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El Alto Precio De Mi Error

en Dominación

Los errores generalmente se pagan pero en mi caso el precio fue demasiado elevado, muy elevado.

 

Soy Jorge, un tipo común, como tantos, pero cometí un error y la vida no me lo perdonó. Estuve en prisión más de 3 años por un delito menor que no viene al caso explicarlo, tenía 35 años, cuando sucedió el capítulo más negro de mi vida.

 

Siempre fui y soy un tipo de los llamados cobardes, muy cobarde, imagínense en la cárcel lo que podía llegar a hacer, lo que sea, pues todavía no entiendo como mi corazón aguantó.

 

Estoy casado con Cecilia, que al momento de la historia que les estoy narrando tenía 32 años, con ella tenemos un hijo, Patricio, de 10 años en ese entonces.

 

Cecilia es la mujer que muchos hombres sueñan tener a su lado, buena, cándida, fiel, compañera ciento por ciento, callada, sumisa y sobre todo excelente madre. Ella físicamente es preciosa (y mucho más en ese tiempo), su altura 1,73 mts, tiene el cabello negro, largo con suaves ondas, sus ojos son celestes, la nariz pequeña y sus pechos grandes, exuberantes y muy firmes; Su fina cintura se continua con una cola muy pronunciada, parada y bien dura, hermosas piernas, en resumen, es una mujer despampanante.

 

Vivíamos en una casa humilde en las afueras de una mediana ciudad, la casita tenía 2 dormitorios, un comedor bastante grande anexado a una cocina mediana donde comíamos, un baño mediano con bañera, adelante un pequeño jardín y atrás un patio respetable; Todo en una planta, excepto una pequeña habitación que construí arriba con un bañito, que la usaba para las visitas.

 

Mi año en la cárcel fue de terror. Al principio pensé que duraría muy poco, tal vez me ayudó, por así decirlo, mi cobardía, porque creo que a mas de uno le daba lástima lastimarme, pero me amenazaban, insultaban, empujaban, de todo.

 

La mayor y temida pandilla ahí adentro eran “los leopardos” y su jefe, el tipo mas temido del penal era “Serpiente” (porque lo que tocaba, mataba), hasta los guardias le temían y le concedían todo lo que pedía.

 

Serpiente”, era algo monstruoso en todo aspecto, tenía unos 50 años, medía como dos metros de altura, su cuerpo era enorme, gordo y estaba lleno de vello menos en la cabeza ya que era pelado, los brazos y manos estaban cubiertas de tatuajes de calaveras, puñales, revólveres, víboras, y otras cosas espeluznantes. Era una persona muy sucia, su olor nauseabundo llegaba lejos.

 

Casi siempre sentado en el patio o en su celda individual con un séquito de presos que lo atendían, le cebaban mate, le conseguían cigarrillos, alcohol, etc., lo que él decía se hacía y sino las consecuencias eran muy dolorosas o más que eso.

 

Una porquería de ser humano, autoritario, puteador, pendenciero y muy peligroso.

 

Comía la mayoría de las veces con las manos y si se quedaba con hambre, bastaba que mirara a uno para que fueran sumisos a entregarles la comida de su plato.

 

Yo a la noche lloraba en un rincón de mi celda, extrañando todo lo que perdí y con miedo a lo que me pudiera a ocurrir.

 

Todo comenzó una tarde en que no salí al patio, las celdas estaban abiertas y estaba sentado en mi cama tomándome la cabeza, como esperando que algo me pasara y terminara ese suplicio.

 

Creí que todos habían salido al patio, pero no era así, de repente sentí un grito y alguien que lloraba, me animé a salir al pasillo y caminé hasta llegar a la celda de donde creí sentir el alboroto, llegué a la celda de “Serpiente”.

 

Se estaba cogiendo a un rubiecito que hacía muy poco había llegado al penal, el pibe estaba de costado con los pantalones bajos, con su cuerpo apretado mirando la pared y atrás Serpiente, luchando por meterle la pija.

 

En la posición que estaban yo solo veía bien la espalda y el culo de la bestia. El pibe estaba semi tapado por el cuerpo de la mole.

 

Otra vez el muchachito gritó y llorando a mares le pidió por favor que basta, que no le entraba.

 

Serpiente, resignado a que su pija no pudiera entrar en ese estrecho ano, le dió una terrible trompada en la nuca y enfurecido se dio vuelta colocándose de espalda a él. Ahí observé la causa del llanto y gritos del pobre pendejo, Serpiente portaba una pija descomunal, larga y gorda, con una considerable cabeza muy roja.

 

Comenzaba a masturbarse cuando alzó su vista y me vio.

 

Sin dudarlo, salí de ahí corriendo a mi celda, temblaba, tenía terribles palpitaciones, del susto me sentía descompuesto.

 

Esa tarde no pasó nada, pero al otro día, a la mañana escuché abrir la puerta de mi celda y vi al guardiacárcel con Serpiente a su lado. A él le abrían y cerraban las celdas que quisiera.

 

El guardiacárcel, riéndose, me dijo:

 

  • Tenes visitas, preparate jajaja.

 

Entró Serpiente y el guardia cerró la puerta. Estuve a punto de desmayarme.

 

Se sentó a mi lado, apoyó una de sus pesadas manos en mi hombro y me dijo:

 

  • ¿Qué estabas espiando ayer boludito?

 

  • ¿Eh?… Nnnnada, perdone, por favor, perdone

 

  • ¿Querés probar vos en lugar del tierno que me llevé?

 

  • ¡¡¡No!!! Por favor, noooo... se lo suplico.

 

En esa especie de mesa de luz que tenía, había colocado una foto de mi señora junto a mi hijo.

 

Serpiente me soltó cuando vio la foto, se levantó y la tomó.

 

Por 5 minutos la miró y mientras lo hacia presencié como su descomunal pija se paraba provocando un impresionante bulto en su pantalón.

 

Me dijo sin dejar de ver la foto:

 

  • ¿Quién es esta dulzura?

 

  • Mi señora y mi hijo

 

  • No me interesa tu hijo, pregunte por la tetona.

 

Se guardó la foto en un bolsillo, se volvió a sentar y me dijo:

 

  • La foto me la llevo para pajearme con las tetas y el culo de tu hermosa señora, ¿Tenes algún problema?

 

  • No

 

  • Muy bien, así se me gusta. Bueno, a ver si hacemos negocio, la verdad es que hasta ayer ni te conocía, no sabía quien mierda eras, pero estoy seguro que la estas pasando mal, ¿No?

 

  • Si, muy mal

 

  • Ya lo sé, la cárcel es para machos no para blanditos como vos. A mí realmente no sos vos el que me interesa, pero acá hay gente que te va a usar y mal, más de uno estaría interesado en que fueras “su mujer”, ¿Me entendés?

 

  • Si

 

  • Pero que te usen para depósito de semen es lo más suave que te puede pasar, imaginate lo peor… que no te agarren estos negros en el baño si algún día se levantan mal. De vos depende si la querés pasar bien o mal, lo que dure tu sentencia. La diferencia es que yo te proteja, ¿Te gustaría?

 

  • Si, claro.

  •  

  • Pero nada es gratis en este infierno, nada. Pero como me caes bien, tu precio va a ser barato jajajaja... ¿Querés saber cuanto te va a salir?

 

  • ¿Cuánto?

 

  • Tu señora

 

El corazón casi se sale de mi pecho, las manos me temblaban sin poder controlarlas, no podía hablar, mis dientes tiritaban y un sudor frio corrió por mi cara y espalda.

 

Continuó:

 

  • El precio es cogerme bien a tu esposa con vos mirando, ya que te gusta mirar como cogen los demás. Y cuidando a tu pendejo mientras le entierro mi verga en tu casa… pensalo, si aceptás me mandás a llamar por un guardia y arreglamos bien como hacer. Si no accedes no creo que te vuelva a ver, los cachibaches como vos duran muy poco acá… hay muchos hijos de puta con SIDA buscando algún culito blanquito como el tuyo… he visto a muchos suplicar su muerte… pensalo.

 

 

Se levantó, llamó al guardia y se fue.

 

Me acosté esperando que el corazón volviera lo más cercano a su ritmo habitual y se me pasaran los temblores. Deseaba que todo fuera una pesadilla, pero esa noche no pegué un ojo, era la más dura realidad, no sueño, mil cosas se me cruzaron por la cabeza.

 

Pensando en mi pobrecita Cecilia extrañamente tuve una repentina y no provocada erección, cuando lo imaginé a él sometiéndola.

 

El pánico a que me usaran de puta, me mutilen o asesinaran me superó. Al día siguiente, cobardemente lo mandé a llamar y a los 10 minutos apareció.

 

  • ¿Y?, ¿Ya lo pensaste?

 

  • Si, acepto el trato... pero… el problema es ella... ¿Cómo la convenzo?

 

  • Diciéndole la verdad, si te quiere va a aceptar, ¿Vos hablas con ella?

 

  • Todos los días por teléfono.

 

  • Bueno, hoy llamala y decile que le vas a mandar un mail, yo te consigo para que te lleven a la computadora, escribile explicándole bien todo… ¿Tenés acá fotos de ella en bombacha y corpiño?

 

  • No

 

  • Que te mande un par, que se saque selfies y te las envíe a tu mail, a partir de ahora nadie te va a molestar hasta que tu mujer de el ok, si lo da, serás intocable y arreglamos un fin de semana para ir a tu casa, con un día solo no va a alcanzar, necesito mínimo dos días para romperla bien y otros fin de semana para dejártela mancita, bien puta como me gustan a mí… no vas a reconocerla a la atorranta ya vas a ver jajajaja.

 

  • ¿Salir de acá un fin de semana?, ¿Escaparnos?

 

  • Si serás imbécil, ya te dije que acá todo tiene un precio.

 

Riéndose a carcajadas se levantó y se fue.

 

Yo estaba jugado, el desastre había comenzado.

 

En menos de 15 minutos, me llevaron a la computadora y le mandé un largo mail explicándole todo y pidiéndole las fotos, le dije lo que estaba viviendo y que no hiciera publico mi carta, que mi vida estaba en juego. Después de enviarlo, la llamé por teléfono para decirle que abriera su correo.

 

Las cartas estaban echadas, sólo quedaba esperar.

 

Me dejaron quedar allí, era un lugar muy tranquilo, solo eramos 5 y nadie ni siquiera me miró.

 

A la media hora llegó un mail de Cecilia diciéndome si la podía volver llamar. Pedí permiso y me lo concedieron.

 

Lloraba cuando atendió y con un hilo de voz me preguntó si todo eso era cierto, le respondí que si.

 

Luego de un silencio largo, entre sollozos me dijo que estaba bien. Se iba a tomar las fotos esa noche cuando el nene durmiera y mañana las mandaba.

 

Me preguntó si era todo para este fin de semana y le contesté que no sabía, pero casi seguro que si.

 

Se quedó en silencio nuevamente y antes de cortar me dijo que me amaba y lo hacia por mí y el nene, que me amaba más que a su vida.

 

Me daba lástima ella, y su sacrificio por amor hacía más miserable mi falta de valor para aceptar mi destino sin involucrar a mi familia, me sentí la peor basura, y de verdad lo era.

 

Pedí ver a Serpiente y me llevaron a su celda, él estaba fumando tirado en la cama, tuve que esperar a que me dijera para sentarme en una silla.

 

Se notaba que había ingerido alcohol o alguna droga por ojos rojo y la forma de hablar.

 

Me pregunto:

 

  • ¿Novedades?

 

  • Ella aceptó.

 

  • ¿Y las fotos dónde mierda están?

 

  • Las manda mañana, se las saca esta noche.

 

  • La puta que lo parió, quería pajearme ahora… mirá que dura me la pone tu mujer... no queda otra que esperar. Anda tranqui a tu celda y mañana trae las fotos.

 

Al otro día, ni bien me levanté solicité que me lleven a la computadora.

 

El trato del servicio penitenciario y de los demás presos hacia mi había cambiado notablemente, todos me trataban bien, o me ignoraban.

 

Abrí mi correo y me encontré con 3 fotos, las que imprimí.

 

Quería evitar verlas pero no pude contenerme, y me asombré, pensé que Cecilia se sacaría las fotos con la ropa interior normal, de entrecasa, pero me equivoqué, en dos de ellas estaba en corpiño y con una tanga diminuta negra, pero en la última se había quitado el corpiño, quedando solamente con la tanguita y con esas terribles tetonas al aire.

 

Me dio mezcla de excitación y desilusión porque me di cuenta que había una Cecilia que yo realmente no conocía.

 

Cuando le di las fotos se sentó como un resorte en la cama, jadeaba, balbuceaba y comenzó la seguidilla de preguntas:

 

  • ¿Cómo se llama esta yegua?

 

  • Cecilia

 

  • ¿Y coge bien?

 

  • Bbbbien…

 

  • ¿Le hiciste el orto?

 

  • Varias veces

 

  • Mostrame tu pija

 

Con vergüenza me bajé el pantalón y el calzoncillo, la miró y me dijo que la haga parar, me costó pero lo logré.

 

Al verla largó una risotada, casi ahogándose de la risa me dijo:

 

  • ¿Ese chupetín se come? Jajajaja

 

Sacó su descomunal verga para que la compare, la mía no era ni la tercera parte de esa depredadora de partes íntimas.

 

La tenía súper parada, explotaba de lo hinchada que estaba.

 

Puso las tres fotos sobre la cama, giró para quedar frente a ellas y hablándoles tomo con una manota su pija y comenzó a masturbarse.

 

  • Esta es para vos Ceci, te voy a reventar hija de puta, te voy a destrozar esas tetazas a mordiscos, te va explotar la concha yegua maldita, el orto te lo voy a dejar tan abierto que no vas a llegar al baño.

 

Enseguida acabó eyaculando lejos cargados chorros de leche, gimiendo.

 

Esperó un rato y a pesar que la pija seguía parada la guardó.

 

Me miró, tenía la vista desencajada, ida, estaba temblando de la desesperación y me preguntó:

 

  • ¿Cuándo le viene la regla?

 

  • Ya la debe tener

 

  • Bien, mejor… este fin de semana decile que vamos, yo te hago salir no lo comentés con nadie… pasado mañana es viernes, nos quedamos en tu casa hasta el lunes a la mañana, me va a costar caro pero tu esposita vale mucho la pena, mañana llamala y decile que se tome un par de whiskies para que cuando se me entregue este relajada y me cueste menos partirle la concha… que me espere con esa tanguita y una remerita ajustada sin corpiño debajo, que no se ponga nada más. Vos te vas a ocupar de movida de tu pendejito, llevalo a la pieza que me dijiste que tenés arriba porque sino va a llorar con las cosas terribles que le van a pasar a su mamita y no pienso cerrar ninguna puerta. El viernes a las 21.00 hs rajamos para tu casa, en una hora estamos, andá a tu celda ahora.

 

El calvario comenzó y no existía forma de detenerlo.

 

Llegó el viernes, a a eso de las 20.30 hs me vinieron a buscar, me hicieron cambiar con la ropa de cuando entré, me llevaron a la puerta y me hicieron salir, afuera había un auto esperando y desde su interior me hicieron señas, subí y estaba Serpiente al volante, con un jean gastado y una remera que parecía chica para los terribles músculos de los brazos.

 

Cuando arrancó, yo tenía una mezcla de excitación y pánico por Cecilia.

 

Llegamos y ya mi temblequeo era indisimulable, lo que parecía excitar más a ese hijo de mil puta.

 

La reja estaba sin llave, cruzamos el jardín del frente de casa y al llegar a la puerta me percaté que las llaves quedaron en la cárcel junto a mi documento y el resto de mis pertenencias, por eso tuve que tocar el timbre.

 

De adentro Cecilia gritó:

 

  • Pasen, está abierta.

 

  • Como va a estar tu concha dentro de un rato, trola de mierda jajaja (dijo entre dientes Serpiente)

 

Entramos y en el otro extremo del comedor estaba ella, nuestro hijo ya estaba arriba tal como le había pedido.

 

Mi esposa estaba con una remerita blanca levantada por esas terribles tetas que no llegaba a cubrirle el ombligo y la minúscula tanga metida en la raya del culo mostrándonos sus dos gordos cachetes.

 

Las facciones de Serpiente cambiaron, se puso muy serio, la bragueta ya comenzaba a no poder contener la pija que se hinchó de golpe.

 

Con esa voz ronca que tiene, le ordenó:

 

  • Vení acá

 

Mientras mi mujer caminaba descalza, él bruscamente con una mano me apartó.

 

Ella con el pánico dibujado en su rostro se detuvo frente a él.

 

  • ¿Pero que modales son esos? ¿No nos vas a saludar corazón? Te traje a tu marido y no decís nada.

 

Cecilia poniéndose en punta de pie le dio un beso en la mejilla y después, abrazándome me besó.

 

Él apartándola de mi lado, le preguntó:

 

  • ¿Tenés cerveza?

 

  • Si, en la heladera

 

  • Vamos para allá.

 

Ella caminaba adelante y él tenía la vista clavada en su culo que se bamboleaba con cada paso.

 

Como si la casa fuera de él, se sentó en la mesa sin perder de vista a mi esposa como apoyaba la botella en la mesa y sacaba del aparador los vasos

 

Serpiente nos indicó que nos sentáramos.

 

Se tomó del pico toda la botella casi sin respirar. Con mi esposa nos mirábamos angustiados, todo era silencio.

 

Luego de varias botellas más que él nos obligaba a beber a su par, Cecilia quiso convencerlo que dejara todo así, y él la hacía callar apretándole los pechos.

 

Cuando ella dijo:

 

  • Voy a ver si el nene está durmiendo y después al baño, tanta cerveza me da ganas de hacer pis.

 

Desde donde nos encontrábamos podíamos apreciar como con cada escalón que subía empinaba más su pomposo culo. Luego de ver a nuestro hijo, se metió en el baño que estaba cerca.

 

A los pocos minutos él se paró y mirándome fijo me dijo:

 

  • Ahora volá arriba con tu hijo, desaparecé y ni se te ocurra querer hacerte el héroe por lo que veas o escuches porque van a terminar muy mal (dijo esto levantándose la remera para mostrarme la culata de una pistola). Ni pienses hacerme algo porque mis amigos se van a vengar cagándote a tiros junto tu hijo y violar a esta perra hasta que le den las ganas y después ponerla a laburar en algún puterío. Chau familia ¿Eentendiste?

 

  • Si

 

  • Movete... desaparecé o quedate por acá, hacé lo que quieras, pero calladito.

 

Fue hasta donde estaba Cecilia y dejando abierta la puerta del baño se metió rápido.

 

Corrí hasta la habitación de mi hijo, que por suerte estaba durmiendo ajeno a todo lo que estaba sucediendo, puse la música en la radio un poco más alta y cerré su puerta con llave.

 

Bajé de nuevo y me coloqué a una distancia prudencial para mirar.

 

Todavía permanecían en el baño. Cecilia estaba sentada en el inodoro inodoro con la tanga a la altura de sus tobillos y él parado a un lado de ella mirándola fijo como meaba mientras sacaba de su pantalón la verga y se pajeaba.

 

Pasado un rato, la sujetó de un brazo y la llevó al comedor, la tanga la hizo tropezar y ella me encontró espiándolos.

 

Violentamente él la apoyó de espaldas contra una pared y parándose pegado a ella, quedando frente a frente y le dijo:

 

  • ¿Qué te pasa guachita hermosa, tenés miedo?

 

  • Siiiiiiiiii

 

  • Hacés bien en tener miedo porque te voy a romper toda... TODA… ¿Me entendés?

 

  • Si

 

  • Después que mi verga te destroce la concha y sepas lo que se siente tener a un macho entre tus piernas, vas a ser mi putita cariñosa, vas a pedir a gritos que te empome por todos lados… estas acostumbrada a la porquería de pitito de tu marido, hasta tu nene lo debe tener más grande que él, no conoces una buena pija pero cuando la conozcas te va a encantar… Me pone loco romper conchitas y culos.

 

Le comenzó a pasar su sucia lengua por los labios y apretándole el cuello la obligó a abrir la boca, ahí le enterró la lengua y las manotas comenzaron a bajar hasta levantarle la remerita por encima de las tetas dejándolas visibles.

 

Le estrujaba fuerte las tetas dejándoles grandes marcas y las chupaba frenéticamente.

 

Los pezones comenzaron a inflamarse y ponerse muy colorados por la fuerza con que eran chupados y mordidos.

 

Mi esposa se quejaba y gemía, sus pechos le dolían pero la excitaba como él la trataba.

 

Serpiente estaba ensañado con esas tetas, las apretaba, cacheteaba, le pellizcaba y tironeaba los pezones, le pegaba sonoros chupones.

 

  • Nunca estuve con una mujer tan tetuda… ¡Que gomas tenés hija de puta!

 

Ella mirándome me dijo con lágrimas en los ojos:

 

  • Andate Jorge por favor, no mires.

 

Aparte del sufrimiento, ella quería que no viera que se estaba excitando.

 

Me alejé de la vista de mi esposa pero permanecí espiando.

 

Él seguía como poseído sobando esos magníficos senos turgentes y ella cerrando los ojos le rasguñaba la espalda, apretaba su pelvis contra la de él y comenzaba a moverla.

 

Serpiente introduciendo uno de sus gordos dedos en la empapada vagina le preguntó:

 

  • ¿Ya querés pija?, decime…

 

  • Esto me hace mal

 

  • Decime si querés que te coja

 

  • Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

 

  • Decime quiero pija, decímelo

 

  • Siii… mmmmm… ¡¡¡QUIERO PIJA!!!

 

  • Llevame al dormitorio de la mano para que te haga mierda la concha

 

Camino a la pieza pasaron al lado mio y Cecilia estaba muy agitada, respiraba como asmática, era la primera vez que la veía temblar de calentura.

 

Entraron al dormitorio sin molestarse en cerrar la puerta, él se puso en bolas y ella no pudo ocultar su cara de asombro, temor y excitación cuando vio liberarse la terrible verga erecta de Serpiente que estaba hinchadísima, era un aparato muy gordo.

 

Ella se pasó la punta de su lengua por su labio superior al ver que la descomunal cabeza le llegaba al ombligo.

 

El fue hasta ella, le arrancó la remera dejándola totalmente desnuda, la tiró a la cama, se acostó a su lado y volvió a abalanzarse sobre las tetas, que estaban casi lastimadas.

 

Le ordeñó los pechos por mucho tiempo provocándole gemidos encadenados.

 

Mi esposa se frotaba el clítoris con una mano y con la otra atraía con fuerza la cabeza de él hacia sus senos.

 

Luego de haberlas dejado casi destruidas, empezó a besarla en la boca de lengua, mientras le colaba un par de dedos en la concha, ella levantaba y bajaba su pelvis con movimientos de coito.

 

Se veía que estaba deseosa de ser penetrada por la bestia.

 

Sin que le pidiera nada, ella con sus manos pajeaba la gigantesca verga, la mano de la alianza matrimonial frotaba el glande y la otra iba y venia por su tronco.

 

Al tiempo que el anillo de bodas era ensuciado de liquido preseminal, ella comenzó a lamer el peludo pecho.

 

Serpiente se acomodó de espalda en la cama y Cecilia aprovechó para llevarse la verga a la boca, besarla primero para luego pasarle la lengua por la morada cabeza y terminar con esfuerzo metiéndosela en la boca.

 

El ogro gemía mirando el techo y le pegaba puñetazos a la cama; Ambos estaban en el punto máximo.

 

Ella salió corriendo al baño y regresó a la cama con un pote de crema que usaba para la cara, se acostó de espalda, se pasó crema por toda su concha y abrió bastante sus piernas, esperándolo. Él se colocó encima y restregándole la cabeza de la pija por los labios vaginales le decía en voz baja, casi susurrante, mirándola a los ojos:

 

  • Te voy a reventar la conchita

 

  • Metémela de una vez… no puedo esperar más

 

Acomodó su pija y comenzó a penetrarla, llevando todo el peso de su robusto cuerpo hacia adelante.

 

Ella pegó un respingo cuando sintió a la bestia introducirse en su cueva.

 

Gritaba y le arañaba la espalda, no estaba acostumbrada a semejante verga. Puteaba y con las manos arranca la sábana, percibir sus músculos vaginales siendo dilatados por una tranca de ese calibre le provocaba mucho dolor pero también un placer nunca experimentado.

 

La pija entraba vigorosamente para cumplir su cometido de destrucción de uno de los preciados agujeros.

 

Sin yo imaginarme como lo había logrado, la pija se escondió toda dentro de ella.

 

Cecilia abrió más las piernas para tratar de mitigar el dolor.

 

Sin pausa comenzó a bombearla fuerte. Ella se retorcía y nuevamente le marcó las uñas en la espalda.

 

Más de 100 kilos la aplastaban contra la cama que crujía a punto de parecer romperse.

 

Él con cada empujón vociferaba y gritaba, ella comenzó a acompañar los violentos embates, entrelazando sus piernas en la cintura de su macho.

 

Inexplicablemente pasaba el tiempo y él no acababa. Cecilia no daba más, se quejaba que la estaba lastimando mucho en su interior ese monstruo largo y rotundamente gordo.

 

Pero nada hacía detener tan brutal cogida.

 

Después de incontables embates y casi dos horas, se la enterró toda y aferrándose a sus tetas acabó copiosamente dentro de ella, por las comisuras de la vagina escurrían chorros de semen que mojaban la sábana.

 

Serpiente bramó como un depredador después de haber matado a su presa y mi señora quedó destruida.

 

A mi compañero de cárcel no se le bajaba y quería echarle otro polvo, pero exhausta ella lo convenció y el primer show finalizó con una chupada de pija con mucha saliva para limpiarle los restos de leche.

 

Luego de ir juntos al baño, regresaron a la habitación y se durmieron abrazados. Yo fui arriba a dormir junto a mi hijo.

 

El sábado mi esposa me despertó temprano y me dijo que me esconda en la cocina, para que mi hijo no me viera y evitar explicaciones.

 

Cecilia llamó a un matrimonio amigo con la intención que vengan a buscar al nene para llevárselo a la quinta, como ellos tienen un hijo de la misma edad del nuestro y son muy amigos, jugarían juntos.

 

Después que se marchara con ellos, nos volvimos a acostar, me tranquilizó que ya no estuviera viendo o escuchando lo que iba a suceder acá.

 

Pasó mucho tiempo para volver a estar en una cama confortable, pero a pesar de eso no pude dormir y me volví a levantar, bajé y Serpiente estaba con su camisa abierta y en bolas abajo, tomando mate en la cocina, Cecilia seguía durmiendo.

 

Ni bien me vio se rió y me invitó (en mi casa) a sentarme.

 

Mientras me cebaba mate, conversamos, sabiendo que él disfrutaba contándome como estaba desarmando a mi mujer.

 

  • ¿Te gustó lo de anoche? Es una hembra total, ninguna mina aguantó tanto tiempo que la monte... te la voy a dejar toda rota, TODA... mirá como me levanté, con la pija durísima (me la mostró y se la veía como piedra) pero quiero que descanse porque esto recién empieza.

 

Prendió un cigarrillo y continuó:

 

  • Que hermoso es tener la pija en su concha calentita y más va a ser tenerla adentro de ese estrechito culo que tiene… ufff... quiero sentir como me va apretando la pija cuando le entre, quiero que llore, grite... le voy a dejar el orto a la miseria... por las dudas voy a llevar papel higiénico, jajaja

 

Mientras me hablaba veía como la pija le golpeaba la sucia panza de tan al palo que estaba.

 

Como al cuarto de hora apareció Cecilia, vistiendo un camisón corto blanco muy trasparente y sin nada abajo, no llegaba a cubrir sus nalgas, por los ojos se la veía muy cansada.

 

Nos saludo con un beso a cada uno, pero el mio fue un pico y el de él fue un apasionado de lengua.

 

Mientras ella iba al baño a ducharse, el hijo de puta le dijo:

 

  • Hacé caquita mami, así tenés más lugar en tus tripitas para este gordo que te esta esperando jajaja

 

Después de un buen rato, ella regresó a la cocina con el mismo camisón y con unas sandalias de taco bajo y se sentó en el medio de nosotros. Llevaba los labios pintados de rojo obscuro, había tapado sus ojeras con maquillaje y perfumado, se la veía muy sexy.

 

  • Así me gusta, que te vistas siempre putita para mí… aprendés rápido…cuando estés conmigo no quiero ver una madre ni esposa, sino una atorranta come pija… mirá cornudo como se le notan los chupones de las tetas, te las llené de moretones jajajaja

 

Cecilia tomó mate, comió unas galletitas con mermelada, prendió un cigarrillo manchando con su rouge el filtro y continuó en silencio.

 

Apenas terminó de fumar, Serpiente ubicó su silla pegada a la de ella, le sujetó una mano y se la llevó a su verga.

 

Mi señora sabía muy bien lo que tenía que hacer, mientras él comentaba la buena encamada que tuvieron, ella le agarraba firme la pija y lo masturbaba lentamente.

 

A él se lo notaba muy caliente y mi esposa volvía a respirar como asmática.

 

Al mismo tiempo que las rudas manos le acariciaban las piernas, preguntó:

 

  • ¿Hiciste caquita? Quiero que me digas

 

  • Si

 

  • ¿Mucha?

 

  • Normal

 

  • Bueno, a partir de ahora vas a dejar de hacer normal, vamos a la cama ya

 

La levantó de tal manera que ella casi se cae.

 

Ya en el cuarto, se desnudaron y se acostaron.

 

Otra vez le atacó las tetas, y verdaderamente era una tentación imposible de resistir, porque a causa de los magreos, las tenía más gordas que cuando amamantó a nuestro hijo.

 

Estuvo un rato chupándolas, pero como le dolían mucho, la dió vuelta poniéndola boca abajo, le hizo abrir las piernas y comenzó a chuparle el ano; Le cacheteaba las nalgas, le pegaba como a un chico pero fuerte, dejándolas coloradas.

 

Tenía tangas ganas de culearla, que siquiera se hizo chupar la pija.

 

Le embadurnó muy bien el culo metiéndole la crema con dos dedos y se lubricó con ella la verga.

 

La acomodó en cuatro, con el orto bien parado y separándole aun más la piernas, puerteó el esfinter anal con la gorda cabeza de su poronga.

 

Sujetándole las nalgas fuertemente, se la metió de un golpe, la tenía tan dura que con su fuerza el glande penetró completamente.

 

Gritos, llanto, puteadas, los pies que se movían para todos lados, las manos que se aferraban de las sábanas y almohada.

 

La rotura de culo había comenzado.

 

Sin pausa la terrible pija seguía entrando en ese culo, dilatándolo.

 

Lo único que le decía él era:

 

  • Bueno chiquita, bueno, ya está… entregate, no te resistas que no la voy a sacar, dajá el culo blandito, que reciba la pija de tu macho

 

Con cada segundo, él enterraba más centímetros de verga.

 

Si su objetivo era destruir el culo, lo estaba cumpliendo a la perfección, la gorda pija rompía, abría, masacraba.

 

Ella ahora solo lloraba, parecía atragantada con semejante intruso abriendo su estrecho culo.

 

No tardaron muchos los huevos en chocar contra las nalgas.

 

  • Muñeca, que orto que tenés… mmmmm… a los putitos que me cojo en la cárcel no le entra toda, ni siquiera los culo rotos de los más viejos… sos una reina...

 

La pija estaba toda adentro de esa cálida morada.

 

La dejó un rato toda enterrada, ella paró de llorar y trataba de acomodarse para acostumbrarse a lo que vendría, que era el BOMBEO… y vino.

 

Comenzó despacio para que el culo, ya abierto dejara de oponer las últimas resistencias.

 

Por fín el orto desistió y se entregó manso al violento bombeo que continuó.

 

La pija salía y entraba a un ritmo infernal.

 

Él gemía y ella comenzaba a hacerlo entre lágrimas.

 

Serpiente se acomodó de una manera que podía darle mas fuerte.

 

Con cada vaivén los calgantes pezones rozaban la sábana, entregándole un merecido placer.

 

Ya el culo aceptó su nueva condición de destruido y permitió que la pija se manejara con soltura.

 

En la habitación ya no se escuchaban los gritos de dolor de ella ni sus llantos:

 

  • Uhhhhh… siiiiiiiii… hay papi que pija que tenés… mmmmi ammmor… ahhh… me vas a matar… me estás dando los mejores orgasmos de mi vida...

 

Ella al verme, se mordía el labio inferior para contener sus gemidos, y me daba más morbo aún.

 

Se la sacó provocando un grito de ella.

 

Serpiente la acomodó de costado, le estiró una pierna hacia adelante dejando libre el culo que ya daba impresión verlo.

 

El se acostó detrás de ella y de costado, en posición de cucharita se la volvió a clavar.

 

Los cuerpos chocaban y ella ahora movía sus nalgas acompañando los movimientos de su amante.

 

Tanto ella como su cola divina estaban entregadas a la descomunal verga de ese hombre.

 

Por los fuertes movimientos una pata de la cama se rompió pero ellos siguieron culeando.

 

Un hilo de sangre salia del maltrecho ano mezclándose con la crema que usaban de lubricante.

 

Mientras le rompía el culo salvajemente con una mano le exprimía una teta.

 

  • Decime cornudo si alguna vez la viste así de entregada a esta putita

 

  • Nnnooooooo

 

  • Cuando te encontré la foto de la tetona supe que una mierda como vos jamás podría satisfacerla, sos tan poca cosa…

 

Más de una hora duró ese terrible espectáculo, hasta que por fin acabó.

 

Cuando la sacó se rió viendo el culo que estaba a la miseria, inflamado, abierto y rojo.

 

Ella estaba totalmente destruida, con los ojos en blanco y él prodigándole incansables besos en el cuello, la dejó descansar poco.

 

A la hora tuvo otra terrible erección.

 

La volvió a poner de espaldas, puso las dos almohadas bajo la pelvis de ella para que el culo quedara parado y la volvió a coger.

 

Después que terminó, ella estuvo casi dos horas sin poder salir del baño, de lo abierto que le quedó el esfinter anal, no podía retener, tuvo que recurrir a constantes duchas de agua fría en el bidet para limpiarlo y desinflamarlo.

 

El domingo fue similar, paseándose ella delante de nosotros con poca e insinuante ropa como si fuera una puta de algún cabaret y él alternando sus penetraciones en culo y concha.

 

Cuando nos íbamos el lunes, Serpiente prometió volver la semana que viene, y quedé perplejo de terror al escuchar a Cecilia diciéndole que el sábado siguiente vendría su hermanita Claudia, de 25 años.

 

A Serpiente parecía crecerle los colmillos.

 

Sería un trio, pero esa es otra historia.

 

 

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Marcel Milord & Gus Becker ®

 

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Saludos.

 

 

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