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Perversa Vacación

en Amor filial

Me llamo Mauro y desde que mi mamá me llevó de vacaciones por primera vez, luego que se divorciara de mi papá, cambió su vida y la mía.

 

El matrimonio de mis papás terminó hace 1 año y medio casi. Yo preferí quedarme viviendo con mamá y papá se radicó en el exterior.

 

El divorcio fue en buenos términos, y aunque cuando estaban casados vivían discutiendo, ellos siempre tuvieron cuidado de que yo no los escuchara.

 

Por suerte, mamá está en muy buena posición porque papá se aseguró que ella no tuviera problemas para criarme.

 

Pero seguramente a ustedes les interesa como es mi mamá, ella se llama Belén, tiene 31 años, un cuerpo hermoso, su cabello es castaño, largo y con suaves ondas, sobre su frente cae un mechón que ella se la pasa acomodando, sus ojos son color miel y su nariz pequeña, sus labios son muy sensuales y bastante carnosos, sus pechos son grandes, firmes, bien parados, su cintura es fina y posee una cola como dibujada, bien parada y redonda, sus piernas muy firmes, y su estatura es de 1,70mts.

 

Desde que ellos terminaron su relación, mamá cambió su vestimenta, luciendo más informal, sin llegar a ser provocadora, pasó a mostrar más sus grandes atributos, con polleras más cortas, shorts cortitos y ajustados, pantalones apretados que acentuaban su hermoso culo.

 

Preparamos rápido el equipaje para salir de vacaciones, mamá contrató 1 mes en un hermoso lugar de Centroamérica, de playa con arena blanca y el mar trasparente. Es un pueblo chico, muy tranquilo según pude ver por las fotos y videos que ella me mostró.

 

La cabaña que alquiló es chica, con dos habitaciones, comedor con la cocina incorporada, un baño abajo y otro arriba donde están las habitaciones.

 

El lugar es paradisíaco, la cabaña está frente al mar y la playa es poco concurrida me dijo mami mientras yo ojeaba los folletos de la agencia de viajes.

 

Luego de un viaje complicado dado que el avión salió con casi una hora de retraso, por fin llegamos, en el lugar nos esperaba un remis. Mientras nos llevaba, vi que había mucha gente negra.

 

Pasamos por una especie de centro comercial del pueblo que tenía solo 2 cuadras, muy poca gente caminando y todos negros, tampoco había muchos turistas.

 

Llegamos a la cabaña y nos tomamos ese día para acomodar todo. El remisero ofreció llevarnos al centro para hacer las compras de comida y otras.

 

Cuando regresamos, teníamos comida para varios días, o sea que íbamos a disfrutar solamente de la playa sin preocuparnos en nada más… o al menos eso creía yo.

 

Después de dormir la siesta y sabiendo que ese día estaba perdido, salimos a caminar con mamá por una especie de bosque que rodeaba la cabaña para conocer el lugar y ver el crepúsculo. Era realmente hermoso el lugar.

Mamá estaba con un shorcito blanco apretado que dejaba traslucir una tanga negra muy diminuta que se le metía en la raya del culo y una remerita corta roja que dejaba al aire su ombligo.

 

Caminamos por un angosto camino de tierra y nos alejamos bastante de la cabaña, llegamos a un lugar donde había una casucha de madera muy precaria, afuera, en una destartalada silla estaba sentado un hombre fumando, este era negro, pero muy negro y bastante mayor, de unos 55 años, pelado, con una barba tupida entrecana, vestido con una remera blanca raída y bermudas floreadas.

 

Nos miró, mejor dicho miró a mamá y se levantó.

 

Era muy alto, casi 2 mts y extremadamente flaco, huesudo.

 

Vino caminando hasta ponerse casi frente a nosotros, observé que miraba a mamá, y también me percaté que un bulto comenzaba a sobresalir entre sus piernas.

 

Cuando le preguntó a mamá si estábamos perdidos, me dí cuenta que le faltaban tres dientes y los que le quedaban eran de un color marrón amarillento.

 

Mamá le respondió que no, que estábamos conociendo el lugar. El negro le dijo que se imaginaba donde estábamos parando. Ellos se saludaron amablemente mientras yo guardaba distancia de él, y pegamos la vuelta.

 

Ya en mi cuarto pensaba en lo rápido que a se hombre se le había formado ese bulto y en el tamaño, que era grande, muuuy grande. Me asombraba y estoy seguro que a mamá tampoco se le había pasado por alto. Solamente un ciego no se daría cuenta.

 

Al otro día fuimos a la playa. Casi parecía una playa privada, solo un par de parejas de gente grande lejos de donde mamá puso la sombrilla a metros de la cabaña.

 

Ella se sacó el pareo y quedó con una bikini muy diminuta negra, la raya de su cola se comía la tanga dejando bien al descubierto sus preciosas nalgas.

 

Mami se acomodó boca abajo en la reposera para comenzar a broncearse la espalda mientras yo jugaba con la arena. Pasó el tiempo y ella me llevó al mar.

 

Si bien estaba muy calmo, me cuidaba para que no me metiera muy profundo, disfrutamos casi una hora del agua.

 

Al salir del mar nos quedamos un rato largo parados para que la ligara brisa nos seque, luego ella se untó por todo su cuerpo el bronceador, al terminar, nos sentamos en la reposera y cuando apenas empezaba a pasarme el protector solar, vimos al negro que se acercaba.

 

Estaba con un slip blanco que resaltaba en su piel carbón.

 

Con una sonrisa desdentada, le preguntó a mamá si estábamos disfrutando. Mientras mamá le decía que mucho, vi que el bulto comenzó a formarse hasta casi reventar el pequeño slip, pero él no se preocupó en lo mas mínimo.

 

Desde la reposera, mamá fijó sus dulces ojos en esa montaña enorme, cercana a su cara, apenas centímetros separaban la nariz de ella de la entrepierna de él.

Para evitar que yo presenciara como esa bestia estaba a punto de huir del ajustado bañador, mami lo invitó a sentarse a su lado, quedando ella en el medio de nosotros.

 

Pero acomodándome hacia los pies de la reposera y asomando mi cabeza hacia adelante, yo igual seguía viendo todo.

 

Mi concentración estaba puesta en ver como el elástico del slip se separaba más de su cuerpo dejando una pequeña abertura para que escapase de un momento a otro el contenido voluminoso de ese pequeño traje de baño, por eso oía a medias lo que hablaban.

 

Escuché que el negro se llamaba Jeison, que tenía 57 años, y que hacía reparaciones en general.

 

No me gustó para nada que socialicen y menos que estuvieran tan juntos, el negro no dejaba de mirar fijo las tetas o el culo de mamá, según como ella se acomodase.

 

Por fin nos fuimos a almorzar a la cabaña y el negro se fue.

 

A la tarde volvimos pero el negro no apareció, pero esa noche, antes de comenzar a cenar, sentimos que golpeaban la puerta, era el negro que traía una bandeja de panes caseros con queso típicos del lugar.

 

Mamá lo invitó a cenar y el negro enseguida aceptó.

 

Ella estaba solo con una remera blanca larga que le tapaba apenas el culo y no se notaba bombacha, estoy seguro que no tenía nada abajo.

 

El negro también lo notó porque mientras estábamos sentados esperando que ella sirviera la comida, nuevamente el bulto comenzó crecer más que antes, algo desmesuradamente enorme se marcaba debajo del pantalón de bambula celeste floreado que el negro tenía puesto.

 

En la cena hablaron casi ignorándome, la única vez que mamá se fijó en mí fue para decirme que no bebiera tanta coca cola que luego me hacía pis en la cama.

 

Después que tomaran el café, el negro se fue prometiendo encontrarnos en la playa al otro día.

 

Ya comencé a presentir que algo horrible para mí se estaba formando, tenía una sensación rara en el estómago.

 

Al otro día, estaba bastante nublado, como si una tormenta tropical pronto nos cubriría, pero fuimos igual a la playa, a pesar de mis quejas y ganas de quedarme en la cabaña.

 

Mamá esta vez, fue con una mini bikini naranja, el corpiño era un pequeño triangulito de tela que naufragaba en el centro de sus senos y una tanga tipo hilo dental. De atrás parecía que estaba desnuda.

 

No llegamos a acomodar las cosas que apareció el negro, me acarició la cabeza al pasar y le dió un beso a mamá en la mejilla, y sin que nadie lo invite agarró una reposera y se sentó al lado de ella.

 

Las dos reposeras estaban bien juntas, el desgraciado las dejó pegadas.

 

Yo estaba jugando con la arena a unos 3 metros, no escuchaba bien lo que hablaban, los veía reír de a ratos.

 

Estaban tan inmersos en la charla que mamá se olvidó de poneme protector y decirme que no me metiera al agua, cosa que hacía siempre.

 

Habrá pasado como una hora o más y de golpe hubo silencio.

 

El negro, con una cara muy seria, le clavó los ojos a mamá y se inclinó en la reposera quedando frente a ella, el bulto le estallaba y pude ver que comenzó su pija a desesperarse moviendo el slip y asomando su gran cabeza apuntando hacia el cielo.

 

Los labios de él se situaron a un costado de la cara de ella y comenzaron a susurrarle al oído, mamá giró su cabeza para mirarme, pero yo me hice el distraído.

 

Con cuidado espiaba de reojo y vi que el negro le sujeto una mano por arriba y entrecruzando sus dedos con los de ella, muy despacio la condujo a la porción de esa morcilla grande que asoma de su slip.

 

Mamá se negaba, apenas a la fuerza su suave mano rozó la piel de la exorbitante cabeza negra en forma de hongo.

 

La conversación siguió en voz baja, pero ya con las dos manos de mamá envolviendo con sus finos dedos la parte de verga que asomaba y llegué a escuchar al negro diciéndole mientras que le acariciaba el costado de una teta:

 

  • Vamos a caminar un rato al bosque.

Ella se levantó y me dijo que me quedara allí, que en un rato volvería, el negro mientras se acomodaba la pija en el slip, me miró y me guiñó un ojo sonriendo.

 

Después de prometerle que no me metería al mar solo, vi que se marchaban.

 

Esperé un rato y decidí ir tras ellos a ver que hacían.

 

No tuve que caminar mucho, los escuché y colocándome atrás de unas plantas los observé.

 

El negro la tenía apretada contra un árbol rodeándola con sus manazas mientras las de ella estaban en el pecho de él tratando de frenarlo.

 

Mamá lloriqueaba, como si sintiera algún tipo de culpa, él sacó su larga lengua y comenzó a pasarla por las lágrimas de ella.

 

  • Por qué lloras nena?

  • No quiero, por favor.

Lejos de parar, el negro ahora apoyó su bulto sobre ella, al sentirlo, mamá cerró los ojos y comenzó a llorar, su respiración se entrecortaba como si le faltase el aire. paro sus manos salieron del pecho del negro para abrazarlo.

 

El negro, sabiendo que rompió la primera resistencia de ella, se apretó contra el cuerpo de mamá y comenzó a moverse, frotando su bulto.

Ella ahora con sus manos le recorría la espalda. Él comenzó a amasarle una nalga, al tiempo que liberaba su enorme pija muy gorda.

 

Mamá gimió, siempre llorando.

 

Una mano de ella fue a la bestia liberada, recorriéndola desde los pesados huevos con rulitos negros hasta la cabeza, la sopesaba como constatando su dureza.

 

Cuando él intentó bajarle la bikini, ella lo paró y le dijo que allí no.

 

El negro no se cansaba de besarla y con movimientos coitales le paseaba la pija por toda la panza de ella, las tetas fueron sobadas con vehemencia.

 

Cuando uno de los dedos de él quiso entrar en la vagina, ella lo volvió a frenar, el negro se separó de mamá, como pudo guardó su verga en el slip y le dijo que esa noche iría a la cabaña.

 

Volví porque sabía que ellos también lo harían en breve.

 

Me senté haciéndome el tonto y aparecieron. Mamá me besó nerviosamente preguntándome cómo me había portado.

 

Ellos se despidieron, nosotros levantamos todo y nos volvimos a la cabaña.

 

A la tarde, una fuerte tormenta se largó y por el miedo a los fuertes truenos que rugían, dormimos en el sofá la siesta abrazados y cuando nos levantamos, mamá se dió una ducha.

 

Estaba callada y seguía con los ojos llorosos.

 

Me dijo mientras tomaba un café y yo la leche, que esa noche vendría el negro a cenar con nosotros y después de muchos rodeos me dijo:

 

  • Maury, podes quedarte a dormir abajo esta noche?Jeison me va a hacer unos masajes porque el es especialista en eso y vamos a terminar muy tarde y... tal vez se quede a dormir. Acá podes jugar con la play y mirar tele. No te molesta, no?

  • No mamá, para nada... me quedo a dormir en el sofá.

Evidentemente ya estaba entregada.

 

Tuve una gran erección al pensar que mami se iba a comer esa gorda pija. La iba a destrozar el negro.

 

Me hizo la cama en el sofá y me enchufó la play.

 

La tormenta cada vez era más fuerte y me daba una tenue esperanza que por ahí el negro no vendría. El viento silbaba en las ventanas, daba miedo.

 

Mamá cocinó una tarta de calabaza con queso que a mí me encanta, señal que la conciencia le remordía.

 

A las 20 horas subió a cambiarse y bajó con camisón negro trasparente que le llegaba un poco arriba de las rodillas, se notaba claramente que debajo llevaba una diminuta tanga negra y estaba sin corpiño. Mientras hacía los últimos preparativos, me daba cuenta que mamá estaba intranquila, pero mucho más que sus pezones estaban parados a reventar, asemejándose a dedales.

 

Yo sabía por espiarla con papá que mamá no era “experta” en la cama y la batalla con esa terrible pija sería despareja.

 

Pasadas las 21 horas golpearon la puerta, mami fue corriendo a abrir provocando que sus tetas rebotasen con cada paso que daba, los ojos del negro al entrar se inyectaron en sangre al verla vestida tan provocativa. La torrencial lluvia cayendo a baldazos detrás de el negro le daba un toque de terror a la macabra escena.

 

Cenamos en silencio en un triangulo bizarro de miradas.

 

Durante toda la cena no aparté mi mirada en la cara de violador serial del negro, los ojos de él permanecieron enfocados en las casi desnudas tetas de mamá y los de ella en mí.

 

Ella volvió a repetirme que después de la cena, subirían a la habitación para que él le de un masaje relajante, que yo me quede a dormir en la planta baja porque con la tormenta Jaison se quedaba a dormir en mi cuarto.

 

Me di cuenta que el negro era un terrible hijo de puta, porque cuando mamá fue al baño me dijo:

 

  • Quedate tranquilo acá, voy a masajear muy profundamente a tu mami y puede gritar un poquito cuando toque algunas zonas jajajaja… las blancas no están acostumbras a ser tocadas por negros y gritan como un marrano destripado cuando me sienten… no te asutes que va a disfrutarlo.

Cuando mamá volvió, fui al sofá, ella me acompañó, encendió la play, puso el volumen alto pero igual me pidió que me pusiera los auriculares.

 

Vi que subieron y las manos del negro se perdían en el cuerpo de ella.

 

Esperé un rato y despacio comencé a subir, solo uno de los escalones de madera hizo un poco de ruido.

 

Cuando llegué al pasillo, vi la puerta entornada un poco y la luz roja del velador prendida.

 

El pasillo estaba muy oscuro, me ubiqué en la entrada del baño que estaba enfrente de la habitación de mamá, desde allí tenía una visión perfecta.

 

Estaban parados al lado de la cama, el negro la tenía a mamá de la cintura y ella apoyaba sus manos en la espalda de él.

 

Ya el negro se había quitado la camisa, y bajaba sus manos hasta llegar al culo de mamá, que lo toqueteo mientras la besaba frenéticamente introduciendo su larga lengua en la boca de ella que la recibía.

 

Subió una mano y agarró la cara de mamá apretándole los cachetes haciéndole abrir la boca y le dijo:

 

  • Quiero que tragues todo lo mio y yo lo tuyo.

Escupió en la boca de mamá obligándola a tragar todo y después volvió a escupirle.

 

Se puso loco viendo como ella tragaba la abundante saliva.

 

La dió vuelta, se arrodilló, le levantó el camisón y enterró su cara en el culo de mamá, ella gemía como loca, le arrancó la tanga y después le sacó el camisón dejándola desnuda.

 

El se puso en bolas y su enorme gorda pija estaba como piedra.

 

La acostó y comenzaron a besarse mientras él después de acariciarle bien la concha comenzó a meterle dedos, ella se encorvaba del placer, gemía muy fuerte.

 

Le pedía que parara, pero él ya tenía dos dedos cogiendo la concha que comenzaba a humedecerse.

 

Mamá se retorcía mientras él le chupaba la concha y le mordía los labios vaginales, el orgasmo de ella no tardó.

 

Ahora era mamá la que bajó su mano agarrándole la pijota, se acomodó y comenzó a pasarle la lengua, casi no le entraba en la boca mientras el negro gritando pujaba para hacérsela tragar.

 

Mamá comenzó a tener arcadas y la abundante saliva caía sobre la terrible verga, mientras el negro se reía.

 

El negro esperaba que mamá se repusiera y otra vez le metía la pija en la boca, a la tercera se la enterró de prepo casi toda, haciéndola vomitar.

 

Se la metió en la boca de una manera tal, que los ojos de ella comenzaron a desorbitarse, le apretó la nariz, evitando que mamá respirara. Cuando la liberó, mamá vomitó nuevamente ensuciándose las tetas el estomago de saliva y restos de comida. La cama era un asco.

 

Ella fue rápido al baño para seguir vomitando, mientras el negro limpiaba las sábanas con una toalla.

 

Mamá regresó a la cama y el negro, con una sonrisa maliciosa, le susurraba asquerosidades en el oído.

 

La acomodo boca arriba, se untó la pijota con crema, y se acomodó sobre ella., mientras con una mano enfilaba la enorme cabeza hasta apoyarla en los labios de la concha, le dijo:

 

  • Aflojate bien para recibirla, si te duele mucho rompeme la espalda con las uñas, pero no intentes poner las manitos para separarme porque te comes un cachetazo.

Con la cabeza de la pija acarició los labios de la vagina y comenzó a meterla. Mamá se contuvo de gritar sabiendo que yo podría escucharla.

 

Pero cuando la pija comenzó a perderse de vista en la concha, ella hizo lo que él le pidió, comenzó a clavar sus uñas en la espalda de él.

 

Mamá movía la cabeza de un lado al otro, desesperada hasta que no aguantó más y lanzó un bramido. El negro la miraba sonriente y comenzó a escupirle en la cara, buscaba que mientras mamá sufría esa brutal penetración tragara sus escupitajos y lo estaba consiguiendo.

 

Por fin el negro logró ocultar toda la pija en la pobre y casi desgarrada vagina, los pesados huevos la castigaban chocando contra ella incansablemente.

 

La dejó un rato quieta con toda la descomunal verga adentro mientras ella se retorcía de dolor.

 

El negro esperó que la concha se adaptara como podía a ese enorme aparato invasor. Las fuerzas de mamá comenzaron a ceder y era hora de que la comenzaran a bombear.

 

Las penetraciones eran despacio pero luego el ritmo fue aumentando. La espalda del negro estaba cubierta de arañazos y sangraba.

 

Ya el bombeo estaba a un ritmo infernal, la cama crujía como para romperse y el negro parecía saltar en cada pujada logrando que ella gimiera alocadamente a los gritos.

 

La concha ya estaba aceptando al enorme intruso, los dos estaban desbordados de placer, gritaban, gemían, se puteaban.

 

Mamá abrió más las piernas para que la verga penetrara más fácil.

 

El negro acostado boca arriba, la sujetaba del culo para elevarle la pelvis y las penetraciones fueran más profundas.

 

Pasaba el tiempo y el chirriar de la cama se mezclaba con los gritos y quejidos, menos mal que la cabaña estaba alejada, porque sino los vecinos también escucharían fácilmente lo mismo que yo.

 

El infierno cesó cuando el negro eyaculó. Se tomó todo el tiempo del mundo para sacarla y mamá se orinó cuando la pija salió empapada de semen.

 

Bajé rápido y me tapé en el sofá haciéndome el dormido, escuché que ambos fueron al baño y al rato el negro bajó desnudo a buscar una cerveza. Parecía que tenía un péndulo gigante de carne negra entre las piernas.

 

Creí que esa noche terminaría ahí, mamá no aguantaría otra cojida, estaría destruida luego de ser ultrajada salvajemente por esa descomunal verga y no me equivoqué.

 

Al día siguiente cuando me desperté continuaba lloviendo y parecía que el negro ya estaba establecido con nosotros.

 

Al mediodía mamá nos preparó el almuerzo vistiendo el mismo camisón de la noche anterior y debajo una tanga chiquita blanca, ella estaba en silencio, el negro me miraba y se reía.

 

El hijo de puta clavó la vista en el culo de mamá mientras ella lavaba los platos.

 

Se masajeaba la pija sobre el bóxer, al tiempo que miraba como se le veía la breve tela de la tanga diminuta entre los voluminosos cachetes del culo bajo el camisón trasparente.

 

El culito de ella era el próximo objetivo.

No aguantó más, se paró y se puso atrás de ella apoyándole el bulto en el culo, rodeó con sus manos la fina cintura de mamá, apretándola contra él. Mamá dijo que no, que yo estaba allí, que por favor la soltara.

 

Comenzó el forcejeo.

 

Mamá trataba de sacárselo de encima golpeándolo con los codos y pateándolo, el negro le dió un cachetazo que casi la tumba, se dió vuelta y mirándome gritó:

 

  • Anda arriba pendejo y encerrate en una habitación, mamá no quiere que veas como le voy a romper el hermoso culo que tiene, andate ya y no te muevas de allí.

Mamá dulcemente me dijo mientras el negro le bajaba la tanga:

 

  • Hacele caso hijo, anda arriba y no bajes te lo pido por favor… corré, es lo mejor para vos y para mí…

Me fui casi temblando, pero me quedé en el pasillo de arriba para asomarme cuando la acción comenzara.

 

Yo tenía una erección, lo que vendría sería la destrucción total de mamá y eso, sin querer, me excitaba.

 

El negro la llevó a la rastra al sillón, la sentó, le dió un terrible cachetazo haciéndola gritar y le gritó:

 

  • No empecemos con cosas raras, la próxima es una trompada en el medio de tu carita, comenzá a relajarte para que el agujerito del culo no se frunza y entregámelo, te lo voy a destrozar hija de puta, culona.

Mamá lloraba, pero no dijo nada, tenía miedo que el negro le siguiera pegando, ella estaba sentada en el sillón, él se puso de rodillas, le abrió las piernas y comenzó a chuparle la concha hundiéndole bien la lengua y estimulándole el clítoris con una mano, ella tiró su cabeza para atrás y con sus manos le agarró la cabeza a él.

 

Cuando el negro la vio bien caliente, le sacó la lengua, la giró para que mire al respaldo y la hizo colocar de rodillas en el sillón, quedando el culo bien parado. Le abrió las piernas, le levantó bien el camisón.

 

Se desnudó y comenzó a escupirle el agujerito cerrado del culo y a ensalivarse la pija.

 

El estaba de pie, se agachó un poco hasta que la cabeza de la terrible pija toó el esfinter anal, volvió a escupir y empujó la pija para penetrarlo.

 

Mamá lanzó un alarido que retumbó en toda la casa, cuando el glande comenzó a abrirle pobre ano.

 

Pero el negro pujó más y la cabeza entró. Otro grito de ella mucho más fuerte que el anterior me hizo temblar, ella lloraba como una viuda desconsolada.

 

La pija seguía entrando y el culo se resistía.

 

Empujaba dejándose caer sobre el bello cuerpo de ella para que su verga ganase más centímetros. Ya el culo dejó de luchar contra ese enemigo poderoso.

 

La pija desaparecía, el culo comenzó a romperse, mamá a los gritos y rompiendo el respaldo del sillón con sus manos.

 

Sin esperar, debido a la terrible calentura que tenía el negro con el culo de mamá, comenzó a bombearlo.

 

Ella no se desmayó de milagro, la gorda verga estaba destrozando ese esfinter anal. A pesar de la desgarradora escena, ese culo se veía mucho más hermoso con la descomunal verga penetrándolo.

 

Un verdadero desastre, la pija entraba y salía incesantemente, mamá dejó de llorar pero no de gritar.

 

Más de media hora el culo de mamá sufrió esa tortura.

 

Acabó y el negro gozó cuando la sacó y vio lo abierto que estaba el pobre ojete de ella.

 

Así continuaron las vacaciones, que tuvieron como saldo, todos los agujeros de mi mamá destruidos, pero ella gozando de ser cada día más puta.

 

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Gus Becker & Marcel Milord ®

 

 

http://relatosgusbecker.blogspot.com.ar

 

 

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Saludos.