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El Pordiosero

en Voyerismo

Todo cambió desde que papá se fue de casa y después de tramitar el divorcio se radicó en el extranjero.

Mamá tardó mucho en recomponerse del dolor que le produjo la separación.

Nunca tuvieron una buena vida sexual, al contrario, mamá era y es una mujer muy ingenua, demasiado diría yo.

A pesar del abandono de papá, quedamos en buena posición económica, porque mamá tiene una empresa mediana heredada de mi abuelo y muy bien administrada por su hermano, mi tío.

Pasaron ya 7 años de la separación y mami en todo ese tiempo se dedicó a mí.

Tuvo muchos pretendientes, pero a todos ignoraba. Su vida era y es yo.

Mamá se llama Graciela y es una muy atractiva mujer de 42 años, 1,65 mts. de altura, cuerpo no vistoso pero deseable. Su cabello negro lacio cae sobre sus hombros y resaltan sus ojos verdes. Su piel está siempre bronceada, producto de tomar sol en verano y cama solar en invierno. Sus pechos son medianos pero muy firmes. La fina cintura y sus piernas firmes le marcan una cola redonda y parada. En síntesis, un cuerpo muy cuidado gracias al gimnasio al que va 2 veces por semana junto a su mejor y casi única amiga Susana.

Susana es la otra cara de mamá, también divorciada pero sin hijos. Sus correrías con hombres es constante y luego de varios intentos de convencer a mamá en su compañera de aventuras, se resignó ante tanta negación.

Pero gracias a las frecuentes charlas que tienen entre ellas, que me enteré de muchas cosas de mamá. Es común que Susana venga a casa hasta 4 veces por semana y el lugar preferido de ellas para hablar es en la cocina, mate por medio. Yo suelo estar en el comedor jugando con la play o mirando tele y escucho aunque ellas creen que no.

Así me enteré lo idiota que había sido mi padre y que mi madre, nunca pero nunca había echo el amor por atrás, o sea, su hermosa cola era virgen.

Susana, más de una vez la miraba asombrada, claro, ella se acostaba con quien se le cruzaba y no tenía agujero sin perforar.

Pero todo comenzó a cambiar cuando mamá alquiló una quinta para pasar nuestras vacaciones. Cansada del mar, este año decidió la tranquilidad y por internet, encontró una quinta grande, con pileta en una zona muy tranquila.

Como dije, la quinta es muy grande, posee dos dormitorios con un baño en la planta alta, abajo una gran cocina con un gran comedor y otro baño. Un enorme parque, la pileta cerca de la casa y una casita casi pegada a la principal, para el encargado con una pequeña habitación, cocina y baño.

La entrada a la quinta se encuentra a unos 50 metros de la casa principal con un camino rodeado de grandes árboles y todo el perímetro limitado por una ligustrina tupida. La alquiló por casi toda la temporada, 75 días.

Llegó el día para ir.

Subimos todas las provisiones que habíamos comprado el día anterior al auto nuevo de mamá y partimos.

El viaje duró casi dos horas y cuando llegamos se notaba la tranquilidad. Desempacamos y mamá se ubicó en el dormitorio más grande de la planta alta y yo en el de al lado.

Los primeros días fueron muy tranquilos.

Hacíamos pileta, mamá se ponía una bikini muy diminuta que nunca usaba en las playas porque todos se le irían encima, pero acá nadie veía. O eso pensábamos.

Al segundo día, mamá tomaba sol con su chiquita bikini blanca, a la que se la pasaba acomodando, pues se le metía en la raya de la cola y mi mirada la incomodaba.

Ese día vi algo raro, escuché un ruido del otro lado de la ligustrina que estaba cerca de la pileta. Ahí había un camino de tierra y vi claramente, dos ojos que miraban por un hueco hecho a propósito en el follaje. Me animé a acercarme y desaparecieron.

Al otro día amaneció muy nublado.

Mamá decidió que fuéramos al almacén que estaba a 3 cuadras. Ella se puso un short blanco, que le marcaba la tanga también blanca que llevaba y una remera azul.

Llegando al portón de entrada, salimos, mamá lo cerró con el candado y comenzamos a caminar por el camino de tierra hacia el almacén. A mitad de camino vimos a un tipo sentado en un tronco.

Era evidente que era un pordiosero, pero mamá no lo evitó, confiada en lo que el dueño de la quinta le había dicho sobre que era todo muy tranquilo.

Ya casi pasando a su lado, lo miro bien.

Parecía ser muy alto, con el pelo castaño largo, muy largo casi llegaba a mitad de la espalda atado con una gomita. Camisa marrón clarita muy sucia y afuera de un jean también sucio, nariz muy ganchuda, barba muy desprolija entrecana y sus manos con dedos muy largos.

Alguien muy despreciable, pero cuando cruzamos mirada me di cuenta que esos ojos eran los que miraban ayer por el follaje.

Nos saludó cuando pasamos, mamá le retribuyó el saludo y cuando me doy vuelta miraba muy fijo la cola de ella.

En el almacén mamá trabó relaciones con la mujer que atendía, en un momento le preguntó por el pordiosero y la mujer, Ana, le dijo que siempre andaba por ahí, pero nada más. Me di cuenta enseguida que sabía más pero lo ocultaba.

Cuando volvimos, él seguía allí sentado.

Pasamos y volvieron los saludos, pero esta vez, cuando me dí vuelta, sonrió y sacó una larga lengua sucia como haciendo que la pasaba por la cola de mamá.

Volví a girar y me agarró miedo, algo me decía que no todo iba a estar bien a partir de allí. Y así fue.

Los dos días siguientes estuvieron lindos y yo veía los ojos a través de la ligustrina, pero no dije nada ni me acerqué.

Pero una noche lo volví a ver. Mamá, antes de dormir, salía al balconcito de su habitación a fumar un cigarrillo, lo hacía en tanga y una remera blanca que usaba para dormir.

Me asomé por la ventana y vi una sombra (había luna llena) atrás de un árbol, adentro de la quinta.

Era el pordiosero que miraba a mamá y se tocaba la entrepierna.

Cuando me vio me hizo un gesto para que hiciera silencio, se quedó un rato y se fue.

Esa noche casi no dormí. Fue el comienzo del desastre.

Al otro día amaneció muy nublado.

Mamá me pidió que no tuviera miedo y me animaba a ir a comprarle cigarrillos al almacén mientras ella se bañaba. Le dije que si.

Me apuré en el camino por temor que lloviera y ahí lo vi sentado en el tronco; era absurdo cruzar, porque si me quería hacer algo, lo haría igual.

Cuando estuve a su lado, con voz muy ronca me dijo:

  • Vení, sentate

Casi temblando me senté a su lado y me dijo:

  • No le dijiste a mami que anoche estaba adentro no?
  • No
  • Muy bien. A ver cachorro, vamos a hablar entre amigos. Yo soy un tipo raro, lo reconozco y cuando me enojo me pongo muy violento ¿Y vos querés a tu mami, no?
  • Si, mucho
  • Muy bien pichón, entonces, como estamos entre amigos, te digo que me quiero coger a tu mamita... muy bien cogida. ¿Y eso te tiene que poner contento a vos que la querés, no?
  • Si
  • ¿A dónde vas?
  • A comprarle cigarrillos, porque si me demoro mucho se va a preocupar.

Se levantó y me acompañó a comprarle los cigarrillos.

Mientras volvíamos me dijo:

  • Bueno socio, empeza a tu mamita a hablarle de mi, que te acompañé porque sentiste ruidos y te asustaste y que te doy lástima. ¿Entendés?
  • Si
  • Muy bien, con tu ayuda vamos a hacer muy feliz a mamá. Vamos despacio.

El tipo medía dos metros, se encorvaba para hablarme, y despedía un olor horrible.

No sé por qué, yo tenía una mezcla de miedo y excitación.

Le dije a mamá lo que me había dicho el tipo, que me acompañó, etc.

Mamá sonreía y estaba tranquila por mí. El problema era por ella.

Había leído en el almacén que había un partido de fútbol en la cancha que estaba a dos cuadras.

Le dije a mamá si podía ir a verlo, y confiada, me dijo que sí. Ella mientras se iba a quedar tomando sol.

Cuando salí, era de esperar que allí, en el tronco, estaba el tipo.

No sé por qué pero quería verlo.

Cuando me acerqué, se rió, mostrando unos dientes marrones y comidos por las caries.

  • Hola chiquito, vas a ver el partido?
  • Si, mamá me dejó
  • Sería mejor aprovechar el tiempo para hablar bien, te parece? Total después le inventas sobre el partido a mamá
  • Sí, no hay problema.

Se levantó y me tomó de la mano. Cerca de ahí, hay un rancho casi destruido, ahí dormía el tipo y el olor era inmundo, casi irrespirable; un inodoro todo sucio, un colchón destruido, de terror.

Me senté en una silla que se movía y él en otra.

Y comenzó el diálogo:

  • Somos amigos, así que entre amigos no hay secretos, te voy a preguntar cosas sobre mamita, ¿Bien?
  • Si
  • ¿Hace mucho que no coje?
  • Si, mucho, desde que se separo
  • ¡¡¡Que lindo!!!, ¿La viste en bolas?
  • No, en tanga solamente
  • Tu vieja es hermosa, ¿La imaginas encamada conmigo?
  • … sssi
  • ¿Y...?

Me quedé callado, pero no pude ocultar una erección.

  • ¡¡¡Upa!!!, ¿Qué veo?, Parece que se te paró el pirulín jajajaja. ¿Te calienta?

Me puse rojo y bajé la cabeza.

  • Tranquilo, esta muy bien, más te vas a calentar cuando la agarre a tu vieja, vas a acabar mil veces, lindo. Y yo voy a acabar adentro de ella mil veces...

No dije nada.

Me siguió preguntando sobre mamá y hablamos de papá también, hasta que en un momento vi que aparecía un gran bulto en su sucio pantalón.

El tipo, que me había dicho que le decían “Bestia”, notó que le miraba el bulto yme dijo muy serio.

  • Viste que mala es mamita, ¡¡¡Mira como me para la pija!!!. Quiero que veas un ratito mi cosita...

Se levantó a un poco más de un metro mio, lentamente se desabrochó el cinturón, se bajó un poco el pantalón, luego el anatómico y apareció la verdadera bestia.

Era muy larga y de un grosor muy respetable, pero la cabeza la hacía deforme. Una terrible cabeza, hinchada, grandota, muy enorme en comparación con el tronco.

Sonrió cuando vio mi cara de espanto, pero me calentó y también lo notó.

Me salió espontáneamente:

  • Nooo, por favor... ¡La cola de mi mamá es virgen!

Y me callé, pero ya estaba dicho.

Se puso muy serio, y con el monstruo afuera se sentó.

El monstruo estaba durísimo y cabeceaba hacia arriba golpeándole la panza.

Me tomó de una mano y me dijo:

  • ¿Cómo sabes que es virgen del culo?
  • Escuché cuando se lo contó a su amiga.
  • No aguanto más la pija, me voy a tener que pajear pendejo porque voy a explotar.

Se manoseo un poco el monstruo y un chorro de leche emergió.

Descansó un rato, se lo limpió, lo guardó y me dijo:

  • Con lo que me contaste vamos a tener que apurar todo, escuchame bien, esta noche va a llover, ya conozco de esto viendo el cielo y vienen nubes muy cargadas, acá esas tormentas duran varios días, vas a suplicarle a mamá para que me invite a la casa del encargado porque tenes lástima de que me moje, suplicale, llorá si hace falta, una vez allí yo me encargo del resto.
  • Mamá es boluda, pero es muy difícil, varios se le tiraron y rebotaron mal.
  • No te preocupes, a veces hay que ponerse un poco violento para aflojarlas y después se amansan.
  • ¿No le vas a pegar, no?
  • No hace falta, unos gritos y algunas amenazas y listo. Hacete la idea que vas a tener un nuevo “papá” y anda pajeándote porque me la voy a coger a tu vieja mucho. Yo acabo adentro siempre, es posible que tengas un hermanito, jajaja

Fui temblando a casa, no sé si por miedo o por la calentura terrible que tenía.

A eso de las 6 de la tarde, comenzaron los truenos y relámpagos. Tanto le insistí a mamá, que hasta le dije que Bestia me había ayudado ante unos pibes que me querían sacar el celular y accedió.

Lo fui a buscar justo cuando comenzaron a caer las primeras gotas, cuando entramos a la cocina el cielo se vino abajo, era una cortina de agua.

Bajó mamá del dormitorio, estaba con una calza blanca adherida al cuerpo que le marcaba la tanguita y una remera corta blanca con vivos negros. Lo saludó sonriente y le ofreció mate.

Mami no podía ocultar el desagrado que le producía ese tipo, pero para mi sorpresa sucedió lo inesperado, la bestia le pidió a mamá si se podía bañar, mirando el baño que estaba en planta baja. Mamá accedió gustosa, sabiendo que por fin dejaría de percibir ese nauseabundo olor que emanaba.

Trajo de su baño desodorante, champú y un toallón gastado pero en condiciones. Le dijo que lo invitaba a cenar sándwiches de jamón y empanadas cuando saliera.

La bestia agradeció sonriente.

Mamá puso cara de espanto al verle los dientes.

Mientras se bañaba, ella preparó los sándwiches y sirvió en la mesa las empanadas. Cuando iba al comedor a buscar el vino del aparador, se entreabrió la puerta del baño.

La bestia estaba desnudo secándose, miraba a mamá y sonreía, la pija larga y cabezona estaba colgando pero con intensión de incorporarse. Su cuerpo era peludo, muy flaco, las costillas eran bien visibles.

Mamá se detuvo, reaccionando tarde me dijo que me diera vuelta, que no mirara, pero ella siguió mirando.

Sacó el vino de la heladera y mientras lo traía volvió a mirar. La bestia le sonreía.

Mamá regresó a la cocina y se puso a calentar las empanadas en el microondas. La noté muy nerviosa, movía las piernas, y ponía y sacaba cosas de las alacenas.

Apareció la bestia con una bata que le había bajado mamá prometiéndole que le lavaría la ropa al día siguiente.

Durante toda la cena el tipo miraba a mamá y ella a él; tenían clavados sus ojos en los del otro como si lo que acontecía alrededor no existiese.

Cada vez que ella se levantaba él le miraba el culo y ella se daba cuenta.

Me di cuenta que mamá quedó estupefacta con esa terrible verga, pero también me di cuenta que la puso nerviosa.

Terminamos de cenar y mamita iba a preparar café, cuando antes de levantarse, el tipo le agarró una mano y le preguntó:

  • ¿Te sentís bien?
  • ¿Eh?… si
  • Estas temblando
  • Si, no sé por qué

Mamá se levantó, enchufó la cafetera y mientras comenzó a lavar los platos, el pordiosero se había bajado la botella de vino y ahora se servía licor. Sus ojos enrojecidos estaban clavados en el culo de mamá.

Se dió vuelta y me dijo susurrando al oído:

  • Andate al comedor pendejo

Le dije a mamá que iba a ver tele y salí de ahí.

El tipo se levantó y con una mano entornó la puerta de la cocina casi cerrándola.

Mi pijita explotaba.

No aguanté más y luego de 10 minutos que se me hicieron eternos, me arrimé muy despacio a la puerta, la abrí un poquito para ver y escuchar, mi calentura llegó al máximo.

Sus cuerpos estaban casi pegados, mamá estaba apoyada en la mesada y él tipo mirándola de frente, con las manos apoyadas a los costados de ella, rodeándola.

Lo que llegué a oír fue que el tipo le decía:

  • ¿Por qué no querés? Mirate como estas...
  • No estoy preparada
  • ¿Me viste en el baño?
  • Si, te vi
  • ¿Que te pareció?
  • ¿Que querés que te diga?
  • ¿Te gustó la serpiente?
  • No hablemos de eso por favor
  • Quiero que hablemos (su voz subió de tono y era firme), ¿Te gustó?
  • No puedo contestar a eso
  • O sea que te encantó mi anaconda, vamos a la habitación a hablar más tranquilos
  • No, no. Esta mi hijo, no quiero
  • A ver nena, tu hijo me adora dijiste hoy, va a entender que estemos arriba. Él va a jugar acá con la play y a ver tele hasta que se duerma, en el sofá va a estar re cómodo. Empezá a hacer tu vida, aparte conmigo acá no va a ver peligro con ningún indeseable de afuera.
  • Por favor , no...

El hijo de puta arrimó su cara a mamá y le besó los labios.

Mamá quiso apartarse pero con las manos la tomó de la cintura, la apretó contra él y le dio otro beso, pero más fuerte que el anterior. Se quedaron mirando fijo y ella empezó a llorar.

El tipo con la lengua le secaba las lágrimas, la volvió a apretar y le dio otro beso pero esta vez puso la mano derecha sobre el culo de ella.

Mamá intentó separarse y sacarle la mano, pero él le sujetó la muñeca y le dijo:

  • Las manitos quietitas, dejame trabajar, entregate que el nene no nos ve ni escucha.

Puso la mano de mamá sobre la mesada y volvió a sobarle el culo, ella cerró los ojos, no intento esta vez sacarle la mano.

Volvió a besarla, pero esta vez mamá abrió la boca.

Mientras se besaban, ahora la mano de mamá fue a la cabeza de él y comenzó a acariciarle el pelo.

La temperatura subía aceleradamente, los besos eran muy fuertes, muy apasionados.

El tipo tomó una mano de mamá y la llevó a su bulto.

Mamá comenzó gemir, a manosearlo y a moverse como si cogiera. El tipo le apretaba el culo con ambas manos, después de unos minutos, le corrió el elástico de la calza y le introdujo su mano.

Ahora le manoseaba el culo sobre la tanga.

Mamá le dijo:

  • Paremos, esto me hace mal. Voy al baño, le preparo el sofá al nene, le explico y subo. Esperame arriba
  • Subí sin la calza
  • Bueno.

Mamá fue al baño de abajo, conociéndola sabía que demoraría.

La bestia vino hacia mí, sonriente:

  • ¿Estuviste mirando y escuchando puerquito?
  • ¡Siiii!
  • De ahora en más los días de mami y yo acá, van a ser de coger y coger, vos hacé tu vida
  • Esta bien pero por favor no la hagas doler
  • No pendejo, de eso olvidate, le va a doler muchísimo. Abrirle el ojete va a ser muy difícil, seguro lo tiene muy fruncido jajaja... hasta cuando le entre por la concha va a gritar, pero con los días y ya varias cogidas va a ir gozando más. Si querés espiar cuidado que mami no te escuche, pajeate hasta reventar si querés pero que no te escuche, porque si me cortas el polvo te cago a trompadas.
  • Bueno, pero porfa se suave
  • Jajaja, le voy a reventar ese orto precioso, le voy a clavar toda la pija, mamita vuela de calentura, le voy a dar tan fuerte que va a estar seguido en el baño. Pendejo, en serio, va a ser violento, mami va a sufrir mucho hasta comenzar a gozar, si te da mucha lástima, andá a ver tele, subí el volumen para no escuchar y dormite tempranito.

Dijo eso, y se fue arriba, al baño y después al dormitorio.

Al rato salió mamá del baño, estaba solo en tanga con la remera, pero sin corpiño, con unas sandalias de taco alto.

Acomodó en silencio el sofá, luego se sentó conmigo, abrazándome y comenzó a explicarme suavemente lo que sucedería.

Me pidió por favor que no me moviera de la planta baja y que me durmiera temprano, me dió un beso y apagó la luz general, dejando solo encendido una lámpara de pie. Luego del beso sin decir nada más, subió.

Afuera llovía torrencialmente.

La verdad tenía miedo de ir arriba, pensando en mi mami sufriendo se me caían unas lágrimas, pero escuché un gemido y al rato ella gritó fuerte, y decidí ver qué pasaba.

Subí sigilosamente las escaleras de madera y en el oscuro pasillo vi la luz de la habitación de mamá.

La puerta estaba muy entornada, pero bien colocado podía ver y escuchar sin ser visto.

El tipo, todavía con la bata puesta, la tenía a mamá contra la pared, le besaba el cuello de tal manera que ya se lo estaba marcando.

La separó un poco de la pared y comenzó a pasarle un dedo por el ano de mamá con la tanga metida bien en la raya, después de frotarle el dedo por el fruncido agujero, se lo llevó a su boca, lo chupó bien, lo mojó y lo llevó de nuevo atrás, siempre mirándola fijo.

Mamá estaba con los ojos cerrados.

Cuando el tipo comenzó a meterle el dedo en el culo, mami contorsionando su cuerpo volvió a gritar y le dijo que basta. Sin hacerle caso, el pordiosero la llevó a la cama y la hizo poner boca abajo.

Se sacó la bata, la pijota explotaba, estaba súper hinchada, las venas parecían reventar y la cabeza bien colorada.

Se acostó sobre ella y comenzó a besarle el cuello y a refregarle la pija en el culo sobre la tanguita.

Luego se corrió para abajo hasta que su cara quedó en el culo, lo miró, cerró los ojos y sacado, casi gritando decía:

  • Te la vas a comer hasta que los huevos me duelan de chocar contra tus nalgas hija de puta, ie voy a perforar este agujerito hasta que termines gritando para ir al baño.

Empezó a chuparle el culo y la concha bruscamente.

Le arrancó la tanga, le abrió las piernas y enterró su cara en el pobre culo de mamá.

Él chupaba y escupía, ella gemía.

Comenzó a meterle el dedo, ella a gritar.

Después de cogerle con el dedo el culo un rato, la sentó.

Él parado frente a ella le hacía abrir la boca y le escupía adentro obligándola a tragar, hasta que le puso la cabezota en los labios.

Mamá abrió la boca y con esfuerzo la metió.

El hijo de puta empujaba la pija de tal manera que a mamá le agarraban arcadas y babeaba.

Y llegó la hora del verdadero sufrimiento.

La colocó boca abajo. Le abrió bien las piernas, usando la vaselina que guardaba mamá en la mesa de luz para cuando yo andaba seco de vientre se untó bien la pija, sobre todo la cabezota. Se untó un dedo y se lo metía en el culo, lo sacaba, lo volvía a untar y de nuevo adentro.

Le puso vaselina en el agujerito.

Se acomosó encima de ella, le corrió el pelo, le chupo bien el cuello y le dijo:

  • Aflojate mi vida que si no es peor y respirá bien hondo.

Agarró la pija con una mano, acomodó la cabezota en el agujero y empujó.

Mamá agarró los barrotes de la cama de hierro, levantó la cabeza y lanzó un alarido.

El agujero se resistía a dejar entrar ese monstruo invasor, la cabeza enorme comenzaba a abrirse paso y el agujero comenzaba a ceder. La mitad de la cabeza empezó a meterse en esa hermosa cueva.

Mamá lloraba, diciendo:

  • No entra por favor sacala, me duele mucho

El tipo, con los ojos inyectados en sangre, le respondía:

  • Aflojate amor, aflojate que está entrando… dame ese culito para que lo rompa.

Puso las dos manos en la espalda de mamá para aplastarla y empujó más fuerte. Ahora la cabeza entró.

Mamá gritó y quiso levantarse, pero estaba muy bien sujeta. Ya con la cabeza adentro el tronco comenzó a esconderse.

La pija entraba despacio pero sin pausa, el tipo comenzaba a gemir.

Mamá seguía gritando y llorando.

La pija seguía su camino destructivo hasta que se escondió toda dentro del culo ya abierto de mamá.

Los huevos estaban apoyados en las nalgas. Con toda la pija enterrada, le acariciaba la cabeza y las mejillas a mamá.

La dejaba ahí mientras mamá trataba desesperada de salir. La tuvo un buen rato toda enterrada dentro del orto.

Le dijo susurrando en la oreja:

  • Es hermoso tener la pija metida en tu cálido culito, ahora vamos a romperlo.
  • Sacala, tengo ganas de ir al baño, no aguanto el dolor.
  • No

Comenzó a bombear, despacio, sacaba la pija hasta la mitad y volvía a empujarla toda adentro. Mamá aplastó su cara contra la almohada y seguía llorando.

El bombeo comenzó a aumentar. La pija salía hasta la cabeza y volvía a enterrarse con más fuerza y velocidad.

Mamá agarrada de los barrotes, dejó de llorar. La pija subía y bajaba con mayor velocidad.

El tipo gemía y siempre sacado decía:

  • Por fin se entregó este ojete precioso, dejame abrirlo bien y que te pueda meter una hermosa enema de leche.

Bombeaba y bombeaba, gemía, gritaba, la pija estaba haciendo un desastre en ese lindo y tierno culo.

Mamá de a poco comenzó levantar la cabeza y le dijo:

  • Despacio, más despacio
  • No puedo, lo quiero bien roto hoy
  • Ya está roto
  • No putita… todavía falta mucho.

Todo ese proceso duró muchísimo.

Aceleró el bombeo, la metió toda hasta el fondo y acabó.

La tuvo un rato adentro, cuando la cabezota salió del abierto e inflamado culo, mamá gritó y la leche empezó a salir.

Bajé cuando vi que mamá iba al baño, caminaba con mucha dificultad y supuse que estaba descompuesta por el tiempo que demoró.

Era tarde, apagué la tele y comenzaba a dormirme cuando escuché gritar a mamá.

Subí y vi que otra vez la tenía empomada en el orto, la bombeaba de tal manera que saltaba arriba de ella, le estaba destrozando el culo.

Esa escena me asustó mucho.

Gritaba:

  • Así, así… rompete hijo de puta, rompete bien
  • ¡¡¡Pará por favor!!! ¡Más despacio!
  • Más despacio un carajo, vas a dormir en el inodoro de como te voy a dejar el ojete.

Cerré los ojos porque era terrible ver como frenéticamente se la sacaba casi toda y se desplomaba pesadamente sobre ella. Mami estaba destruida.

Desplomándose sobre ella y estrujándole salvajemente las tetas, por fin volvió a acabar y mamá con muchísima dificultad salió corriendo al baño.

Al otro día, cuando me desperté estaban en la cocina.

El día estaba hermoso y mamá vestía una diminuta bikini que nunca se la había visto.

Estábamos sentados a la mesa, cuando mamá terminó de desayunar, llevó su taza al fregadero para lavarla, La Bestia se levantó y se paró atrás de ella, manoseándole las tetas, la besaba en la cara y el cuello.

Mamá le dijo algo al oído y él se calmó.

Ella mirándome y me dijo:

  • Hijo, quedate un poco acá que pronto volvemos.

Por supuesto fueron a la habitación y de nuevo le atacó el orto, esta vez gemían los dos y mamá se movía.

Por la noche, el tipo se dedicó a la concha de mamá, se la bombeaba con fuerza, ella estaba sentada sobre él, empalada, ambos gritaban y ella se retorcía de gusto, cuando notó que él acababa, intentó sacársela, paro el tipo le agarró las manos y siguió.

Mamá le gritó:

  • Adentro no, te lo suplico... ¡¡¡Adentro nooooo!!!
  • Dejame... toma mi leche, dejame
  • Por favor, ¡NOOO!

Pero siguió bombeando, la enterró hasta el fondo y con un terrible grito acabó. El hijo de puta se la dejó adentro un buen rato.

Cuando la sacó, la leche le chorreaba de la concha. Mamá lloraba, sabía que era uno de esos días peligrosos.

Ahora acá estamos, los tres, esperando el resultado de los análisis de mamá.

MARCEL MILORD

(www.relatosgusbecker.blogspot.com)