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Crónicas de un pueblo: Follándome al Lolo

en Gays

★★★

[Perderse la partida de dominó]

 

Suelo pasar los veranos en un bonito y acogedor pueblo que hay junto a la sierra. Tampoco es que tenga mucho que visitar pero si unas bonitas vistas de los alrededores, numerosa vegetación y ese aire de tranquilidad y sosiego que lo convierte en uno de esos lugares con encanto.

 

En ese pequeño pueblo de apenas 5000 habitantes todo el mundo se conoce. Sus gentes son amables y sinceras pero como en todo pueblo que se precie. Hay secretos que se esconden por vergüenza al qué dirán y otros muchos que se ocultan por temor al qué pensarán.

 

Los días del verano me los paso además de yendo al bar para jugar la partida con los dos o tres conocidos que he logrado hacer en el pueblo, saliendo a caminar por la zona.

 

Siempre he tenido una cierta predilección por las casas abandonadas y medio derruidas. Así que durante mis paseos no dejo pasar la ocasión de acercarme hasta alguna para revivir mentalmente la azarosa vida que se tuvo que llevar a cabo en ellas.

 

En ello estaba aquella tarde mientras caminaba  hasta una derruida casa que antiguamente debió de ser una productiva huerta de la sierra, cuando oí un leve gritito.

 

Al principio pensé que era una imaginación mía pero unos pasos más tarde lo volví a oír todavía más claro aún.

 

Dentro de esa casa con las paredes medio derruidas y a la  que le faltaba el tejado había alguien gimoteando.

 

Mis pasos se acercaron con más sigilo de lo que acostumbran, mientras oía como esos gemidos y grititos indescifrables iban en aumento.

 

Me estaba aproximando al foco y pronto descubriría quien era el emisor.

 

-Que puta eres…. Diooooosssss, … pero que puta eres.

 

Me sorprendió escuchar en esa frase la clara voz de Don Carlos. El antiguo maestro del pueblo. Hasta ese momento lo tenía por un hombre culto y educado, de 74 años de edad, con el que solía jugar la partida de dominó de vez en cuando.

 

Era evidente que al igual que yo, Don Carlos se había perdido la partida de dominó.

 

Los gemidos de la puta sí que eran indescifrables pero debía de tener pocos años porque se la notaba jovencita.  No tendría más de dieciséis o diecisiete años y su voz era sueve y melosa

 

-Ayyy, … ayyyy. Sigueeeeee, … ayyyy.

 

Las dos o tres veces que habíamos hablado del sexo me contó que le gustaban las tías culonas, pero al asomarme por el hueco de una ventana, no esperaba encontrarme con esa escenita tan dantesca.

 

El viejo maestro con los pantalones bajados hasta los tobillos se estaba follando a saco a un nenito algo regordete que no paraba de gemir como una zorrita asustada.

 

No había en su cuerpo ropa alguna que cubriera las vergüenzas del chaval y de su boca viciosa solo salían esos gemidos y grititos que me habían llevado hasta allí como mosca en busca de su miel.

 

-Ayyyyy, siiiii, … ayyy siiii, … demmmeeeee, … ayyyy siii- Decía sin parar esa zorrita mientras se mordía los labios.

 

Don Carlos lo estaba enculando bien. Con una experiencia que se consigue cuando vuelves a hacer algo que has hecho otras muchas veces ya.

 

El nenito lo anima a que siguiera follándoselo así de duro, mientras colocaba uno de esos rollizos brazos sobre una de las alacenas.

 

Esa parte de la casa que en tiempos antiguos hubo de servir para almacenar la comida, ahora era utilizada como un picadero que se ocultaba a las miradas escandalizadas que les lanzarían las gentes del pueblo de haber sabido que el viejo maestro y el joven muchacho se dedicaban a hacer de esas cosas

 

Las gordas y desnudas piernas del chico se hundían entre los cascotes esparcidos por el suelo, casi con la misma rotundidad con la que la dura polla del abuelo se clavaba entre sus carnes.

 

 

-Ayyyy siiii… que gustooooo, … deme mas fuerteeeee no pareeeeee.

 

 

El joven mozuelo agarraba del culo al viejo profesor para evitar que esa dura polla se escapara de la prieta prisión que había entre sus piernas.

 

 

Mientras notaba como bajo mi pantalón mi polla se endurecía sin remedio ese joven mariconcete se mordía los labios fruto del tremendo placer que estaba sintiendo en esos momentos.

 

Don Carlos no se la sacaba del todo, la desplazaba despacio hacía afuera y antes de que el capullo se escapara de ese culo hambriento le daba un fuerte empujón hasta quedarse con ella de nuevo bien adentro.

 

El metesaca solo tenía un objetivo, que esos dos viciosos terminaran pegados como lapas el uno al otro.

 

Mi mano sigilosa abrió la bragueta del pantalón y agarro una polla que no cabía ya dentro de mi calzoncillo.

 

 

Empecé a meneármela mientras veía como ese crio no paraba de gemir, también Don Carlos resoplaba como un toro intentando respirar el aire que le faltaba.

 

-Ayyyy, … ayyyyy. Sigueeeee,… Maestroooo sigueeee

 

-Es lo que estoy haciendo putilla….Es lo que hagooooo

★★★

[El abuelo Carlitos]

 

-Qué dura la trae hoy el abuelo Carlitossssss.-Gritó el joven gordito

 

Ese debía ser el apelativo cariñoso que le había puesto el chavalote a ese vejete follarín de los montes.

 

-Y tú …qué caliente traes hoy el chochito cacho puta. A saber lo que te… habráaaaas metido…. antes de… eehh… venir aaaaaahhh… vermmmeeeee

 

-Ay deme, ... fólleme, … deprisa y ....no ….pareeeee.

 

-Pero que golfa estás hecha …Eres una zorra,… hay que ver lo que ...te gustaaaaaan ...las pollas, … cachoooooo perra ...ahhhhhh siii.

 

-Si me encantaaaaaaaannnnn…. Ayyyyy siii que gustoooo… abueloooo Carlitos… ayyyy que gustoooo.

 

-Hoy voy a follarte este culo hasta que me quede seco.... No pienso parar.... hasta abrírtelo enteroooooo.

 

-Deme asiii, fuerrteeeee, … que gustoooo me voy a correrrrrrr, …. Ay siiiiiiii.

 

El gordito empezó a descargar abriendo un poco las desnudas piernas mientras se meneaba la endurecida polla de un lado a otro.

 

El maestro seguía metiéndosela y sacándola a saco. Ese culo tragón me estaba poniendo a tope y en mi efusividad me moví más de la cuenta haciendo que el sonido de los cascotes que había bajo mis pies me delataran.

 

Don Carlos alzó la vista y al verme al otro lado del muro ni se inmuto siguió a lo suyo mientras me animaba a entrar.

★★★

[No se debe jugar con extraños]

 

-Hombre Don Juan. Qué alegría me da el verle. ¿Ha visto que zorrita mas cachonda me estoy follando?

 

-Ya lo veo ya- Le dije mientras me intentaba meter dentro del pantalón mi endurecida polla para evitar que al mostrarme delante de ellos me vieran con los dos huevos colgando por fuera de la bragueta y con mi rabo más duro que  un poste de telégrafos.

 

El Lolo se dio la vuelta para mirarme algo sorprendido pero poco podía hacer. Estaba casi empotrado contra la pared y con una polla entrando y saliendo de su culo que le impedía escapar por la retaguardia.

 

-Pensaba que te iban las culonas.-Dije yo mientras saltaba el muro derruido para aproximarme hasta ellos. Bajo mi pantalón se ocultaba una erección imposible de recolocar hacía un lado o hacía el otro.

 

-Sí, y yo creía que los de la capital no se ponen así de palotes viendo follar a los vejetes del pueblo.

 

El chico al verse liberado de esa polla que lo había estado taladrando con tanto gusto empezó a mirar hacía el suelo en busca de sus ropas pero Don Carlos le echó la mano al hombro para tranquilizarlo.

 

-Tranquilo Lolo que aquí mi amigo Don Juan es un tío de confianza y no contará nada de esto en el pueblo, ...¿verdad?

 

Al verlo sonreír por primera vez, me acerque hasta el fijándome en esa tetitas tan pronunciadas que tenía.

 

Estaban algo rojizas, debía de deberse a los chupetones que el golfo de Don Carlos les habría soltado.

 

Sobeteé  esas tetitas y le pinche un pezón, notando como gemía la muy zorra.

 

-¡Tienes tetitas y todo!-Le dije mientras lo miraba a los ojos

 

Dio un tembloso paso y acercó su metro sesenta de estatura hasta rozarse con mi cuerpo. Al echarme mano paquete se encontró con algo duro esperándolo.

 

-¿Puedo?- Me preguntó mientras intentaba bajarme la bragueta.

 

-¡Debes!- Le dije yo mientras me desabrochaba el botón del pantalón dejando mi paquete al descubierto.

 

Me apoyé contra la pared mientras notaba como el nene abría su paquete para ver lo que escondía dentro el forastero, mientras tanto Don Carlos volvía a enchufársela en el culo de un empujón.

 

-Anda Lolo, chúpasela un ratito al señor Don Juan mientras yo me voy vaciando en este culete. Estoy… casi a punto y seguro que mi amigo quiere también entrar después.

 

Ese hombre se aproximaba a la oreja del jovencito para susurrarle al oído las instrucciones. Era evidente lo bien que sabía dominar a la que hasta mi llegada era su presa.

 

El Lolo se clavó mi polla hasta la garganta y al sacársela empezó a lengüetear el capullo. Era toda una delicia notar en mis propias carnes lo bien que sabía mamar el muchachito.

 

-Este crio nació para ser una putona y mira lo bien que le va- Me dijo Don Carlos mientras le embestía con fuerza.

 

-Ayyyyy, ….siiiiii… demeeeee, …. ayyyy

 

-Cada vez que viene a verme lo hace con el culo aun más abierto. ¡Vete tú a saber la de pollas que habrá catado ya!

 

-Si bien abierto parece que lo tiene- Le dije yo mientras suspiraba al sentirme desplazado al limbo del placer.

 

-No se lo imagina Don Juan, … no se lo imagina.

 

-Pero es que se lo tengo dicho-prosiguió-Le digo que no debe confiar en los extraños …que se acercan… a él. Que seguro que lo hacen …con muy malas intenciones. ¡Pero no! …esta zorra, no me hace ningún caso… y después… claro… viene corriendo a llorarme….cuando otro hombre en el pueblo le ha reventado este culo de puta que tiene

 

Mientras se lo enculaba, me fue contando como estaba dándole a base de bien todas las semanas, desde hacía por lo menos tres años.

 

-¿No me jodas que esta es la viuda que dicen que te estás tirando en el pueblo?-Le pregunté mientras se la sacaba al muchachito de la boca para evitar correrme demasiado pronto.

 

-Esos cabrones chismosos del bar,... no andan muy mal desencaminados. Sí, que es cierto que rondo a esa viuda desde hace un tiempo. Más de cinco años llevo  pasando por su casa para ver si pica el anzuelo pero al final mira…Terminé ligándome al nietecito que para el caso me hace la misma función... ¿verdad Lolo?

 

-Don Carlos se había puesto a mi lado y había dejado que el nenico se arrodillara en el suelo para engullirse primero una polla en la boca y después la otra.

 

-¿Verdad que a la abuela le gusta que por las tardes, la dejen ver la novela tranquila?

 

-Siiiiii, … gmmmmmmm- Intentó responderle el Lolo mientras Don Carlos lo agarraba de la cabeza para follarse esa boca con fuerza.

 

Estaba a punto de caramelo y entre suspiros y gritos terminó descargando toda la lefada en la hambrienta y golosa boca.

 

Yo los miraba extasiado con los pantalones bajados hasta los tobillos y con la polla más dura que un gancho de acero.

 

El Lolo lamía y relamía esa polla venosa y llena de experiencia, hasta dejarla sin una sola gota de leche.

 

-A esta putilla le gusta mamar, pero más aún le gusta que se la follen, ¿verdad pequeñín?

 

Al decirme esto le dio la vuelta para ponerlo de nuevo de cara a la pared y abriéndole las prietas nalgas me dijo.

 

-¿Ha visto usted que culito más jugoso tiene?

 

Al hacerlo le coló un dedo bien adentro y el mozo soltó un suspiro.

 

Don Carlos se agachó y le dio un lengüetazo en el rosado orificio y un nuevo suspiro se escapó de los carnosos labios del chaval.

 

-Ummmmmm, … me he corrido aquí dentro hace un rato y todavía tiene un cierto gustillo. ¿Quiere probar usted Don Juan?

 

Por poco le doy un empujón para tirarlo al suelo y enchufársela hasta los huevos, pero me detuve a tiempo.

 

Dejé que se apartara y colocando mi dura polla entre las nalgas comencé a entrar en esa transitada cavidad anal.

 

Estaba llena de leche calentita y no me costó profundizar. Don Carlos además tenía una polla más larga que la mía, pero ligeramente más delgada, por eso no me costó mucho entrar hasta el fondo.

 

El Lolo no se quejó por la longitud de mi rabo, pero si por el grosor.

 

-Ayyyy, … que gordaaaaaaaa

 

Qué gozada follarme un culo lleno de leche calentita. No veas cómo le entraba y se deslizaba mi dura polla bien adentro. El pasivito gemía y gemía. Pero no era el momento de dejarlo volver con su abuelita

 

Al ver como mis huevos golpeaban la base de su polla que volvía a estar dura como una piedra comencé a acelerar el ritmo.

 

-Ayyyy, … ayyyy. …Sigaaaaaaaahhh, … sigaaaaaa …ayyyyyy

 

El nene había notado que además de mi polla jugueteaba a meterle un dedito para abrirle aún más el ojete. Lo hacía cuando mis huevos chocaban con ese culete y el dedo se metía hasta el nudillo sin encontrar oposición alguna.

 

-Que culete massssss abierto tieneeeess.- Le grité sin poder contenerme más.

 

Empecé a lefar ese culo glorioso mientras el crío no paraba de gritar y de gemir como un gato en celo.

 

★★★

[La merienda]

 

Al desengancharme el Lolo cayó al suelo rendido pero abriéndose el culete empezó a rebuscar con el dedo entre los pliegues de su palpitante ano esperando ansioso la copiosa leche allí depositada y que iba escupiendo a borbotones.

 

El goloso la recogía para llevarla hasta los glotones labios donde la degustaba con deleite sin dejar de mirarnos.

 

-Has visto como le gusta a esta zorrita la leche- Me preguntó Don Carlos mientras se acercaba con la polla morcillona hasta el crio.

 

-Ahora una duchita y corriendo a merendar a casa de tu abuela que seguro que te estará buscando.

 

No fue agua lo que Don Carlos empezó a echar sobre el desnudo cuerpo del crio sino la amarillenta orina que empezó a salir por su pito contraído.

 

El Lolo empezó a recibir la meada mientras abría la boca con deleite y se restregaba el orín por las tetillas y la barriguita. El vello púbico que crecía alrededor de esa dura y regordeta pollita se humedecía haciendo que todo ese cuerpo brillara como si lo estuvieran untando con aceite.

 

-Usted también. Me dijo el vicioso crio al ver como Don Carlos empezaba a mermar el chorrete que mojaba su cuerpo.

 

Empecé a mearme sobre él, viendo como se masturbaba de nuevo. Bastaron dos o tres sacudidas para empezar a soltar lefa sobre su mano. La recogió con maestría y la llevó a su boca.

 

Se empezó a rechupetear los dedos mientras nos miraba con esa cara llena de vicio.

 

-Ahora a merendar. Le dijo Don carlos mientras lo agarraba de la mano para levantarlo del suelo y empezar a sacudirle el barro que se había pegado a su gordo culete desnudo.

 

-¡Si, señor don Carlos!.

 

-Poco va a merendar este con toda la leche que se ha tragado.-Dijo don Carlos bastante cargado de razón mientras lo veía largarse por el camino que conducía hasta esas ruinas más feliz que unas castañuelas.

 

Mientras volvíamos hacía el pueblo me contó lo viciosillo que era ese crio y que tampoco era el único en ese pueblo al que le iba la marcha. Me habló entonces del “cabrero” un hombre de unos cincuenta y tantos casi tan vicioso como nosotros.

 

-Más de una vez le hemos hecho los dos la doble penetración al Lolito de los cojones y no veas como grita entonces el cabronazo.

 

-Curioso ejemplar ha de ser entonces ese cabrero que dices.

 

-No curiosas son las vivencias de ese pastor con un pollón del quince.- Me dijo mientras nos terminábamos de arreglar el tipo.

 

Algún día te contaré alguna de ellas, se que vas a flipar cuando lo conozcas. Eso sí tendrás que cuidarte bien el culo porque no es de los que no se dejan uno sin catar.