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Buscando chicos... tres amigas (parte 1)

en Hetero: Primera vez

Buscando chicos… tres amigas (parte 1)

  

1)  Actitud de zorra

Raquel estaba al fondo del pasillo con la mochila caída en el suelo junto a la de Rubén. Llevaban cerca de diez minutos enrollándose, mientras Eva y Sonia les observaban en la distancia.

-¡Qué suerte tiene esa perra! –masculló Eva entre dientes-. Rubén está buenísimo.

-Y Alberto también lo estaba cuando salió con él; y Raúl... Creo que a Raquel se la ha tirado ya medio Bachillerato, jaja... –se rio Sonia con algo de envidiosa malicia.

A los cinco minutos vieron a Rubén recoger su mochila del suelo y cargársela a la espalda; el chaval tenía la entrepierna abultada después del fregoteo que se habían pegado. Las dos amigas vieron a Raquel acercarse por el pasillo mientras se recolocaba sus dos buenas tetas bajo la camiseta ceñida; por lo visto Rubén le había dado un buen magreo en ellas. Venía sonriente.

-¿Qué pasa, pedorras?, no nos habéis quitado ojo, ¿eh? –se colocó entre ellas y las tres comenzaron a avanzar hacia el baño de chicas de aquella planta.

-Cómo te lo montas, cabrona –le dijo Sonia, empujando la puerta-. No llevamos ni dos meses de curso y ya te has levantado a tres macizos de Bachillerato... y alguno que no es de Bachillerato.

-Joder, vosotras también podríais hacerlo si no tuvierais tantas manías. Estáis demasiado obsesionadas con eso de que os desvirguen de un modo especial –empleó cierto tono sarcástico-. Ya os lo he dicho muchas veces, que la primera vez tampoco es para tanto... Lo mejor es que folléis cuanto antes y os lo quitéis de encima. Los pibes se dan cuenta enseguida cuando una tía no va a querer llegar hasta el final. A vosotras se os nota en la actitud que vais a frenar antes de tiempo, y eso les da bajón. Por eso no se os acercan.

-Ya, claro, en cambio a ti te calan enseguida –sonrió Eva-. Es lo que tiene llevar una actitud de zorra.

-Qué puta más envidiosa eres... –Raquel se siguió pintando sutilmente los labios frente al espejo-. ¿Por qué no venís esta tarde a verles entrenar? Si os ven conmigo, es posible que os hagan algo de caso.

Eva le empujó el brazo provocando que el pintalabios le manchara la barbilla.

-¡Serás cerda! –le reprendió Raquel.

Se miraron las tres a través del espejo y arrancaron en una carcajada mientras Sonia le pasaba una toallita de papel.

Quedaron a las cinco en el polideportivo. Se fueron hasta los servicios para ponerse la ropa adecuada, la que no podían ponerse en casa si querían que sus padres las dejaran salir a la calle.

-¿Te parezco lo bastante zorra? –le preguntó Eva a Raquel frente al espejo-. Me da la impresión de que voy disfrazada... disfrazada de ti, jaja.

Raquel se le acercó por detrás y la miró por encima de su hombro; le metió las manos por debajo de las axilas y le desabrochó el tercer botón de la camisa blanca ajustada.

-Así mejor, pava, que para una vez que te pones un sujetador morboso...

La falda negra le llegaba a Eva hasta las rodillas, zapato sin excesivo tacón. Iba un poco maquillada y había sustituido las gafas por lentillas. Sonia llevaba un vaquero algo desgastado que le marcaba un buen trasero, y un top verde que apenas le tapaba el ombligo. Raquel llevaba un vestido primaveral de tiras sin sostén y zapatillas planas; era bastante alta y siempre decía: “Los tíos no quieren que una les saque un palmo de alto, prefieren que estemos más cerca de su polla que de su frente”.

Salieron después de darse los últimos retoques y accedieron a la zona del campillo, donde un grupo numeroso de chavales de 16 años para arriba estaba dándole al balón. Se colocaron en la zona más baja de la grada y desde allí les observaron y pasaron largo rato haciendo comentarios, soltando risitas... Raquel le guiñaba un ojo a Rubén cada vez que éste miraba hacia ellas, pero tampoco hacía ascos a coquetear con otros que también les dedicaran un par de segundos de atención.

Pasadas las seis acabó el entrenamiento y algunos chavales se empezaron a dispersar mientras otros se quedaban charlando con el entrenador. Las tres amigas bajaron de la grada y Alberto fue el primero que se acercó a ellas, jadeando aún por el esfuerzo de las últimas carreras que se había pegado:

-¿Qué pasa, princesa? –le dijo a su ex (habían salido tres semanas, justo antes de que ella se enrollara con Rubén); la cogió de la cintura y le dio dos besos sudorosos muy cerca de los labios.

-Ya ves, que me he venido con dos amigas. Éste es Alberto –las miró-. Son Eva y Sonia, del insti.

-Lo sé. Tu cara me suena –le dijo a la morena-. Normalmente llevas gafas, ¿verdad?

-Sólo para estudiar –respondió Eva, aceptando los dos besos del chico.

-Hola, Sonia –también a ella la besó-, la verdad es que os tengo echado el ojo a las dos. Bienvenidas al poli, las amigas de Raquel son amigas de todos, jaja... ¿Sois muy amigas?

-Compartimos gustos y aficiones. A las tres nos gusta veros jugar a fútbol –dijo la pelirroja, sonriendo-. Mira quién viene por ahí...

Raquel se adelantó unos pasos y salió al encuentro de Rubén, que se había quitado la camiseta y la tomó de la cintura sin dudar en tocarle el culo por encima del vestido mientras le plantaba un morreo. Luego el chaval miró a Alberto:

-Qué pasa contigo, capullo... ¿Ya estás otra vez tonteando con mi novia? –bromeó.

-Sólo un poco –sonrió el otro-. Estaba conociendo a sus amigas: Eva y Sonia –las señaló mientras decía sus nombres-. Parece que a estas chavalitas tan guapas les gusta vernos jugar a fútbol.

-¿Ah, sí?, pues es una lástima que tú no hayas aprendido a hacerlo –se burló Rubén antes de que Alberto se lanzara a por él y empezaran a pelear en broma.

Raquel volvió junto a sus dos amigas:

-Me encanta que se lleven tan bien.

-Joder, tía –dijo Sonia-, y pensar que hace quince días te follabas a Alberto...

-Te mola Alberto, ¿eh?

-Mogollón.

-Pues sigue haciendo de zorrita y ya verás lo feliz que acabas tú la tarde, jajaja...

Se rieron las tres mientras Eva no quitaba ojo al grupito de chicos que pasaban cerca de ellas. Les sonrió con aire tímido y ellos parecieron entusiasmarse de camino al vestuario. La morena no entendía muy bien que aquello resultara tan fácil; nunca había sentido que la mirasen de ese modo, ¿de verdad sería sólo por la ropa y la actitud de zorra que Raquel les había recomendado mantener?

2)  Eva en el coche

Llevaban más de veinte minutos esperando. Habían visto salir a algunos de los chavales con las mochilas de deporte al hombro y el pelo mojado. Uno de ellos se les acercó. Era Raúl, un doble repetidor ahora en 2º de Bachillerato con el que Raquel se había acostado la primera semana de curso. Se acercó a la chica por detrás y la rodeó por la cintura, olisqueándole el cuello:

-¿Cómo te va, nena?, ¿aún sigues enrollada con el capullo de Rubén?

-La verdad es que sí –dijo ella, dejándose besar junto a la oreja-. Y no sé si le molaría verte tan cerca de mí.

-No te preocupes por él, que está dentro esperándote –deslizó la mano que tenía en su cintura y la apretó cerca de su pubis-. Cuando quieras volver a estar con un tío de verdad, ya sabes dónde encontrarme, eh...

-Lo sé, Raulito... –se agitó ella ligeramente.

-Que hace un mes que tengo coche, niña, así que ahora puedo llevarte de excursión adonde quieras...

-No tengo que ir a ningún sitio... –las caricias sutiles pero profundas de Raúl estaban consiguiendo que humedeciera un poco sus bragas bajo el vestido; trató de desviar su atención-: ¿Conoces a mis amigas?

-De verlas por el insti... aunque no parecéis las mismas, ¿qué tal, guapas? ¿Alguna de vosotras necesita que la lleve a alguna parte?

Eva tragó saliva, no había dejado de observar lo que aquel tío alto y ancho de espaldas le estaba haciendo a Raquel como si fuera tan normal. Era posiblemente el mayor de todo el instituto, doble repetidor, con una barbita rasurada muy diferente a los cuatro pelillos torpes de la mayoría de chavales, y parecía experto y complaciente, jugaba con su amiga como si siempre tuviera el control de la situación. Eva tragó saliva y habló: 

-Bueno, podrías llevarme a mí... –dijo tratando de parecer segura de sí misma-. Estas dos parece que se van a quedar un buen rato por aquí, y la verdad es que me agobian un poco las multitudes.

-Pero Eva... –fue a decir Sonia.

-Déjala –le cortó Raquel, girando la cabeza hacia Raúl-. Serás bueno con ella, ¿a que sí?

-Sabes que siempre soy bueno –la besó en los labios sólo un par de segundos; luego la dejó ir, provocándole a Raquel algo de frío entre las piernas-. Espero que lo paséis bien ahí dentro, y no os preocupéis que el míster está a punto de largarse y dejaros el camino libre –miró a Eva-. Qué, morena ¿nos vamos?

La chica asintió y después de despedirse de sus amigas caminó rápido hasta colocarse a la altura de Raúl. Le dijo cómo se llamaba y él también se presentó, sin que volvieran a decirse nada hasta que ambos estuvieron sentados dentro del coche. Eva quedó algo apretujada porque el asiento estaba muy echado hacia adelante. Raúl se inclinó sobre ella:

-Deja que te ayude... –estiró la mano y buscó la palanca haciendo que el sillón se moviera hacia atrás; luego se quedó allí y la miró a los ojos-. ¿Eres muy amiga de Raquel?

-Bastante –Eva sonrió, tratando de no parecer incómoda por aquella cercanía.

-¿Te vas a enrollar conmigo o sólo querías un taxista? –le preguntó el chaval con una sonrisa, pagado de sí mismo.

-Supongo que las dos cosas.

-Buena respuesta –se inclinó un poco más y la besó, metiendo la lengua en la boca de ella al tiempo que movía las manos sobre sus tetas.

Eva se sintió invadida y gozosa en manos de Raúl; sintió cómo sus labios y sus mejillas se raspaban suavemente con la barbita que lucía bien cuidada; le gustaba el olor a recién duchado, movió una mano con firmeza por el vaquero recorriendo su muslo.

-Eres virgen, ¿verdad? –le preguntó Raúl entonces.

-¿Tanto se me nota?

-Se nota que tienes ganas de follar... –mirando hacia abajo, hacia esa mano que simplemente se había posado en su paquete-. Lo otro lo he deducido yo solito.

-¿Te molesta ser el primero?

-Normalmente prefiero a las tías con algo de experiencia, pero con que tengas ganas me parece suficiente. ¿Te llevo a mi casa?

Eva asintió con la cabeza, le vio retirarse risueño y se abrochó los dos botones de la camisa blanca que Raúl le había desabrochado. No quería ir enseñando el sujetador por las calles de la ciudad.

3)  Sonia en el vestuario

A los tres minutos de ver salir al entrenador de los chavales, Raquel y Sonia se adentraron por el pasillo y llegaron hasta la puerta del vestuario. La pelirroja fue quien asomó la cabeza de cabello ondulado:

-¿Se puede pasar? –preguntó.

-¡Claro que sí! –gritó Rubén mirando a su alrededor-. Chicos, tapaos la picha que tenemos visita.

Las chicas se adentraron en el vestuario que olía a sudor y a vapor de ducha. Aparte de Rubén, quedaban dentro otros tres: uno era su hermano pequeño Jorge (un año y medio menos que Rubén, compañero de clase de las tres amigas con el que Raquel también había tenido rollo durante ese curso); los otros eran Alberto y Dani, uno de los porteros del equipo. Los cuatro estaban en calzoncillos y se pusieron en pie en cuanto las vieron entrar.

-¿Dónde está la morena? –preguntó Rubén.

-Se ha ido con Raúl.

-Qué hijo de puta más listo...

-Bueno, capullo, no seas descortés –le increpó Dani avanzando unos pasos-. No tenemos una morena pero mira qué pedazo de rubia. Me llamo Dani.

-Sonia –la chica se inclinó hacia él y se besaron las mejillas.

-Supongo que lo sabes, pero por ahora soy el único de aquí que no se ha tirado a tu amiguita, la pelirroja, jaja...

-De verdad, cómo te gusta dar por culo –al escucharle, Raquel frunció el ceño y Rubén le dio un puñetazo en el hombro:

-¿Tienes que ser siempre tan gilipollas?

-Joder, tío, si sólo se lo digo a esta monada para que sepa que conmigo no se va a comer las sobras de tu chica, jaja –se volvió a reír mientras Raquel se volvía hacia Sonia.

-Ya te habrás dado cuenta de que Dani es el graciosito de la pandilla. Será por eso que no se come una rosca...

-Una lástima –se defendió el portero-, sobretodo teniendo este pedazo de polla.

Se bajó el bóxer y la dejó al descubierto, provocando la sorpresa de Sonia. El chaval miró alrededor para comprobar que los otros le seguían el juego. Pronto estuvieron los cuatro calzoncillos en el suelo y los chavales empezaban a aporrear sus miembros.

-¿Cómo lo hacemos? –preguntó Dani mirando a sus amigos-. Tocan a dos por cabeza, ¿dejamos que elijan ellas?

-A ver, si tengo que compartir a mi piba, que sea con mi hermanito, así al menos queda la cosa en familia.

-Mala suerte, capullo –sonrió Raquel al portero mientras se levantaba el vestido y se lo sacaba por la cabeza-. Otra vez que te quedas con las ganas de catarme...

Dicho lo cual avanzó hasta Rubén y se amorró a él mientras Jorge se masturbaba caminando hacia ellos. Rodeó éste a su cuñada y se le colocó en la retaguardia... Sonia se lo pensó un instante antes de agarrar la parte baja de su top; ni había llegado a quitárselo que ya tenía a Dani detrás amasando su sostén con ambas manos. Alberto se le había arrodillado delante y le estaba desabrochando el vaquero. Sonia se dejó hacer por aquellas cuatro manos mientras sentía la polla de Dani pegada a sus bragas y el aliento calentándole la oreja:

-La morena se lo pierde, guapa, porque Raúl puede ser muy machito, pero no deja de ser una sola polla, y en cambio tú vas a tener dos para ti solita. Y encima Alberto es un gran comedor de conejos...

El mencionado miró hacia arriba mientras deslizaba las braguitas por entre sus piernas. Las tetas de Sonia habían saltado del sujetador y ahora estaba completamente desnuda. El primer lengüetazo la enloqueció de gusto. Miró hacia los otros tres mientras se agitaba como una anguila.

4)  Raquel con los hermanos

Al quitarse el vestido primaveral que llevaba esa tarde, Raquel había dejado constancia de que no sólo no llevaba sujetador, sino que también había optado por no ponerse bragas. Su novio Rubén la tenía agarrada por la nuca y no dejaba de morrearla; su cuñadito Jorge le había puesto las manos en las caderas y le se restregaba la polla entre sus nalgas.

-Te mola tenernos a los dos así de calientes, ¿verdad? –le susurró el más joven.

Ella no respondió porque tenía la boca colmada de atenciones, pero llevó una mano hasta su espalda, bajó por ella para agarrar la verga de Jorge y separó un poco las piernas colocándola allí donde los jugos de su excitación empezaban a estar muy presentes. Consideró que aquello sería suficiente respuesta para el chaval... Rubén le sacó la lengua de entre los labios y la tomó de la barbilla para voltear su rostro; sólo durante unos segundos vio cómo su novia y su hermano se comían la boca, luego flexionó un poco las rodillas y empezó a chupar las tetas de Raquel que el propio Jorge le estaba ofreciendo con unas manos que parecían amasar pan. Mamó de aquellas ubres escandalosamente desarrolladas para la edad de la chavala, bordeó las aureolas con su lengua y se excitó notando cómo se endurecían.

Sonia lo gozaba por partida doble: el rabo de Jorge se remojaba contra su coño empapado y la boca de su novio le mamaba las tetas con auténtico frenesí... Miró un poco más allá para comprobar que Sonia no parecía estar nada incómoda con aquella situación que debía ser totalmente nueva para ella; tenía un muslo apoyado sobre el hombro de Alberto, que era el mejor mamador de coños que Raquel había conocido nunca. Se alegró mucho por la rubia, ya que su amiga parecía estar a punto de correrse.

-Yo también quiero mamar... –dijo entonces a modo de petición, tirando a Rubén del pelo y sacándolo de entre el ardor de sus pechos.

Los chavales se separaron sólo un poco, lo justo para que la pelirroja pudiera arrodillarse entre los dos. Raquel miró ambas vergas mientras las pajeaba, luego miró hacia arriba para sonreírles; le encantaba que la compartieran como el juguete de dos hermanos que no sienten celos ni envidias. Se metió primero la polla de Jorge en la boca porque aún estaba recubierta por sus fluidos, y nada le excitaba tanto como un buen rabo que supiera a coño.

-¿Sabes por qué te la chupa a ti primero, hermanito? –preguntó Rubén con una sonrisa.

-Sí que lo sé –respondió Jorge-. Seguro que le sabe la mar de rica...

Los dos hermanos la tenían bien cogida por el pelo.