sentía tremendamente parado.

Yo tensaba mi cuerpo, levantaba mis caderas y lo empujaba de su cabeza, pero el hombre se encontraba “aperrado” conmigo, con mi rajadita. ¡Estaba de verdad fascinado!.

            & ¡Profesoraaa…, estás completamente mojada, te está gustando esta cosa…!,

    ¡estás gozando el “bajón de mamey”!.

+ ¡Nooo…, no…, nooo…, estoy toda sucia de ahí…!.

Pero ese hombre no me hizo caso y siguió con la cabeza clavada en mi sexo, hasta que me hizo “venirme” en su boca: ¡terminé por completo en su boca!, no tuve tiempo de contenerme, me llegó de manera impensada, ¡enorme, muy grande, descomunal…!.

Le inundé completamente su boca; me encontraba muy apenada, y así se lo dije:

            + ¡Sr. Presidente…, disculpe…, no pude contenerme…, discúlpeme…!.

Sin embargo, al hombre parecía haberle gustado, tenía una enorme cara de felicidad y de orgullo, de haberme hecho que hiciera esa “cosa” en su cara:

            & ¿Te gustó mi “pillina”…?.

            + ¡Sí…!,

Le dije, de manera cortada, desviando mi cara de la de él, para que no me la viera, y luego de eso le pregunté:

            & ¿No quiere hacerme el amor…?. ¡Me gustaría mucho…!.

Y como si tuviera resorte, de manera inmediata, ese hombre se levantó, se quitó su pantalón y calzón, y de manera instantánea se me montó y penetró:

            + ¡Aaaaggghhh…, papacitooo…, Sr. Presidente…, qué lindo…!.

Se puso a bombearme, con fuerza, arremetiendo contra la cama, contra mi sexo, como queriendo traspasarme completamente, haciéndome proferir mil gemidos:

+ ¡Aaaaggghhh…, agh…, agh…, agh…!,

Y viniéndome otras mil veces también; ¡con cada gemido me sacaba un orgasmo!, hasta que por fin acabó.

            & ¡Me vengo Profesora, me vengo…!,

y me retacó de su semen, hasta que dejó de bombearme, quedándose rendido por encima de mí, por un rato muy largo, hasta que pudo recuperarse, volver a respirar con normalidad.

Su pene se desenchufó de mi sexo y el hombre se levantó para hincarse por enfrente de mí nuevamente, ¡volviendo a mamarme mi sexo!, ¡retacado de su propio semen, y de mis propias venidas!. ¡Ahora sí lo dejé…!, aunque le protesté:

            + ¡Papacito…!, ¿qué me haces, mi rey…?, ¡estoy sucia…, toda llena de…!.

No me dejó terminar, él me lo completó:

            & ¡Toda llena de mí…, de tu nuevo macho…, de tu nuevo dueño…, mi Profesora

               querida…!.

               ¿Te gustó, mi pillina…?.

            + ¡Mucho, Sr. Presidente…, acaba de hacer realidad una fantasía que yo tuve…!,

               ¡el poder estar con Ud.!.

Creo que él no esperaba nada por el estilo, y se emocionó con mi frase, por lo que se puso a besarme en la boca y yo a contestarle, deleitándome mucho con ese beso, con sabor a su semen, sin embargo,

            & ¡ándale…, ponte tus calzoncitos…, tenemos que irnos…, no vaya a regresar tu

               marido…!.

            + Él regresa hasta mañana en la noche…, podemos quedarnos juntos hasta

               mañana temprano…

            & No…, yo sí tengo que llegar a la casa,

me dijo, y yo lo acepté.

Pasé al baño a asearme, a peinarme. Me puse mis pantaletas y me salí a la recámara. ¡Ahí se encontraba ya el presi, esperándome!. Me abrazó y me besó nuevamente, de manera inmediata. Me metió la mano en mi sexo y luego de acarícialo me quitó de nuevo las pantaletas. Me besó mi sexo, sin intención de “mamarlo” y:

            & ¡Me quedo de recuerdo con tus calzoncitos de niña…, “pillina”!.

Nos subimos al auto. El guarura manejaba y nosotros dos íbamos abrazados, en la parte de atrás. ¡Me fue jugando mi sexo, desnudo, dándome dedo, calentándome nuevamente, hasta que llegamos a mi casa!.

Me dejaron enfrente de la casa, luego de un beso más y se fueron.

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