miprimita.com

IRINA.

La conocí a través de  un anuncio de prensa en la página de contactos, en el se describía como una madurita española con problemas económicos y ponía como tarifa 20 euros por servicio completo con protección. Atendía en su casa a solas. El anuncio resultaba atractivo y destacaba entre los demás ya que casi todos pertenecían a clubs y ofertaban mujeres sudamericanas, la mayoría brasileñas aunque últimamente empezaban a abundar las venezolanas.

Alguno más de chicas del este y transexuales, estos últimos en este momento no me interesaban en un futuro nada se puede descartar, en el sexo todo es vicio y nada se puede descartar.

El día que quede con ella vi que tenía un cuerpo espectacular, su media melena la llevaba teñida de rojo y se notaba que se preocupaba de su cuerpo, no tenía signos de arrugas, estrías ni ningún tipo de imperfección a simple vista.

El inicio del encuentro fue un poco tenso resulto que iba a ser el primer cliente al que atendería en esta nueva profesión y no sabía muy bien cómo actuar, por una parte tenía miedo a ser muy inocente o mojigata y por otro lado  temía ser brusca o demasiado autoritaria.

Quitándole importancia al asunto la cogí por la cintura y nos dirigimos al dormitorio que tenía preparado, era de lo más normal, cama de matrimonio, un sofá, una cómoda y una mesilla. El suelo estaba cubierto por una alfombra y a la derecha de la cama se encontraba la puerta de acceso a un baño.

Me pregunto si quería que se lavase o quería que me lavase mis partes para encontrarme más cómodo. Le respondí que no era necesario pero si así se iba a encontrar más cómoda,  no era un problema, lo cierto es que hacía mucho tiempo que una mujer no lavaba mis partes y podría excitarme tanto que podría acabar fallándomela allí mismo o disfrutar de una mamada memorable. No perdía nada o incluso podría ganar. Comencé a desnudarme dejando la ropa en el sofá, me cogió de la mano y me llevo al baño. Me senté en el bidet y comenzó a lavarme mis partes. Comenzó por frotarme los huevos al mismo tiempo que masajeaba  mi polla a lo largo. Se estaba salpicando la ropa y me dijo que iba a sacársela.

Comenzó sacándose el vestido, seguidamente saco su sujetador liberando sus preciosos pechos los cuales a pesar de la edad se mantenían firmes y estaban coronados por unos preciosos y oscuros pezones que invitaban a chuparlos y morderlos.

Se deshizo de sus braguitas dejando a la vista su pubis apenas cubierto por un pequeño triangulo de vello negro y brillante. Su pelo era teñido. Tras quedarse solamente con las medias y los zapatos se arrodillo para seguir lavándome, al acercarse de nuevo descubrió que mi polla no era la de hacia un momento, ahora se encontraba mirándola de frente a los ojos, dura y firme. Pidiendo guerra.

A la vista de lo presente ya llego de lavado, vente para la habitación que vamos a tratarte como te mereces. Me tumbo en la cama y pregunto si me gustaba que me la chuparan o tenía alguna objeción. Le conteste que ni la  más mínima que el único problema que podría surgir era que me corriese en su boca, a lo cual  respondió: “quieres darme leche calentita para merendar. Por mi no hay problema”.

Tras este dialogo comenzó a chuparme la polla, comenzó recorriendo toda su extensión desde los huevos hasta la punta del glande con su lengua. Retiro la piel del glande y lo beso suavemente en la punta a continuación succiono y lamio la zona donde quedaba la piel en la base del glande retirando todos los rastros existentes y comentando que estaban salados pero muy sabrosos, le encantaba el sabor de mi polla.

Fue una de las mejores mamadas que había recibido a lo largo de mi vida y la técnica de mi acompañante no era fruto de un día, sabía lo que hacía y cómo hacerlo para conseguir el máximo placer.

La demostración del placer que sentía se la demostré corriéndome en su boca, llenándosela. La cantidad que salió de mis huevos fue tanta que incluso se le escapaba por la comisura de sus labios, nunca me había corrido de esa manera,  no quiso perder ni gota y pasó sus dedos por el rostro recogiendo cualquier rastro que quedase para después chuparlo.

Comento que hacía tiempo que nadie se corría en su boca de esa manera, había sido una cantidad exagerada y suficiente como para no tener más hambre esa tarde. Se levanto y me miro a la cara, lucía una sonrisa preciosa. Se tendió a mi lado y me dedico una preciosa sonrisa mientras me decía que hacía mucho que nadie la trataba así. En ese instante me gire hacia ella y le anuncie que aun no se había terminado, me coloque sobre ella y introduje uno de sus pechos en mi boca comenzando a succionarle el pezón y mordisquearlo, con una de mis manos  me aferre a su otro pezón e inicie un juego en el cual se lo apretaba y retorcía.  Cada vez jadeaba más fuerte, al comienzo decía que le hacía daño según pasaba el tiempo pedía que no me detuviese que estaba a punto de tener un orgasmo. Cuando me dijo eso me detuve, Irina comenzó a insultarme por haber parado y  dejarla al borde del orgasmo y no lograrlo. Le dije que yo era el que pagaba y se correría cuando yo quisiera y no antes.

Le ordene que se pusiera a cuatro patas sobre la cama y se sujetase al cabecero sin soltarse en caso de que se soltara no me dejaría más remedio que atarla y las consecuencias de su desobediencia. Tras colocarse en posición me deslice entre sus piernas y comencé a lamerle su sexo, según transcurría el tiempo el volumen de sus jadeos se incrementaba y casi no podía respirar comenzó a decirme que se iba a correr, que no parara, esta vez se lo permití, su orgasmo fue  indescriptible, gritaba como una loca mientras me llenaba con sus flujos en tal cantidad que me empapo a mí y a la cama donde estábamos. Durante su orgasmo cometió el error de soltarse del cabecero.

Se extendió en la cama agotada, no era capaz de moverse. Mientras estaba en esa posición me acerque a ella y le dije bajito en su oído que había sido mala y se había soltado sin mi permiso. Se volvió hacia mi poniendo cara de niña buena suplicando perdón por sus  errores, en respuesta a sus suplicas le sujete las piernas y saque sus medias para atarle las muñecas al cabecero de la cama. Debido a su cansancio fue incapaz de oponer ningún tipo de resistencia por lo cual se encontró atada en apenas un minuto. Me dedique a contemplar su precioso cuerpo que brillaba debido al sudor de ambos cuerpos, la tenía en posición de perro, a cuatro patas mostrándome su precioso culo y sin poder hacer nada.

Estando Irina en esa posición me dedique a lamer su sexo llegando a su ano en ocasiones, volvía a jadear como una hembra en celo en busca de macho. Chupaba su clítoris mientras le introducía un dedo en su ano, al principio no quería, decía que su culito era virgen y quería que lo siguiera siendo, al rato me pedía que la follara el culo con la polla y la partiera en dos.

La penetre analmente, primero despacio a continuación aumente el ritmo a la vez que ella me instaba a  que fuese más duro, que la reventara, quería mi leche dentro de su culito. Irina parecía una fuente, su sexo no paraba  de derramar líquido, estaba en un orgasmo sin fin, estando a punto de llegar yo a rellenar con mi leche el culo de mi zorrita fuimos interrumpidos por una joven que llama a Irina `puta, zorra, chupapollas … para terminar diciendo que eso no lo esperaba de su madre.

Me corto totalmente el rollo y mi pene se desinflo de todo saliéndose del ano de Irina mientras ella trataba de razonar con su hija, viendo la situación desate a Irina para que fuese tras su hija la cual se había ido de la  habitación. Desconozco lo que allí tuvo lugar solo puedo contar que transcurridos diez minutos  regreso Irina llevando a su hija agarrada por un brazo dejándola sentada en una silla que estaba en el dormitorio delante de la cómoda. Sentada ya Rebeca su madre la dijo que ese fin de semana iba a permanecer en casa y vería lo que ella se había visto obligada a hacer para poder mantener los caprichos de su hija mimada. La demostración daría inicio en ese momento observando cómo su culo era partido por mí.

Irina se dirigió a la cama y adopto la posición que tenía antes de la llegada de su hija y me pidió que continuásemos, la mire a la cara y señale mi pene totalmente flácido indicándole que no podría ser. Como respuesta bajo la cabeza y comenzó a mamar mi polla aun mejor que la vez anterior con lo cual consiguió volver a poner erecto mi pene en apenas dos minutos volviéndose a colocar a cuatro patas y cogiendo mi polla introducírsela en su ano y de un empujón clavársela hasta tocar mis huevos con su sexo empapado.

El ritmo de mis penetraciones iba en aumento y ella aun pedía mas, decía a su hija que se fijara en lo que debía de hacer para satisfacer sus caprichos de nenita consentida como lo eran la ropa que llevaba puesta, 500 euros por una ropa que tapaba menos de lo que cubría, si quería parecer una putilla lo mejor sería que lo fuera y así podría pagarse sus caprichos, estaba dispuesta a presentarle a sus clientes.

La respuesta de Rebeca fue el silencio, no contesto a su madre a la cual seguía follandome. Rebeca miraba fijamente la escena que tenía lugar ante ella sin mostrar ninguna reacción, parecía una espectadora viendo una película en el cine, totalmente tranquila.

Termine corriéndome dentro del culo de Irina, ella por su parte termino con un orgasmo colosal, sus gritos eran terribles y la fuerza con la que contraía los músculos de su ano apretaban mi polla hasta extraer la última gota, la presión era tal que me uní a sus gritos del daño que  me producía. Mi pene reacciono desinflándose como un globo pinchado y así pude retirarlo de Irina, estaba rojo y dolorido, el trato recibido había sido muy duro.

Quedamos tendidos en la cama sin poder hablar, estábamos agotados  tras el maratón de sexo.

Cuando mire hacia donde se encontraba Rebeca la vi con la cara roja y un gesto desconocido, la seguí observando y descubrí cual era la causa, la niñita de mama se había estado masturbando mientras veía como culeaba a su progenitora. La niña estaba resultando una putilla en ciernes, con un poco de entrenamiento y la ayuda de su madre tendríamos una nueva incorporación.

Mire a Irina y le insinué que mirara hacia su hija, lo hizo y me devolvió una mirada de asombro pero el gesto de su rostro indicaba otra cosa. No se sabía lo que pensaba, aun así se podía entender que lo que tramaba no era algo normal.

Después de este primer encuentro me convertí en un cliente habitual llegando a tener tanta confianza con Irina que incluso pasaba fines de semana en su casa. La relación paso se de ser la de un cliente con una profesional del sexo a la de unos amigos con derecho a roce y algo mas.

Yo ya me había habituado a esta situación y la verdad no me molestaba, cuando Irina recibía a alguno de sus clientes yo me iba a dar una vuelta o a comprar comida, prácticamente vivía en su casa con ella y su hija Rebeca. La niña después del primer encuentro había cambiado,  en parte debido a su madre y por otra parte a causa mía. Irina había tomado la decisión de incluir a su hija en el negocio y obtenía unos buenos beneficios gracias a Rebeca.

Irina era la que tomaba las decisiones y los demás nos limitábamos a obedecer, en mi caso desde el primer encuentro me tomo como su compañero al cual ordenaba que debía de hacer, cuando debía hacerlo y como debía hacerlo. Se había convertido en mi ama y yo se lo agradecía, vivía por y para su satisfacción que era la mía, su felicidad era mi único objetivo.

La situación de Rebeca era similar a la mía, su madre tomara la decisión que ya  era hora de que Rebeca madurara, el tiempo de ser la niñita de mama, consentida y mimada concluyera, debía de conocer la realidad de la vida.

El detonante de esta situación fue durante nuestro primer encuentro cuando Rebeca descubrió a que se dedicaba su madre e Irina vio como su hija disfrutaba de la situación excitándose y masturbándose. A partir de dicho momento Irina comenzó la transformación de su hija encaminándola en la dirección que ella quería. No quería convertirla en una prostituta pero si pensaba sacarle provecho a las virtudes de su hija como: belleza, juventud, desparpajo, cuerpo y otros aspectos no tan virtuosos pero si interesantes para  sus planes: su calentura, desconocimiento de las artes sexuales, sumisión…

El inicio fue durante la primera cita cuando su hija la descubrió, tras descubrir como disfrutara con el espectáculo la llamo a su lado y le pregunto a que era debido el color de sus bragas, parecían húmedas y se las toco para confirmarlo, Rebeca no contesto y ahí fue cuando Irina cogió el mando y sometió a su hija. Su primera orden fue que se desnudara y  se metiera en la cama, Rebeca obedeció y se situó al lado de su madre. Su madre le pregunto que desde cuando tenía relaciones y que no le mintiese ya que le había encontrado las pastillas antibaby hacia tiempo. Rebeca seguía muda y no decía nada. Irina dirigió una de sus manos al sexo de su hija y comenzó a acariciarlo suavemente sin apenas rozarlo.