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Chantal

en Dominación

                                           CHANTAL

-Clara Daniela, ven aquí inmediatamente -la voz de doña Ursula sonaba, como siempre, exigente e imperiosa, aun sin llegar a ser estridente.

-Ya llegué... Mande, señora.  

   Doña Ursula, en el dormitorio, se encontraba sentada en el borde de su cama. Tenía las piernas cruzadas, la derecha sobre la izquierda y llevaba unas zapatillas rojas de fieltro, abiertas por detrás, y con una dura y rígida suela de goma amarilla. Su pierna derecha se balanceaba haciendo que la zapatilla produjera un característico sonido de golpeteo sobre el talón, un sonido que a la joven colombiana le llenaba de inquietud, pues ese sonido le recordaba al ruido de los azotes.

-Tú no habías visto estas zapatillas antes -dijo doña Ursula. El golpeteo tap-tap-tap acompañó a su voz amenazadora.

-No señora.

-Entonces habrá que hacer las presentaciones ¿Cuántos días hace de la última zurra?

-Una semana, señora.

-Y en estos siete días has cometido varios errores, ¿no? -los ojos de Clara Daniela se posaron en la zapatilla bailarina antes de responder-. Vamos, contesta.

-Sí señora.

-Sí señora... ¿qué...?

-He cometido errores.

-Repítelo. Cómo es debido: “He cometido errores y debo ser azotada”

-He cometido errores y debo ser asotada.

-Sin sesear. Repítelo: azotada y bien azotada.

-Azotada y bien azotada... Señora

 -Tu lindo culo necesita mis azotes.

-Mi lindo culo necesita sus azotes.

-Con la zapatilla

-Con la zapatilla -a la muchacha le temblaba la voz.

-Muy bien. Esta -dijo la mujer señalando la zapatilla que golpeteaba su talón- se llama Chantal, y está deseando conocer a fondo tus posaderas, bonita... Vamos, saluda a Chantal. -Buenos días, Chantal. -¡Así no, mala pécora! Acércate de rodillas hasta ella y hazle una reverencia. No... mejor, acércate a gatas y bésala antes, besa la punta.  

   Medio muerta de miedo, presa de un profundo sentimiento de humillación, la

joven se colocó a cuatro patas y se acercó gateando hasta su señora. Doña Úrsula descruzó las piernas y  apoyó entonces el pie derecho en el suelo, a fin de que la humillación fuera aún mayor, pues de esta manera provocaba que la muchacha agachara aún más la cabeza de modo que sus nalgas, redondas, rotundas, permanecieran en un plano superior. Cuando Clara Daniela besó la zapatilla, la señora volvió a cruzar las piernas.

-Incorpórate sobre tus rodillas, niña, y mírame.

-Sí señora. -Chantal y tú vais a ser grandes amigas.

-Sí señora. -¿La ves bien? ¿Ves, cómo baila?

-Sí señora. -Está bailando para ti. Escucha: tap-tap-tap, tap-tap-tap, tap-tap-tap. Chantal está saboreando de antemano la música que va a hacer sonar en tu trasero.

-Sí señora.

-Muy bien, excelente. Ahora, vas a coger a Chantal entre tus manos, la vas a mimar, la vas a acariciar muy despacito y vas a besarla como se besa a una hermana mayor, ¿entendido?

-Sí señora, con gusto, señora...     Lentamente, Clara Daniela descalzó a su ama. Tomó con delicadeza la zapatilla. El rojo aterciopelado pareció cobrar mayor intensidad. Ese rojo, intenso, llevó a la mente de la joven, como un fogonazo, la premonición de unas nalgas de piel escarlata producto de una terrible azotaina: sus propias nalgas. La acarició, con devoción, casi con pleitesía. La besó, largamente, recorriendo con sus labios toda la superficie de terciopelo.

-Muuuyyy requetebién -dijo entonces doña Ursula con voz risueña-. Ahora dámela, ponte de espaldas y súbete esa faldita plisada hasta tus riñones, bonita... eso es... Muy bien... Tienes un culito delicioso...

-Sí señora.

-Un culito hecho para recibir azotes.

-Sí señora.

-Vamos. Dí que tienes un culito hecho para los azotes.

-Tengo un culito hecho para los azotes.

-Hecho a la medida de Chantal.

-...A la medida de Chantal.

-Y ahora ponte boca abajo sobre mis muslos, niña.

 

       La jovencita se acostó sobre el regazo de su señora, tal y como ésta le había exigido. Media docena de zapatillazos estrepitosos cayeron sobre ambos hemisferios.luego, una pausa... Otros seis severos azotes, aún más duros que los primeros. -Ya verás, niña, ya verás las maravillas que va hacer Chantal con este culo tuyo... Toma... toma... toma... te vamos a enseñar... Chantal y yo... toma... te vamos a enseñar...toma... a vivir...      En un momento dado, doña Ursula detuvo la azotaina. Clara Daniela no pudo evitar un suspiro de sorpresa cuando notó un tacto aterciopelado recorriendo la estrecha hendidura que separaba sus nalgas, hacia abajo, hacia arriba... La zapatilla exploraba, se detenía un instante en el redondo y oscuro agujero, giraba, giraba... subía de nuevo, descendía, como paseando por la cuerda floja y... de pronto... PAM, PAM, PAM, PAM... cuatro terribles azotes y vuelta a empezar.

El rojo terciopelo de la zapatilla se mojaba cada vez que doña Úrsula acariciaba el coño de su sumisa empleada, y eso la excitaba aun más.

-Te gusta PLASSSSSSSSSSSSSS que te PLASSSSSSSSSSSSSSSSSS pegue PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS tu Señora PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS, los zapatillazos eran durísimos.

-Lo siento auuuuuuuuuuuuuuuuu lo siento mucho mi Señora

-no lo sientas PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSS, contestamé a lo que PLASSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSS te pregunto, PLASSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS, golfa más que golfa.

-BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA si Señora, no lo puedo evitar, me gusta mucho que me pegue, soy una mala pécora, una golfa como Usted dice, lo siento de veras BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.

  Doña Úrsula empoujó a su empleada de su regazo ya con un buen sofocón, y entonces tiró a Chantal al suelo y le dijo a la colombiana.

-Bésala anda, pervertida, más que pervertida.

 Y la pobre chica fue como una perrita a besar la zapatilla de quien ella consideraba su Ama, besó el tercipelo rojo, beso el interior de la zapatilla donde se olia perfectamente el olor a pies de su Señora y por último besó y lamió la suela amarilla de aquella zapatilla que tanto le haría llorar y tanto le haría gozar.