miprimita.com

El Cuaderno (1)

en Hetero: General

—¡Aquí estoy, estúpida! —le gritó Alejandra a Rebecca que

despistada le pasó por un lado sin reconocerla.

 

Se saludaron sonrientes con dos besos en ambas mejillas, alejándose de la entrada del Centro Comercial, abarrotado de gente entrando y saliendo. Continuaron caminando a un ritmo pausado mientras observaban los diferentes locales comerciales.

 

—A qué hora te dormiste anoche —preguntó Rebecca.

—A las 3.30 aproximadamente y tú?

—Dormí muy poco. A las 5 de la mañana fue que logre conciliar el

sueño —respondió, dibujando en su rostro una leve sonrisa.

—Eso quiere decir que… —se quedó esperando la respuesta que ya

sospechaba.

—Si, y dos veces

—¿En serio? —preguntó Alejandra—. Me lo tienes que contar todo.

 

La noche anterior habían estado en una de las discotecas de moda, aprovechando que estaban solas en una ciudad que apenas estaban conociendo, lejos de sus padres y amistades, de su ciudad natal. Tenían menos de dos semanas en la ciudad y la razón principal era que ambas estudiarían la misma carrera universitaria: Comunicación Social. Eran como hermanas, aunque no parecidas físicamente. Rebecca era morena clara de cara redondeada, cabello negro, bastante liso y Alejandra era blanca, de cara ovalada, ojos color castaño y cabello ondulado, también castaño. Ambas delgadas y de la misma altura, con buen cuerpo, bastante atractivas. Se conocieron en el primer año de bachillerato y desde entonces eran inseparables amigas, compartiéndose todo, hasta la ropa de vestir, excepto a los chicos con los que solían salir. Ambas eran muy sociables, extrovertidas y fueron muy populares en su colegio. Pero ahora estaban solas en otra ciudad y sabían muy bien que vendrían nuevos retos, obstáculos pero sobretodo nuevas amistades, nuevos chicos con quienes salir y divertirse. No había nada de qué preocuparse, juntas se lo pasarían en grande.

 

—Se llama Ricardo o Richard, bueno, no recuerdo bien su nombre, lo que si sé es que coge riquísimo —respondió Rebecca, mordiéndose los labios.

 

Rebecca continuó contándole los detalles de su recién aventura con el chico que conoció la noche anterior en la discoteca, Alejandra la invadía de preguntas curiosas, parecía una entrevista, solo faltaba una cámara y un micrófono, bromearon entre si.

 

—Cuéntame tú, cómo te fue con el tal…

—Juan Carlos —interrumpió Alejandra

—Ah! Pero tú si te sabes el nombre de memoria, desgraciada —le golpeó suavemente el antebrazo, riendo irónicamente.

—Pero no llegamos a nada, solo conversamos

—¿No cogieron? ¡Ay no, Alejandra!, ¡qué aburrida eres!

—Es que no sé, no me atrevo todavía

—¿Ni siquiera se la mamaste?

—Claro que no, estúpida.

—No es justo, Alejandra, cómo puedes tener 17 años y seguir siendo virgen. ¿Cómo has podido aguantar tanto tiempo?

—Ya llegará el momento, te prometo que será este año —respondió Alejandra, mirándola fijamente y dándole un pequeño beso en la punta de los labios

—Locaaaa!, no hagas eso en público! Jajaja.

—Ni que fuéramos lesbianas, mi amor, cálmate que nadie nos vio.

 

Rebecca tenía dieciocho años recién cumplidos y muchísima experiencia sexual. De los trece novios que tuvo mientras estudiaba el bachillerato, con todos disfrutó del sexo desenfrenado que tanto le gustaba a excepción de Felipe, su primer novio. Todos fueron respetuosos con ella, muy discretos, además de que casi todos sus novios eran chicos del último año. Así que no tuvo problemas en el colegio ni tampoco mala fama. Su popularidad se debía a su carisma y amabilidad. En cambio Alejandra no había experimentado aún el sexo, se había mantenido virgen durante toda la secundaria a pesar de haber tenido muchos novios, tres más que Rebecca y bastante guapos. Era un poco más popular que su amiga debido a su belleza física, Alejandra era hermosísima.

 

—Necesitas tener sexo ya, amiga. Ya vas a cumplir dieciocho años

—Tienes razón, necesito ser como tú, una ninfómana desesperada —respondió, riéndose a carcajadas.

—Tú lo dirás jugando pero es la verdad, me encanta el sexo y anoche lo hicimos tres veces

—Te envidio, pero temo que todavía no ha llegado el indicado

—Llegarás a los cuarenta años siendo virgen, ridícula.

—No exageres, estúpida. Ya te prometí que lo haré antes de cumplir los dieciocho

—¿Con el tal Juan Carlos?

—No sé, tal vez. Además, me dijo que estudia en la UV.

—¿Qué? ¿En Universidad Venezuela? ¿Donde estudiaremos tú y yo?

—Si, mi vida, esa misma. —respondió, intentando besarla de nuevo en los labios, pero Rebecca le dio una suave cachetada.

—Tienes que cogerte a ese chico antes del próximo domingo, Alejandra. Tienes que hacerlo, es una orden —bromeó.

 

Continuaron bromeando, mientras sonreían como dos niñas inmaduras, Rebecca le suponía expresando gráficamente la primera vez que debía tener sexo. Dibujando el preciado momento en el que al fin gemiría de dolor y de placer, convirtiéndose en toda una mujer. Alejandra escuchaba las locuras que decía Rebecca y no paraba de reír.