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Miss Pecados - Capitulo 4

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Por segunda ocasión la tenía desnuda frente a él. Todavía era difícil creérselo, había sido más fácil de lo que imaginó aunque tenía muy en cuenta de que en cualquier momento las cosas podrían dar un giro inesperado; un giro del que podía salir muy mal parado. Sabía que aún había riesgos, debía ir con mucho cuidado a pesar de que hasta entonces, su sobrina se comportaba muy sumisa; era la segunda vez que se desnudaba frente a él sin resistirse.

Se quedó admirando su belleza por unos segundos. Ella tenía fija su mirada hacia uno de los cuadros de la habitación mientras cubría sus partes íntimas con sus manos.

El hecho de que ella había puesto muy poca resistencia y no se había negado a su chantaje le tenía bastante incómodo, tanto que sentía un poco de miedo a ello. Por qué se mantenía tan callada, por qué había accedido al chantaje con tan mínima resistencia. En ambas ocasiones en que le había ordenado desnudarse fue muy sumisa, sin negarse, sin amenazarle o acusarle de morboso, sádico o enfermo. Estaba nuevamente frente a él, desnuda, avergonzada y quizá también molesta por lo que estaba pasando.

Se dio la vuelta y entró al baño. Se tranquilizó un poco al saber que ya no tenía los ojos de su tío detallando su cuerpo. Se metió a la ducha y cerró las puertas de fibra transparente aunque supuso que en cualquier momento su tío entraría tras ella. Quería ducharse lo más rápido posible, no quería permanecer allí por mucho tiempo, se sentía tan incómoda pero sabía las consecuencias de negarse a obedecer.

Cerró los ojos por un momento mientras el agua fría caía sobre ella. Luego tomó el jabón que parecía no estar usado y comenzó a frotar sus brazos, senos, estómago y todo su cuerpo. Las puertas transparentes de la ducha le permitirían saber si su tío entraba al baño por lo que se mantuvo mirando hacia ellas mientras se enjabonaba. Volvió a recordar los videos, por culpa de ellos estaba allí, en esa incómoda situación. Pensó nuevamente en terminar con aquello, tomar sus cosas, irse a casa y hablar con su padre y contarle todo pero el contenido de los videos la detenía.

Convencida de que estaba atrapada, de que no sería capaz de contarle todo a sus padres, que tenía que acceder a los caprichos de su tío, pensó en tratar de hacerlo desistir de su aberrada idea, debía intentarlo una vez más, tal vez esta vez su tío entraría en razón y entendería que lo que estaba haciendo estaba muy mal . Mientras pensaba en ello, vio a través de la puerta de la ducha que su tío había entrado al baño. Parecía estar parado en la puerta, observando. Supuso que desde allí podía verle bañándose aunque solo vería difusamente su silueta. Se tardó un poco más en ducharse pero al ver que su tío seguía allí inmóvil, observándola, entendió que era inútil dilatar por más tiempo lo que suponía que ocurriría apenas saliera del baño.

Cerró la regadera y al buscar con qué cubrirse se percató de que había entrado al baño sin toalla.

—¿Puedes prestarme una toalla, por favor? —le pidió, creyendo que sería inútil y que él se la negaría.

Vio a su tío salir del baño y al volver le trajo una toalla blanca

—Ten —dijo él, parado fuera de la ducha, esperando que ella le abriera la puerta para tomar la toalla, lo que en enseguida hizo—. Te espero fuera.

Luego de secar su cabello, de recogérselo un poco se cubrió con la toalla y regresó a la habitación. Su tío estaba nuevamente sentado en el comodísimo sofá. Apagó la tele, se levantó y se acercó a ella que permanecía en la entrada.

Pasó su mano derecha por su mejilla, apartándole parte del cabello hacia su oreja. Ella se quedó con la mirada perdida en algún punto de la habitación. El olor de su cabello recién lavado le excitó en gran manera. Cuánto tiempo más podría aguantar tenerla frente a él sin tocarla, sin sentirla, sin disfrutar de su piel, de sus besos, de su respiración agitada, de sus gemidos.

Se colocó detrás de ella y apartó la mano con la que sujetaba su toalla, deslizó suavemente sus manos sobre la toalla y la dejó caer. Nuevamente Daniella quedaba desnuda ante él.

Ella suspiró con discreción. Sintió sus manos en sus hombros que le acariciaban muy suavemente, deslizándose poco a poco hasta sus brazos a la altura del codo. De nuevo sintió sus calurosos labios rozar su cuello. Intentó disimular el efecto que esto producía en ella pero no pudo, el suspiro se hizo notar. Qué se suponía que debía hacer ahora, ningún hombre le había tocado de tal manera.

—Eres mi tío, ¿lo sabes? —le dijo ella en un tono muy suave y que a él le pareció extremadamente sensual

Él continuó besándole el cuello y acariciando sus brazos, por supuesto que sabía que era su tío, que aquello que estaba haciendo era incorrecto, prohibido, un pecado, pero estaba obsesionado. Era inexplicable aquella obsesión, no había manera de entender ese extraño deseo que él sentía por ella. Solo sabía que la deseaba con locura, con una locura que sobrepasaba todo entendimiento y razón.

—Detente tío, no está bien que me hagas esto —rogó.

Él ignoraba lo que ella le decía. Estaba dedicado a besar su cuello y acariciar su humedecida piel. Una enorme erección lo invitaba a continuar con el siguiente paso pero pudo controlarse, era importante que fuese poco a poco, con cuidado, quería disfrutar con calma, quería sufrir un poco más.

La sorprendió cargándola entre sus brazos y la acostó en la cama, acomodándose para luego quedar encima de ella que de inmediato sintió la erección de su pene bajo el pantalón, rozar su vagina.

El buscó su mirada pero ella la apartó.

Es el momento, pensó, cerrando sus ojos. Mi tío se desnudará y sin más espera me hará suya, lo que permitiré al no tener la voluntad de detenerlo y acusarlo. Me arrancará mi virginidad, supongo que va a dolerme y al parecer eso a él no le importará, pues, hasta ahora nada le ha importado.

Sintió la lengua de su tío deslizarse por una de sus mejillas y luego por la otra. Su tío la lamía, lo que le pareció desconcertante. Luego besó su quijada y su cuello con pequeños besos y lamidas. Continuó bajando con su lengua y llegó a sus dos pequeños senos, redondos y bien formados. Sintió sus manos apretujarlos suavemente y su boca comerse sus pezones que comenzaban a ponerse duros por la estimulación sufrida. Trataba de disimular lo que aquellas caricias y chupadas le provocaban. Su tío estuvo unos largos segundos disfrutando de sus delicados senos y deliciosos pezones rosados, luego se detuvo y continuó con su lengua lamiendo su piel, bajando hacia el estómago.

Daniella recordó una pijamada con sus amigas en la que todas menos ella contaron los detalles de su primera experiencia sexual. A Vanessa, quien perdió su virginidad cuando cursaba el 4to año, le pareció un poco decepcionante, su chico fue brusco y torpe aquella tarde en su habitación, aprovechando que los padres de ella no estaban en casa. Lucia la perdió con su actual novio, no le pareció tan trágica la experiencia, de hecho, sintió muy poco dolor. Para Andreina fue todo lo contrario, una dolorosa experiencia, lloró mientras su novio la penetraba intentando calmarla, pidiéndole que aguantara un poco más que ya faltaba poco.

Sintió de repente una agradable sensación que interrumpió sus pensamientos. Su tío comenzó a explorar su vagina con la punta de su lengua, alternando con pequeños besos y chupadas. Intentó disimular el efecto que en ella comenzaba a causar. Su sexo estaba siendo explorado una y otra vez por la lengua cálida de su tío y la sensación provocada le estaba haciendo perder el control de sus movimientos. Quiso cerrar sus piernas, alejar a su tío de su sexo pero estaba disfrutando aunque sabía muy bien que se estaba entregando a él con absoluta facilidad.

Recordó una ocasión en la que se había quedado a solas con su novio Darío en la sala de su casa, comenzaron a besarse y poco a poco los besos se hicieron más intensos. Darío le estaba quitando la camisa del colegio sin parar de besarle y comenzó a manosear sus pezones pero ella reaccionó de inmediato interrumpiendo sus intenciones. Él besaba muy bien pero ella no quería apresurar las cosas, tenían apenas unos días de novios y no quería que él pensara que era una chica cualquiera, que podía llevársela a la cama cuando él quisiera. Además, él sabía que ella era cristiana y voz líder del coro de la iglesia de su padre, debía comportarse, por mucho que deseara sus besos y un poco más.

Ahora se encontraba desnuda, en la cama de su tío, disfrutando sin resistirse de la agradable sensación que le producía su lengua en los labios vaginales. Él estaba concentrado y dedicado al sexo de ella y cada segundo que pasaba la agradable sensación se incrementaba. Se dio cuenta de que con ambas manos se estaba sujetando de las sabanas que cubrían la cama, como si fuese a caerse. La exploración de su sexo continuó y comenzó a descontrolarse más, tenía duros los pezones y notó que estaba sudando. No podía esconder su agitada respiración por más que lo intentase. De repente gimió inconscientemente y su tío debió escucharla, aunque no se detuvo. Ahora sentía que exploraba su clítoris y la sensación le hizo temblar las piernas con las que golpeó sin querer la cabeza de su tío que no se apartó de su labor.

Daniella estaba a punto de gritar, el agradable sufrimiento del que estaba siendo victima la descontrolaba por completo, aguantaba la respiración para no gemir y disimular el disfrute pero era imposible, los gemidos se le escapaban sin poder evitarlos, gemidos sufridos, gemidos silenciosos, pero que su tío podía percibir claramente.

—Para, tío, me duele —mintió, aprovechando para liberarse de la energía contenida.

Él sabía muy bien que ella mentía, no podía dolerle, simplemente porque no estaba presionándole su himen. Continuó disfrutando de ella, se dio cuenta de lo bien que lo estaba pasando y de que en cualquier momento ella dejaría de resistirse.

No había forma de salir de aquella agradable sensación, por primera vez deseó que aquello continuará, le temblaban las manos y las piernas y ya le era imposible controlar su agitada respiración, su tío estaba haciendo un trabajo más que perfecto.

Con el pasar de los minutos, Daniella comenzó a retorcerse en la cama, a jadear y gemir sin poder disimular. Su tío no solo era dueño de su humedecida vagina, sino de ella y de su voluntad por completo.

Él se detuvo por un momento, ella se mantenía jadeando y temblando de placer, preguntándose el por qué su tío se había detenido. En pocos segundos fue puesta boca abajo y él volvía de nuevo a castigar su vagina. Volvieron los jadeos y los gemidos sin parar, ya sin ganas de resistirse mentalmente, entregada totalmente al placer que sufría. Sin duda que su tío tenía mucha experiencia, pues, la tenía en absoluto descontrol de si misma, de sus movimientos, de sus piernas, su respiración y de su voluntad.

El grado de excitación era tal que tardó en darse cuenta de que ahora su tío mientras exploraba su vagina con repetidas lamidas, le introducía con delicadez un dedo en la entrada del ano.

Se sintió incómoda y le pareció una cochinada de su parte pero no tenía voluntad ni fuerzas para darse la vuelta y enfrentar a su tío. Se olvidó de aquel detalle, pues, el placer del que estaba siendo víctima la sometía por completo.

Los ataques de lengua a su clítoris continuaron, el placer se incrementaba aunque seguía pareciéndole incomodo el dedo que se paseaba suavemente por su ano.

Comenzó a dar pequeños gritos y a retorcerse, sintió su vagina bastante humedecida y a su tío lamer y chupar todo lo que de ella brotaba, era indescriptible el placer que aquello le ocasionaba, sintió que se iba a orinar encima.

Su tío volvió a darle la vuelta y atacó nuevamente su vagina con chupadas y lamidas, esta vez más intensas, con ambas manos comenzó a amasar y a pellizcar sus pezones, logrando arrancarle gemidos en alta voz.

Ahora Daniella se agarraba de la sabana y con la otra mano agarraba fuertemente el cabello de su tío, como queriendo alejarlo de su vagina pero al mismo tiempo empujándole a que continuara sumergiéndola en un desesperante placer.

A él le enloqueció en gran manera el sentir la mano de su sobrina apretar su cabello, deseó en ese mismo momento penetrarla y arrancarle sin más espera su virginidad, hacerla completamente suya, enloquecerla aún más de lo que ya se encontraba. Pero debía ser muy paciente, no era el tipo de hombre que a las primeras y ante tal grado de excitación se saca su pene y penetra a su mujer con el único fin de aplacar su impostergable placer y antojo de llegar al orgasmo, sin importarle en lo absoluto el placer de su pareja.

El momento de convertir a su sobrina en su mujer llegaría muy pronto, debía calmar por ahora a sus desesperadas hormonas, debía concentrarse en lograr que Daniella recordara toda su vida su primera experiencia sexual como única, placentera e inolvidable.

Le enloquecía escuchar sus gemidos, su agitada respiración, la forma en que se retorcía en la cama, victima de las constantes lamidas y chupadas que el le proporcionaba.

Continuó castigándola, esta vez con más ahínco y dedicación, debía lograr que alcanzara el orgasmo o sino iba a terminar cogiéndosela ya que el deseo por poseerla se hacía cada vez más inaplazable.

Daniella gemía en voz alta, totalmente rendida y entregada al placer. Sintió que se orinaba aunque sabía muy bien lo que estaba por suceder. Sus manos se encontraron con las de él que las agarró con fuerza sin dejar de atacar su vagina, la presión se volvió irresistible, su tío no paraba de castigarla y entonces gimió a gran voz.

Daniella parecía llegar al orgasmo y el se mantenía devorando su virginal vagina lo que la hacía sufrir de un placer agobiante. Daniella se retorcía una vez más y apretaba con fuerza las manos de su tío, gimiendo una y otra vez hasta que él, al ver su estado de sufrimiento detuvo el incesante castigo oral.