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¿Es este el final de una saga?

en Gays

El sonoro y cadencioso ruido de la furgoneta azul se iba alejando poco a poco de la granja, hasta hacerse prácticamente imperceptible. En esos instantes en el interior de la casa Luisito corría en pelotas escaleras arriba. Su padre acababa de dejarle el culo lleno a rebosar de lefa y estaba seguro de que no pasaría mucho tiempo hasta que se escuchara el sonido de la moto de su hermano Martín, acercándose hasta la casa.

Martín, su hermano mayor, se escondía en un pinar a mitad de camino entre el pueblo y la granja.  Mientras esperaba a que su padre “se fuera”, escuchaba algo impaciente “Tablero deportivo” en la radio.

No tardó mucho en oír el también el sonido de la furgoneta azul, pasando a escasos metros de los matorrales en los que se encontraba oculto y vio como enfilaba en dirección al pueblo mientras el se subía con rapidez en la moto. En esos instantes previos a una follada, su polla se empezaba a endurecer sin remedio.

Cuando entraba con la moto en el camino flanqueado de almendros que conducía hasta la granja miraba hacía las ventanas. Estaban cerradas completamente para evitar que el intenso calor de un verano a punto de llegar se colara en la casa. En la parte delantera de la casa tampoco había movimiento. Todo en ese lugar hacía pensar que en esos momentos debía de estar desierta pero Martín sabía que eso no era así.

En algún lugar en esa granja iba a encontrar “a su novia Luisa” esperándolo casi tan impaciente como estaba él.

Esa tarde su chica llevaba puesto un vestido de cuadros de color azul y blanco y estaba lavando la ropa interior de un hombre en la pila.

-¿Qué haces?-Le preguntó Martín mientras abrazaba a su hermana con fuerza haciendo que esta notara un bulto enorme atrapado dentro del vaquero.

-¡Lavo la ropa interior de papa! …¡y tú deberías traerme también la tuya si es que quieres que también la limpie!

-¡Tranquilo que ahora la echare ahí dentro cuando me la quite!- le decía un salido Martín mientras hurgaba con la mano dentro del vestido, poco a poco iba subiendo por las rasuradas piernas de Luisa hasta acariciar el culete también depilado.

-¿No te has puesto bragas?-Le preguntó.

-¡Están en el agua! …Las he manchado un poquito.

El dedo se colocó entre los cachetes de ese culete y se introdujo dentro con rapidez.

-¡Tienes el coñito súper abierto! …¿Qué has estado haciendo mientras venía?

-¡He probado a meterme por mi rajita un grueso y largo pepino!

-¿y qué tal?

-¡Casi logro metérmelo todo, amor!...Pero he tenido que parar. ¡Cuando lo tengo todo dentro me duele un poquito!

-¿Y dime amor has gritado mucho?

-Si, cariño he gritado tanto que he terminado despertando a papa de su siesta.

-¿Y que te ha dicho?. ¿Qué me va a decir ha decidido castigarme por no dejarle dormir y me ha terminado follando a saco sobre la mesa de la cocina?

-¡Alguna vez te vas a hacer daño por empeñarte en jugar con cosas tan grandes!- Le reprochó su novio mientras colocaba la dura polla a la entrada de la expectante raja.

-¡Lo siento amor, quería tener mi coñito jugosito y preparado para que me lo penetres!

Martín empujaba una vez tras otra notando como su rabo no paraba de ascender culo adentro. Sus manos sujetaban al sumiso hermano de las caderas, mientras “Luisa” se agarraba con fuerza a la pila

-¡Has tardado mucho en venir!- Protesto su novia al notar como toda la polla se había metido hasta los huevos.

-¡Es por tu padre cada vez le cuesta más irse!... ¡Hasta que no se va ese jodido cabrón no puedo entrar yo!

-¡Que me vas a contar a mí!- Le dijo Luisa mientras se agarraba fuertemente a la pila echando el culo hacia atrás-¡Hoy un poco más y se queda a escuchar el partido conmigo en la radio!

-¡Ah pues eso si que nooooo, ...los días de partido eres mía, … ese era el trato!, … ¿lo recuerdas verdad?- Le reprochó su más que cabreado hermano mayor

-¡Quiere que le presentes a tu novia!- Le soltó mientras se daba la vuelta para mirarlo y  guiñarle el ojo maquillado. Al hacerlo no pudo evitar el terminar lanzándole un beso en el aire.

Martín no pudo contenerse más y empezó a besar esos labios que lo volvían loco corriendo en parte el rojo carmin.

-¡Tendrás que maquillarte mejor para que no note que eres tú!... ¿Eh mariconazo?

Mientras le decía estas palabras notaba como su polla empezaba a descargar en el prieto coño de la chica.

Las manos mojadas con espuma de Luisa agarraban a Martín de la cintura para pedirle que se la metiera más dentro, si es que eso era posible.

La única forma de lograr que su padre entendiera que esa relación entre ellos iba en serio, era dejándola totalmente preñada.

-¡Si aparezco en casa, con un bombo papa no podrá negarse a que la boda se produzca, pensaba un inocente Luisito aun sabiendo que por mucho que follara con su hermano eso nunca sería posible!

★ ★ ★

[La doble penetración …primer acto]

-¿Has visto a estos dos follándose a este negra?- Le preguntó una noche Martín a su hermano pequeño, al verlo volver del encuentro furtivo con su padre.

-Sí,… está muy buena. Tiene unas tetas enormes- Le comentó Luisito mientras se sentaba con desgana en el sofá.

La escena había sido pausada premeditadamente por el hermano mayor, para ser reanudada justo a la vuelta del pequeño. En ella dos tíos se estaban follando a una tía que gritaba como una loca al verse ensartada por dos pollas que se le metían a la vez por el coño.

-¿Eso se puede hacer?- Preguntó un incrédulo Luisito.

-¡Sí! …¿puedes creerlo?-Le contestó Martín mientras se pajeaba despreocupadamente delante de su hermano pequeño.

-¿Sabes lo mejor?...En la escena anterior salían otros dos tíos follándose a una tía pero esta vez, se la metían a la vez por el culo

-¿En serio?... ¿y no le dolía?

-Con esas pollas seguro que sí, pero no veas como gime la zorra,… ¡ya lo verás!-

Soltó su rabo y agarro el mando a distancia no sin antes dirigir la mano de Luisito hasta su dura polla para que este continuara con el trabajito recién abandonado.

Martín había pulsado el botón de retroceso del mando haciendo que las imágenes corrieran hacía atrás con gran rapidez. Al llegar a las imágenes de marras los ojos de Luisito casi se salen de sus órbitas.

-¿Qué fuerte, no?-Preguntó Luisito sin apartar los ojos de la pantalla.-¡Seguro que esa tía se tiene que estar desgarrando por dentro!

-¡Eso lo tienes que saber tú!,… ¡Tú eres el traga-nabos de esta casa!- Le recriminó Martín sabiendo que estaba a punto de cazar a su presa

-¡Sí, pero yo nunca me he metido a la vez dos pollas en el culo!

-¡Porque tú no quieres, Luisito,… porque si quisieras no nos costaría nada terminar convenciendo a papa!- Le contestó un más que enigmático Martín

★★★

[Cumpleaños y pasteles]

-¿Se te han olvidado los pasteles?-Preguntó Martín con cierta incredulidad, al ver como el padre se bajaba de la furgoneta con las manos completamente vacías.

Isidro se paró en seco antes de volver la mirada hacía un Luisito, que en esos momento también se acercaba hasta la furgoneta con el gesto apesadumbrado

“¿Se había olvidado papa, por completo del cumpleaños de su pequeño?”

“¡Esa mañana el joven había comenzado soplando la dura vela que el padre, tenía como polla! ¿Cómo podía haberse olvidado de una fecha tan especial como esa?” Pensó un más que decepcionado cumpleañero

La mamada que le había pegado el chico mientras el permanecía totalmente espatarrado sobre la cama, le había obligado a lanzar un ligero grito, al correrse.-¡Para, para Luis que me voy a corrrerrr!-le susurró Isidro, al bulto bamboleante que había bajo las sábanas

-¡Joder, no puedo mássssss!-Acabó soltando en un grito que se escuchó por toda la casa.

El propio Martín le había llegado a preguntar por qué había gritado de esa forma, y el padre no tuvo más remedio que mentirle diciéndole que se había dado con el pico de la cama al vestirse.

Durante el resto del día Luisito recordó a su hermano mayor que ese día tan especial era su cumpleaños soplando la también dura vela, detrás de unos sacos de pienso.

A la hora de la siesta el padre no pudo follárselo como en la cama.

“¿Se habría olvidado de su cumpleaños por eso?” Pensó Luisito algo decepcionado

Acostumbraba a hacerlo mientras Martín salía a matar pájaros por los alrededores de la granja.

-¿No vas a matar tordos?-le había preguntado el padre insistentemente a Martín, después de salir un par de veces de la habitación para beberse un vaso de agua en la cocina.

Iba en calzoncillos y juraría que las dos o tres veces que salió del cuarto lo hizo totalmente empalmado.

-¡No papa, hace mucho calor ahí fuera!.¡Por un día que no salga a cazar, no creo que pase nada!...¿no?

El culo de Luisito no pudo ser cazado por el rabazo duro del padre y ambos lo acusaron durante el resto de la jornada.

El pequeño, al no poder recibir en su culo el único pájaro que le interesaba atrapar en esos momentos andaba súper caliente.

Martín tampoco lo llevaba bien. ¡Había pensado que al no salir a cazar pájaros su padre abandonaría la casa para irse hasta el pajar para cascarse una paja furtiva, momento que aprovecharía el también para dejarse mamar por la hambrienta y experta boca de Luisito, pero al ver que no lo hacía y se sentaba con él en el sofá a ver la novela, se acabo dando por vencido!

★ ★ ★

“¡Hoy era su cumpleaños!. ¿Cómo podía el padre olvidarse de algo así?” Volvió a pensar Luisito después de repasar mentalmente los acontecimientos de esa larga jornada.

Martín había terminado convenciendo a Isidro para que fuera hasta el pueblo con la furgoneta para comprar los jodidos pasteles. Querían celebrarlo en familia durante la cena, y Martín no podría acarrearlos hasta la granja en la moto.

El padre le había pedido a Luisito que lo acompañara para comprar los que más le gustaran y el chico inexplicablemente había declinado la oferta.

-¡Al parecer iba a hacer no se qué cena especial con Martín mientras él iba y volvía!

“¿Qué diablos estaba pasando ahí? …¿Por qué se dejaba mandar por sus hijos? … ¿desde cuándo accedía a satisfacer todos los caprichos de esos dos niñatos?”

★★★

Esta vez el pequeño si accedió a subirse con papa en la furgoneta.

En cierto modo Luisito se sentía culpable por haber mandado a su padre al pueblo a comprar los dichosos pasteles, para preparar mientras tanto con Martín una cena especial y enseñarle a la vuelta que lo único que había podido empezar a hacer de cena especial, era pelar unas cuantas patatas para freírlas con un par de pimientos recogidos de la huerta.

-¡La culpa la tenía Martín por empeñarse en darle su regalo de cumpleaños mientras el padre compraba los dulces!

El regalo consistía en polla, dura y gorda, que entraba y salía rápidamente por los dos orificios de los que su hermano disponía.

¡No se había tenido que vestir de mujer, porque, no habrían tenido tiempo!

¡No se había pintado los labios porque la dura polla del hermano restregándose por su boca no era capaz de pintar de rojo carmín nada!

La leche de Martín había caído finalmente al suelo de la cocina solo unos segundos antes de oír el sonido de la furgoneta aproximándose hasta la casa. 

Su culo todavía estaba algo abierto de la follada, cuando se sentó en la furgoneta para ir en busca de los putos olvidados pasteles.

¡Cuidado!,… le dijo su padre solo unos segundos antes de notar como pisaba algo blando bajo sus pies.

★★★

La furgoneta se volvió a ocultar detrás de los matorrales. Cuando el padre extrajo  la llave apagando las luces,  todo el interior se llenó de una oscuridad inmensa en la que solo se oía la respiración agitada de los dos cuerpos que había dentro.

El hombre se giró en el asiento saltando hacía la parte trasera, llevaba el mono abierto hasta la mitad y parte de los pasteles que Luisito había pisado al subir a la furgoneta, enredados en su vello púbico.

Mientras la furgoneta avanzaba hasta este escondite,  Luisito había decidido jugar un poco con los pasteles que acababa de pisar.

Comenzó chupándose los dedos y no tardó en pensar que tal vez fuera mucho más divertido si restregaba esos dulces en el pecho velludo del macho que conducía a su lado.

-¿Qué haces con eso?-Le preguntó su padre después de dar un volantazo que casi los saca del camino.

La cabeza del joven se acercó hasta los labios del hombre después de recoger con la lengua el dulce esparcido por el duro y prieto pectoral.

-¡Chuparte un pezón!...¿no te gusta?

-¡Me gusta todo!... Pero no deberíamos hacer estas locuras si no queremos salirnos del camino.

La idea lo calentó aun más y pronto una mano embadurnada en dulce se metió en busca de un bulto que sujetaba con gran dificultad el calzoncillo. La polla untada en tocino de cielo le supo a gloria.

-¡Estas manchado todo! …¡Mira cómo me has puesto los calzoncillos!- Le reprochó Isidro al ver como Luisito extraía su dura polla del slip después de apartar el elástico.

El gusto excesivamente dulzón del tocino de cielo, mezclado con el algo agrio sabor del presemen le mostraron una combinación culinaria que ni el mismo Ferrán Adrià se hubiera atrevido a poner nunca en su restaurante.

-No te preocupes por la ropa! …¡Mañana la lavare en la pila!-Le contestó Luisito mientras mamaba ese rabo con más ganas que nunca

Después de aparcar la furgoneta en su escondite, se lanzó en busca del cuerpo del pequeño y al iluminarlo con la linterna lo encontró totalmente desnudo y embardunado con algo pegajoso.

-¡Yo soy el pastel papa!...Puedes comerme entero

Con todo el poco conocimiento que le quedaba, perdido por completo restregaba la polla dura como nunca antes había estado en la cada vez más destrozada bandeja de dulces. El ariete era introducido en la glotona boca que chupaba y chupaba con más ganas que nunca.

La excursión al pinar, acabó en un polvo pegajoso que en vez de asquearlos más logro que la corrida de ambos fuera desconocida hasta entonces.

★★★

[...A ver cómo arreglamos esto]

Después de la cena los tres se sentaron a ver la tele, … pero cuando Martín preguntó por los pasteles del cumpleaños, Luisito se revolvió incómodo en el sofá.

El padre parecía haber olvidado de forma inexplicable el incidente de la furgoneta por eso el pequeño se preocupó aun más cuándo fue mandado a buscarlos.

Tardó tanto en volver que fue Isidro el que se levantó también para ir hasta la cocina. Quería ver porque su hijo no volvía con los dulces.

Lo encontró intentando reconstruir lo que un pollón excitado había machacado y remezclado sin remedio en el interior de esa furgoneta.

Martín los oyó discutir y reír casi por igual y se acercó también hasta la cocina.

-¿Pasa algo con los dulces?-Les pregunto intrigado

No nada a tu hermano que se le han caído al suelo nada más salir de la confitería y mira como han acabado.

El padre levanto con los dedos la bandeja para que Martín viera que toda esa masa de dulce era lo que en la pastelería le habían vendido y cobrado como dos docenas de pasteles.

Martín estuvo a punto de preguntar el porqué estando en la puerta de la pastelería y ante un contratiempo de ese calibre no habían entrado a por una bandeja que sustituyera tal desastre…

Pero…Luisito se negó a seguir con esa farsa en la que estaba atrapado.

-¡No estarían así si no le hubieras restregado tu polla, cuando hemos parado en el pinar!

-¡Estoy más que harto de tener que cargar con las culpas de todo!- continuó diciendo al ver la cara con la que lo empezaban a  mirar su padre y su hermano

-¡Si la casa está sucia es mi culpa porque no limpio como debería!...

Pero…claro no limpio,… porque tengo a Papa a todas horas con en el rabo duro metiéndomelo por el culo.

-¡Si un animal se muere soy yo el que debería haberle llenado el comedero como se me ordeno la noche anterior! … y lo habría llenado si no hubiera tenido a papa bombeándome su pollón hasta casi sacármelo por la boca.

-¡Luego está este,… que no se conforma con un polvo como haces tú, no el niño me quiere maquillado y con braguitas de encaje!

-¡Me tenéis los dos hasta los huevos de tanto capricho!

¿Por qué no podemos limitarnos a follar sin más?

-¡Soy un puto maricón!,… ¿es que soy el único de la casa que si lo tiene asimilado?

★★★

[La doble penetración …segundo acto]

-¿Y ahora qué es lo que tengo que hacer yo?-Preguntó un padre que andaba cada vez mas perdido por la incómoda situación y algo arrepentido de haber accedido a terminar adoptando una postura como esa.

La polla de Isidro se encontraba clavada hasta la mitad en un culo que estaba ya totalmente abierto y entregado.

Luisito había tumbado a su padre en el sofá y se había ensartado con esa polla mientras su hermano Martín lo obligaba a engullirse el  duro rabo, mojado y previamente restregado por los restos del dulce.

-¡Nada tú no te muevas, soy yo el que tendré que hacerlo casi todo! Le dijo Martín a su padre mientras colocaba el enrojecido capullo junto al abierto ojete de Luisito y empezaba a presionar.

Después de un par de punzonadas fallidas, el culo se abrió y empezó a tragarse una polla que era imposible de alojar en ese espacio tan lleno ya de polla.

Luisito gritó, pero por suerte nadie iba a acudir en su ayuda y poco a poco fue notando como esos dos rabos seguían avanzando unidos y entrelazados.

-¿Te duele? Pregunto su padre al notar como sus huevos chocaban con el culo y las pelotas de su otro hijo se encontraban con las suyas.

-¡Muchooooo, … pero me encanta sentirme así!... ¡Que gustazo tener por fin dentro estas dos pollasssssss!

Martín no podía hablar. Era él quien se  encargaba de meter y sacar su rabo marcando el ritmo de la doble penetración. Cuando paraba era el padre el que bombeaba haciendo que fuera Luisito el único capaz de decir algo.

-Ah, siii, …

-Ah, seguid, … dadme massss

-Ah si, … que gusto. Me encanta no paréis.

La polla de Luisito se había tensado y restregado en la velluda barrida de su padre, hasta tal punto que empezó a escupir leche apretando de paso las dos pollas que le profanaban su abierto ojete.

 

Al notarse ordeñado fue Isidro el que empezó también a descargar haciendo que la follada que Martín se negara a terminar sonara con el inconfundible sonido de un chapoteo.

-Chofff, … choffff,… chofff.

Era el único sonido que se empezó a oír en ese salón tenuemente iluminado por las imágenes que salían del televisor.

Luisito y su padre se besaban abrazados y extenuados sobre el sofá mientras Martín entre berridos y bufidos de placer dejaba por fin preñada a su querida y amada novia ya por fin con el pleno consentimiento paterno.