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Miss Pecados - Capitulo 5

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Se levantó, dejándola tendida en cama, con las piernas temblándole, sufriendo por primera vez el placer de alcanzar el clímax. Contempló por unos segundos su tierno rostro, tenía cerrados sus hermosos ojos, sus delicadas manos las movía sin coordinación. El deseo impostergable de convertirla en su mujer le hacía doler los testículos, tenía una erección dolorosa y le urgía aplacar sus ganas cuanto antes o iba a terminar enloqueciendo.

La haló por los tobillos hacia él, la tomó de ambos brazos y la llevó cargada al baño. Sin quitarse la ropa ni los zapatos se metió con ella a la ducha, graduó el agua: tibia, un poco refrescante. No tardó el agua en empaparlo por completo pero eso era lo que menos importaba. Pudo haberse desnudado delante de ella pero decidió quedarse con la ropa puesta.

Sus miradas se entrelazaron pero de inmediato ella miró hacia otro lado, no quería verle a los ojos. Reposándola en la pared comenzó a besarla apasionadamente por toda la cara, sus mejillas, su cuello, la barbilla, la comisura de los labios. La agarró del cabello eróticamente, dominando sus movimientos de cabeza, así podía besarla donde quisiera. La besó en los labios, ella no respondió a sus besos. Volvió a besarla por todo el rostro y cuello y terminó nuevamente en su boca, esta vez ella fue receptiva, aunque tímidamente.

Con el paso de los segundos los besos se compenetraron, el agua refrescante era de gran ayuda para que el momento fuese especial para ambos. Daniella se entregaba sin resistirse a los besos de su tío que se volvían cada vez más intensos. Sabía besar muy bien, explorando con cuidado su boca, haciéndola sentir cómoda, dejándola imponer el ritmo y los movimientos, dándole confianza. Sentir el sabor de su boca lo enloqueció más de lo que ya estaba. Comer sus dulces labios, saborear su suave lengua que le transmitía una sensación única. Podía sentirla entregada a él por la manera en que ella respondía a sus besos, le besaba con pasión.

Ella sabía que estaba mal corresponder a su tío, besar con gusto al hombre que la tenía bajo chantaje y amenaza de dañar su reputación si no obedecía sus caprichos. El orgasmo que acaba de experimentar aún la tenía excitada y su tío volvía a prenderla de nuevo con besos ardientes. Se entregó a él sin pensar en nada más, se despojó de sus pensamientos y enmudeció la voz interna que le gritaba: “¡¿Qué haces, Daniella, qué haces?!”

Manuel no aguantaba más, se desabrochó el pantalón sin dejar de disfrutar de su boca y liberó su pene que estaba a punto de estallar. Lentamente buscó su vagina y rozó su pene, suavemente. Comenzó a hacer movimientos hacia arriba y hacia abajo, como si su pene fuese una brocha con la que le pintaba los labios. Daniella -que concentrada le besaba- abrió los ojos, suponiendo que había llegado el momento de perder su virginidad. Se despreocupó al sentir que solo eran agradables golpecitos del pene en su vagina.

La enloqueció. Daniella disfrutaba los constantes golpecitos del pene en sus labios vaginales. Aquella fricción la martirizaba agradablemente, también sentía un poco de miedo de que por accidente el pene fuera a desvirgarle en un golpe brusco. Él no se detenía de comerle la lengua, mucho menos de pintarle el clítoris sin descanso.

 

Un poco agotado de la posición en la que estaba, regresó con ella aún cargada en sus brazos a la habitación, con algo de dificultad, pues, tenía desabrochado el pantalón que logró quitarse mientras caminaba hacia la cama.

La acostó en la cama con un poco de brusquedad y se inclinó para volver a dedicarse a chupar su clítoris. Daniella volvía otra vez a los gemidos, ya no los disimulaba ni los escondía. Arremetió como loco, la chupaba, la lamía, Ella gemía en voz alta y se retorcía mucho más que la vez anterior. Se colocó encima de ella y volvió a besarle, cosa que le sorprendió, pues, acababa de probar su sexo.

Nuevamente comenzó a pintarle la vagina con el pene. Ella interrumpía los besos con gemidos, ocasionados por el efecto que el pene le proporcionaba, él volvía a callarla a besos, cada vez más intensos y más apasionados.

Enloqueció por completo el ver como ella sufría los golpecitos de pene, como gemía con locura y desesperación y como luego le besaba entregada totalmente a él. Sintió que su pene comenzaba a traicionarle, sintió el cosquilleo correr por toda la parte baja del vientre. Se iba a correr.

Aceleró los golpes de pene sin dejar de besarle, ahora se estaba masturbando y deseaba acabar y eso fue lo que terminó sucediendo. Manuel no pudo más y eyaculó. Chispeó sus labios vaginales, sus piernas y su estómago.

Daniella sentía sobre ella por primera vez el líquido seminal. El primer disparo fue directo a su clítoris, el segundo, un poco más arriba, luego sintió sus piernas siendo bañadas, el estómago, de nuevo su clítoris. Su tío jadeaba muy cerca de su boca y se quedó mirándole la cara de disfrute, algo que le causó mucha risa a pesar de que segundos antes se encontraba atontada en el paraíso.

Había tenido el mejor orgasmo en mucho tiempo, tal vez el mejor de todos tomando en cuenta solamente aquellos en los que no había penetrado a una mujer. Continuó jadeando su largo orgasmo y ella trataba de disimular la risa.

Se hizo a un lado de ella y se acostó para relajarse.

—¿De qué te ríes? —preguntó con voz agotada.

Ella volvió a sonreír, esta vez lo hizo como si le hubiesen contado un chiste bastante gracioso.

—Te estás riendo de la cara de estúpido que puse, verdad? —volvió a preguntarle en tono amigable.

—Jajaja, si —sonrió ella, tapándose el rostro con ambas manos. Sus brazos cubrían sus senos.

Daniella apartó las manos de su cara y se quedó pensativa mientras veía de reojo a su tío que aún continuaba acostado. Sintió curiosidad por ver su pene pero él tenía la pierna cruzada.

Hubo silencio por unos minutos hasta que le vio levantarse, esta vez pudo observarle de espaldas caminar hasta el baño, donde estuvo durante un largo rato duchándose.

Acababa de tener su primer orgasmo y por poco un segundo y todo esto siendo aún virgen. Sus amigas no lo creerían, además de que tampoco podría contarles. Había imaginado que sería de otra manera, sintiendo dolor, sangrando y llorando mientras su tío la hacía su mujer. Supuso que el único que disfrutaría sería él, no ella.

Se sintió desconcertada. Había disfrutado cada beso, cada suave mordisco de oreja, le había agradado la forma en la que él le había tratado, la manera como disfrutó de sus senos, besándolos, mordiéndolos, pellizcándolos y apretujándolos, experimentando nuevas sensaciones. Disfrutó de los golpecitos de pene que desafortunadamente se vieron interrumpidos por la eyaculación.

Volvió a recordar la cara de su tío jadeando mientras eyaculaba y volvió a sonreír.

—Te burlas de mi —dijo él, apareciendo nuevamente en la habitación, vistiendo una toalla que le cubría hasta la cadera y dejaba expuesto su atlético pecho con poco vello.

Ella paró de reír aunque aún su rostro denotaba gracia.

Le alcanzó una toalla y le dijo que se duchara de nuevo y se vistiera, tenían que ir al cine como habían acordado. Ella se levantó de inmediato, cubriéndose y caminando nuevamente al baño.

Una vez que regresó a la habitación, su tío no estaba y en la cama había un jean, una franela, un brasier de color blanco y una panti también de color blanco. Un papel encima decía: Vístete, te espero abajo. Se tomó su tiempo en cambiarse, el jean le quedaba perfecto, también el brasier y la franela. También pudo notar que la ropa era nueva, pues, tenían la etiqueta y su particular olor.

Luego de vestirse, abrió el bolso para buscar su pintura labial y se encontró con una caja. Eran unos converse y también eran nuevos. Qué detalle.

Abajo le esperaba él sentado, que cuando le vio bajar las escaleras sonrío.

—Nirvana —dijo, señalando la franela que tenía bordada la imagen de Kurt Cobain. Supuse que te gustaba Nirvana.

—Sí, me encanta. Es de mis bandas de rock favoritas. Gracias por la ropa.

—Te queda perfecta, me aseguré de que todo fuera tu talla.

Cómo podía ser tan detallista, agradable y simpático y al mismo tiempo ser un acosador e incestuoso tío. Guapo, alegre, chistoso y también un sádico y morboso. ¿Se sentía satisfecho por todo lo que había hecho hasta ahora o quería más de ella? Probablemente que sí.