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Inicio a un nuevo mundo. la universidad v

en Dominación

Entramos en una zapatería donde escogimos unas sandalias negras con tacón de aguja de 15 cm, Ruth se los probo y al caminar parecía un pato mareado, no acostumbraba a usar tacones y menos unos tan altos. Este calzado elevaba su culito haciéndolo si aun era posible más apetitoso, a mayores compramos algún otro par y unas zapatillas de maruja para andar por casa.

Era casi la hora de cierre de las tiendas del centro comercial que seguiría abierto puesto que había cafeterías que permanecían abiertas hasta media noche y salas de cine. Al dirigirnos hacia la tienda de Ana apareció mi lado perverso, le ordene a Ruth que se descalzara y se pusiese las zapatillas de maruja, era un espectáculo verla así y sobre todo ver como la gente la miraba y hacía comentarios mientras se reían, humillada de una manera estúpida y nada  provocativa, cada vez era capaz de humillar a Ruth más fácilmente y con simples tonterías que en otra situación no funcionarían.

Cuando llegamos a la tienda la persiana estaba bajada, di dos golpes y comenzó a abrirse, nos metimos por debajo y volvió  cerrarse, dentro estaba María esperándonos, fuimos las tres a la trastienda en donde nos esperaba Ana y otra mujer que no conocía.

ANA. Se trata de Lulú, es una amiga que trabaja de peluquera y maquilladora, me suele ayudar con las modelos del book.

C. Vale, está bien pero deberías habérmelo dicho, sería lo más correcto.

ANA. Lo siento, veras como te gusta cómo va dejara tu sumisa. Como es que lleva zapatillas de andar por casa, parece una maruja en toda regla, solo le faltan los rulos y una bata andrajosa.

C. No lo había pensado, la próxima vez puede ser.

Lulu comenzó a desnudar a Ruth dejándole únicamente las zapatillas, maquillo su cuerpo evitando que durante las fotos aparecieran reflejos indeseados, excito sus pezones hasta dejarlos firmes y duros, al apretarlos fuerte mostraban un color rosado muy excitante, le maquillo suavemente el rostro pintándole los labios con un rojo chillón que los hacía destacar, al final se dedico a su coñito realzando su rosa natural.

Ana extendió sobre la mesa varias prendas para vestir a Ruth y fotografiarla, las primeras fotos se hicieron sobre la pasarela luciendo los modelos con las zapatillas, el resto de la sesión las fotos tuvieron como protagonista únicamente la lencería. Al final actuamos como modelos María, Lulú y Yo misma. Ana termino sacando más de 200 fotos. Finalizada la sesión el descargo en el ordenador y las paso a una pantalla de televisión donde escogimos las que publicaría en el book, el resto quedarían guardadas para disfrute particular de las modelos.

La sesión de fotos había sido genial, como agradecimiento Ana nos había regalado varias prendas a Ruth y a mí.

Volvimos a casa para cenar, el día resultara mejor de lo que había pensado, la sumisión de Ruth superara con creces mis expectativas, no le importaba ser humillada en público e incluso había sido capaz de limpiarme después de mear, eso superara mucho los limites que me había puesto. No sabía hasta donde llegaría Ruth, o estaba loca por mi o no era capaz de ponerse limites en su sumisión, de evolucionar así seria esclavitud, esa situación no creo que me agradara.

Cenamos las dos en la cocina y hablamos de las clases que teníamos al día siguiente, Ruth tenía una clase menos que yo con lo cual llegaría antes a casa y prepararía la comida, a ella no le importaba y cocinaba mejor que yo. Cuándo nos retiramos a dormir me pidió permiso para dormir en mi cuarto, en el suelo a los pies de mi cama, como una perrita fiel. Le di permiso y fuimos a mi dormitorio, Ruth se tiro en el suelo a los pies de mi cama, me dio algo de pena y me apetecía dormir sintiendo el calor humano de una persona, la llame y le ordene que se acostara conmigo en la cama, le prohibí cualquier intento de sexo conmigo, una cosa era permitirle compartir cama y otra muy distinta darle libertad en cuanto a mi cuerpo o el suyo, yo era la única que disponía de los dos cuando disfrutaría y cuando no.

Fuimos a la universidad como cualquier día y regrese a casa para comer, Ruth me había prometido una sorpresa a la hora de comer, no me había dicho de que se trataba y por una vez no había ejercido como ama para obligarla a confesar sus intenciones, algo de intriga venía bien en la relación, saber de antemano lo que ocurriría podía ser aburrido.

Legue a casa para comer y al intentar abrir la puerta con mis llaves encontré que tenia pasada la cadena de seguridad, en el piso se escuchaba música. Llame al timbre furiosa,  era mi casa y no podía entrar en ella, mi sumisa se había ganado un duro castigo.

Apenas tardo Ruth en aparecer, me pidió cerrar la puerta para poder retirar la cadena, mi cabreo no hacía más que aumentar, si seguía así no se que podría llegar  hacer con Ruth.

Al fin me abrió la puerta situándose detrás de esta, espero a que hubiese entrado para cerrar la puerta y arrodillarse a besarme los pies pidiéndome perdón por haberme hecho esperar en la puerta.

Me gire para enfrentarme con ella y castigarla, al verla me quede descolocada, lo que menos esperaba era verla vestida de aquella manera, le ordene ponerse en pie para verla bien.

Vestía una bata transparente rosa a través de la cual se veían unas braguitas con lazo que dejaban totalmente descubierto su sexo, sus labios estaban pintados de rojo, sus pómulos estaban pintados con colorete, sus pezones duros y firmes se marcaban en la bata, llevaba rulos en el pelo y las zapatillas que compráramos el día anterior. Su aspecto era el de una maruja calentorra, salida y rompepollas, capaz de follarse la primera polla a su alcance.

Nos reímos un buen rato de su indumentaria, disfrute tanto de la situación que me olvide de lo furiosa que estaba y la perdone.

Le hice unas fotos con el móvil en distintas poses, las vimos y tome la decisión de enviarle algunas a Ana para que me diera su opinión acerca del modelito y la modelo. En menos de cinco minutos tenia respuesta, me dijo que eran impresionantes, que la pusieran tan excitada que fue a la trastienda a aliviarse. Me dijo que iba a enseñárselas a María que quedara encoñada de Ruth, seguro que tendría que ir a la trastienda más de una vez ese día.

Ruth lo había escuchado todo ya que la conversación había sido con el manos libres, se había excitado tanto que su coñito chorreaba sin haberse masturbado, la simple charla acerca de ella y lo que quería María de ella fueran suficiente. Me despedí de Ana quedando en que la sesión  de su tienda debía de repetirse sin tardar mucho, teníamos los medios y las personas.

Después de colgar Ruth se acerco a besarme los pies y suplicarme que la hiciera suya, necesitaba correrse, pero no masturbándose ella sino que alguien la poseyera y rogaba y suplicaba que fuera su ama, yo.