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Todo fue por necesidad

en Voyerismo

apá se marchó, no sé si con otra mujer, o qué, pero se fue al extranjero. Nada hacía prever que terminaría con mamá, pero terminó.

 

Pero el problema mayor era que papá era el único sostén de la familia, mamá no trabajaba, sólo se encargaba de criarme.

 

La casa era alquilada, los ahorros alcanzaban para unos meses, papá era un empleado y ni le importó en la penosa situación económica en que nos dejaba.

 

Se rajó tan rápido que hasta su ropa dejó, ¿Qué pasó?, no sé, pero el futuro próximo era ahora lo mas preocupante. Ya habría tiempo para reflexiones y preguntas, pero no ahora.

 

La carta que dejó solo tenía escrita una palabra, y esa era “adiós”, explicaciones : ninguna.

 

Mamá es una típica mujer criada en el campo, de 30 años cumplidos este mes, 1,55 mts de altura, con el cabello castaño largo y algo ondulado, hasta mitad de la espalda, ojos color miel, nariz chiquita, pechos medianos, fina cintura y muy linda cola, terminando con hermosas piernas. Es calladita, sumisa, ingenua, se cree todo.

 

Estaba muy desesperada, el primer mes de la ida de papá, ella le preguntó a casi a todo el vecindario si tenían o sabían de algún trabajo.

 

Vino la dueña del departamento, hablaron un rato largo y mami le expresó un sinfín de escusas, pero la dueña le dijo que necesitaba la plata del alquiler.

 

Cuando se retiró, mamá lloró sobre la mesa. Al otro día, fuimos a hacer las pocas compras que nos permitió el escaso dinero que poseíamos, solo lo justo y en la panadería, el dueño le presentó a Doña Clara. Esta mujer, según escuché en el barrio, era considerada como muy viva y para nada ingenua, si podía tomar ventaja de cualquier cosa lo hacía, sin importarle el cómo ni el que dirán.

 

A la salida de la panadería, Clara nos invitó a un bar, .e compró una gaseosa con un tostado y ellas bebieron café doble. No tuvo tapujos en la manera de hablarle a mamá por más que yo estuviera presente y fue al grano, le explicó que ella trabaja desde hace dos años, como empleada doméstica con cama adentro y dijo:

 

  • El viejo Braulio paga muy bien, pero.....imaginate, es inmundo, ya estoy cansada de tenerlo arriba mio, rompiéndome toda, más ahora que me junté con un quinielero que conocí hace un par de meses, ya es hora de formar una familia ¿Viste?.. Eso si, con Braulio casa y comida van a tener, eso seguro, ponele la firma…. cuanto mejor te portes, más beneficios vas a tener… nena fijate, si te interesa el laburo, te recomiendo con mi patrón para que me reemplaces… pero te va a ser duro y no habló del trabajo…

  • Acepto, Clara tengo un nene que depende de mí y el hijo de puta de su padre nos dejó en bolas, no puedo darme el lujo de elegir trabajo, es esto o la miseria.

Unos días antes de entregar la casa (no teníamos muebles pues lo que estaban eran de la dueña), fuimos a lo de Braulio.

 

El tipo vivía en una casona muy vieja tipo PH, con un patio cuadrado semicubierto en el centro de la propiedad y rodeándolo en galería, los demás ambientes: una modesta cocina, un baño, un comedor mediano con una mesa, 6 sillas y un viejo sofá de 3 cuerpos, luego seguía una habitación grande y la habitación del viejo con baño propio. Todo contiguo, para ir de un lugar a otro, hay que pasar obligadamente por la galería que rodea al patio. Las paredes estaban descascaradas, manchas de humedad por todas partes y a donde se mirada solo se observaba cosas viejas.

 

Clara ya se había ido para no volver, nos recibió el viejo, quien realmente tiene una cara de degenerado terrible y una apariencia espantosa, es pelado, alto, de casi 1,90 mts.,con un tupido bigote, la piel muy blanca y bastante peludo el pecho (tenía una camisa celeste toda desabrochada). Con una sonrisa, me frotó la cabeza y le dijo a mamá:

 

  • ¡¡¡Que chiquita!!!... digo de físico, claro.

 

Nos sentamos en el comedor, trajo bebidas frescas para beber y se pusieron a hablar mientras yo miraba el comedor, bastante descuidado.

 

Mamá había ido vestida normal, con un vaquero apretado y una remera blanca ajustada.

 

Cuando ella le pidió permiso para ir al baño, el viejo la acompaño al baño principal, que estaba entre las habitaciones. Braulio reveló ser un viejo verde degenerado, quedándose parado con el oído casi pegado en la puerta, escuchando lo que mamá hacía mientras me guiñaba un ojo y con una mano se frotaba la bragueta.

 

Antes de irnos le dijo que tenía que estar uniformada (el uniforme lo proveía él) y nos mostró nuestro dormitorio.

 

El fin de semana siguiente nos mudamos a lo del viejo, presintiendo como sería todo, pero era lo que había, no quedaba otra.

 

Braulio era un jefe de estación ferroviaria jubilado, por lo tanto estaba siempre en la casa.

 

Ese primer día llegamos de noche, nos acomodamos rápido en la habitación que el viejo nos dio, la cual tenía 2 camas de una plaza, 1 roperito, 1 cómoda y 1 silla rota. Arreglamos la poca ropa que teníamos y nos tiramos vestidos en las camas a descansar.

 

A eso de las 22 hs, mientras mamá preparaba la cena, el viejo comenzó a mostrarse tal cual era.

 

Me dijo:

 

  • Es linda mamita... ¿Luly le dicen no?

  • Si se llama Luciana

  • ¿Y vos pendejo, cómo te llamás?

  • Sebastián

  • Si... es muy linda tu mami… es joven... lástima que anda muy vestida (mamá llevaba puesto un vestido amplio, color rosa con florcitas blancas, largo hasta la rodilla)

  • (no contesté nada)

  • ¿Dormían juntos?

  • No, yo tenía mi dormitorio

  • Bueno, acá la vas a ver en ropita interior, eso es bueno... va a llegar un momento en que todos vamos a andar livianos de ropa... ¿Te molesta eso?

  • Nnnnno (¿qué otra cosa podía decir?)

Llegó la cena y el descarado alababa como cocinaba mamá. De sobremesa el viejo sacó una botella de licor de huevo, casi obligándola a beber; como mamá nunca tomaba alcohol, comenzó a bostezar y se le cerraban los ojos.

 

Antes de ir a dormir, pasamos por el baño y luego nos encerramos en nuestro dormitorio, que la única comodidad eléctrica con la que contaba era un velador con los cables pelados, en contraste con la habitación de Braulio que tenía aire acondicionado.

 

El calor era insoportable y transpirábamos en nuestras camas a más no poder, para dormir cómoda mamá se sacó el camisón y fue la primera vez que la veía en ropa interior. Ella tenía cierta timidez que la mirara en bombacha y corpiño, pero se resignó, sabiendo que sería así de ahora en más.

 

Nuestra pieza estaba al lado del comedor y la del viejo daba a la otra punta del patio. La habitación de él tenía una puerta con vidrio y persianas con postigos antigua que daban al patio.

 

El día siguiente fue domingo y el viejo con mi mamá fueron a hacer compras, yo aproveche para revisar entrar al cuarto de Braulio y revisar sus muebles.

 

En un cajón, de abajo de un ropero, encontré “el placer” del viejo, una caja de zapatos que contenía: un consolador enorme negro, cinco bolas chinas de un respetable tamaño, un aparatito en forma de óvulo con un cable que iba a un control remoto, ropa íntima de mujer, tanguitas minúsculas con voladitos, babydolls, CDs porno, etc.

 

Ya no tenía duda que mamá iba a tener mucha “actividad” acá. En la heladera había supositorios para ayudar a dilatar el ano tal como decía el prospecto y otros antiinflamatorios.

 

Como a la media hora, ellos volvieron muy risueños. Ese día fue tranquilo, el último de tranquilidad.

 

Después que nos bañamos todos, mamá hizo la cena, y como la vez anterior licor de sobremesa y a la cama.

 

Ya mamá se quedó en ropa interior en forma más natural.

 

Como era verano y estaba yo de vacaciones, el lunes, apenas se levantó y antes de mamá comenzar con la limpieza, fue con el viejo a una escuela privada que estaba a dos cuadras a inscribirme.

 

Cuando regresaron, mami estaba llorando de la alegría, no sabía como agradecerle a Braulio que haya pagado él la inscripción y además prometiera hacerse cargo de todas las cuotas mensuales. El viejo le decía que no era nada, que lo hacía pensando en mi futuro, porque el colegio era muy bueno y contaba con jornada doble, sacándome a mí, tiempo para andar callejeando con los otros pibes vagos del vecindario.

 

Mamá se fue a cambiar al baño, yo estaba en el sillón, en una punta mirando tele y el viejo se sentó en la otra punta del sofá. A él se lo notaba nervioso, excitado, alterado.

 

Cuando escuchó que mamá apretaba el botón del inodoro, comentó en voz baja:

 

  • Con el tremendo culo que tenés, el sorete que habrás echo, puerca

Apareció mamá y el viejo ya se movía inquieto.

 

El “uniforme” era un guardapolvo rosa, con una tela que dejaba ver todo perfectamente y súper cortito, apenas terminaba donde comenzaban las nalgas. Pero lo que me puso nervioso, era que debajo no llevaba nada, ninguna ropa interior, o sea, estaba desnuda.

 

No tenía duda que mamá tenía muy claro como eran las reglas del juego y que yo sería espectador involuntario de lujo. Seguramente las salidas juntos les sirvió para hablar.

 

El viejo por supuesto le dijo que comenzara por el comedor, en donde estábamos, mamá barrió y cuando comenzó a limpiar la mesa, el uniforme se levantó dejando ver toda su cola.

 

Casualmente el culo de ella quedó apuntando a la cara del viejo que suspiró fuerte.

 

¿Casualidad? No lo sé, mamá estaba entrando en un estado de exhibicionismo y desfachatez que nunca le había conocido, pero dicen que la necesidad tiene cara de hereje.

 

Mamá cerró los ojos, y siempre haciendo que limpiaba, se corrió para atrás, ahora el culo chocó con la nariz del viejo, que le tomó las nalgas con las dos manos, las abrió un poco y le pasó la lengua por el agujero del culo.

 

Enseguida mamá me dijo:

 

  • Sebi, andá a la habitación

Pero inmediatamente el viejo ordenó:

 

  • Nooo, quedate... que se acostumbre… ya lo hablamos en la calle

  • Bueno no te enojes. Sebi, seguí mirando tele.

El viejo le volvió a lenguetear el culo y ella a refregárselo por la cara. Estaban sacados.

 

Braulio comenzó a manosearse el bulto que estaba muy hinchado y de repente se paró, la agarró de la mano y mirándome me dijo:

 

  • Ahora si, quedate un rato acá que vamos a hacer unas cositas con mamá y volvemos

No aguantaron a la noche, fueron a la habitación del viejo, dejando la puerta abierta. Al entrar, el viejo se le abalanzó, la besó bruscamente, mientras le levantaba el guardapolvo y le tocaba desesperadamente el culo, en estado de máxima excitación, él se bajó los pantalones y luego el calzoncillo, liberando la pija que saltó a los golpes pidiendo acción.

 

Era larga, no gruesa, tirando a fina, pero con la cabeza enorme, desproporcionada en relación al tronco. Y como dije, muy larga, parecía un hongo estirado y súper cabezón.

 

Mamá se arrodilló, Braulio con una mano agarró el tronco y le acercó la verga a los labios de ella, con la mano libre le apretaba una nalga.

 

Abriendo la boca lo más que pudo y con muchísimo esfuerzo comenzó a chupar la cabezota.

 

El viejo, mirándola, le dijo:

 

  • Esta noche preparamos el culo y me lo entregás

Mamá seguía luchando con el gordo glande dentro de su boca, y antes que pudiera metérselo por completo, recibió un abundante descarga de semen que la ahogó, se vio obligada a sacarse la pija para poder respirar.

 

La leche le chorreaba por las comisuras de los labios, ella se incorporó, y después de limpiarle la verga con la lengua, salió corriendo al baño.

 

El viejo se subió los pantalones y vino al comedor, se sentó a mi lado y me dijo cagándose de risa:

 

  • Bueno, ya está por ahora, mamá tomó la lechita jajajaja.

Ella estuvo casi media hora dentro del baño y ahora salió con la bombacha, se sentó en al medio de nosotros un rato antes de ir a preparar el mate.

 

El viejo, siempre riéndose, le preguntaba:

 

  • ¿Estaba rica?

Mamá no dijo nada, solo sonrió.

 

Transcurrió el día, ellos descansando cada uno en su habitación. A la hora de la cena comimos liviano y la entremesa fue larga.

 

Mamá aprovechó que el viejo fuera al baño para decirme que dormiría con él, algo que yo ya sabía. Lo aprobé con tristeza.

 

Braulio era tan degenerado que sentía un placer extra si yo miraba o escuchaba las cosas que le hacía a mamá. Y a ella le brotó todo la sexualidad que tenía latente.

 

Cuando mamá se estaba cambiando y yo ya me iba apesadumbrado a mi dormitorio, el viejo me gritó que le llevara los cigarrillos que había dejado en la mesa del comedor. Fue a propósito.

 

Cuando entré a su habitación para dárselos, estaban todos los juguetes en la cama, los supositorios en la mesa de luz y él solo con una camiseta y nada más, la verga se le veía muy dura.

 

Me miró con esa sonrisa morbosa que tenía y me preguntó con voz jadeante, bien babosa:

 

  • ¿Te gustan los “chiches” para jugar con mami?. Mamá va a ser juguetona después que pruebe esto y “esto” que me cuelga entre las piernas… jajaja… me vas a dar las gracias porque vas a tener una mamita nueva... ya me vas a dar las gracias, vas a ver… voy a dejar la puerta abierta para que vos escuches a mami jugar, si querés mirar lo juguetona que se va a poner, mejor... jajaja

Le hice una sonrisa cómplice y noté que sin quererlo comenzaba a excitarme. Fui al comedor tomar una gaseosa antes de acostarme y me choqué de frente con mamá.

 

Estaba desnuda con una remerita blanca cortita, a la que se le marcaban los pezones, me quedé petrificado mirándole la vagina con apenas vello púbico, ella me dió un beso en la frente y se fue a la habitación donde la esperaba su patrón. Cuando se iba, el bambolear de los cachetes de su prominente culo, me calentó tanto que me desquició. Al entrar ni amagó cerrar la puerta.

 

Ya nadie se cuidaba ante mi, del viejo no me extrañaba, pero de mamá si. Al final, Braulio tenía razón, nacía una mamá nueva para mí.

 

Fui a mi habitación y tampoco cerré mi puerta, desde allí observé que ellos apagaban la luz principal dejando solo prendidas las dos lámparas rojas de los veladores. El viejo puso boleros de fondo, a pesar de no estar tan alto el volumen, llegaba a mis oídos.

 

Me quedé en mi cama hasta que escuché el primer gemido de mamá, me levanté y me asomé. Ella estaba boca abajo con el culo parado y la cara del anciano enterrada en esa hermosa cola, recorriéndola con su lengua y llenándola de saliva.

 

Mamá con una mano se llevaba a la boca el consolador negro y lo chupaba desesperada como si fuera la verga de otro hombre, y abría las piernas para que el viejo pudiera introducir más su cara y lenguetearla profundamente.

 

Entre tanto, Braulio colocaba vaselina un supositorio, siempre mirando perversamente el orto de mamá, al cual le pegó con la mano libre sonoras cachetadas dejándolo rojo. Con el supositorio recorría en círculos el esfinter anal de mamá y ayudado con sus gordos dedos, lo introdujo despacio al supositorio hasta que el culo se lo tragó todo, produciendo que instintivamente ella levantara más provocativamente su cola.

 

Para que la rotura sea mayor, tres dedos untados con vaselina recorrían ida y vuelta el conducto anal. Ambos gritaban de placer.

 

Cuando el consolador comenzó a recorrer el cerrado camino del supositorio, mamá largó un gemido fuerte que habrá despertado a más de un vecino.

 

  • Nooooooooooo… me muero… siento mi culito abierto…

Dijo mamá con la voz de otra mujer, como si estuviera poseída por la lujuria.

 

El viejo mirándola sorprendido, la bombeaba a más velocidad con el consolador negro.

 

  • Uyy, Luly no puedo creer… ¿Putita, te hicieron el culo alguna vez?

  • Hace mucho

  • ¿Era una pija grande?

  • No, chica

  • Que hermoso… ya me parecía porque está muy fruncido… vamos a jugar mucho con tu colita pata que te entre mi verga… esperá a que te calentés y te va a entrar hasta la alfombra…

Pasaron como 10 minutos, el supositorio y el consolador lograron dilatar el estrecho orificio. Braulio, sin permitir que ella se moviera, reemplazó el consolador por las bolas chinas, gracias al lubricante le entraron las cinco pelotas unidas por un cordoncito.

 

Al percibir cada fría bolita abrirse camino en su ano, mamá mordía la almohada y gemía.

 

Ella se retorcía con eso adentro y no pude saber si era de gozo o de dolor.

 

De su culo quedó colgando la soguita para sacárselas.

 

Agarró el óvulo y se lo introdujo en la concha y con el control comenzó a hacerlo vibrar. Ella levantó la cabeza y comenzó a bramar de placer.

 

El viejo se acomodó con la pija apuntando a la boca de ella y mamá comenzó a chuparla ávidamente.

 

Los orgasmos se reproducían en el cuerpo de mamá, se retorcía constantemente suplicándole que parara con eso.

 

El viejo sonreía perversamente y le pellizcaba los pezones, arrancándole gritos, ella golpeaba la cama con sus puños y tiraba golpes al vacío.

 

De la concha salía un fuerte chorro como de meo, señal que mamá estaba acabando. El viejo sacó el vibrador de la concha, luego las bolas chinas, una por una, muy pausadamente, un breve quejido femenino las despedía.

  • Ensuciaste las bolas chinas con mierda, puerca… no las puedo guardar así… chupalas hasta que queden limpias

 

Sin voluntad, cumplió con lo ordenado. Esa señora no era mi madre, era la esclava sexual del viejo.

 

Braulio contento con la faena, se acomodó detrás de ella y se lubricó la descomunal cabeza de su chota.

 

Aferrándose de la cintura de mamá, de un fuerte empujón le cavó la verga hasta el fondo, ella quiso escapar, pero los brazos del viejo no se lo permitieron.

 

El placer que que hace un rato sentía, se transformó en un agudo dolor.

 

Lo rasguñaba, lo golpeaba, lo empujaba, pero todo era inútil, el viejo maldito no estaba dispuesto a ceder un centímetro.

 

Era demasiado grande la cabeza para su túnel y a medida que avanzaba dañaba, y mucho.

 

Los ojos de mamá parecían darse vuelta.

 

La larga pija comenzaba a esconderse toda adentro del cálido culo de mamá.

 

Pronto comprendió que la resistencia era en vano.

 

Con la verga toda enterrada, el viejo se detuvo y sin sacarla se acomodó mejor sobre la espalda de mamá y comenzó a bombearle el culo.

 

Ella no gritaba, apenas tenía fuerzas para levantar sus pies en señal de dolor.

 

La vida de mamá siempre fue muy sufrida y este no era un momento alegre, como siempre hizo, aguantó como pudo su penar.

 

Estaba como muerta, se dejaba hacer.

 

De golpe, el viejo se la sacó y ahí ella revivió, gritando al sentir salir la cabeza.

 

Nuevamente le enterró el consolador negro en el semidestruído culo de ella.

 

Mamá lloraba, estaba recibiendo dos terribles pijas, distintas, pero ambas dañinas.

  • No aguanto más… aaaaaaaaaaaaay… soltame por favor…

Sin darle importancia a los lamentos, él la cogío un rato con el consolador, hasta que lo sacó y volvió a meter su pija, toda de golpe.

 

La culeaba alternando su pija y el consolador.

 

Se veía en la cara de mamá el agotamiento.

 

Con su culo ya sodomizado, se acostumbró a los embates brutales, a la gran cabeza destruyéndolo.

 

Con las pocas fuerzas que le quedaban comenzó a subir y bajar el orto, acompañando el bombeo del viejo y logrando que tras largas 2 horas él eyacule llenándole el orto de pesados grumos de leche, que caían manchando las sábanas.

 

El viejo salió de adentro suyo y ella cayó desplomada sobre la cama, inerte, si no fuera por sus jadeos, creería que el viejo la dejó sin vida. Estuvo así por más de 10 minutos.

 

El culo estaba muy reventado, se lo veía más grande que la vagina.

 

Mamá con mucho esfuerzo se levantó para ir al baño y yo fui a mi pieza.

 

Al salir del baño, ella con una bata negra corta, pasó por mi habitación, me vio despierto y entró intentando dibujar una sonrisa, estaba demacrada, sin energía.

 

Se paró a mi lado y me dió un beso en la frente, olía muy raro.

 

  • ¿Estás bien mamá?

  • Si hijo, tranquilo, estoy bien… sólo espero que puedas entender algún día, que todo esto fue por necesidad…

Volvió a la habitación del viejo, antes de llegar a la puerta dejó caer su bata y entró desnuda, los escuché hablar y reír, al rato las luces se apagaron.

 

A las 8 de la mañana, gritos, ruidos y gemidos me despertaron., me levanté medio dormido y me asomé.

 

La encontré de cuclillas en la cama, con el consolador negro dentro de su vagina, sentándose a horcajadas sobre él.

 

Ante mi torpeza me expuse, mamá me vio, el viejo también.

 

Le vi el diablo en el rostro de Braulio, que sin sacarle sus ojos al cuerpo de ella, me dijo:

 

  • Vení lindo, pasá… no tengas miedo... mamita te va a necesitar…

  • ¡Eh! ¿Te volviste loco?.. es mi hijo…

  • Ya lo sé… o lo dejás pasar o te buscas donde ir…

 

Mamá haciendo un ademan con la mano me dijo:

 

  • Si, vení hijo... ayudame

Me senté en la cama, a un costado de ella, que no se animaba a mirarme.

 

La situación era extraña, mamá estaba como estatua, no se animaba a mover ni un musculo, pero seguía con el consolador en su interior. Braulio se impacientó y le pegó una cachetada en la teta hacia, haciendo que mamá perdiera el equilibrio y se enterrara todo el consolador en su concha.

 

  • ¡¡¡AHHHHHH!!!... oughhhhhhhhh

 

Instintivamente, en la caída, llevó sus brazos hacia adelante para aferrarse de algo, y ese algo era yo. Sujetándome de los hombros, inclinó su cuerpo hacia adelante hasta tocar con su cabeza mi pecho.

 

  • Me lo clavé hasta el útero… ufffff...

 

Me dijo, recargándose más sobre mí, y sin darse cuenta poniendo el culo en posición de guerra.

 

Se quedó quietita, empalada por el consolador y el viejo, aprovechando la situación, se acomodó atrás de ella, se escupió la cabezota de la pija y se la enterró en el culo.

 

De tan dilatado que le había quedado el culo, la verga entró sin resistencias.

 

Mamá ahora tenía los dos agujeros tapados por dos enormes pijas. Elevó su torso arqueando la espalda y estiró una mano para que se la agarre.

 

Con mis dos manos sostuve la de ella, me las apretó muy fuerte. Intentaba gemir, pero se sentía cohibida y ahogada, atorada. Mordiéndose el labio inferior hasta hacerse daño, lloraba.

 

Muy serio, el viejo, mientras bombeaba el culo de mi mamá, me dijo jadeando:

 

  • Pendejo, secale las lagrimitas a mami… acariciala para que no llore… consolala

Me apreté contra su cabeza y le acariciaba el cabello mientras le decía:

 

  • No llores mamá, tranquila por favor… sé que te estás sacrificando por nosotros… te quiero mucho

Braulio la culeaba con fuerza, con cada estocada el cuerpo de mamá se pegaba más al mio, y a través de mi fina remera sentía sus carnosos y duros pezones punzando en mi pecho.

 

Mamá seguía sufriendo pero escuchar mis palabras le quitó un gran peso de culpa. Abrió sus ojos llorosos y me miró, casi como suplicando me dijo bajito:

 

  • Me duele mucho… soy chiquita y la tiene muy grande…

No dije nada, solo la bese y apoyé mi cabeza en la suya.

 

Vernos juntos, estimulaba al viejo, dándole penetraciones muy duras.

 

Tardó en comenzar a gozar, pero sentir su cálida respiración en mi cara y escuchar sus gemiditos entrecortados, indicaba que lo estaba logrando.

 

No puedo calcular cuanto demoró todo, pero fue mucho tiempo.

 

El viejo acabó una catarata de leche en el fondo del culo de mamá.

 

Pero no la historia no terminó ahí. Esperó que la leche comenzara a salir de adentro del ano, con un vasito la juntó y se la hizo beber.

 

Todo lo que restaba del día, mamá permaneció encerrada en nuestra habitación, durmiendo.

 

Yo estuve con el viejo mirando tele en el comedor.

 

Desde ese día, el viejo fue muy bueno conmigo y comencé a tener beneficios, tales como ropa nueva, una mesada de dinero todos los meses para mis gastos, una bici, una Play, etc.

 

Mamá dejó de vestir el delantal para usar ropa interior muy sexy o simplemente ir totalmente desnuda por la casa.

 

Ellos cogían casi todos los días en cualquier lado: patio, baño, cocina… en todos los lugares donde al viejo se le parara, pero para mi eso ya era “normal”.

 

 

 

Marcel Milord & Gus Becker ®

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