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Los calzoncillos de salir

en Gays

★  ★  ★  [Asuntos sociales]

 

“Llevo ya un tiempo notando que algo raro anda mal en mi cabeza y después de pensarlo mucho, lo tengo más claro que nunca”

 

“Nadie, ¡JAMÁS!…, sabrá nada de lo que me pasa”

 

A todas horas es lo mismo, y por más que lo intente mis pensamientos sexuales siempre terminan derivando hacía la misma cosa.

 

“Lo confieso, … ¡Solo pienso en pollas!”

 

Imagino como la han de tener los hombres que veo por la calle. En cómo serán de grandes las pollas de mis compañeros en el instituto y más concretamente en el tamaño del pito de los dos o tres repetidores de mi clase.

 

También fantaseo con la polla que el profesor de gimnasia esconde bajo el pantalón de su chándal y me fijo también en el paquete del profesor de mates.

 

Lo dicho.

 

“¡Estoy completamente obsesionado!”

 

Esos penes imaginados se han convertido en el combustible que mis pensamientos administran mientras me hago multitud de pajas.

 

Al mirar a los chicos que me superan en edad, supongo que, al ser mayores que yo y estar más desarrollados, deberán tener pollas mucho más grandes que la mía.

 

Y luego está cuando pienso en esos tipos mucho mayores. Mis profesores, algunos vecinos de mi calle, mi padre…

 

Solo lo hago porque quiero saber cómo será el tamaño de sus pitos, para nada porque me interese llegar a tener algo con esas personas. Lo único que quiero es que tengan pollas grandes, gordas y bien duras.

 

Con solo cumplir con estos requisitos me valdrían para cumplir con mis fantasías.

 

Pero el principal problema reside en el lugar en el que me ha tocado vivir.

 

Se trata de un pueblo pequeño en el que todo el mundo se conoce y que se toma a modo de broma el que un maricón sea desenmascarado.  

 

La broma en sí, no se queda en mira el fulanito como anda, o mira el menganito que trazas de maricón que tiene.

 

La cosa pinta mucho peor para el interesado que debe soportar como ponen pintadas insultantes en las paredes de su casa.

 

Esas palabras son del tipo maricón, comepollas, vete del pueblo, cerdo asqueroso, … y no sé cuántas más lindezas por el estilo.

 

En ese instante es donde comienza esta historia:

 

- Habrá sido algún gamberro- dice mi madre mientras continúa pelando la naranja que le servirá de postre a mi padre.

 

- ¡Ha sido él quien se lo ha buscado! - dice papa antes de advertirme.

 

- ¡Ni se te ocurra hablar nada con él!

 

Los miró sin saber que decir. ¿Por qué querría yo hablar con ese hombre? Lo conozco de vista, y lo saludo sólo porque es vecino mío.

 

Ellos sabrán mejor cómo se llama pues yo apenas he coincidido un par de veces viéndolo salir o entrar de su casa.

 

Lo hacía, para ir a comprar algo a su madre. No trabaja, por lo visto los maricones cuando cuidan de su madre enferma hacen eso. No se les conoce oficio alguno y las gentes del pueblo suponen que el tiempo en el que la pobre mujer no pueda hacer carrera de él lo dedicara a sus vicios.

 

- ¿Te queda claro? - me pregunta mi padre viendo que no debo pensar, en si todo esto es propio de un pueblo civilizado, y que más bien me debo limitar a cumplir sus órdenes.

 

Después de mi afirmación vienen las chanzas.

 

Cuenta mi madre que lo vieron por el mercado vestido de mujer, que él se pensaba que no lo reconocían, pero que todo el mundo sabía quién era.

 

Sé que es mentira y que la mayoría de las cosas que dicen de él son inventadas, pero ignoro por qué se ensañan tanto con ese pobre hombre

 

Mi padre niega con la cabeza.

 

- Tener un vecino así es lo último que nos faltaba-dice con desprecio

 

Vivimos casi a las afueras del pueblo.

 

Rodeados de talleres, carpinterías y más sitios en los que trabajan solo hombres.

 

- Si ya decía yo que este merodeaba mucho por donde están aparcados los camiones de la fábrica- vuelve a decir mientras yo lo miro extrañado porque no sé muy bien a que se refiere

 

En ese lugar hemos jugado todos los niños del barrio. Allí nunca hay persona alguna.

 

“¿Por qué entonces jugar entre esos camiones a los que les falta todo, desde las ruedas, hasta las mismas puertas, puede llegar a convertirte en un maricón?”-pienso

 

- Pasará bastante tiempo hasta que esto que ha pasado se acabe olvidando y toda nuestra calle pueda volver a la normalidad-dice madre mientras recoge la mesa

 

- Espero que quite eso que le han puesto en la pared, pues mientras no lo haga aquí nadie se va a olvidar de nada- se autoreprocha Padre mientras mira por la ventana hacia las pintadas que hay justo enfrente

 

Las gentes del pueblo se terminarán olvidando y ese maricón borrara las pintadas de su casa o se irá bien lejos que es lo que debería de hacer.

 

Esto es lo que creen mis padres, pero cuando dicen que los maricones se están convirtiendo en una plaga empiezo a pensar que tal vez tengan razón.

 

Mi madre vuelve a hablarle a Padre acerca de ese vecino nuestro.

 

- Desde que falleció su madre no ha parado de dar problemas. El último de ellos vino con ese tío que metido en su casa y medio borracho comenzó a golpearlo.

 

- Le daría de golpes al ver que no recibía de ese maricón lo que realmente buscaba-dice mi padre con una sonrisa macabra

 

Mama también se ríe. Después sigue:

 

- Salió medio desnudo a la calle gritando que le querían robar

 

- ¡Mal no le estuvo y más fuerte le tendría que haber dado los palos ese tío!, a ver si con los golpes se le quitaba el mariconeo de una puta vez-argumentó mi padre.

 

Los miré a ambos, asqueado. Ellos en el fondo no parecían diferentes a los gilipollas que en el instituto habían comenzado una especie de caza de brujas.

 

En ella buscaban maricones o personas que pudieran aparentarlo.

 

Yo fui elegido, no por tener muestra alguna de amaneramiento, sino más bien por compartir calle con el tipo del que todo el mundo hablaba.

 

Sin embargo, aunque me doliera reconocerlo, razón no les faltaba.

 

"¡Sé que lo soy! Pero no puedo contarlo y mucho menos ahora con todo esto formado en el pueblo"

 

Mi madre habla de nuevo, dice que cuando se entere mi hermano se va a quedar medio muerto.

 

- Igual que yo cuando me lo dijeron en el bar-dice Padre

 

Mama solo afirma con la cabeza.

 

Padre vuelve a hablar:

 

- ¡Y pensar que toda la vida lo hemos tenido aquí entrando y saliendo en casa, y jugando con nuestros dos hijos mayores!

 

Jugaba no porque pretendiera que se lo follaran como parece insinuar mi padre, sino porque era de la misma edad que mi hermano mayor y al otro solo le llevaba dos años.

 

Papa se come el ultimo gajo de su naranja:

 

- Ese asqueroso no merece ni estar en la casa en la que vive – termina por decir mientras se lleva una sopa de pan a la boca

 

Como que no quiere la cosa, cambian de tema y comienzan a hablar de mi hermano

 

Al estar haciendo la mili en Teruel, este anda bastante apartado de los asuntos del pueblo. Mis otros hermanos, los que ya no viven en casa porque la abandonaron después de casarse, supongo que ya se habrán enterado del escándalo y si no lo han hecho, no tardarán en hacerlo

 

Me levanto de la mesa y voy hacia mi dormitorio. Estoy ya algo asqueado de este pueblo y el que todo lo que pasa en él sea objeto de comentario y valoración.

 

Sin embargo, de camino hasta el mismo solo pienso en hacer una cosa.

 

“¡Voy a pajearme!”

 

Mientras mis padres, hablaban y se burlaban del maricón del vecino, las imágenes que venían a mi mente me mostraban a ese hombre violento y rudo, desnudo en el interior de la casa de mi vecino.

 

Pero no pegándole palos por ser lo que era e intentándole robar, sino más bien, dejando que el hombre que ahora es insultado con pintadas en las paredes de su casa le hiciera de todo.

 

Me he excitado con solo pensar en eso y por más que he intentado rebajar mi excitación imaginando los golpes y gritos que debieron de producirse después cuando ese sinvergüenza intentó sacarle el dinero. No he logrado que mi erección se baje.

 

Ya en mi habitación, me he tenido que pajear frenéticamente

 

“Sé que en el fondo no es culpa mía”

 

“Antes de ver a mi hermano desnudo ni siquiera pensaba en las pollas”

 

“Desde ese día no paro de hacerlo”

 

“Él es, por tanto, el que tiene la culpa de todo lo que me pasa”

 

★  ★  ★  [Los calzoncillos de salir]

 

Hoy ha pasado algo y creo que debería contárselo a alguien

 

Mi hermano ha venido desde el cuartel. 

 

Era sábado y nadie lo esperaba. 

 

Por lo visto, ha cambiado el turno de guardia y le ha quedado libre este fin de semana.

 

Al no haber autobuses directos ha tenido que buscarse la vida y se ha venido haciendo dedo.

 

- ¡Toda una odisea! - me dice

 

Le sonrío y le dejo pasar, pero ahora que ya no estoy solo en casa me acaba de joder las dos o tres pajas que tenía previstas para esta tarde

 

- Hasta el mes que viene no podrá venir, pero lo hará ya con toda la instrucción terminada- me dice

 

- Padre y madre no están- le informo

 

De mis otros hermanos no le digo nada, pues desde que se casaron ya no viven con nosotros

 

Sigue contándome cosas del viaje, que si se quedó a dormir en el camión y que por poco se le pasa todo el finde en la carretera.

 

Yo solo lo miro, no tengo ni idea de lo que pretende hablándome de su absurda vida 

 

Se le ve nervioso, preguntándome insistentemente si nuestros padres llegarían a la casa o no. Aunque en el fondo ya lo sabe.

 

“Ellos nunca están en casa los sábados por la tarde”

 

Finalmente ha terminado de comerse el bocadillo que se ha improvisado y después de dar una vuelta o dos por el comedor con el petate todavía colgado de sus hombros se ha vuelto para preguntar:

 

- ¿Sabes si volverá madre?

 

- No esta tarde están, en eso de las bodas de plata. -Le he dicho

 

Mis padres celebran este año veinticinco de casados y el cura se junta con todos los matrimonios para celebrar el que hayan aguantado tanto tiempo como pareja.

 

- ¿Y qué hago con la ropa? -me ha preguntado

 

- Déjasela al lado de la lavadora y mañana cuando venga madre, te la lavará- le he dicho yo indiferente a sus problemas

 

- Pero es que me voy mañana y tendrá que estar seca y planchada para entonces

 

- Pues lávala tú.  ¿A mí que me cuentas?

 

- ¿Tú no sabrás poner lavadoras? -me ha terminado por preguntar

 

“Si le confieso que si, tal vez se burle”

 

Esas tareas no son propias de hombres, pero de ver a mama algo he aprendido. Sin embargo, antes de confesar algo así le digo:

 

- No será muy difícil.  Metes la ropa sucia en el bombo, le pones el detergente y el suavizante y le das a lavar girando a la ruletilla

 

- ¿Cuánto tiempo?

 

- Lo que dure el programa de lavado.

 

Me mira alucinado, por eso le aclaro:

 

- El programa de lavado es el tiempo que se necesita para limpiar la ropa y lo calcula sola la máquina

 

- ¿Eso lleva programas? ¿Cómo los de la tele? - me pregunta todavía más alucinado

 

- Se llaman así, pero no son programas. Una vez se lo pones, todo lo demás lo hace solo.

 

Se rasca la cabeza, creo que en esos instantes debe de tener el cerebro medio frito.

 

- Bueno vale, voy a bañarme y después me dices como se pone el programa para la ropa de mili. ¿vale?

No me queda más remedio que aceptarlo… A regañadientes. Después me sonrío mi hermano parece más tonto de lo que aparenta.

 

“¿Cómo va a existir un programa de lavado para la ropa de la mili?”

 

Desde la planta de arriba lo oigo trajinar.

 

Debe de estar buscando la ropa que se pondrá después de la ducha y me lo confirma cuando escucho la voz en la que me dice:

 

- Hermano, ¿has visto los vaqueros que me puse la semana pasada?

 

- Estarán en el armario- Le grito desde abajo.

 

Lo oigo abrir la puerta del mismo, no tardara en verlos colgados en su percha.

 

- Ah vale. ¿Sabes dónde está la camiseta roja?

 

Habla de la camiseta, con el logo de Adidas que se pone siempre y que le marca esos brazos y ese pecho. Con ella puesta se convierte en un mozo guapo a rabiar.

 

Le digo que ha de estar en el segundo cajón empezando desde abajo.

 

Mi hermano no encuentra nada, es un completo desastre.

 

Ahora que no está a mi lado el cuarto se ha quedado para mí solo. Y pierdo el tiempo acariciando la ropa que tiene colgada en el armario, imaginándomelo con ella puesta. Por eso me sé de memoria donde está todo

 

“Mi hermano es tan guapo, y esta tan bueno”- pienso

 

“¡Es más que normal que tenga ya novia!”- vuelvo a imaginar mientras mi mente comienza a elucubrar cosas

 

- ¿y mis calzoncillos de salir? -pregunta esta vez

 

En esos instantes todo mi mundo se viene abajo. No era la primera vez que me soltaban una ostia alguno de mis hermanos mayores por haberme puesto alguna de sus prendas y el hecho de que ahora mismo llevara puestos esos calzoncillos de los que me hablaba me convertían a mí en un candidato firme a llevármela

 

- No lo sé- le digo

 

- ¡No están en el cajón! -me dice desde el piso de arriba

 

- Mira en el de abajo.

 

- ¡Tampoco!

 

- Los llevarás en el petate- le insinúo

 

Miro entonces a esa bolsa de ropa sucia que se puede convertir en mi única esperanza. Podría cogerla irme donde está la lavadora y guardar los calzoncillos en su interior. Aprovecharía el tiempo de demora de mi hermano mientras se ducha para desvestirme y hacer todo esto.

 

“¡Si eso es lo que voy a hacer”- pienso

 

Después ya me las arreglare para hacerlo dudar acerca de si esa prenda había sido usada y manchada por él o no.

 

Me sonrío para mí mismo, triunfante

 

“No iba a ser esta la primera vez que se la colaba alguno de hermanos mayores con una pillería como esa”

 

Pero el sonido de sus pasos bajando las escaleras me advierte de que tendré que esperar un poco más

 

- Déjalo, ya los buscaré luego. Ahora vamos a poner esa lavadora.

 

Veo como deja sobre el sofá la ropa limpia que se pondrá después de la ducha y agarrando el petate se espera junto a la puerta del comedor para que yo salga.

 

La lavadora era, en aquellos años, un electrodoméstico algo novedoso que todavía no ocupaba un lugar destacado dentro de los hogares. En nuestra casa mi madre la había instalado en una caseta a la que se llegaba después de atravesar un patio lleno de macetas con geranios.

 

Por lo visto el ruido que hacía al centrifugar era ensordecedor y algo a lo que mis padres todavía no se habían acostumbrado.

 

Enfilamos ambos el camino que nos separaba del aparato relegado al destierro y cuando llegamos hasta allí veo como mi hermano abre el petate y empieza a sacar toda la ropa.

 

- Ve metiéndola dentro- me dice

 

- Tampoco es tan difícil. Solo hay que abrir la puerta esta e ir llenándola- le insisto

 

- Vamos no seas gandul. Ayúdame a poner la lavadora y después ya te dejo hacer lo que quiera que estuvieras haciendo

 

- Estaba viendo una película- Le reprocho haciéndole saber que por su culpa me voy a perder parte del argumento

 

- Ahora mismo estarán los anuncios, no te preocupes. ¡Si seguro que al final no tardamos tanto!

 

Flaqueo de nuevo, mi hermano es capaz de hacer conmigo lo que quiera. Estoy enamorado de él, pero eso es un secreto que no confesaré nunca.

 

- Debes meter la ropa por la puerta- le digo al ver como si no le indico donde está, nos vamos a tirar allí dentro toda la tarde

 

Mi hermano mira hacía el bombo como el que está viendo un cohete espacial a medio construir antes de preguntar:

 

- ¿Eso redondo es la puerta?

 

- Claro que es la puerta.  ¿qué quieres que sea?

 

- Pensaba que era una ventana para ver cómo se lavaba la ropa- me dice mientras continúa sacando prendas usadas de su petate para que yo las vaya introduciendo en el bombo

 

- Sonriendo me agacho y arrodillado delante de ese instrumento que a mi hermano le parece, mas difícil de manejar que un tanque en el que presume de haber hecho ya las maniobras, empiezo a explicarle que normalmente la ropa se separa por colores, pero que en su caso al ser toda de color caqui, no va a ser necesario.

 

Decido no prestar atención alguna a los calzoncillos usados que pasan por mis manos antes de introducirse ahí dentro.

 

No debo pensar en distracciones que me hagan empalmar y esta de la que os hablo es una de ellas

 

Acabo de meter todas las prendas y al cerrar recibo una primera advertencia que me turba ligeramente.

 

- Espera no la pongas en marcha todavía que tengo que desnudarme.

 

- ¿vas a desnudarte? -Le preguntó extrañado

 

- Claro. ¡Esta ropa que llevo puesta también me la tengo que llevar limpia!

 

- Bueno pues la metes ahí dentro y luego la pones.

 

- Intento salir de esa reducida habitación en la que estaba a punto de ver como alguien a quien observaba con cierta envidia comenzaba a desnudarse delante de mis ojos.

 

Pero mi hermano me advierte:

 

- No te vayas que aun no me has dicho como se enchufa este chisme.

 

Así que me vuelvo a arrodillar y voy metiendo, prenda a prenda, intentando no mirar hacía mi hermano, todas las que se van desprendiendo de su cuerpo.

 

- Toma la camiseta y espera que me quite los pantalones.

 

Logro mi propósito y puedo agarrarlos sin mirar a ese cuerpo que debe de estar ya en calzoncillos. Al cerrar la puerta ovalada de la máquina me vuelve a advertir:

 

- Espera que faltan los calzoncillos.

 

- Bueno pues te los quitas ahora después y los metes tú. Te enseño como se pone este chisme y me voy.

 

- Venga joder, si tampoco pasa nada porque me desnude aquí contigo. Ni que fuera a ser esta la primera vez que me ves la polla.

 

Dicho y hecho. Mi hermano que hasta hace unos minutos vestía de soldado se desprende del calzoncillo de color caqui haciendo que su polla se balancee y se mueva en el aire de un lado a otro.

 

Esta dura pues tengo la precaución antes de agacharme de nuevo para meter la prenda en el bombo de echar un vistacito somero.

 

Mi hermano espera paciente también a que introduzca los calcetines y al alzar la vista lo encuentro ahí pajeándose mientras me mira, hacer de amo de casa

 

- ¿Ahora qué?- me pregunta

 

-Tenemos que poner el detergente-le digo haciéndome el tonto

 

Mi hermano lo tiene detrás en una estantería. Por eso tengo que apartar su cuerpo desnudo para poder agarrarlo.

 

Al hacerlo noto el calor que desprende ese cuerpo desnudo y sobre todo el olor. No puedo evitarlo y termino empalmado como un burro.

 

“Solo espero que él no se dé cuenta de ello.”

 

Sigue pajeándose, como si el poner la lavadora, allí conmigo le resultara excitante. Yo sigo allí intentado parecer ajeno a ello, pero sin dejar de mirar de reojo a ese pollón

 

Con cierto nerviosismo abro el cajón para el detergente. Mis manos temblorosas derraman parte fuera.

 

Mi hermano deja de cascársela para advertirme:

 

- Estas tirando esos polvos.

 

- No pasa nada a veces se cae un poco.

 

- ¿Para qué sirven?

 

- Esto es el jabón con el que se lava la ropa y en este hueco de aquí echamos el suavizante.

 

- ¿Todo a la vez? - me pregunta incrédulo. Y al hacerlo me caza de nuevo mirando fijamente a su polla

 

- No te preocupes que ya la máquina lo va usando según le haga falta- intento decirle mientras mi vista nerviosa se dirige hacia la pared

 

- ¡Qué complicado es esto! – afirma

 

- Un poco- le digo

 

- Pero solo es cuestión de cogerle practica- vuelvo a decir

 

Lo miro, pero en lugar de hacerlo a los ojos me fijo completamente en su rabo.

 

Se está haciendo esa paja con lentitud recreándose.

 

Tira de la piel hacía atrás hasta que el rojizo capullo aparece, entonces agita esa polla en el aire, y de nuevo con ayuda de su mano comienza a correr la piel hasta cubrir por completo ese enorme capullo.

 

Yo le enseñaría como se debe poner la lavadora, pero el parecía querer corresponderme mostrándome como se hacen las pajas

 

Le digo que tiene que girar la ruleta y seleccionar “tejidos sintéticos”

 

Se acerca aún más dejando que su cuerpo completamente desnudo se roce con el mío

 

- ¿Y por qué tejidos sintéticos? - me pregunta en la oreja

 

- Porque madre siempre usa ese- Le contesto notando el calor que desprende ese cuerpo desnudo al estar tan cerca del mío

 

Ambos, pegados como lapas vemos como el tambor comienza a girar

 

- Ahora hay que esperar a que terminé- le digo mirando de reojo ese pollón que tiene duro entre sus manos. Estoy demasiado nervioso como para pensar en qué lo mejor que podía hacer en esos instantes, era irme corriendo de allí

 

- ¿Tarda mucho en acabar?

 

- Una hora para lavar, y unos veinte minutos y pico de centrifugando

 

- Entonces tenemos tiempo de sobra.

 

- Tiempo de sobra ¿para qué? - Le pregunto apartándome al ver alarmado como una de sus manos se había posado en mi culo.

 

El agarrón ha sido leve, pues el salto brusco que he dado ha evitado que su mano permaneciera durante mucho tiempo tocándome, pero la puerta por la que debía salir estaba al otro lado de ese cuerpo desnudo que ahora más que nunca me bloquea el paso

 

- Tenemos tiempo para comenzar haciéndonos una paja. También puedo dejar que me la mames y si quieres también puedo probar a darte por el culo

 

Los pensamientos que recorrían la perversa mente de mi hermano no podían ser más homosexuales, por eso decidí contradecirlo.

 

- No quiero pajearme aquí contigo, tampoco voy a chupártela y no se ni siquiera cómo has estado para pensar en que voy a dejar que me des por el culo

 

- Todo a su tiempo, hermanito. Todo a su tiempo. Tenemos una hora y algo para hacer todo eso.

 

Da un paso más, acercándose a mí. Mi cuerpo está ya apretado con todas mis fuerzas contra esa pared. En mi espalda se empiezan a clavar las cosas que hay colgadas en ese lado del cuarto

 

Si ese soldado avanza un poco más en sus pretensiones, ni un palmo nos separaría a ambos en ese perverso juego que pretendía iniciar.

 

- Se lo diré a madre

 

- Cuéntaselo, yo solo le diré que me has enseñado a poner la lavadora, y que si me he desnudado aquí delante de ti ha sido para meter toda mi ropa dentro.

 

- Si me tocas le contaré todo a padre y este te matara a palos

 

“No me queda más remedio que terminar amenazándolo”

 

Se sonríe, parece importarle una mierda lo que haga después de que termine ese programa de lavado de ropa que hace unos instantes acabamos de iniciar.

 

Estoy solo en casa, con mi hermano desnudo y con la polla bien dura delante de mí y sin posibilidad de salir de ese cuarto si él no me deja hacerlo

 

Entonces me coge la mano mientras me dice:

 

- Por eso vas a ser tu quien me agarre la polla y el que vaya haciendo todo lo que te vaya diciendo. Si participamos ambos de esto los dos disfrutaremos, te lo aseguro

 

- ¡Yo no soy maricón! ¡Tú sí por lo que estoy viendo!

 

- ¿Sabes una cosa hermanito? ¡Me importa una mierda si soy maricón o no! Vengo tan caliente del cuartel que todo lo que me digas me resbala. Hace un día pensaba igual que tú, pero encontré a un camionero que como a ti le gustaban las pollas y no veas lo bien que lo hemos pasado, AMBOS, durante este viaje

 

El que resaltara la palabra ambos, me sorprendió casi tanto como el que me revelara que había venido a casa de improviso y haciendo cochinadas con un camionero mucho mayor que él.

 

- ¿Sabes lo que ha dicho ese hombre de mi polla? Ha dicho que era enorme, y por lo visto ha visto ya muchas. ¿tú qué opinas crees que la tengo grande?

 

Ante su pregunta no puedo evitar que mis ojos se centren en esa zona.

 

Afirmo inocente. Solo he visto la suya. Bueno también la mía. Por eso estoy en condiciones de afirmar que su polla es tremenda.

 

- Agárramela, sé que te gusta mi polla y no me importaría que jugaras con ella- me pide ese soldado, ahora desnudo para mi vista y recreo

 

Lo miro alarmado, pero solo obtengo un movimiento afirmativo de su cabeza

 

- No se lo contaremos a nadie. Ni a Padre ni a madre-me dice de nuevo

 

Esta vez miro hacia su polla, dura palpitante sujetada ya por mis manos que la agitan algo nerviosas

 

- Solo hemos venido aquí para poner la lavadora y todo lo que hagamos aquí será solo eso. Esperar a que termine- me dice de nuevo

 

Veo como el electrodoméstico detrás de nosotros sigue girando la ropa de color caqui, a un lado y hacia otro. Emitiendo ese característico sonido y logrando que a su vez en mi cabeza los deseos se revolvieran con los temores.

 

- Puedes dejar eso ahí, así podrás pajearme mucho mejor

 

Se refiere al cacillo del detergente que todavía tengo entre mis manos. Lo dejo sobre esa lavadora, que comienza a girar esta vez en la otra dirección.

 

- Podríamos hacerlo aquí las veces que quieras. Cuando no está la lavadora puesta no viene nadie- me insinúa.

 

Por lo visto esa paja que le estoy haciendo le está gustando bastante. Tanto como para querer repetirlo más veces

 

Sigo pajeando esa polla sin creer si todo aquello es real o una mera invención mía

 

- Te voy a hacer esta paja, pero solo para que me dejes salir- Le digo

 

- Como quieras- me contesta mientras suspira

 

Le está gustando y se lo noto no solo por como respira sino por lo dura que tiene la polla en esos instantes

 

- Debes metértela en la boca y empezar a chupármela. Eso te gustara todavía más que lo que me estás haciendo

 

Niego con la cabeza, pero sin dejar de pajearlo.

 

Ese duro y caliente pollón que palpita entre mis manos me ha vuelto completamente loco.

 

- Me da asco hacer eso- Le digo mientras agacho la cabeza para empezar a calcular si ese rabo o al menos el capullo será capaz de entrar en mi boca.

 

- Tranquilo, que nunca le contaremos a nadie que lo has intentado siquiera. Solo me la chupas un poquito y si no te gusta lo dejas.

 

- Vale- le digo mientras veo a su vez, cómo mis piernas se doblan para caer de rodillas en el suelo de esa caseta

 

- El camionero que me ha traído hasta el pueblo me la ha terminado chupando y me ha dado tanto gusto que al final me lo he tenido que follar

 

Alzo mi vista alarmado. Sin dejar de pajearlo. No puedo creer que esa polla de veintidós centímetros, tan gorda y a la vez tan dura, pueda llegar a entrar dentro de un culo.

 

- ¿De verdad que ese camionero era maricón? -Le preguntó extrañado

 

- Sí, puedes creerlo- Me va diciendo mi hermano mientras nota como su duro y palpitante capullo comienza a ser lamido por mi temblorosa lengua

 

- El hijo de la Quica también lo es. Han puesto pintadas en las paredes de su casa llamándole de todo

 

Mi hermano se agarra de nuevo la dura y chorreante polla y me la incrusta en la boca. Para evitar que me la saque pone su mano detrás de mi nuca.

 

- Si ya he visto las paredes de su casa pintadas cuando venía, pero tú chúpamela de momento y ya me contarás luego lo que ha pasado en este pueblo mientras yo no estaba

 

Creo que se equivoca, pienso que es muy importante que lo sepa. Que por lo visto los maricones no son bien vistos en este pueblo. Pero al no poder hablar con esa polla dentro de mi boca me esmero en chupar y chupar.

 

Me encanta ese sabor. Alzó los ojos y lo veo retorciéndose de gozo. Mirando al techo mientras sus manos me sujetan la cabeza para evitar que me aparte.

 

“Tampoco debo asumir riesgos innecesarios”-pienso yo. Mientras mi hermano mayor me deje que le chupe la polla. Nadie en el pueblo tiene porque enterarse de que hay un maricón más entre sus gentes.

 

★  ★  ★  [El programa de lavado]

 

- Desnúdate. Ahora voy a follarte- me dice mi hermano mientras me arrebata ese manjar de entre los labios

 

Lo miro molesto. No quiero que haga eso.

 

Solo deseo chupársela las veces que quiera o le apetezca.

 

- No quiero que me des por el culo- le digo casi temblando

 

- Venga va. No seas gallina si es solo para ver hasta dónde te entra

 

Orgulloso, mientras se pajea me enseña su polla agitándola en el aire. Ambos estamos calculando mentalmente si seré capaz de alojar dentro de mi culo semejante torpedo de carne.

 

- ¿y cómo me pongo? -le pregunto

 

- Pues para empezar tendrás que desnudarte tu también

 

Sin saber porqué, me incorporo para empezar a desnudarme algo nervioso.

 

- ¿Cuánto tiempo has dicho que iba a durar esto? - me pregunta mientras se pajea y mira al bombo de la lavadora dar vueltas de un lado a otro.

 

- Una hora y pico creo- le digo yo mientras me quito la camiseta

 

- Entonces tenemos tiempo de sobra. Ponte mirando hacia la pared y me enseñas bien el ojete. Debo dilatártelo un poco antes de intentar metértela

 

Con las manos apoyadas en ese vibrante aparato eléctrico noto como los cachetes de mi culo imberbe son apartados por esas manos. Noto como algo húmedo me roza el ano.

 

Miro para ver si es su polla, pero no, se tratan de unos dedos mojados en saliva

 

Intenta introducirlos, pero no puede, mi culo por suerte para mi está bien cerrado

 

- No puedes cerrarlo, si lo haces no podre follarte- me aclara

 

- No quiero que me folles- Le vuelvo a decir

 

Mi hermano agarra mi polla, desde atrás y empieza a pajearme, no esperaba tal maniobra y al notar el gusto de una mano ajena sobre mi polla el culo me traiciona y se va hacia atrás.

 

- Pues para no querer que te la claven la tienes jodidamente dura

 

- Es por, es por, es por, …uffffff

 

He intentado decírselo, pero al final he creído que sería mejor no confesarle que la tengo así de dura por el mucho gusto que sentía al chupársela.

 

Ahora ya da igual pues mi hermano ha conseguido lo que pretendía al distraerme

 

Al encuentro con esos humedecidos dedos se produce una especie de escaramuza que es solventada, cuando uno de los dedos invasores se adentra en tierra enemiga

 

Suspiro, molesto. Mi pene se eriza.

 

Entonces lo pienso:

 

“No es molestia, es placer”

 

- ¿Ves? - me pregunta él.

 

Luego afirma:

 

- Cuando tu culo se abra podrá tragarse cualquier cosa. ¡También mi polla!

 

Alarmado por sus pretensiones miro de nuevo hacia su polla. Esta dura a reventar y al agarrársela con fuerza noto que tiene el grosor de mi puño cuando está cerrado.

 

- Es muy gordaaaaa, hermanoooo. Ufff, ¡no vas a poder!

 

- Tranquilo que no pienso metértela de golpe. Lo haremos despacio

 

Me estremezco, esta vez noto como un nuevo dedo se está metiendo dentro de mí. Ahora son dos los que me hurgan

 

Los saca, y escupe de nuevo sobre ellos. Mi ojete boquea mientras espera impaciente.

 

- Si no lo preparamos bien podría romperte el culo a pollazos y a ver cómo le explicamos que no puedas andar a padre.

 

Lo miro lleno de miedo.

 

Él sonriente, no deja de pajearme, ya son tres los dedos que me profanan y quiero que sean más, muchos más.

 

- Voy a follarte hoy, hermanito, aquí en este sitio y te gustará tanto que querrás que lo repitamos cuando vuelva de hacer la mili.

 

No hago otra cosa más que afirmar con la cabeza.

 

“¡Seré subnormal!”- Pienso.

 

“Cuando se enteren en el pueblo de que yo también soy maricón se va a liar una más gorda todavía”

 

Mi culo sin saber porque baila al compás de esos dedos y todo mi cuerpo sigue pidiendo más dolor, más de eso que me están haciendo en el culo.

 

Gimo como un perrito, no puedo negar que una parte de mí lo quiere, y por la expresión de su rostro, él lo sabe también.

 

- Ahora debes permanecer quieto, si te mueves será peor, incluso- me dice

 

Lo veo escupir sobre su polla y lleno de pena noto como esos dedos abandonaban mi gruta. Pronto soy recompensado por algo más grueso y caliente, mojado por sus babas y por ese líquido trasparente que no paraba de salir por la punta de ese rabo.

 

- Allá vamos- me dice mientras comienza a empujar

 

Doy un gritito, al notar como esa tremenda cosa comienza a presionar. Una risita me acompaña al notar como avanza con rapidez hasta quedarse ahí acoplada.

 

- Te he metido el capullo. ¿lo notas?

 

- Sí, sí. No puedo moverme ni para adelante ni hacía atrás. Por eso intento clavar mis uñas en la lavadora.

 

- Relájate, que esto no es nada, voy a seguir metiéndotela.

 

Grito de nuevo, esta vez bien fuerte, pero su mano se coloca sobre mi boca.

 

- Tienes que aprender a engullirte mi nabo sin gritos ni ostias. No siempre vamos a tener la suerte de estar solos en casa- me dice

 

Muerdo uno de sus dedos notando como sabe a mi propio culo, Decido chuparlo y echar el culo hacía atrás. Cuando antes acabe con esto antes podré contárselo a padre.

 

Mi hermano había vuelto del ejército para violarme, posiblemente eso era lo que les enseñaban allí ahora.

 

Noto como se sale de mí. Pienso, con cierta razón, que debe de haberse dado por vencido, así que dejo de morder ese dedo que sabía a mi propio culo, pero a traición y sin avisar vuelve a empujar

 

- ¿Qué haces? -Le acabo preguntando después de contener un desgarrador alarido.

 

- Estoy follándote este culo tan apretadito que tienes- me aclara

 

- ¡No quiero que lo hagas! - le chillo

 

- Si quieres, lo que pasa es que todavía no dejas que tu propio cuerpo sea el que haga el trabajo. Deja de pensar en lo que estás haciendo, deja de pensar en lo que soy y deja que sea mi dura polla la que te lleve

 

- No puedo soportarlo.

 

- Si no pudieras me habrías comido la mano, hubieras atravesado esa pared incluso.

 

No le falta en parte la razón, su polla ayudada por la gran cantidad de lubricante natural que desprende me va penetrando.

 

Con ese presemen que expulsa ese enorme y grueso capullo, mi hermano está logrando su objetivo

 

“¡Me rompe el culo, allí en mi casa, él!”

 

“¡Nunca podré contarlo!”

 

- ¿Notas lo dura que esta? ¿notas cómo me la has puesto maricón? -me pregunta sin parar de salir y de entrar.

 

- Sí, si lo estoy notando todo.

 

Mi polla latía, era como si estuviera reaccionando de forma violenta a no ser atendida por mi perversión y comenzó a escupir semen a trallazos.

 

- Me estoy corriendo, le grito sin saber por qué, ni cómo

 

- ¿Quién tú? - me pregunta mi hermano mientras larga una de sus manos y me agarra mi polla para comprobarlo.

 

Al tocármela todo mi cuerpo se eriza.

 

-Agghhhhh joderrrr, no puedo masss

 

Mi culo goloso se lanza hacía atrás clavándose esa polla hasta los huevos y mi polla sigue escupiendo semen con fuerza.

 

Mi blanquinoso líquido llega a caer sobre el polvo derramado. Ese detergente que ya no podría ser usado de nuevo.

 

Mama solía recuperarlo con las manos y lo metía de nuevo en el bombo, para que en el próximo lavado hiciera su función, pero no se podrá lavar la ropa con esa leche mezclada.

 

Cuando mi hermano termine de follarme tendré que limpiar ese cuarto también

 

Debería borrar todas las huellas. Nadie podrá notar nunca, que allí dentro me han dado por el culo

 

Mi culo no puede cerrarse, tiene tal pollón entrando y saliendo que imagino que pronto comenzara a salir la punta al menos por mi abierta boca.

 

Mi polla anda con vida propia escupiendo semen y mi labios exhalan gemidos que eran escuchados ya por todo el vecindario.

 

- Calla maricón, que te van a oír los vecinos- me dice mi hermano sin parar de follarme

 

- arggghhh, es que no puedo.

 

- Mierda yo tampoco puedo- Grita

 

Sus caderas se agitan en violentos espasmos y sus manos se clavan en mis caderas. Empieza a embestirme como un toro y de pronto se para, mordiéndome en el cuello mientras su espesa descarga comienza a entrar

 

Noto como sus huevos bombean sin descanso millones de proyectos de descendientes dentro de mí. Eso era el semen, en su afán reproductorio las pelotas no tienen límites.

 

Durante unos minutos permanecemos así, dos cuerpos sudorosos, abrazados, notando como las últimas oleadas de nuestro propio placer nos van abandonando

 

Se aparta al fin y tirando de mis calzoncillos me los sube hasta que mi culo queda cubierto. Luego hace lo mismo con mis pantalones. Se lo agradezco con la mirada, pues tengo el ojete tan dolorido que ni vestirme siquiera hubiera podido

 

- Tenías puestos mis calzoncillos de salir y no me has dicho nada cuando te he preguntado por ellos- me reprocha

 

- Pensaba que no te ibas a dar cuenta.

 

- Ya ves que sí, ahora que voy a follarte las veces que quiera no podrás cogerme las cosas. Si no tendré que terminar pegándote

 

- Lo siento, no quería que te enfadaras- Le digo confuso

 

- Además ahora se han manchado con toda mi lefa. A borbotones te sale del culo.

 

Lo miro alarmado, el que hubiera hecho de mi culo una fuente no estaba entre mis planes.

 

- Se cerrará, estate tranquilo. Ese camionero me ha dicho que tarda solo un rato en hacerlo- me dice adivinando en parte mis pensamientos

 

Mis dedos tocan mi parte trasera. Llevaba puesto el pantalón y sus calzoncillos, pero me noto mojado, manchado y sucio.

 

“Tengo el culo recién preñado y esa exactamente es la sensación que se tiene”

 

- Voy a bañarme mientras acaba de lavarse todo esto- me dice él mientras señala hacia la lavadora

 

Ahora por lo visto mi hermano si parecía querer escapar de esa caseta.

 

Mis manos seguían apoyadas sobre esa lavadora, estoy todavía abierto de piernas, notando como me habían rajado.  Mi vello púbico se ha manchado por mi propio semen y ahora también moja la tela de esos calzoncillos.

 

Intento andar, pero mis piernas estan demasiado débiles como para que no se me note que me acaban de romper el culo. Mi ojete sigue palpitando y escupiendo lefa

 

“¡Qué dolor!”- pienso

 

“¡Qué placer!”-Le reprocha esta vez mi vicioso cerebro a mi mancillado cuerpo