miprimita.com

La historia de Pedrito y el Lobo

en Gays

[ Introducción de la historia:

 

Roberto el leñador, tras una larga jornada de trabajo en el bosque, ha vuelto a la casa de los tres hermanos para saber más acerca de su pasado.

 

De momento lo único que ha logrado adivinar sobre ellos es que portan un extraño medallón que les confiere un increíble poder de seducción, y que durante años han sido perseguidos por una secta, los adoradores de Krodha.  De momento no han logrado su propósito pero quién sabe el tiempo que tardaran en cercarlos y darles caza, hasta arrebatarles esa extraña reliquia.

 

La noche y el cansancio acumulado durante esos dos intensos días ha logrado que deban dejar el relato de cómo lograron rescatar a Marcus de entre las garras de los adoradores de Krodha, para el día siguiente. Sin embargo Marcus ha decidido acompañar a su amigo hasta su casa para poder charlar un rato a solas con el sin la presencia de sus otros dos hermanos.

 

Marcus está decidido a saber porque el leñador teme de esa forma al bosque y por qué los pelos de su piel se le erizaron como escarpias, cuando oyó hablar de la secta de adoradores de los hombres lobo.

 

Al parecer no solo son los tres hermanos los únicos que ocultan secretos imposibles de narrar en la pequeña aldea de Baton Dur]

 

Era ya noche cerrada y los dos hombres caminaban presurosos haciendo que sus pasos sonaran con fuerza en la inmensidad del silencioso bosque.

 

El revolotear de algún murciélago o el ulular de los búhos quebraba el silencio sepulcral de esa noche de luna nueva y les había hecho girarse sobre sus pasos en varias ocasiones. Ambos parecían esperar un inminente ataque que no llegó a producirse.

 

-Si necesitara de alguien para usarlo como carnaza ante el ataque de alguna fiera me hubiera traído a Eugene. Este al estar más rechoncho que tú, podría haberme dado una mejor oportunidad de huida mientras lo devoraran.

 

-No es mi intención el morir siendo devorado por las fieras, ni esta noche, ni ninguna otra. Si me he decidido a acompañarte es para que me cuentes que sabes tú de esos licántropos de los que hemos hablado vagamente durante nuestro relato y que han logrado que se te ericen todos los vellos de la piel, al mentarlos.

 

Roberto se había parado unos instantes a descansar, apoyando la espalda sobre el grueso tronco de un roble y después de llenar su pipa, con algo de tabaco, le prendió fuego haciendo que una llamarada de color naranja iluminara su rostro durante unos segundos.

 

La tenue luz le permitió a Marcus saber que estaba en lo cierto y que esa intuición que tenía se acababa de convertir en certeza. Roberto tenía información sobre la presencia de hombres lobo en esos bosques y estaba decidido a que se la contaran esa misma noche.

 

-¿Y qué te hace a ti suponer que le tengo miedo a los licántropos?. Un certero golpe de mi hacha los partiría en dos, antes de que pudieran llegar a morderme. Si alguno de ellos pretendiera transformarme de esa forma acabaría en una olla hirviendo, convirtiéndose de paso en un buen caldo para mis perros.

 

El humo que salía de la pipa del leñador, se diluía lentamente, en la oscuridad de la noche ascendiendo con parsimonia. Todavía los separaban de la casa del leñador unas tres millas de distancia y habían decidido hacer un pequeño descanso en ese claro del bosque, antes de proseguir.

 

-¿Por qué no me cuentas qué es lo que sabes tú de los licántropos antes de que lleguemos a tu casa?. Es muy importante que sepa qué clase de relación tienes tú con esos seres.

 

-¿y qué  te hace suponer que yo haya tenido algún tipo de relación con un licántropo?. Soy un tipo velludo, más de lo normal podría llegar a afirmarse. También aullo … de placer,  cuando una buena polla me atraviesa las entrañas. Pero eso no me convierte en uno de ellos.

 

-Pero, no me equivoco cuando digo que alguna vez has tenido a alguno cerca de ti, ¿verdad?

 

Le preguntó Marcus mientras cogía la pipa del leñador para darle una profunda calada. Al aspirar con fuerza logró que el tabaco que ardía en el interior se encendiera lanzando una tenue luz rojiza sobre su rostro. En esos ojos el leñador vio por fin la necesidad de saber de su joven amigo y decidió contarle lo poco o casi nada que sabía acerca de esos seres.

 

-Te lo contaré con una condición. Quiero que después seas tú el que me expliques cómo diablos lograste escapar de ese orfanato y porque tus hermanos y tu, decidisteis instalaros en Baton Dur. ¿Que tiene esta aldea que haga que vuestra presencia en este lugar sea importante en esa extraña misión que me ocultáis?

 

Mientras le hablaba arrancó la pipa de entre las manos de Marcus y volvió a llevarla hasta su boca. En la punta encontró la caliente saliva del joven que empezó a chupar con fuerza. Era una forma encubierta de besarse, y que habían practicado sin rubor alguno, en los actos públicos en los que ese tipo de cosas serían fuertemente reprobadas por el resto de los aldeanos de Baton Dur.

 

En esos momentos no los rodeaba nadie que pudiera reprocharles el hecho de que se lanzaran a fundir sus ávidas lenguas, la una contra la otra intentando arrancar del otro el sabor del deseo que tenían en esos momentos por fundirse en uno solo. La complicidad de la noche les permitiría desnudar sus cuerpos logrando que el tacto de sus manos les erizara cada vello de su piel.

 

Roberto agarraba de la cara a Marcus mientras su lengua se introducía dentro de la boca del joven. Este la lamía y relamía notando en ella el fuerte sabor a tabaco. Encontraba un gusto especial a fumar de esa forma, sin humo que le inundara los pulmones y estando casi a punto de recibir una polla en la boca que le haría abrir la garganta hasta el punto de casi morir ahogado. Ese era pues, es el camino que había decidido recorrer el chaval,... Fumar pero no en pipa, tragarse un buen puro hasta casi ahogarse con él. Acuclillado, con las manos agarradas a las pantorrillas desnudas y cubiertas de vello que tenía ese rudo hombre,  dejando su cara a la altura de la durísima polla que ya lo esperaba vibrante y deseosa de notarse engullida, le volvió a rogar.

 

-Roberto, te lo ruego, cuéntame lo que sabes de los licántropos mientras hacemos un breve descanso en este claro del bosque.

 

La mano agarraba con fuerza ese mástil vibrante de carne que babeaba llena de deseo, pero Roberto no quería dejarse mamar todavía. Quiere que Marcus le prometa que el también le contara lo que sabe y no le quiere narrar. Ahora que ha conseguido separarlo de sus dos recelosos hermanos está decidido a saber qué propósito tienen que cumplir los tres en esa recóndita aldea.

 

-Después de que te relate lo poco que se de ello, tú me contaras también el resto de tu historia. Quiero saber cómo lograste escapar de ese orfanato. Por lo que me han contado las gentes que saben algo del tema, esos lugares sometidos al culto del Dios Krodha, son casi inexpugnables.

 

Marcus no responde se acaba de tragar el rabo hasta la mitad y comienza a chupar con fuerza. Roberto lanza un suspiro, de aprobación, que empieza a recorrer el silencioso bosque.

 

Pese a no haber sido capaz de obtener una respuesta el leñador sabe que el joven cumplirá con lo pactado, así que un alarde de autocontrol empieza a hablar mientras se siente transportado al limbo del placer carnal.

 

“Marcus la chupa de escándalo, jamás ha conocido a alguien que lo haga tan bien. ¿cuántas pollas habrá mamado ya el joven adolescente, para gozar de semejante pericia?”

 

Decide no pensar en ello ya que no quiere correrse demasiado pronto, la historia que debe relatar le va a llevar un tiempo y quiere arrastrar a ese joven con él, en el placer supremo que en ese preciso momento está empezando a sentir. Quiere que Marcus goce de la misma forma que él, quiere follárselo allí mismo, a merced de las fieras y los peligros de ese oscuro y siniestro bosque. Le importa ya una mierda el que pueda morir de esa forma, con el tío al que ama y por el que entregaría su propia vida si fuera preciso.

 

★★★

 

Comienza a hablar y Marcus escucha con interés su historia. Tiene la boca ocupada pero no los oídos…

 

-Supongo que sé de los licántropos lo que sabe todo el mundo. A través de esos mitos y leyendas que hablan de unos seres mitad hombre mitad bestia, que se transforman en lobos mientras le aullan a la luz de la luna llena.

 

-El resto de las cosas que sé de estos seres lo he sabido también, a través de mi cuñado. Pedro.

 

-Conocía a Pedrito, desde hace tiempo, mucho antes de saber de la existencia de mi esposa.  Le llamo Pedrito por que le tengo mucho cariño, en aquellos tiempos era... bueno ya sabes, … un buen pedazo de marica.

 

Marcus intentó sacarse el duro rabo de Roberto con la intención de protestar, a el tampoco le gustaba que lo llamaran de esa forma,  pero la mano del leñador le presionó con fuerza en la nuca.

 

Acostarse con hombres, en aquellas remotas tierras, no era ningún hecho denigrante, al contrario era de lo más placentero. Todo el que alguna vez tenía la ocasión de probarlo lo volvía a repetir sin duda. Aquellas tierras estaban plagadas de machos que habían terminado sucumbiendo a los placeres del placer carnal entre hombres. Muchos volvían a sus casas con sus mujeres presurosos después de haber dejado que en esos bosques su culo fuera profanado por más de una polla que sin descanso los había taladrado hasta hacerlos gritar de placer. De vuelta en su rutina diaria no podían dejar de añorar aquel encuentro con unos bandidos en el bosque que le habían robado hasta el último bicho de cobre de su bolsa pero que tanto placer le habían dado.

 

No tardaban en alistarse en el ejército, sabían en que ocupaban las noches los valientes soldados del Credo, en los periodos en los que no había ninguna ciudad que asediar ni ninguna joven mozuela a la que protegerle su virtud. En esas cabañas de lino y ocultos a las miradas ajenas los soldados del Credo se entregaban en Orgias sin descanso en los que los culos y las bocas de los recién alistados, eran saciados por el viril y abundante semen de esos rudos y valientes machos.

 

-Tranquilo lo digo con todo el cariño del mundo. Ya sabes lo mucho que me gustan a mí los maricones, … sobre todo, oh siii, … que gusto daaaaa … yacer con ellosssss

 

La explicación del leñador pareció bastarle y Marcus volvió a mamar con más fuerza. Quería demostrarle a Roberto que el al dejarse llevar de esa forma era casi tanto o más marica que el mismo.

 

Con un nuevo y sonoro suspiro, Roberto,  prosiguió con su relato.

 

-Pedrito, oh siii ... todavía hoy sigue siendo un poco afeminado. Tenía por aquel entonces dieciocho años y estaba todo hecho un bombón. Nadie al verlo, diría que le iban las pollas más que los coños. Pero eso le pasa a casi todo el mundo ¿no crees?

 

-En esta jodida aldea algunos hombres tienen el culo más abierto que el coño de las putas, pero es lo que suele pasar en las encrucijadas de caminos. ¡Aquí el que no folla … es follado!. Es la jodida ley no escrita por nadie, que ha hecho de Baton Dur un lugar tan transitado y al que todo el mundo quiere volver.

 

Al ver como no le respondían prosiguió.

 

-Un par de veces a la semana, mi cuñadito, iba desde el pueblo hasta la casa de sus abuelos, está cerca del manantial donde se bañan las vírgenes del Credo, para purificarse, después de los días rojos. Pedrito lo hacía, de forma inconsciente,  adentrándose peligrosamente en este bosque.

 

Marcus, vuelve a mirarlo de nuevo a los ojos, después de sacársela durante unos segundos para relamer el grueso y palpitante capullo. Una nueva calada a la pipa ha permitido que el claro sobre el que los dos cuerpos se entregan se ilumine durante unos segundos, permitiendo que se crucen las miradas.

 

“¿Cómo es posible que Roberto el rudo y valiente leñador del que todos hablan,…, por su fuerza y valentía,  tema tanto a este bosque que rodea la aldea?

¡Roberto, el gran Roberto!... ¡Ese hombre que ha matado hasta un ogro con un certero golpe de su hacha! …¿Cómo y porqué tiene miedo del bosque? …

El leñador le había casi rogado a su hermano, Cristian que no usara como refugio en su huida el frondoso y espeso bosque!...¿Por qué?”

 

Pero en ese momento Marcus, sólo quería saber de Roberto y de su historia, así que abriendo se nuevo la boca se la volvió a engullir, hasta las amígdalas. Un nuevo suspiro de placer animó a Roberto a seguir con el relato.

 

-Yo llevaba una temporada trabajando en esa zona, ya sabes, en trabajos de desbroce para evitar incendios, y lo veía pasar, con esos andares, bamboleando su culito prieto de un lado a otro. ¡Se le notaba a la legüa el amaneramiento!

 

-Al ver la cesta que portaba supe que les llevaba comida a sus abuelos y, en el camino lo veía recogiendo flores, cualesquiera, para dárselas a su abuela, supongo. ¡A Pedrito siempre le gustaron hacer todas esas cositas propias de nenas!

 

-Me hice el encontradizo con el chico y desde aquel día comenzamos a hablar, de cualquier cosa, era un chico de los que se enredan enseguida y hablan con cualquiera.

 

-Sabiendo de las gentes que recorren estos bosques cada vez tenía mas claro que el joven Pedrito habría sido profanado en su puerta trasera por algún vicioso y sádico proscrito, o quizás por cientos de ellos. Estaba más que decidido a saberlo todo ese mismo día, por eso decidí arriesgar un poco y empecé a preguntarle quizás más de lo que debería.

 

-¿Andas demasiado alejado de Baton Dur?. …¿acaso no tienes miedo de ser asaltado por cualquier desaprensivo que te haga lo que desee amparado por la quietud de este bosque?

 

Le pregunté, mientras dejaba mi hacha apoyada junto a un árbol. Quería dejarle claro que conmigo no tendría nada que temer… Al menos de momento

 

-¡Ah, hola Sr. leñador!, voy a llevarle esta cesta con comida a mis abuelos que viven en el límite sur del bosque.

 

Pedrito, me contestó después de haberse asustado un poco al encontrarme allí acechándolo junto al camino

 

-¿Y las flores, para quién las recoges?

 

-Son para mi abuela que le gustan un montón y me encarga que le recoja cada día un ramo.

 

En ese momento estamos muy cerca el uno del otro, me he ido acercando hasta quedar a escasos dos pasos.

 

El chico percibe claramente el fuerte olor a macho que desprendo en esos momentos y se siente turbado. Me divierte provocar esa sensación en un hombre y me acerco un paso más a él, para que perciba con enorme claridad el fuerte olor a sudor que desprende mi cuerpo.

 

Pedrito no se aparta aspira con fuerza, notando como sus papilas olfativas se inundan con mi masculino aroma. Lo veo cerrar los ojos unos segundos. ¡Sé que me desea y bajo mi pantalón de arpillera, la serpiente que ahora me estas mamando, … empieza a retorcerse!

 

A esa escasa distancia al chaval se le ve aún más guapo, tiene un buen cuerpo y una carita preciosa.

 

-Ya conoces a mi mujer Caroline, ella es guapa a rabiar, pues su hermano es igual, ...deseaba tanto besarlo que en esos momentos, casi olvide que era un hombre e ignorando que estábamos junto al camino y a la vista de cualquiera lo agarré de la cara antes de empezar a acariciar su suave y delicada mejilla.

 

Le sujeto su barbilla para que levante la cara. Quiero que me mire a los ojos. Se ruboriza pero no retira  su rostro ante el fuerte agarre de mi mano.

 

-¿Sabías que eres muy chico muy guapo?-vuelvo a preguntarle

 

El chico se pone más rojo aún de lo que estaba pero no suelta palabra.

 

-Te veo pasar cuando vas a casa de tus abuelos y he pensado que, …bueno, podríamos tener cierta amistad, y como te veo guapo, muy guapo, … no sé tú que pensarás.

 

-¿Qué te parece?

 

-Suelto su barbilla y vuelve a bajar su vista, se le nota violento pero veo que se siente a gusto conmigo. Al fin habla.

 

-Ya te he visto la forma en que me miras al pasar y, la verdad, no sé qué decirte, no tengo mucho tiempo para hablar, pues mis abuelos se extrañarían si tardo en llegar. Puede que hasta manden a alguien a buscarme, si no llego a la hora prevista.

 

-No tiene por qué ser ahora, puedes llevarle los recados y luego, a la vuelta, te espero y seguimos hablando. Jugamos a algo, o te enseño a usar mi hacha. ¿No te gustaría ser leñador como yo y ponerte así de fuerte?

 

Le hablo y a la vez le muestro mi musculatura, el chico queda asombrado y viene a colocar su mano en mis brazo. Con el intenso calor que hace mis biceps brillan bajo la luz del sol.

 

-Tus brazos abultan dos veces los míos y sí, me encantaría que me enseñaras como puedo conseguir esa enorme musculatura. Eres muy fuerte seguro que te lo dirán muchas mujeres cuando te vean desnudo - Me responde mientras noto como me los aprieta con fuerza, lo veo relamerse, y bajo mi pantalón mi polla se retuerce una vez más para estirarse al máximo. ¡Ya no puedo ocultar el tremendo bulto que se me ha puesto!

 

-Sí, suelen decirme eso y otras cosas más. Sobre todo cuando me miran el enorme rabo que tengo.

 

-Oh si, a mí también me encantaría verte desnudo. Más que nada por curiosidad, … siempre me ha gustado ver las pollas de otros hombres para poder compararla con la mía. ¿Crees que eso es algo malo?

 

-Por que iba a ser algo malo. Si quieres me desnudo ahora mismo y lo compruebas. ¿sabes que soy de los que dejan tocársela?

 

-¿En serio? ¡Me encantaría poder hacerlo, pero tengo que llevar esta comida a casa de mis abuelos y estas flores comienzan a marchitarse!

 

-Pues ya sabes, voy a estar trabajando por esta zona. Le digo mientras me agarro la entrepierna con cierto descaro.

 

-Después podría tomarme un descanso. Ya sabes hacerme una paja para relajar la tensión del intenso curro. ¿Podría esperar a que volvieras y nos la machacamos juntos?

 

Ha seguido “rasque” de huevos que me acabo de dar con la mirada y veo como mira con deseo hacía mi paquetón. Acaba de descubrir que tengo un músculo mucho más grande todavía que los que le he enseñado. Estoy seguro que quiere tocar ese también, pero no se atreve a dar el paso.

 

Señalo una dirección próxima, donde hay un pequeño grupo de abetos. En esa zona podríamos retozar sin miedo a ser vistos por los que pasen por este camino. 

 

-Cuando vuelvas me puedes buscar por allí, tengo una manta muy cómoda y suelo echarme un rato la siesta a la sombra de esos árboles.

 

-Está bien, pero tardaré un poco, después de entregar los recados a mis abuelos voy a ver a un amigo que me espera en el bosque. Luego te busco, a la vuelta. Debo recoger unas setas con él

 

Pedrito se despide y sigue su camino, me ha sorprendido lo que ha dicho de que tiene que ver a un amigo en el bosque, lo veo raro, aparte de sus abuelos, juraría que por esa zona, no vive nadie, pero bueno, estaré equivocado.

 

Dos horas más tarde lo veo regresar. Aparece por el mismo camino por el que se fue, pero esta vez viene de vuelta. Yo ya estaba intranquilo, mucho había tardado este chico, en entregar los recados a sus abuelos y saludar al amigo. Viene silbando y alegre, balanceando la cesta de la comida de un lado a otro. La ha llenado de setas, no sabía que en esta época del año crecieran tan grandes y apetitosas.

 

-Aquí estoy, amigo leñador, ya he acabado con mis tareas, ahora puedes enseñarme a manejar tu hacha, igual algún día puedo ser un buen leñador como tú, estar tan fuerte y tener ese aspecto de macho tan apetecible.

 

-Venga, ven aquí, que te voy a dar la primera lección.

 

-Mira,... coges el hacha  y se sujeta así. Luego... se deja caer con fuerza hasta que golpeas lo que quieres partir… Ven, ponte aquí delante y te digo como se coge.

 

El chaval obedece y viene hacía mi, se coloca dándome la espalda y le entrego el hacha, luego me acerco hasta pegarme a su espalda, sujeto su mano izquierda con la izquierda mía y lo mismo hago con la derecha, tengo que rozarme con su cuerpo para ensayar los movimientos. La verga se me está empinando de nuevo y creo que él lo nota porque echa su culo hacía atrás para rozarse con más fuerza aún.

 

Llevo nuestras manos izquierdas hacía atrás y hacía adelante, al dar impulso al hacha, aprovecho para rozar donde debe de estar colocada su polla, y veo que la tiene bien tiesa. Dejo caer el hacha, sobre el tronco con fuerza haciendo que mi durísima polla presione a su vez contra su prieto culo. De no haber llevado los pantalones puestos, lo habría atravesado dejándolo ensartado allí mismo. Retiro el hacha de sus manos y le doy la vuelta para enfrentarlo a mí.

 

-¿Ha terminado ya la lección?, He notado como el duro hierro rasgaba la blanda madera hasta clavarse bien adentro, … me estaba gustando mucho. Podríamos seguir intentandolo- Me responde el maricón.

 

-¡Esta rojo, casi congestionado!

 

-Ya has visto toda la madera que ha saltado con el golpe. Podrías clavarte alguna astilla.- Le digo mientras me aparto notando como sus ojos no se apartan de mi abultadísimo pantalón.

-¡No me importaría clavármela, si después eres tu el que me ayudas a sacarla!. Podemos intentarlo otra vez, pero con cuidado porque mi pantalón podría desgarrarse y no tendría con lo que volver a mi casita.

 

Pedrito se baja el pantalón delante de mí quedando solo con un amarillento calzón, como único impedimento a la follada. Toda la raja del culo se le ve con claridad indicándome el camino que debería seguir mi polla para ensartarlo bien ensartado.

 

-Esa lección si ha terminado y ahora vamos a practicar otra. Le digo notándome cada vez mas excitado

 

Le sujeto por los hombros y lo llevo hacía mi hasta juntar nuestros cuerpos, nuestros sexos entran en contacto, separados solamente por nuestras apretadas ropas, levanto su cara le miro a los ojos y me decido, no he notado ningún rechazo en el chico, junto mis labios a los suyos y le doy un prolongado beso que, ...me parece extraño, me devuelve y me demuestra que sabe besar muy bien.

 

-Besas de lujo Pedrito, ¿has ensayado con alguien para saber besar así?

 

-Sí, ... me ha enseñado mi amigo, el que he visto en el bosque, siempre nos besamos juntando nuestras lenguas e intercambiando los fluidos que desprenden.

 

-¿Te habrá enseñado a hacer otras cosas? Digo yo que no será solamente a besar lo que te haya enseñado.

 

El chico se pone nervioso y mira al suelo.

 

-Puedes contarme lo que quieras, somos hombres y todos hemos hecho de esas cosas.

 

Lanzó el anzuelo para ver si pica el pez y… ¡¡El muy trucha se lo traga!!

 

-De verdad, tú has mamado vergas y te han dado por el culo.

 

Alucino con lo que estoy descubriendo. Mi futuro cuñado nos ha salido maricón. ¡Lo sospechaba! …¡Mejor dicho,… lo sabía!

 

“¡Mejor para mí!”-Pienso mientras le echo la mano al paquete para encontrarlo duro y listo para la acción.

 

-Si…, muchas veces he mamado pollas, en alguna ocasión he mamado hasta dos a la vez y no te cuento las veces que me han dado por el culo- Le cuento para terminar de calentarlo

 

¡Estoy dispuesto a que Pedrito termine cayendo por completo en mis garras!

 

-A mi también, pero solo he mamado una polla y siempre la del mismo, también me ha follado mi amigo. Pero solo él. Muchas veces, pero siempre el mismo ser.

 

Me contesta mientras noto como su mano me agarra con fuerza el duro paquete.

 

-¡Entonces eres casi virgen!

 

Le digo mientras meto uno de mis gruesos dedos entre los cachetes de su culo.

 

-¡Casi virgen, no! …¡Porque he follado muchas veces con él! …¡Casi todos los días lo hacemos! …¡Habrán sido cientos de veces!...Pero siempre me quedo con ganas de masssssss

 

Me dice con un suspiro al notar como uno de mis dedos se mete dentro de él.

 

-Podrías presentarme a tu amigo, igual lo quiere hacer también conmigo, ¿no estoy mal, no?. Podríamos montarnos un trío con él, dentro de este bosque.

 

-No, que va, si estas muy bueno pero, no creo que quiera, en realidad me ha dicho que no debo hablar con nadie de esas cositas que me hace, pero como a ti también te han dado por el culo y has mamado vergas, no veo el problema en que lo sepas.

 

-¿A ti te gusta chupar vergas?

 

Le pregunto mientras empiezo a desatarme el pantalón de arpillera.

 

Sigo indagando para ver hasta dónde puedo llegar, tanto misterio me tiene un poco intranquilo.

 

-Me encanta, pero ya te he dicho que solamente he mamado una, muchas veces pero solamente una, siempre la misma. Pero es muy grande y muy gorda. ...Tengo la boca súper entrenada para tragar.

 

-Igual te gustaría probar otra y ver si esta tiene otro sabor.

 

¡La carnaza esta lanzada!

 

-A ti, la verdad, no me importaría, cuando estabas enseñándome a manejar el hacha he podido notar que la tienes bien grande... me gustaría intentarlo.

 

¡Bingo!, vuelvo a abrazarlo y a besar su boca. Nuestras lenguas danzan, locas y húmedas.

Extiendo la manta en un claro cercano y lo tiendo en el suelo a mi lado. Se ha hecho tarde y nos baña la luz de las primeras estrellas. Pronto nos empezara a iluminar la luna llena.

 

-Bueno, vamos a ver lo que tu misterioso amigo te ha enseñado a hacer con esa boca.

 

Me bajo los pantalones y me quito la camisa. El chaval hace lo mismo, pero más rápido. Cuando estoy deslizando mis pantalones por los pies, él ya está completamente en pelotas.

Mira deseoso mi musculoso y velludo pecho, mi abdomen marcado, también cubierto de una buena manta de pelos y baja su mirada. Contempla extasiado mi verga de 22 centímetros, que aún y a pesar de lo lanzados que vamos, no está en su máximo esplendor. Se le cae la baba y se pone nervioso al descubrir, entre los pelos de mi entrepierna, mis gordos cojones, le parecen suaves bolas de billar.

 

-Puedes empezar, a mamar, son todo tuyos.

 

Le digo al ver cómo sopesa mis grandes bolas en sus suaves manos, esta como calculando todo el semen que puedan llegar a soltar.

 

 

El muchacho está precioso, tiene un poco de vello púbico creciendo con fuerza alrededor de su erizado pito y unos diminutos pelos crecen en la base, su pene no es muy grande, suficiente. Algo de vello asoma en sus axilas y un culito duro, redondo y con unos vellos muy finitos, que me recuerdan a los de un melocotón.

 

Comienza besándome y comiéndome la boca. Si, está bien enseñado, tiene un buen maestro. Besa con ansia mi cara a la vez que acaricia mi pecho, enredando sus dedos en mis pelos. Es un cerdo vicioso al que le ponen los peludos.

¡Eso me pone a mí aún más cachondo!. Levanta mis brazos para lamer mis sobacos, sudados, tras un día de duro trabajo. No parece importarle, …

 

Me hace gemir de placer. Me está limpiando de sudor para al menos una semana. Ataca ahora a mis pectorales. Me muerde y chupa mis gordos y duros pezones, esos en los que mi esposa se suele fijar por no ser comunes entre los hombres de tales dimensiones. Y son muy sensibles, con lo que me estoy derritiendo de placer. Diría que de pequeño fue alimentado a base de teta por lo bien que lo hace. Apostaría mi paga del año a que sí.

 

Lo mejor ... cuando llega a mi garrote, con las caricias que me ha dado me lo ha puesto que la piel no se puede estirar ni un milimetro más. Gordo, largo, reluciente de todo precum que me sale casi a chorros por la punta. No se atreve a tocarlo, lo mira, lo sigue observando con cara de depravado. Sin tocarlo acerca su boca y se lo come de un bocado, …

 

-¡Ñamm, ñammmm! …

 

¡Como haría el lobo feroz!

 

Empieza a chuparlo con ganas haciendo que me derrita de ganas por correrme en su boca.

 

“¡Joder, con el chico de los cojones, por poco logra que me corra de sopetón!”

 

-¡Ehh!, despacio Pedrito despacio, cuando más tardes mayor cantidad de leche obtendrás. Venga, ponte tumbado y dame tu polla, que también quiero que tú lo pases bien

 

Le digo para intentar calmarlo

 

Lo hace así, es obediente. Cojo su polla en mi mano, es fina. Blanquita en el fuste y rosa el capullo, como la mía en miniatura y yo también me la trago, es fácil, otras me han visitado que me han hecho ver las estrellas. Esta tiene paso de sobra.

 

Sabe a gloria su verguita y sus huevos sonrosados, chupo mis dedos y los llevo hasta su culo. No se asusta. Recibe con un quejido de gozo el primer dedo que le meto. Noto humedad en su interior, como si el que lo montó antes que yo hubiera dejado su firma en forma de jugos de macho. Le sigo trabajando. Tengo que darme prisa, según me está mamando la verga va a obligarme a que me corra en su boca y eso lo quiero dejar para otro día. Hoy tengo el capricho de follarme su jugosito melocotón.

 

Ya van dos  dedos entrando y saliendo de su culete y luego tres, mientras tanto él, que ya sabe de antemano, o me imita muy bien, come mis cojones peludos. Ambos a la vez. Me lame mi perineo y, el muy marica mete también sus dedos en mi ojete, como un mono imita a su maestro, hasta aprenderlo todo de él.

 

-Para ya, Pedrito, te voy a enseñar como serruchamos los leñadores de verdad. Ponte a cuatro patas y abre las piernas.

 

Me obedece. ¡Sabe ponerse y provocarme el jodido! Como mueve su precioso culito a la derecha y a la izquierda, hacia atrás y hacía adelante y hasta en círculos.

 

¡Tengo unas ganas locas de enterrarle mi verga hasta el fondo, me contengo no quiero hacerle daño, que se asuste y se me joda el chollo!

 

-Si te hago daño grita, ¿me oyes? Prepárate que ya has visto lo que gasto.

 

Le digo mientras me escupo en la polla y empiezo a pajearme para lubricarla.

 

¡No me hacía falta, … el muy cabrón me la ha dejado chorreando con sus babas!

 

Sujeto mi verga con la mano derecha, le abro las piernas, casi lo despatarro y le arreo unos vergazos en la entrada, justo en el ojete que empieza a vibrar llamando en arrebato, llamando a la visita que no se hace de rogar, la enchufo, aprieto y…, ¡leches!, hasta el fondo, no pensé que fuera tan fácil y pienso en cuantos metros habrá tragado de polla este agujero que, a pesar de todo, está riquísimo y aprieta, ¡como aprieta!

 

¡Es como la mano de un forzudo que me la aplasta y revienta!. Soy amable y considerado, al fin y al cabo, este es un chaval con el que pienso pasar muchos ratos como este y me gusta,  … me gusta un montón

 

-¿Estás bien Pedrito, te he hecho daño?...¿quieres que pare un poco para que te acostumbres?

 

 Le pregunto al ver como empieza a gemir.

 

-Muévete más rápido y deja las mariconadas para otro día, rómpeme el culo y ábreme en canal o la próxima vez vas a follar con tu puñetero padre.

 

No le conocía estas maneras, que arrabalero el chaval, también me gusta que me diga alguna marranada y que no sea tan mariquita.

 

-Prepárate Pedrito, que voy a por ti y ten cuidado que igual alguna estocada te sale hasta por la boca.

 

-Estás perdiendo tu fuerza hablando, jódeme, no seas mamona, ¿me vas a atizar bien o voy a buscar a mi amigo?

 

Esto último me cabrea, ¡será mariconazo!, me amenaza con ir a buscar a su amigo, pues va a ver lo que es un buen macho. La saco entera, los veintidós centímetros, igual ahora alguno más, y se la vuelvo a meter con furia asesina, como treinta veces seguidas hasta que empiezo a sudar como un gorrino.

 

 

-Así, así, leñador de los cojones, que no sirves más que para talar árboles.

 

 

Me cago en la leche, ahora sí que sí, a media verga y a toda máquina, le aserrucho, hasta que noto que el ojete lo tiene a punto de ebullición.

 

 

-Que bien lo haces leñador, dame, dame, dame más, si, si, si. ¡Ya me voy, me corro! ¡¡Ayyyy!!

 

 

Se corre y aprieta su culo que parece que me va a cortar la polla, como si tuviera una tijera a la entrada del ojete, tengo que parar y esperar que se calme, es imposible meterla por la presión con que me aprieta y luego se afloja, toda mi espalda se arquea para clavarse todo lo dentro que puedo de ese hambriento culo que traga, …y al final.

 

-¡Toma polla, maricón del bosque!

 

Le digo entre gritos, Esta vez  sí, ... le entra hasta la boca del estómago y le descargo todo ahí dentro. No se queda mucho tiempo ahí dentro, mi semen le sale a presión por los costados de mi verga y la pared de su ano.

 

¿Exageraría si digo un litro? Casi más, me atrevo a decir. Le abrazo, me ha ordeñado el rabo con su culo experto, y le beso la espalda y, porque no quiero sacarla, si lo hiciera empezaría a comerme todo su cuerpo hasta terminar sorbiendo mis propios jugos que salen poco a poco de su culo. Me gusta el chaval y me parece que vamos a tener para rato a fuerza de darnos placer mutuamente.

 

-Pedrito, ¿puedes aguantar mi peso?, me da pena sacarla, tienes un culo que vale un potosí, bueno un culo y un todo.

 

-Pues pesas un huevo pero por ser tú aguantaré así un poco.

 

-Y ahora, ¿qué dices, tendremos que ir a llamar a tu amigo o por hoy ya te has quedado satisfecho de rabo?

-Era para que trabajaras, te estabas quedando dormido, lo has hecho muy bien pero que conste que él no se queda manco.

 

-Bueno, ¿y cómo se llama tu amigo, cuál es su nombre?

 

-No lo sé.

 

-¿No se lo has preguntado?

 

-Se lo pregunté al principio y me dijo que su nombre no era importante…

 

-…Que él era…, bueno lo llamaban,... ¡El lobo feroz del bosque!

 

¡Dios!, se me bajó de golpe la erección y se escurrió mi verga fuera de ese glorioso culo. ¡Otra vez aparecía en mi vida el lobo feroz! Ese cabrón ya me engañó hace años con la historia de unos proscritos que lo habían violado hasta quedar durmiendo borrachos en una cueva. Llevaba una especie de caperuza roja y no pude verle el rostro, pero cuando me llevo a su guarida,...

 

No sé muy bien que pasó, solo que desperté en una cueva de licántropos con las tripas a reventar de lefa. Con una dura verga en la boca, y otra o dos más taladrándome el culo

 

-Por poco no lo cuento

 

-¡Fue una suerte que pudiéramos escapar con vida de alli!

 

★★★

 

-¿Estabas con alguien más en esa cueva?

 

Le pregunta Marcus mientras se incorporaba limpiándose la cara y llevando los restos de semen esparcidos por ella hasta los labios. Se empezó a rechupetear los dedos gozando golosamente del intenso sabor del corridón que Roberto había depositado en su boca mientras le terminaba de contar su historia.

 

-¡Sí, sí que estaba con alguien más y me sorprende que no sepas tú nada de eso!...¡Pensaba que entre hermanos os lo contabais todo!

 

Ahora el que no entendía nada era Marcus. ¿Cúal de sus hermanos se había enfrentado a una manada de lobos, sin ayuda?. Quería saber ahora más que nunca pero antes debería contarle a Roberto cómo había logrado escapar del orfanato en el que lo tenían retenido