miprimita.com

La secta de papá

en Amor filial

Hay cosas que tienen una explicación racional, hay cosas que son así, ¿Por qué? y ¿Cómo? son preguntas sin respuestas, por lo menos para mí.

 

Nací y fui creciendo en el pueblo donde vivieron mis bisabuelos, abuelos y padres y yo, pueblo chico, de pocos, muy pocos habitantes, todas las casitas eran similares, pueblo cerrado, alejado de todo, en el medio de la nada, donde todos se conocían, todos eran reservados, todos eran raros, podíamos andar por donde quisiéramos, menos donde vivían “ellos”…

 

Recién cuando comenzaba a razonar, me di cuenta que ese, era el pueblo de una secta, ahí no hay policía, o mejor dicho “ellos” son la policía, los jueces y las autoridades. Los médicos y otros profesionales, salían del pueblo a estudiar a otras ciudades y una vez recibidos volvían a ejercer acá estaba todo digitado, que debía ser cada uno.

 

La educación es muy especial dentro del pueblo, dos y hasta tres veces por semana hay charlas en un gran salón donde los mayores hablan por un lado y a los chicos, en una sala especial, nos hablan sobre malformaciones, enfermedades degenerativas congénitas, etc.; nos pasan películas de vampiros, siempre, y explican hasta el hartazgo que esas películas, son nada más que eso, películas, pero que hay gente que se alimenta de sangre, gente “normal”. Pero que no existe eso que si te chupan la sangre te convierten, sos inmortal, te matan, bla, bla, bla. Ponen acento en que son gente normal, aunque no tanto.

 

Por lo que entendí con el tiempo, es que nos querían mostrar que “la mordedura” es algo normal, pero los efectos que producen en las películas y libros son de ficción. No sé por qué motivo, pero personalmente eso de la mordedura me excitaba.

 

Mi familia era una familia normal, mi padre era un tipo común, casi pelado, gordito, de estatura baja, trabajaba en lo que vendría a ser la intendencia del pueblo. Mi madre era especial, por lo menos para mí.

 

Mis padres se casaron muy jóvenes y me tuvieron a mi enseguida de casarse.

 

Cuando comienza “la acción”, por llamarlo de alguna manera, yo tenía 18 años, mi padre 41 y mi madre 36.

 

No solo para mi era especial mi madre, ahora también para “ellos”…

 

Ella era más alta que mi padre, mide 1,75, su cara angelical con ojos celestes muy grandes, nariz bien respingada, tiene el cabello rubio natural como el oro, sobre la frente le caen mechones traviesos que ella se los pasa corriendo (ya es un tic), tiene pechos grandes, bastante grandes diría, con una fina cinturita y una gran cola, proporcionada, bien parada y firme. Las piernas muy largas y consistentes, sin un gramo de celulitis, producto de que todas las mañanas, cuando mi padre se va a trabajar, sale a correr y que en casa hace gimnasia siguiendo el ritmo de música rápida, por eso su figura es escultural.

 

Una mañana papá no fue a trabajar, le habían avisado la noche anterior que se quedara en casa porque iría alguien a hablar con nosotros. Dado que yo ya era grandecito, debía integrarme a la conversación.

 

Vino al mediodía un hombre, por supuesto conocido, que integraba el directorio de una empresa que había en el pueblo, mami le sirvió un vaso de limonada hecha por ella.

 

Nos sentamos todos en el comedor y mirando a papá y luego a mamá dijo:

 

  • Miriam, te eligió uno de “ellos”.

Papá se recostó contra el respaldo de la silla y suspiró ruidosamente, mamá no dijo nada, pero sus ojos se pusieron vidriosos.

 

Sin decir una palabra más el enviado, bebió toda la limonada y se levantó para irse, cuando estaba por cerrar la puerta dijo que avisarían cuando llegue “el día”.

 

 

¿Quienes son “ellos”? Pocos los conocían, no se sabía cuantos eran, sólo que vivían en la zona prohibida, eran aproximadamente 50 hectáreas con casas muy grandes que se veían de lejos, estaban aislados.

 

Todos los años, eran elegidas contadas familias y allí se mudaban a la zona de “ellos”. Cuando regresaban, era como un pacto de silencio jamas roto por absolutamente por nadie, las mujeres volvían embarazadas y se ponían en manos de los médicos. Los hijos después de nacer nadie los veía.

 

 

Cuando quedamos solos mamá estalló en llanto y se fue tomándose el rostro a la habitación, papá la miró como se iba, prendió un cigarrillo, se levantó, se apoyó contra una pared y también se puso a llorar.

 

Le pregunté preocupado que pasaba, cuando se calmó, se sentó y comenzó a explicarme lo que sabía.

 

  • Ellos son esas personas que te explicaron en las reuniones. ¿Por qué son así?, nadie lo sabe, sólo rumores y suposiciones, ellos tienen que procrear y eligen a nuestras mujeres para eso. Los que estuvieron en la zona prohibida no hablan, el miedo es muy grande y las represalias pueden ser terribles. Por desgracias le tocó a mamá.

  • ¿Por qué a ella? ¿Cómo la vieron si nunca están por el pueblo?

  • Saben todo, se supone que tienen sus conexiones de personas que nadie sabe quienes son, les dan fotos de cada mujer del pueblo, actualizadas constantemente y ellos eligen.

  • ¿Pero por qué tenemos que ir nosotros también?

  • Para cuidar a mamá cuando el que la eligió no se está alimentando con su sangre o teniendo relaciones.

  • ¿Y si nos escapamos?

  • Ellos llegan a todos lados, si no pagamos la deuda la vamos a pasar muy mal.

  • ¿Qué deuda?

  • Todo lo que tenemos es gracias a ellos, nos dan casa y una buena posición económica pero como todo en la vida siempre es a cambio de algo… creemos que no nos va a tocar hasta que llega el momento y es entonces cuando nos damos cuenta que el costo a pagar es ampliamente mayor al rédito obtenido...

Todo era confuso, sentía miedo y lástima por mamá, pero estábamos preparados para eso, generaciones tras generaciones vivieron esto.

 

Me fui a dar una vuelta, mi mejor amigo cuando me vio caminando vino y trató de consolarme, ya estaba enterado, en este pueblo este tipo de noticias viajan más rápido que la luz.

 

Pasaron dos tensos días, hasta que nos avisaron que el lunes nos pasarían a buscar. Llegado el momento menos esperado, vinieron dos camionetas oscuras grandes a recogernos, en una viajábamos nosotros con un chófer y un custodio, en la otra más personal de seguridad para escoltarnos a la zona prohibida. Nos aseguraron que nuestra casa iba a quedar protegida y nadie iba a tocar nuestras pertenencias hasta nuestro regreso.

 

A la hora llegamos a una fortificación que rodeaba la zona prohibida, con muros muy altos que superaban los tres metros de altura y una sola entrada con una pesada reja de gruesos barrotes de acero a la que controlaban bastantes personas fuertemente armadas.

 

Daba la impresión de ser una cárcel y eso me asustaba más, porque entrar fue fácil en cambio salir parecía imposible.

 

El lugar era como un bosque, anduvimos por un camino en mal estado rodeado de altos árboles y hasta llegar a una colina pasamos cerca de varias mansiones bastante alejadas unas con otras; los vehículos subieron a gran velocidad por un camino estrecho que rodeaba a la colina, que parecía ser más estrecho que el ancho de las camionetas.

 

Cuando llegamos a la cima nos encontramos con un lúgubre castillo medio abandonado y viejísimo.

 

En la entrada nos estaba esperando un mayordomo o algo que se asemejaba serlo, recién ahí me percaté que todos “ellos” eran muy altos y fornidos, superaban los dos mts, de rasgos feroces, de ojos rojos, manos huesudas y dedos largos con uñas afiladas, de piel albina pálida y su cuerpos emanaban un olor fuerte como las bestias que habitan en el zoológico. Nos condujeron a un amplio salón de estilo renacentista con escasa luz.

 

Luego de esperar casi media hora, las puertas se abrieron con un fuerte golpe y apareció nuevamente el mayordomo seguido pasos atrás por uno de “ellos” al cual presentó como El Conde Vergus Draculea IV. Este era de aspecto más temible que los otros, muy alto, con mentón prominente, su boca amplia mostraba dientes blancos con colmillos puntiagudos, de nariz en forma de gancho y una larga cabellera pelirroja,

 

Al saludarnos, aprecié el frio cadavérico al estrecharme la mano.

 

El mayordomo, mirándonos, dijo:

 

  • No teman, tienen que sentirse orgullosos que el líder supremo la haya elegido a Miriam para ser su esposa consorte, engendrar su descendencia y alimentarse...

 

Papá al escucharlo, sin poder medirse, contestó:

 

  • ¿Esposa? Debe haber un error, ella es mi esposa, estamos casados por Juzgado Civil

 

Recién ahí pudimos escuchar por primera vez la portentosa voz del Conde, que clavándole los ojos a papá, le respondió:

 

  • ¡Ya No! Nosotros imponemos las leyes para que los mortales las cumplan, no al revés. Esta noche habrá una ceremonia de unión y concluida, la morderé y dejará de ser la que ustedes conocen jajaja… será mía para siempre…

 

Papá dijo:

 

  • Perdón Señor, pero no lo comprendo bien, usted dijo para siempre ¿Eso quiere decir que no volveremos al pueblo?

  • Miriam no es como las demás, ella es especial... Pueden quedarse a vivir con nosotros, aceptando que ella ya no será quien fue y gozar los beneficios de un lugar acomodado en nuestra comunidad o ser desterrados del pueblo y nunca más verla. Tómenlo como un acto de bondad de mi parte el que puedan elegir… Caballero le recuerdo a usted y su hijo, que todo desterrado es considerado nuestro enemigo, con todo lo que ello implica… serán perseguidos y cazados como simples ratas… ustedes deciden, tienen un minuto.

  • ¡¡¡Se quedan!!!

 

Gritó mamá llorando.

 

  • Perfecto, Velkan mi fiel criado los llevara a sus aposentos.

 

Esperamos la hora de la ceremonia abrazados a mamá y llorando los tres, por más que parezca absurdo, en lugar de nosotros darle ánimos a mamá, era ella quien nos consolaba.

 

  • No teman, todo saldrá bien, lo importante es estar juntos

 

La ceremonia se llevó a cabo en el salón más grande del castillo y vinieron todos “ellos” a presenciar la unión de El Conde con mamá. A pesar que nos sirvieron abundante comida, con papá no pudimos probar bocado.

 

El ritual terminó como él nos había adelantado, mordiendo a mamá en el cuello que se dejaba entregada. Todos “ellos” celebraban vociferando y aplaudiendo.

 

Al apartar la boca del cuello de ella vimos sangre en la cara de Vergus y más en el cuello de mamá, quien a los pocos minutos se desmayó y fue llevada a la habitación de él.

 

Nos permitieron acompañarla, papá y yo permanecimos encerrados en nuestras habitaciones esa noche.

 

Me desperté por la mañana cuando Velkan abrió la puerta y me condujo donde estaba desayunando papá. Mamá no comía y no recordaba nada de lo sucedido aquella noche, pero estaba muy rara, su cara estaba pálida y su cuello presentaba la marca de la mordida, se la notaba sin la tristeza que la embargaba hasta unas horas atrás, llevaba sandalias de tacón y un camisón largo de seda que le marcaban sus pezones carnosos.

 

Sin previo aviso, se marchó diciéndonos que Su Señor la estaba llamando y lo tenía que satisfacer, no la volvimos a ver hasta la noche.

 

A papá y a mí nos indicaron que para la cena vistamos de etiqueta. Estuvimos esperando varios minutos sentados solos a la mesa, que se nos hicieron eternos, que los demás nos acompañaran, ansiábamos volver a ver a mamá.

 

Hicieron su presencia los dos tomados de las manos, Vergus vistiendo todo de negro y mamá un vestido largo, rojo, muy ajustado a su cuerpo y transparente, dejando ver perfectamente sus voluptuosas tetas sin corpiño, y una tanga tipo hilo dental que desaparecía entre los cachetes de su culo, zapatos de taco aguja altísimos del mismo color del vestido y muy maquillada.

 

Le tiré mi bronca a Vergus por la apariencia de ella, pero no esperaba que mamá me dijese:

  • Ni se te ocurra volver a levantarle la voz a mi Señor, sentate a la mesa y cerrá la boca. Por tu bien acostumbrate a verme así, como consorte mi obligación es excitarlo, que use mi cuerpo a su voluntad para calmar su sed sexual y poder darle descendencia.

No podía creer los que escuchaba, intenté levantarme de la mesa pero el mayordomo me lo impidió sujetándome fuertemente por los hombros.

 

A pesar de las ganas que tenía por salir corriendo, no podía dejar de mirar el cuerpo de mi madre con lujuria y a papá que estaba sentado al lado mio creo que le pasaba lo mismo, porque le era imposible disimular la erección contenida en sus pantalones.

 

Papá fue el único que comió.

 

Antes de la medianoche, ellos se levantaron y se fueron a la habitación.

 

Le hice un rato compañía a papá en la biblioteca mientras leía vaya uno a saber que. El fumaba un puro y bebía un brandy tras otro, quizás era su forma de olvidar que su esposa estaba en ese momento en la cama con otro.

 

Prefería estar solo y antes de llegar a mi habitación escuché un jadeo que llamó mi atención, seguí con curiosidad el ruido por el largo pasillo, haciéndose más fuerte con cada paso que daba, señal que pronto sabría que era y de donde venía. Tras subir unas escaleras, una puerta de madera con hierro forjado, grande de dos hojas, impedía que llegue a la fuente de ese ruido.

 

Temiendo que mamá estuviera sufriendo algún daño, tomé valor y entreabrí con cuidado la puerta, la breve abertura me dejó ver una fastuosa habitación con una cama en el centro que haría ver a la king size pequeña, acostada de espalda estaba mi madre, totalmente desnuda y con las piernas abiertas recibiendo las salvajes penetraciones de su nuevo esposo.

 

Vergus también estaba en bolas y me impresionaba su huesuda columna. Su amplia espalda cubría a mamá.

 

Para ver mejor, entré con sigilo y me escondí detrás de un sillón.

 

La entrecortada voz de ella, suplicaba.

 

  • Por favor, dame más despacio que no la soporto

  • Te tenés que acostumbrar… relajate y abrí más las piernas… pronto tus músculos serán como los míos fuertes y elásticos… falta muy poco para que tu transformación sea completa y te entre entera…

  • ¡¡¡Ayyy!!! me estas rompiendo la concha hijo de puta

  • Eso es porque nunca tuviste entre tus piernas un macho de verdad… desde el primer momento que te vi, supe que eras demasiada hembra para ese cornudo… vos naciste para ser mi puta… cuando al fin seas una de nosotros, lo voy a festejar rompiéndote el culo… siiii

  • ¿Sos loco? ¿No me entra en la concha y me la querés dar por atrás?

  • Por algo en el pueblo me llaman El Empalador

  • Tenés una pija muy grande… siento la vagina tan rota como cuando parí… ayyyyyyyyyyyyy

  • Nosotros solo tenemos descendencia masculina, por eso necesitamos de las mujeres del pueblo para fecundar… al leer tu mente supe lo puta que sos y lo infeliz que te hace el gordo boludo de tu marido… a mí no me mentís, sé que te gusta… sentila putita, sentí lo dura que está por vos… cuanto más te muerda y más semen recibas, más rápido te vas a transformar...

  • Ahhhhhhhhhhhhhh

 

El hijo de puta bombeaba sin piedad. Al acabar era tanta la cantidad de leche que la conchita de mamá no pudo contenerla y terminó con el estómago y la tetas manchadas de guasca.

 

Cuando salió del cuerpo de mamá pude apreciar el tamaño de esa verga y era espantosa, de largo medía como mi antebrazo y muy ancha, extremadamente ancha, con marcadas nervaduras venosas y curvada hacia arriba, pero la cabeza era descomunal, muy gorda y grandota. Sinceramente no sé como eso podía entrar en una mujer.

 

Con el pasar de los días mamá estaba cada vez más descontrolada y se notaba más el cambio, ya no le importaba si estaba desnuda delante nuestro o de quien sea, lo único que le importaba era lo que ordenara Vergus.

 

En la cena del domingo, mamá apareció con un babydoll negro transparente, con abertura vaginal y un gran escote en V que no alcanzaba a cubrir sus gordos pezones, medias de encaje del mismo color de la ropa íntima y zapatos de taco alto. Muy maquillada, sobre todo sus labios con un rojo fuerte y sus ojos celestes delineados de un negro azabache que los hacia más llamativos; su pelo revuelto.

 

No existía parentesco que evitara una erección.

 

El Conde ya estaba sentado y antes de hacerlo ella, se acercó a él y le acomodó sus tetas a la altura de la cara. Las manos de Vergus exprimían esas ubres y su boca las chupaba salvajemente, sus afilados dientes apresaron un pezón y lo tironeaba, provocando que mamá se mordiera el labio inferior y gimiera mientras miraba a papá y a mí.

 

Al cambiar de teta, las manos dejaron de exprimirlas y recorrieron el bien formado de ella hasta detenerse en el sobresaliente culo, al que cacheteo sonoramente. Mami se dió vuelta y esta vez le ofreció su orto, la nariz de él se hundió entre los cachetes y su larga lengua lamia desde la concha hasta el ano, ida y vuelta, ella se inclinó elevando sus nalgas y situando su cara frente a la mía, su cálido aliento me embriagaba.

 

Cerca de mi oído murmuró:

 

  • Que rico lo que me está haciendo mmm… Ay, no se lo que digo, perdoname hijo, pero él me domina… mentalmente me está ordenando que haga esto… no mirés por favor.. ahhhhhhhhh… no mirés…

 

Mientras me decía eso un hilo de baba caía desde su comisura, mojando mi pantalón, y sus manos juntaba sus tetas pasando por mi cara sus pezones mojados.

 

  • ¡No los chupes hijo! Recuerda que es tu madre

 

Gritó papá, llenándome de dudas y haciendo que Vergus estalle en una carcajada.

 

Con cara de puta enviciada mamá se estrujaba las tetas y pasaba la punta de su lengua por sus labios. Viendo mi cara de indecisión me guiño un ojo provocativamente.

 

Mandé en mis pensamientos a la mierda a mi viejo y besé a mamá, nuestras lenguas peleaban en nuestras bocas llenándolas de caliente saliva. Ella acercó rudamente mi cabeza y su lengua bajó hasta mi garganta.

 

Mis temblorosas manos acariciaban sus monumentales tetas y jugaban con los pezones.

 

Vergus le separaba los cachetes del culo y su lengua la introducía en el recto, al mismo tiempo que sus dedos se perdían dentro de la vagina.

 

Después de un rato, él la acomodó arriba de la mesa, la descalzó y le rompió su babydoll.

 

Ella mirándome fijo, me preguntaba:

 

  • ¿Querés ver como me coge mi macho?

  • ¡Esto es una locura mamá! No comiste nada desde que salimos de casa, debés estar mareada, el hambre te obliga hacer esto...

 

Vergus dejó de lamerle la concha para contestarme:

  • Es hora que lo sepas, tu mamita ya no come más cadáveres de animales como ustedes los mortales

  • ¿Quiere decir que chupa sangre?

  • Ella chupa otra cosa y no precisamente sangre jajajajajaja… para que sepas, unicamente nosotros los hombres bebemos sangre, nuestras hembras se alimentan exclusivamente de esencia vital

  • ¿Qué es eso?

  • El líquido que da vida, ¡Semen!… una ración de semen vampiro en sus entrañas le alcanza para un día y de no conseguirla necesitará el de varios mortales, ustedes son tan inferiores que la leche que producen sus huevitos no satisfacen a una vampiresa… y menos si es tan insaciable como tu mamá

De espalda en la mesa, ella se apoyó en sus codos y ofreciéndome sus tetas me dijo:

 

  • Tengo mucha hambre ¿No querés darme de comer hijito?

 

El Conde sin perder tiempo le abrió las piernas y siguió comiéndole la concha.

 

El cornudo de papá que hace un rato me recordaba que ella era mi madre, se había bajado los pantalones y se pajeaba a dos manos, estaba tan agitado que parecía que le iba a dar un infarto.

 

El hijo de puta de El Conde besaba esa concha como yo besaba la boca de mamá. Hundiendo la lengua lo más profundo de su ser.

 

Mamá es una bestia de hembra que es imposible controlarse si ella te está incitando.

 

Mientras nos comíamos las bocas, ella apoyaba sus piernas en los hombros de él obligándolo a que le mame la argolla más rápido, y papá sin dejar de pajearse, le olía los pies y se los besaba.

 

Fue demasiado para mi padre y sin poder controlarse eyaculó y nos mojó con su leche a los tres, provocando el enojo de Vergus, que se levantó y pegándole un manotón en el pecho, lo hizo volar más de 8 mts, a la otra punta de la sala y quedó tirado en el suelo sin moverse.

 

En vez de ver si papá estaba ileso, preferí ocupar con mi boca el lugar de Vergus entre las piernas de mi madre.

 

De un manotazo, pero no tan fuerte, él me sacó de ahí.

 

La sentó a mamá en la mesa, se desnudó y le dijo:

 

  • Llegó tu hora de comer, putita

 

Le acercó su gigantesco glande a la boca, y ella con suaves besos le recorrió la cabeza de la chota. Eran como los besos maternales que recibe un recién nacido.

 

Mamá mirándome desafiante abrió lo más que pudo sus fauces y fue tragando esa pitón descomunal que se asemejaba más a la verga de un caballo que a la de un ser humano.

 

Vergus apoyó su pie derecho en la mesa, al lado del cuerpo de ella, quedando su rodilla a la altura de la cara de mamá.

 

El estaba quieto, era ella quien hacia todo el trabajo y con cada envión de su cabeza tragaba más centímetros, hasta que finalmente las pesadas y peludas bolas chocaron contra el cuello de ella.

 

Mamá, completamente retiró de su boca la monstruosa pija, dejándola brillosa de saliva, y enseñándome lo máximo que podía abrirla.

 

Viéndola recordé cuando en la clase de biología nos exhibieron el video de una serpiente devorando un roedor y para poder lograrlo, dislocaba su mandíbula. En la boca de mami podía entrar mi puño y sobraba espacio.

 

Fue en ese momento que me cayó la ficha, evidentemente la transformación de ella ya estaba completada.

 

Sin darle tiempo a mi pensamientos, ella volvió a tragarla entera pero está vez a un ritmo frenético y siempre mirándome a los ojos.

 

El terrible falo de Verguson abandonó la boca de mamá y lo acomodó entre sus tetas para una cubana sensacional. Si bien, esa poronga erá más grande que un bate de béisbol, los exuberantes pechos de mamá podían cubrirla sin problemas, formando un túnel de carne en el que esa pija recorría en cada embestida.

 

Para evitar que la pija se salga de curso, ella se apretaba las tetas con sus dedos de uñas pintadas de rojo sangre. Los pezones los tenía más salientes que nunca.

 

Diciendo:

 

  • ¿Querés ver cómo alimento a tu mamá, pendejo?

 

El Conde la empujó a ella para adelante, dejándola de espalda sobre la mesa, con las piernas abiertas y sin más se la clavó de una hasta el fondo.

 

 

  • Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy, me rompés toda la concha

  • Y no sabés como te voy a dejar el orto después, tetona hermosa.

 

Con miedo a Vergus, pero con más calentura, me acerqué a la mesa y cuando me estaba acomodando para que ella me la mame, mamá me tiro un fuerte mordisco que si me agarra la pija me arranca un pedazo.

 

 

  • Cuidado pendejo, que esta hembra está hambrienta… y tu pitito es un entremés para ella jajajaja… sólo la llena una verga como la mía jajajaja… No es bueno que coma mucho antes de la transformación y ahora la vampiresa anda necesitando mucha leche… prestá atención, por ahí estás viendo como la preño

  • Siiiii… ahhhhhhhh… soy tu puta mi amor… haceme un machito como vos… necesito tener dentro mío otro machito...mmm… ahhhh

 

Las palabras de mamá excitaron a Vergus y la bombeaba atrozmente, la cara de mamá evidenciaba el enorme placer. Ya ningún mortal podría satisfacer esa mujer como “ellos”.

 

La abnegada madre y esposa ejemplar pasó a ser una perra ninfómana, pero la transformación además remodeló el cuerpo de ella, la volvió más exuberante, remarcó sus curvas, sus músculos estaban más tonificados y eso se notaba mucho. Vergus transformó a mamá en una máquina devoradora de pijas.

 

Con sus piernas en la cintura de él, ella lo aferraba más hacia su cuerpo logrando que las penetraciones sean más profundas. El tiempo corría y Vergus no eyaculaba, poseía un aguante sobrehumano.

 

Era tanta la desesperación de ella, que se desenterró esa pijaza, lo acostó a él sobre la mesa, se sentó a horcadas en la verga y lo cabalgó bestialmente. Ver sus tetas rebotar era un espectáculo hipnótico.

 

Papá se me puso nuevamente al lado masturbándose al igual que yo, viendo como las huesudas manos no dejaban de estrujarle las tetas y escuchando los gritos de ella pidiendo más y más.

 

Desde mi posición mamá estaba empalada en la barra de carne, apenas llegaba a la mesa en punta de pie, y con cada embestida fuerte de él, la levantaba en el aire.

 

Yo estaba por eyacular y mi madre pareció leerme el pensamiento, sin dejar de cabalgarlo, me dijo:

 

  • ¡Míííííííaaaaaaa! Dale a mita lo que necesita… aghhhhh… alimentame como cuando vos eras bebé y te daba la teta… dame esa lechita que estoy hambrienta

 

Desconfiaba de ella, pero hacía rato que yo no razonaba, ya no sabía que era real y que no. Parándome arriba de la mesa, puse mi verga en su boca y fue la mejor mamada de mi vida, me chupó como una aspiradora dejándome los huevos secos; mis piernas temblaron y caí al lado de ella, que me decía

 

  • Que rrrrrico mi amorcito… ahhhhhhh… gracias

  • Esperame que ahora voy yo

 

Mencionó papá, pero ofendido por lo de antes, Vergus le pegó una patada que casi lo mata, no sé donde fue a parar.

 

Mamá aceleró el sube y baja como pudo y El Conde que ya estaba por acabar, sin sacársela, de un salto se paró y la ensartó más, provocando un grito asemejándose a dolor que a placer.

 

El cuerpo de mi madre se sostenía por la terrible verga que estaba en su interior. La boca de Vergus se aferró al cuello de mamá y le pegó una mordida descomunal mientras le descargaba todo su torrente de semen en el interior.

 

Los fuertes chorros escapaban del tajo escurriendo por sus piernas y salpicando todo a su alrededor.

 

Del placer perdí el sentido y cuando reaccioné Vergus estaba preparando la empalada de ese culo tentador.

 

A pesar de la transformación de mamá, su orificio anal era muy chico para que entre semejante bestia.

 

A ella se la veía mucho más relajada tratando de cumplir los caprichos de su Señor, pero por más buena voluntad la pija no entraba.

 

Ofuscado, Vergus llama a Velkan, el mayordomo, quien no hace esperar a su amo.

 

  • ¿Llamó usted Conde?

  • Así es, ayudame a consumar el sacrificio anal de mi esposa… para reclamar la posesión de todos sus agujeros

 

El anciano Velkan se desnudó, mostrando un cuerpo esquelético con machones verdes en la piel como si estuviera en descomposición, era nauseabundo ese tipo, pero a simple vista, poseía una pija igual de larga que Vergus pero la mitad de ancha, que al ver el pomposo cuerpo de la consorte, logró la erección al instante.

 

Salió un un momento a buscar un mejunje artesanal para distender el esfinter anal y facilitar la penetración.

 

Para el criado no existían los juegos previos, se embadurnó el miembro en ese mejunje de olor putrefacto y enseguida enfiló en dirección al ojete de ella. El viejo tenía la cabeza de la garcha gorda pero en forma de flecha y esto facilitaba el trabajo.

 

Mamá estaba en posición de perrito y el sirviente detrás afirmándose con sus manos de los hombros de ella, con pequeñas estocadas golpeaba el agujero logrando que de a poco se fuera dilatando.

 

Cuando consiguió que el glande penetrara por completo, incrementó el ritmo de las estocadas, ocasionando que los senos se bambolearan de atrás para adelante.

 

Ella sollozaba y eso excitaba al mayordomo que no le tuvo piedad por ser la esposa de su Amo.

 

  • Lo felicito Mi Señor por la hermosa puta que eligió como consorte… aaaaaamm… hace siglos que no siento que un culito me aprete tanto… es como desflorar a una virgen… ohhhh… y verdaderamente es preciosa… le dará hermosos vástagos

  • Muchas gracias mi fiel y gentil sirviente, sabes muy bien que te aprecio, por eso te la estoy entregando para que la goces y premiar tu ayuda

  • Amo, este culo me esta ordeñando, ya no aguanto más… uhhhh… ¿Dígame donde prefiere que vierta mi simiente?

  • Fuera… dásela que la trague… quiero que mi leche sea la primera que alimente sus intestinos… que la marque a fuego para siempre…

El viejo obedeciendo a su amo, la desenterró y se la puso en los labios, ella la le sacó hasta la última gota como si se tratara de un biberón.

 

Vergus estaba impaciente por culearla, se untó también el mejunje oloriento en su durísima pija y la estaqueo de un fuerte golpe descomunal, que provocó que ella se golpeara la frente con el suelo.

 

Su grito de dolor retumbó en todo el castillo y se multiplicó con el eco.

 

  • Amor, al fin vas a saber por qué me conocen como El Emplador… tomááááá… decime que la sentííís mamita… ¿Eh?… es toda tuya… oghhhh

  • Siiiiiiiiiiiii que la siento… ahhhhhhhhhh… ¿Cómo no sentir esa verga divina?… mmm… me rompiste el culo para siempre…. Uffff… para siempre voy a ser tuya… tu puta… tu consorte… todo lo que me ordenes…

  • Casi una vida estuve esperando a encontrate… ahhh… y al fin tendremos la eternidad para estar juntos… hasta el final de los tiempos vas a tener mi verga clavada en tus agujeros

 

Meneando las nalgas en círculos mami repetía como si fuera un mantra:

 

  • Draculea me culea… Draculea me culea… Draculea me culea

  • ¡Sos mía!… cuando tu esposo te ofreció a cambio de una vida eterna, lo desestime, hasta que una foto logró que me interesase en vos… como soy de palabra va a tener una vida eterna... viendo como te poseo… va a ser eternamente cornudo…

  • Siempre fue un cornudo perdedor… ammmmm… empalame más profundo papi

 

¡¿Qué?!, ¿Todo esto fue por papá?, ¿Para lograr vivir para siempre entregó a mamá?, ¿El fue el artífice de este desastre? Me costaba creerlo. El amor y la idolatría que sentía por él se desvanecieron en el aire como pompas de jabón.

 

La ambición humana hace cometer actos que no alcanza una vida para arrepentirse.

 

Con vergüenza papá salió corriendo por los pasillos, con su picha en la mano, dando una imagen bochornosa.

 

Los huevos de Vergus cacheteaban el culo de mamá incansablemente, las embestidas eran brutales, una de sus manos estimulaba su clítoris y la otra apretaba con fiereza una teta.

 

Verkan nuevamente al palo, se acostó delante de mamá para que ella le chupara la pija.

 

No quería quedarme afuera de la acción, ellos eran dos machos en alzados compartiendo una hembra en celo, acercarme podía resultarme fatal.

 

Era un concierto de gemidos. Me dolía la verga de tanto jalármela.

 

El Conde penetraba ese ojete con menos velocidad pero con estocadas más fuertes y profundas, estaba por acabar. La fuerza de su última embestida arrojó a mi madre sobre Velkan.

 

  • Te bautizo con mi lecheeeeeeeeeeeehhh… oficialmente ya sos mía para siempre… ohhhh… que culo divino tenés putita…

 

Un enchastre de semen y flujo bañaban los cuerpos de los tres. Cuando se recompuso mamá lamia su preciado liquido vital del piso.

 

Derramando mi leche por el camino decidí marcharme a mi habitación para descansar, no daba más y si así empezaba esta historia, no quería imaginarme como iba a continuar…

 

 

 

 

Gus Becker & Marcel Milord

(www.relatosgusbecker.blogspot.com)