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Los tres cerditos

en Gays

Todas las tardes mientras su hermano y su padre dormían  la siesta Martín cogía el rifle y se iba a matar pájaros por los alrededores de la granja.

Esa al menos era la versión oficial, pero lo cierto es que durante las horas en las que se ausentaba de la casa, Martín cada vez mataba menos pájaros.

El repentino fallo en la puntería del joven cazador se debía a la trasformación que las hormonas habían obrado en su cuerpo y que lo habían terminado convirtiendo en todo un pajillero.

Cuando entraba en la nave donde se almacenaban las balas de paja, disimulaba durante un rato, apuntando con la punta del cañón a los pájaros que solían anidar en la parte de arriba.

Unos instantes después empezaba a subir por esas balas de paja con la agilidad propia de un joven de catorce años hasta alcanzar un punto ubicado en lo más alto del pajar.

En ese apartado lugar acabó descubriendo unas cuantas balas de paja colocadas discretamente formando un recinto oculto  a cualquier mirada

Con una sonrisa pensó en el ejecutor de una obra de tal envergadura; debía de ser Luisito, su hermano pequeño, que en ese momento contaba con diez años de edad. También pensó en cuál sería el cometido de esa cabaña de paja construida en el interior de esa nave, alejada tan deliberadamente de cualquier mirada indiscreta.

La respuesta obvia, la descubrió cuando en un rincón encontró esa camiseta blanca de manga corta y que estaba algo amarillenta y acartonada.

Por más que busco y rebuscó no logro encontrar en ese lugar revista guarra alguna,… ni siquiera un recorte de alguna revista con alguna tía en biquini con el que poder cascársela a gusto.

Se sentó en una bala de paja que había en el rincón opuesto y que ejercería la labor de sillón del trono pajeril.

La manta que la cubría evitaba que su culo desnudo se pinchara con las pajas que sobresalían como alambres en la alpaca. Su mano se agitaba frenética agarrando su polla con fuerza, logrando que el capullo apareciera ante sus ojos para esconderse casi con la misma rapidez. Unas gotas de presemen ayudaban en el meneo multiplicando por dos el placer que sentía en esos momentos

El mero descubrimiento de ese rincón pajero lo había calentado hasta tal punto de no poder evitar el tener que desnudarse para cascarse un pajote a la salud del constructor del escondite.

Oía de vez en cuando algún pájaro revolotear en el interior de la nave, pero no escuchaba ningún otro sonido que pudiera alertarlo de que en ese momento estaba siendo observado.

¡Ya me ocupare de vosotros luego! Pensaba mientras se la cascaba.

★★★

Unas balas de paja más arriba unos ojos brillantes lo observaban con curiosidad.

Luisito llevaba escondido en ese lugar casi una hora.

La primera media hora había permanecido oculto para no ser sorprendido por su padre, que había entrado de improviso en la nave mientras él jugaba en la cabaña que casi por casualidad había descubierto una tarde en lo alto del pajar.

La suerte había querido que su padre empezara a toser cuando comenzaba a encaramarse hasta lo más alto del pajar y Luisito tuvo el tiempo justo para esconderse  un poco más arriba.

Cuando su padre llego a la cabaña, no encontró el más mínimo rastro que le indicara que su “santuario” había sido profanado.

¡Se había librado por los pelos de llevarse una ostia por no estar durmiendo la siesta en la casa como se le había ordenado!

Luisito, oculto tras unas balas de paja mas arriba, estaba a punto de descubrir dónde iba su padre cada vez que se iban a dormir la siesta y este se ausentaba durante unos minutos antes de volver de nuevo con él a la cama.

★★★

Era un crío tan revoltoso que  su padre lo metía en la cama con él para conseguir que terminara durmiendo la siesta. Luisito se revolvía inquieto y no paraba de hablar pero al cabo de un rato empezaba a dormir dejando al padre vía libre para iniciar sus prácticas masturbatorias.

Luisito había ido creciendo y el padre tenía miedo de que se despertara de improviso y lo cazara dándole al manubrio.

¡Quería evitar a toda costa el tener que darle al menor las explicaciones que esa dantesca escena le reclamaría!

Por eso cuando su padre y él, a la hora de la siesta, se metían juntos en la cama, no hacían otra cosa mas que dormir.

Cuando el hombre notaba que el joven se había dormido se levantaba para dar una vuelta por la granja.

Su recorrido siempre terminaba de forma irremediable en el pajar.

¡El padre de Luisito había tenido que fabricarse ese escondite para poder cascarse  una paja con algo de tranquilidad!

★★★

Esa primera vez el pequeño comprobó con curiosidad como el hombre se abría lentamente la cremallera del mono azul, mientras se rascaba con cierta insistencia la entrepierna.

Acabó sacándose el pito, totalmente dispuesto a mear en el interior de esa cabaña recién descubierta por el joven Luisito.

¡Pues vaya caminata se pega papá para mear! Pensó el crio mientras lo observaba. Pero su padre no meaba, lo veía rascarse sin descanso el pito y mientras lo hacía iba viendo como este se iba hinchando.

Después de verlo echar una mirada furtiva a la puerta de la nave para asegurarse de que nadie había entrado en el lugar sin su conocimiento, lo vio sentarse en la bala de paja mientras se sacaba el mono de los brazos para bajarlo hasta las rodillas.

En esa posición empezó a agitar con más fuerza su polla.

¡Déjalo papa si no tienes ganas de mear, es mejor que no insistas! Pensó decirle desde lo alto, pero por suerte decidió callar y esperar un rato más para ver cómo se desarrollaba todo.

El hombre parecía no estar enfadado,… más bien al contrario. ¡Aquello debía gustarle porque notaba como de vez en cuando paraba de agitar la polla y se estiraba de las pelotas! ¡Se la descapullaba lentamente antes de volver de nuevo a la carga!

¡El pito de su padre en esos momentos lucía unas dimensiones hasta ahora desconocidas para el joven Luisito!

Alguna mañana, él también, se había despertado con el pito duro, y con unas ganas de mear increíbles, pero no entendía porque su padre se aguantaba tanto.

No paraba de descapullárselo, y de vez en cuando lo veía escupirse en la mano antes de volver a la carga.

Empezó a oírlo cómo se quejaba, el hombre suspiraba cada vez mas mientras agitaba la polla hacía arriba y hacia abajo sin parar.

¡Le esta doliendo! Pensó, pero a pesar de ello no lo suelta para nada.

¡De pronto  vio como esa larga y venosa polla empezó es escupir un líquido que salía a borbotones desde la punta! ¡El líquido empezó a resbalar por la mano y por el pito hasta caer en el abundante y negro vello púbico de su padre!

¡Una nueva sacudida del rabo hizo que otro trallazo de leche alcanzara el pecho velludo del macho!

Otra descarga mas alcanzó el borde de la manta.

¡Meando de esa forma estaba logrando que todo se pusiera perdido!

¡Pero aquello no era orina! …

¡Y si lo era su padre se acaba de mear encima!

★★★

Ahora diez minutos más tarde de que su padre se hubiera largado, volvía a ver a su hermano Martín dándole el mismo tratamiento a su pito.

¡Otro que venía para terminar meándose encima en lo alto del pajar!

¡Su hermano mayor también terminó usando la camiseta para limpiarse al acabar!

¡Había visto como la polla de Martín también engordaba al empezar a tocarla y empezó a pensar que en todo aquello había gato encerrado!

Finalmente cuando vio como su hermano se subía los pantalones y se recolocaba la camiseta antes de abandonar el pajar silbando como si nada hubiera pasado; decidió ir a probar el mismo.

¡Su polla también se terminó poniendo dura al notar el contacto y a medida que se la machacaba de la misma forma empezó a notar un gustillo especial!

¡Luisito no soltó leche! Por más que se la meneo de un lado a otro, pero si hubo algo que le hizo parar.

Notó como las piernas le temblaban y se vio obligado a sentarse en la manta.

¡Siguió meneándosela, …por alguna extraña razón el tampoco quería parar de hacerlo!

Acabo notando como sus pelotas se revolvían y la polla se agitaba intentando orinar, pero no salía nada por la punta.

¡El gusto que notaba mientras los músculos de su entrepierna se tensaban y relajaban de forma rítmica intentando lanzar algo que no se atrevía a salir por la punta de su pito fue increíble y decidió que tendría que repetir aquello muchas más veces!

¡Ese mediodía  sin saberlo  Luisito se había hecho su primera paja en lo alto del pajar!

★★★

Martín acababa de volver de hacer la mili.

Durante el servicio militar había logrado perder la virginidad con una prostituta que le terminó sacando todo el dinero que su padre le enviaba al cuartel para pasar el mes.

¿Todo ese dinero a cambio de un polvo que no había durado más de tres minutos?, …¡pero a pesar de ello le había encantado!

Esa puta ¡Se la había chupado!

… Y le había encantado sentir el cosquilleo de una lengua jugando con su polla

¡También se la había follado! …¡Y eso había sido mejor todavía!

Estaba el cabronazo recordando esos momentos en lo alto del pajar, mientras se la meneaba, cuando vio como por encima de él empezaban a desmoronarse una columna entera de balas de paja.

Se levantó y se hizo a un lado para evitar que la avalancha lo golpeara, sin ni siquiera guardarse el pito dentro del chándal  de militar.

Al ver como las balas de paja iban rodando hacía abajo en busca de un lugar más estable se quedo helado al descubrir que su hermano Luisito era el único responsable del desprendimiento.

¡No pudo evitar empezar a reírse al ver como se intentaba tapar la polla con las manos mientras lo miraba rojo como un tomate!

¿Te estabas pajeando mientras me espiabas? Le preguntó  mientras se acercaba cubriendo en dos o tres zancadas la distancia que los separaba.

Luisito no dijo nada, intentó agarrar las bermudas para salir corriendo de allí, pero la mano de su hermano lo agarro con fuerza de la muñeca.

¡No hermanito, no pienso dejar que te vayas de aquí hasta que hayamos hablado  los dos un rato de lo que estabas haciendo ahí arriba espiándome!

★★★

El calor propio del mediodía hacía casi imposible que se pudiera pegar ojo en aquella habitación . 

A su lado su padre se retorcía de un lado a otro intentando buscar la mejor postura antes de caer vencido por el sueño y empezar a roncar.

Acababa de volver  a la cama y Luisito sabía que vendría del pajar.

Luisito llevaba un tiempo queriendo preguntarle a su padre pero no se atrevía por culpa de la reacción que éste tendría al enterarse de que era espiado.

Pensó en su hermano mayor y se lo imagino en ese momento en  lo más alto del pajar disfrutando de la intimidad que su padre había ido a buscar para sí mismo unos minutos antes.

¡Su polla bajo el calzoncillo estaba dura como una piedra!

El también se la había estado meneando mientras esperaba que su padre volviera con él  a la cama para dormir la siesta.

¡Tenía la secreta esperanza de que el hombre al sorprender a su hijo con las manos en la masa terminaría teniendo con él esa conversación que todo padre y todo hijo tienen cuando estos llegan a la adolescencia!

¡El hombre pareció no percatarse de nada!. Entró en la habitación y carraspeo ligeramente para que el adolescente notara que acaba de llegar y como si no hubiera visto nada empezó a quitarse el mono mientras veía como el chico se la guardaba y se cubría con la sábana.

Se metió solo con los calzoncillos en la cama, mientras miraba al chico con inquietud.

¿Puedo preguntarte una cosa papa? Le dijo Luisito a su padre al darse la vuelta en la cama y ver como este también era incapaz de pegar ojo.

¡Dime Luisito! 

¡Es que a lo mejor te enfadas!

¿Y porque iba a tener que enfadarme?

Quiero que me cuentes porqué a ti y al hermano os gusta mearos encima cuando vais a escondidas al pajar.

★★★

Luisito estaba acostumbrado a mamar polla  en silencio, pero Martín no.

Cuando su hermano pequeño se metió su polla en laboca no pudo evitar soltar un suspiro de placer que resonó en el interior de la nave haciendo que ambos temieran terminar alertando al padre de familia.

Por suerte el hombre dormía plácidamente la siesta en la cama mientras sus dos hijos se entregaban desesperadamente el uno al otro.

Martín se follaba la boca de su hermanito notando como la saliva que brotaba de esa boca, escurría por sus pelotas hasta caer al suelo cubierto de pajas.

Luisito se agarraba fuertemente al culo peludo mientras notaba como el capullo le llegaba hasta la garganta.

¡Sabía que a su hermano no le importaría si se pajeaba mientras se la mamaba pero prefería dedicarse en exclusividad a mamar ese rabo! 

¡La leche pronto empezaría a entrar en su boca y debía concentrarse al máximo!...¡Quería tragársela toda!

¡Lo había espiado tantas veces mientras se la meneaba  que había llegado a desear febrilmente el poder probar el sabor de esa leche! …

¡Cuando su hermano Martín le lefara la boca quería degustar con la lengua hasta la última gota antes de tragársela!

¡Tragarse la corrida de su hermano mayor ya se había convertido en todo un reto personal!

Mientras tanto Martín lo sujetaba de la nuca mientras seguía bombeando.

¡Notaba como su polla se introducía en la jugosa cavidad bucal y se iba abandonando al placer que el quinceañero le estaba proporcionando!

Evitaba mirar a su hermano, prefería fantasear con que en esos momentos estaba follándose a una tía.

¡Estaba cada vez más seguro que ninguna mujer se atrevería a hacerle sombra a una boca como esa!

¡Dios como la chupas cabrón! Acabó gritando mientras notaba como su espesa leche empezaba a salir a borbotones.

¡Luisito tragaba semen con mucho gusto!

Ahuecaba un poco la boca para permitir que gran cantidad de lefa se acumulara en esa especie de depósito bucal que formaba con los mofletes hinchados.

La polla del hermano mayor seguía entrando y saliendo por lo que tenía que apretar con fuerza los labios alrededor del duro mástil para evitar que en el retroceso parte de la leche se acabara derramando en el suelo de paja.

Los ojos algo bizcos, le indicaban a su hermano mayor que se estaba tragando toda su lefa.

Después de notar ese genuino sabor en sus papilas gustativas terminó abandonándose por completo y acabó poniendo la cara de gusto al tragar que tanto le fascinaba ver a su padre cuando se corría en su boca.

★★★

Aquello era un secreto que no podía salir bajo ningún concepto de aquella habitación en la que ambos se metían para dormir la siesta.

El padre acabó sucumbiendo a la inquietud del chico y terminó contándole que aquello que hacía en secreto en el pajar no era mearse encima.

¡Los hombres necesitaban hacer eso de vez en cuando para sentirse más relajados! Le dijo

También sin saber porqué unos días más tarde, le dejo ver a Luisito como se hacía una paja.

El padre se pajeaba totalmente espatarrado sobre la cama, con Luisito sentado entre sus piernas. Había decidido enseñarle a su hijo lo que era la leche.

Es posible que en aquellas primeras veces se hubiera dejado tocar la polla.

Su rabo era tan grande en comparación con el del muchacho que era casi normal que el chico quisiera tocarlo.

¡No pudo evitar sentir un gusto especial al notar como la mano de Luisito lo pajeaba!

Los remordimientos sobre lo que estaba haciendo cada tarde con su hijo, en el interior de esa casa durante la siesta se acabaron largando casi con la misma rapidez con la que salía su leche a borbotones por su enrojecido capullo.

¡Lo intentó por todos los medios! …¡Pero no pudo evitar lo que estaba seguro vendría después de aquellos primeros días!

¡Su fama de borracho no lo ayudaba! …¡Nadie en el pueblo ni en los alrededores quería contraer nupcias con un viudo así! …¡y más si encima llevaba como premio a dos adolescentes de regalo! …

La cosa empeoró cuando dejó de frecuentar el puticlub donde se desahogaba al menos una vez al mes.

¡Luisito casi todas las tardes le terminaba sacando la leche de sus pelotas! …¿merecía la pena pagar para desahogarte si ya lo habías hecho en casa?

¿Por qué no me chupas la polla? Le preguntó a su hijo la noche en la que entró de forma furtiva en su habitación aprovechando que Martin se había ido de fiesta con el resto de “los quintos” del pueblo.

Estaba algo borracho y debía explicarle con cierta torpeza al chico cómo debía hacerlo.

Luisito no sabía exactamente en qué consistía eso de chupar una polla. ¡Pero hace unos años tampoco sabía lo que era hacer una paja y la verdad es que a su padre se las hacía de escándalo!

Con cierta dificultad y con las mandíbulas algo doloridas terminó consiguiendo que el hombre empezara a eyacular mojándole toda la cara con la espesa y caliente leche.

Su padre se subió los calzoncillos y lo dejo allí tirado en la cama con la cara llena de lefa pensando en todo lo que estaba pasando entre él y papa.

Luisito empezó a recoger con su mano la leche que le iba resbalando por la cara para llevarla con glotonería hasta su boca. Empezó a relamerse los dedos mientras pensaba en lo mucho que ellos dos iban a disfrutar cuando Martín se fuera a hacer la mili durante todo un año.

Su hermano Martín no sospechaba nada. Tomaban siempre muchas precauciones para asegurarse de que aquello quedara entre los dos.

¡Aquello como le había prometido a papa, tenía que quedar como un secreto entre ellos dos!

★★★

Aquello le iba a costar más caro de lo que pensaba. Su hermano mayor lo había sorprendido espiándolo y había amenazado con contarle a su padre todo aquello.

¡No pudo hacer otra cosa que sucumbir a las pretensiones del hermano mayor! …¡si su padre se enteraba terminaría dándose cuenta de que no era un crio que solo quería aprender cosas sobre el sexo!

¡Se daría cuenta de que tenía un hijo maricón!

¡Es posible que hasta terminara sintiéndose culpable de ser en parte responsable de ello!

¿Y si dejaba de dormir la siesta con él?

¿A quién se la chuparía ahora? …¿Quién le acabaría dando por el culo hasta terminar notando como la lefa de una polla al correrse le quemaba las entrañas?

¡Te la chuparé si no le cuentas nada a papa! Le dijo a su hermano mayor al ver que este empezaba a bajar del pajar.

¿Chupármela? …¿Qué sabes tú de eso?

¡No sé,… mis amigos…  dicen que da mucho gusto! …¡Mas que las pajas!

★★★

Luisito solía despertarse el primero y al ver como la polla de su padre también se había levantado logrando que un bulto enorme abombara las sábanas de la cama, se colaba bajo ellas y empezaba a chupar  ese rabo que lo había traído al mundo para convertirlo después en un maricón de cuidado

El padre no tardaba en reaccionar ante una mamada como esa y apartaba las sábanas hacia un lado.

¡Buenos días hijo! …¿ya te has levantado?

¡Le encantaba ver la cara que ponía Luisito cuando se la mamaba!

…¡Le encantaba ver como lograba tragarse toda la lefa sin dejar que una sola gota se desperdiciara!

¡Papa,…un amigo mío,...  que se ha follado a su novia dice...que eso da mucho gusto! …

¿Me vas a enseñar lo que es follar? Le soltó el crio mientras le pasaba la lengua lentamente por la punta del frenillo, antes de engullirse por completo el grueso capullo.

El rabo se retorcía de gusto ante la pregunta y las expectativas que esta cuestión le podían abrir.

¡Entre ellas el ojete todavía virgen del quinceañero!

¡Luisito sabía que eso volvía loco a su padre y que no le costaría mucho mas terminar convenciéndolo para que le enseñara en qué consistía eso de follar!

★★★

Faltaba solo una semana para que Martín volviera de hacer el servicio militar y Luisito estaba muy preocupado por el rumbo que tomarían los acontecimientos cuando su hermano mayor volviera a vivir con ellos en casa.

Su padre se lo estaba follando mientras el permanecía con las piernas apoyadas sobre sus hombros.

En esa posición se enfrentaba a la penetración con el culo algo levantado. En esa curiosa postura todo el rabo paterno entraba hasta las pelotas de un solo empujón

¿Te gusta?,…¿quieres que pare? Le preguntaba sin mucho interés el padre sin parar de embestirle con fuerza.

¡El golpe de las gordas y peludas pelotas del hombre sobre el abierto culo del chico hacían que retumbara el sonido en toda la habitación!

El rabo era de tal grosor en su base que hacía que el chico notara como tenía todo el culo abierto a merced de las embestidas de esa polla que no dejaba de perforarlo.

¡No por favor no pares! ...¡Me encanta follar contigo!

★★★

Hace tiempo ya que Luisito había querido saber lo que era follar y su padre tuvo que enseñárselo. Como no había cerca otra cavidad estrecha y calentita con la que instruir al joven... ¡Decidió probar a meterla por el pequeño ojete que en esos momentos tenía el pequeño!

¡Ahora ya unos meses mas tarde de follárselo día y noche con su gran pollaza, en ese rosado conducto de atrás entraría todo un camión de bomberos con mangueras incluidas!

¡Pero en esa primera vez el padre iba tan despacio en la introducción que el joven pensaba que aquello no iba a terminarse nunca!

Sus manos se clavaban en el colchón mientras el hombre seguía haciendo fuerza contra su ojete virgen.

El culo sumiso esperaba órdenes, que facilitaran al máximo la clavada. ¡Se levantaba un poco o se dejaba caer notando como el rabo seguía profundizando en la relación!

¡Ahora que había logrado que su padre dejara la bebida no podía permitir que el más leve lloriqueo terminara arruinándolo todo!

¡Era evidente que estaba disfrutando como nunca follándose un culo prieto como ese! …¡El endurecido rabo se abría paso haciendo que el chico sintiera como su culete estuviera a punto de abrirse en canal!

¡No sigue papa! …¡No pares! …¡Me da mucho gusto!

¿Quieres que te deje preñado?...¿Eh cochino? …¿quieres mi leche en tu culete?

¡Si por favor!...¡quiero que me dejes preñado!

Quiero terminar pariendo una camada de cerdos con una polla como esa para que me follen a todas horas.

¡Todos los días!

★★★

Las primeras luces del alba comenzaban a colarse por la ventana y los dos permanecían en la cama sin decir nada.

Luisito necesitaba siempre unos minutos para que su culo se acostumbrara a la perdida de carne que  acaba de asaltar su puerta trasera, mientras que el padre necesitaba que la sangre que hasta ahora solo se había bombeado hasta un único punto de su anatomía empezara a recorrer su cuerpo logrando que poco a poco fuera cobrando fuerzas para poder levantarse.

¿No te ha gustado? Le preguntó su padre mientras se rascaba la entrepierna, tirando de la polla hasta meter el grueso capullo dentro del capuchón que lo protegía.

¡No papa! …¡Sabes que me encanta,…me vuelve loco que me folles con esa polla que tienes! …

¡Si no fuera porque tenemos que trabajar me tiraría todo el día haciendo esto!

¡Es por el hermano! …

Cuando vuelva,… ¿Qué vamos a hacer?

¿Tendremos que volver a hacerlo a escondidas durante la hora de la siesta?

★★★

Había visto a Luisito pasearse por toda la casa con esos minúsculos calzoncillos delante de su hermano mayor sin notar en este el más mínimo interés.

¡La mera visión de su hijito de esa guisa había logrado que su polla dura  se agitara bajo el mono azul que llevaba en busca del estrecho agujero que el adolescente pretendía esconder con esa minúscula prenda!.

Martín no se excitó en absoluto pero el padre tuvo que pedirle a Luisito que lo acompañara hasta los cebaderos de los cerdos, para ver si se había puesto de parto alguna hembra.

Como era de noche y hacía algo de calor su hijo pequeño decidió acompañarlo de esa guisa.

¡Eso le facilito mucho más las cosas ya que pudo bajarle la prenda hasta las rodillas mientras lo ensartaba con fuerza! …¡Luisito de pie y con el culo echado hacía atrás para facilitar la enculada, se agarraba con fuerza a los barrotes mientras notaba como ese duro pollón entraba y salía de su interior!…

¡El muy inconsciente iba totalmente cubierto de fango!, primero porque se había puesto de rodillas para poder chuparle el rabo a su padre antes de que lo penetrara , haciendo que se enfangara hasta las rodillas y ahora al ir todavía descalzo notaba como sus pies se le clavaban en el barro… A su alrededor los gritos que emitían los chinos apagaban los gemidos que soltaban ambos mientras Martín permanecía en el interior de la casa. ¿Dios sabe haciendo el Qué?

Unos días más tarde también habían probado a poner una película porno. Los tres sentados en el sofá visionaban una escena en la que aparecían dos tíos con unos pollones enormes que intentaban introducir sin mucho éxito en las bocas siliconadas de unas tías maquilladas y repintadas más que una puerta.

En esa ocasión ambos habían notado como la polla de Martín había engordado considerablemente bajo el mono, pero en lugar de sacarse directamente el rabo como había hecho su padre o empezar a pajearse bajo el diminuto calzoncillo como había hecho Luisito. Martín decidió levantarse para irse a su habitación, dejando el hueco que ocupaba entre los dos.

La repentina ausencia del que hasta ahora les hacía de carabina no ayudó mucho a que el padre y el hijo no terminaran entregándose en un jueguecito que comenzó con un ligero acercamiento en el sofá y una paja compartida pero con la mano propia colocada en la polla opuesta.

Luisito terminó tumbándose en el sofá con la polla de su padre engullida hasta la garganta, y notando como dos dedos del semental le iban preparando el ojete para dilatarlo bien antes de la clavada.

En esta ocasión no pudo terminar siendo follado ya que la lefa de papa llego a inundar su garganta justo unos minutos antes de que Martín volviera a aparecer en el marco de la puerta para decirles a los dos.

¿Habéis pensado qué vamos a cenar esta noche?

★★★

A medida que iba ascendiendo por las balas de paja y escuchaba los gemidos que salían del escondite empezaba a tener más claro que nunca que Luisito había logrado por fin  tener éxito en lo que se había propuesto.

 Al entrar en la cabaña de balas de paja no pudo evitar  que una sonrisa maliciosa llegara a su rostro.

El gesto huraño de su cara alertó al hermano mayor que intento levantar al pequeño que en esos momentos estaba rebotando sobre el duro rabo del militar, enviado hace unas semana a la reserva.

Viendo como ese monstruo se les acercaba Martín empujaba del culo de su hermano hacía arriba pero este parecía no pensar en otra cosa que no fuera saltar y saltar sobre su dura polla.

Tal y como había acordado con Luisito lo terminó agarrando del pelo y lo lanzó hacia un lado, después de soltarle un buen sopapo que resonó en la estancia, haciendo que el miedo del hermano mayor aumentara aún más.

¡Largo de aquí ahora mismo que ya hablare contigo más tarde! Le chilló con ganas mientras lo veía recoger su ropa.

Luisito termino dejándolos solos para que hablaran.

El padre se sentó al lado de su hijo en la bala de paja mientras este intentaba cubrirse las vergüenzas con las manos temblorosas.

¡El cabrón de Luisito había recogido también las ropas de Martín para evitar que este pudiera vestir con ellas algo de dignidad antes de enfrentarse a su padre!

¡Yo no quería papa! …¡Ha sido él! Terminó diciéndole entre sollozos.

¡Lo sé Martín! …

¡Necesito que me cuentes una cosa!

¿Te ha gustado?...¿te ha dado gusto follarte a tu hermano?...

¡Supongo que también te la habrá chupado! …¡a mí me vuelve loco cuando lo hace! …¿has visto la cara de vicio que pone cuando se traga la lefa?

¿Te ha gustado, Martín, hacer todo eso con el hermano? Le insistía su padre mientras le acariciaba la pierna desnuda

¡Un poco! Le dijo entre dudas

¡Pues entonces tendremos que ocuparnos de que a tu hermano no le falte nada de esto, para que no vaya a buscarlo por el pueblo!

¿O es que quieres que todo el mundo se entere de que tu hermano pequeño es maricón?

 

EPILOGO:

Los dos manteníamos una conversación nerviosa.

¡Nos acabábamos de conocer en la estación del tren y por casualidades de la vida íbamos compartir destino!

Me contó que se llamaba Luis pero que en casa lo llamaban Luisito.

Yo en confianza le conté que como también era el pequeño de la casa, mi nombre dentro de ella era Juanito. ¡Pero que ya tenía bastante pelo en las pelotas como para que me siguieran llamando así!

¡Y por todo el cuerpo también! Me dijo mientras se relamía

En ese momento y mientras veía como su lengua se paseaba por la parte superior del labio me di cuenta de que su mirada no iba en absoluto dirigida hacía mi.

Al darme la vuelta vi como a unos dos metros de nosotros sentado en un asiento doble como el nuestro un tío de unos cincuenta y tantos se sobaba sutilmente el paquete mientras lo miraba.

¡Íbamos camino del cuartel donde a los dos nos iban a hacer unos hombres durante el servicio militar!

Seguimos hablando durante más de media hora sobre lo que nos esperaría al llegar.

¿Me vigilas un momento el petate mientras voy un momento al aseo? Me preguntó mientras se levantaba.

¡Creo que está ocupado! le dije yo inocentemente al ver cómo se levantaba y enfilaba hacía el aseo en el que hace unos instantes había entrado un hombre que viajaba con nosotros en el mismo vagón.

¡Aquí no hay nadie! Dijo al encontrar la puerta abierta.

No dudo en meterse dentro mientras yo miraba hacia atrás notando como el hombre de los cincuenta años había desaparecido de su asiento.

El traqueteo del tren facilitó las embestidas que Luisito empezaba a recibir después de haber estado mamando en incómoda postura la polla gorda y venosa de ese viajero casual, que estaba a punto de bajarse en Blanca.

¡Mientras tanto yo no dejaba de pensar en que si llegaba al cuartel acompañado de alguien como ese cochino salido no acabaría tardando en meterme en problemas!