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La casa de los 7 Tejos. 3

en Grandes Series

OCTUBRE 1963

 

 Esta soleada tarde de jueves de un anormalmente caluroso día de finales de octubre, la casa de los 7 Tejos estaba semivacía. Dª Carmen había salido en el 11 ligero con Tomás como chofer hacia Oviedo donde la esperaban ciertos asuntos ineludibles que la retendrían hasta la hora de cenar. La Sra. Pura estaba con permiso en el pueblo con su hermano enfermo. La cocinera también estaba en Sn.Pedro. solo quedaban la pinche que no salía del ámbito de la cocina y la avispada Renata que como siempre se escondía de sus obligaciones con maestría, y acompañada por su amiga, el novio y un amigo de este, estaban en paradero desconocido en el bosquecillo cercano. Solo quedaban la Sta. Maribel sentada en la mesa terminando de comer, y Ludivina, la criada.

 

- Sta. Maribel, querrá Vd. postre. Hay flan chino y natillas.

- no gracias Ludi (Maribel siempre la llamaba así). ¿sabes cuando volverá Pura?  

- no lo sé seguro señorita, pero creo que se queda con su hermano hasta mañana.

- ¿y Renata? ¿donde está ?

- (riéndose) eso sí que no lo se, y creo que nadie lo sabe nunca.

- (riéndose también) sí, es verdad. Estamos solas entonces?

- pues contando al canario creo que sí. Bueno, está Rita en la cocina pero nunca sale de allí.

- ¿te acuerdas cuando estuvimos en tu habitación y me enseñaste como son las chicas mayores? hace tanto de eso... y hoy es jueves y tengo fiesta. ¿Te gustaría que subiéramos un ratito otra vez?             

- (haciéndose la remolona) bueno... si a Vd. le apetece tanto ...

- vengo vamos, no perdamos tiempo.

- pero Señorita  que tengo que recoger la mesa y lavar la vajilla.

- Pues va, date prisa. Te espero en mi cuarto.

 

 Maribel subió los escalones de dos en dos, se metió en su habitación, la cerró y se quedó pegada a la puerta respirando profundamente por el esfuerzo y la emoción. Llevaba una falda azul de lana, un suéter de cuello redondo, calcetines altos blancos, y las consabidas enaguas y camiseta interior. Pensó en cambiarse de ropa. Estaba emocionada. Recordaba con emoción aquélla ocasión que había tenido la oportunidad de subir con Ludivina a que le ensañara cosas de mayores. A los pocos minutos Ludivina llamó a la puerta que  Maribel abrió inmediatamente pues estaba esperando con ansiedad.

- ¿vamos?

- oye Ludivina, ¿y porqué no nos quedamos aquí?

- bueno, si Vd. lo prefiere...

Maribel tenía tantas ganas que no quería perder más tiempo.  

- oye, ¿te importa que nos desnudemos?

Por toda respuesta Ludivina se quitó el delantal, se desabotonó  el uniforme y se desprendió del resto de sus ropas quedando como Dios la trajo al mundo. Maribel hizo lo mismo. Ludivina no perdía detalle de la desnudez de Maribel ,ya  evidenciaba que todavía le quedaba  sus atributos femeninos.   - ¿qué edad tiene Vd. Sta. Maribel?

- ya soy mayor, casi casi te alcanzo jaja (y añadió con carita maliciosa)  ¿te gusto?  

- (riéndose también pícaramente) es Vd. muy guapa señorita, y tiene un cuerpo bonito,  dentro de poco le saldrán más pelitos... ahí.

- (tocándoselas) ¿antes de que me crezcan estas tetitas?   

- desde luego, ya lo verá. ¿qué quiere que hagamos?

- ¿me dejas tocarte la chichi como la última vez?

- bueno, ¿quiere verlo por detrás?

- (extrañada) ¿por detrás, como?

- mire , yo me arrodillo y me pongo a 4 patas en su cama y abro las piernas. Mire, así...

Ludivina subió a la cama y puso las rodillas apoyadas en el borde, abriendo bien sus muslos y bajando su cuerpo poniendo el culo en pompa. Toda su vulva y su ano quedaban bien a la vista, pero Maribel puso su atención en otra cosa.

- Ludi ¿qué es eso? y eso...

Y pasó su dedo por unas rayas de la espalda y costados de la muchacha. Había más.

- ah, eso... es que su tía me castiga de vez en cuando, como a Vd. Sta. Maribel.

- Ludi, pero a mi me pega con la zapatilla pero eso...

Ludivina dejó su postura tan pedagógica y se sentó en la cama. Maribel también lo hizo a su lado. Ludi permanecía en silencio.

- ¿con qué te lo hace Ludi?, cuéntame venga...

- me azotan con un cinturón.

- ¿mi tía?

- No. su tía lo manda, pero quien me atiza es el Sr. Tomás. Al principio de estar en esta casa su tía me azotaba con la zapatilla, y le puedo asegurar, que después de cada una de sus azotainas, no me podia sentar en un par de días o tres, pero desde hace un año me azota Tomaás con su cinturón, a las órdenes de su tía

- y... ¿como lo hacen?

- mmm... me llevan abajo a la bodega... creo que para que nadie me oiga gritar. Es que duele mucho sabe? me atan las muñecas a la estantería más grande, a las barras que hay arriba, y me dan de latigazos con el cinto de cuero de Tomás. A veces hasta 20 veces.

- pero... (extrañada)  Ludi, ¿te azota encima del uniforme?

- no Señorita, primero me lo quitan... y la camiseta y el sostén también.

- pero... (muy extrañada) Ludi... Tomás te ve desnuda?

- (bajando la cabeza) sí señorita... y creo que a veces me pega aposta a los pechos sabe?  

- ¿y mi tía lo ve todo?

- si señorita... y siempre le dice que me pegue más fuerte.               

Maribel estaba extasiada oyendo a la joven criada. No sabía exactamente porqué pero ver las huellas de los latigazos en su piel y escuchar sus palabras le producían un gran estado de excitación.

- oye Ludi... ¿crees que mi tía me azotará así... a mí, algún día?

- ay no Sta. Maribel, no, ni pensarlo. Se azota a las criadas y a la gente del pueblo pero a señoritas de buena familia, no, descuide Vd. de eso.

- sabes?... sabes que el padre de Mónica azota también a su madre? Y desnuda como tú?

- Señorita, ¿y eso Vd. como lo sabe?  

- me lo dijo Mónica, que lo vio.

- pues lo que yo le decía, a la gente del pueblo aunque sea alcalde sí se le azota, pero a Vd. no, de ninguna manera , no se pre...

De repente la puerta se abrió.

- qué haces aquí Ludivina? Ay... perdón señorita Maribel, no sabía que estaba Vd. aquí, pero... perdone, no está  bien que esté Vd. desnuda con esta pelandusca. Su tía tendrá que saberlo.

- (suplicando) No Renata, no, por favor, no le diga nada... Ludi solo me estaba enseñando sus cicatrices, no estábamos haciendo nada.

- (autoritaria y crecida) más que merecidas tan señorita, que esta lagarta va siempre a escondidas. Tú, vístete, enseguida.

Totalmente descolocada la pobre Ludivina se vistió lo más deprisa que pudo; más apurada no podía estar. La que le esperaba, si la guarra esta de Renata se lo decía... Maribel a su vez salió en defensa de la criadita, a la que sin querer había metido en un buen lío. 

 - Renata, por favor, no le diga nada a mi tía... ni de mí ni de Ludivina tampoco... por favor.

La astuta muchacha vio que podía serle útil en un futuro guardar silencio.

- (haciéndose la resignada)  Está bien señorita, descuide, no diré nada. y espero que Vd. tenga cuidado con esta lagartona maltrabaja. Y tú, venga, a trabajar... tira p´abajo.

Y la pobre Ludivina salió cagando leches de la habitación, blanca como la nieve.

 

NOVIEMBRE 1963

 

 Son casi las 11 y media de la noche. Dª Carmen y Maribel hace rato que se han retirado a sus habitaciones. Todo el servicio está  en la gran  mesa de la cocina terminando de cenar. La Sra. Pura y Tomás en ambos extremos, y a los lados Renata con Marisol, la cocinara, y Rita la pinche con Ludivina. Pura se dirige a esta última que está  pelando una manzana.

- Ludivina, ¿qué te pasa estos días...? estás muy callada.

- nada Sra. Pura, no me pasa nada.

- no me lo creo, ¿alguien sabe qué le pasa a esta chica?

Mientras Pura preguntaba Renata se reía.

- (sin dejar de reír) nada Sra. Pura, que la pillé con la Sta. Maribel, je je.

- (intrigada) ¿que la pillaste? Venga, dímelo clarito.

- que estaban las dos en cueros magreándose, coño!  ja ja

- NO ES VERDAD, NO ES VERDAD – gritó Ludivina, - no se lo crea Sra. Pura.

Muy mosqueada, Pura, que había visto nacer a Dª Carmen, a su hermano y a Maribel, a la que quería con locura, toma cartas en el asunto.

- oye zagala, a mi no me vengas con cuentos, ya me estás contando lo que pasó o vas a probar la vara... VENGA, DESEMBUCHA. Y tu Renata, ya hablaremos más tarde.

- Sra. Pura, lo juro, no nos magreábamos, de verdad.

- entonces, ¿qué hacíais desnudas?

Ludivina, pálida como la leche, intentaba explicarse pero tartamudeaba de miedo. Le tenía terror a la Sra. Pura, su mano dura era legendaria en aquella casa, a las sirvientas jóvenes como ella las azotaba a menudo en su habitacion con su zapatilla, y después las obligaba a satisfacerla sexualmente, otras veces erra la vara la que impartía disciplina tanto en público como en privado.

 

- La Sta. Maribel solo... solo... quería ver como son las chicas cuando son mayores. Me lo pidió ¿y yo qué iba a hacer?

 

Intervino entonces Renata

 - Tú golfa, no mientas. estabais las dos en la cama ¿Y porque estaba desnuda ella? a ver...

Ahora Rita también metió baza – sí, dilo...

Todos estaban expectantes. Ludivina estaba metida en un buen lío. El resto, excepto Pura que estaba realmente enfadada, solo esperaban lo que vendría después.

- lo hice porque ella me lo pidió, de verdad, lo juro.

- ¿Le tocabas el chumino Ludivina, ja ja... intervino ahora Marisol. – o te lo tocaba ella a ti, ja ja?

- qué pasa, ¿que no tienes bastante con Pedrito  que necesitas a la señorita para que te la toque, puta? Bramó Pura.

Tomás veía la escena en silencio, muy serio. El resto de mujeres parecía una jauría que se estrechaba en torno a la presa. La pobre Ludivina sudaba a mares y ya no sabía por donde salir.

- es que Pedrito la tiene  muy pequeña para ella, ja ja. Añadió Rita, que tenía una manía feroz a Ludivina. Entonces intervino Renata:

- ¿porqué no le metemos una calabacín por el coño a ver si la calma? ¿qué te parece Ludivina, será más grande que la pija del Pedrito? Ja ja.

Como si de un resorte se tratara, Rita se levantó y agarró a Ludivina por detrás. Esta intentó zafarse pero al instante tenía a Marisol ayudando a la pinche. Mientras Renata decía  

– venga Sra. Pura, vamos a despejar la mesa. y se pusieron manos a la obra. En un momento la superficie quedó libre. Tomás seguía contemplándolo todo en silencio hasta que Pura le dijo:

Tomás, ayuda a estas dos y quítale la ropa a esa ramera.

- NOOOOOOOOOO, NOOOOOOOOO gritaba la Ludivina.

- Cerrad la puerta y amordazarla. Esta va a saber lo que es bueno.

En menos de un minuto Ludivina estaba tendida boca arriba, completamente desnuda. Renata la sujetaba por los brazos mientras que Marisol, no sin esfuerzo, la tenía bien agarrada de las piernas. La chica no podía gritar pero se movía como una posesa y transpiraba como una cerda en la matanza.  

- Rita, trae un calabacín o un pepino bien gordos – , dijo la Renata que tuvo que emplearse a fondo para mantener sujeta a Ludivina. Rita volvió con una pieza de considerable tamaño.

- métesela dentro, venga- rugió Pura. -Tomás, ayuda a Marisol y a Renata a abrirle bien las piernas.

Ludivina, a pesar de defenderse como una leona, no podía con la fuerza de Tomás que había pasado a sujetarla por las muñecas mientras Renata la tomaba por una pierna y Marisol por la otra, tirando de ellas, y acabaron con los muslos de la desgraciada bien abiertos. Su vulva estaba bien a la vista. Rita se inclinó y le introdujo el calabacín sin miramientos. Tenía que esforzarse porque la vagina estaba seca.

- joder zorra, que estrecha la tienes... no puedo.

- Quita de ahí faboncia - intervino Pura y a la fuerza bruta finalmente tres cuartos estaban dentro del coño de Ludivina.

- venga, Pura, mételo un poco más- dijo el hasta entonces callado Tomás. La vieja presionó de nuevo para hincarlo un poco más, pero los 16 años de la cueva de la todavía adolescente no permitía más. Por fin el calabacín debió llegar al tope del útero y ya no entró más. aun así y todo quedaron fuera muy pocos centímetros. Tenía buena concha la niña.    

- ya está. Renata, coge a esta putona por las manos, y tú, ayuda a Marisol. Tomás, trae la vara...   

El hombre volvió a los pocos minutos con una larga vara de fresno muy flexible.

- tú mismo, dale a esa zorra veinte latigazos.

- ¿en las tetas también?

- sí, sí, dale en las tetas Tomás - exclamó entusiasmada Rita que estaba gozando con el espectáculo.

- lo que quieras- , sentenció Pura.

Tomás descargó los veinte varazos, sin controlar demasiado donde caían, sobre el cuerpo desnudo de Ludivina. Su blanca piel se surcaba de rojo con cada trallazo. Marisol, Renata y Rita se las veían y deseaban para mantener a la pobre chica sobre la mesa, de tanto que se resistía, y que gritaba sin parar. Cuando cesó el cruel castigo todos quedaron mirando el resultado: una joven rota, sola y sin consuelo tirada sobre una mesa. Pura se arrepintió. Tomás estaba impasible. Las otras, satisfechas, sonreían sin pudor.  

 Cuando Ludivina abandonó la cocina entre hipos y sollozos, Pura mandó a Marisol y a Rita a la cama. Tomás también iba a salir.

- No Tomás, tú no. quédate- y  se encaró con Renata.

- Y ahora dime tú a qué esperabas para informarme.  

- (enfadada) oiga vieja bruja, a mí no me grite, que yo no soy Ludivina.

Tan rápido que no le dio tiempo a revolverse, Tomás la agarró, juntando sus codos por detrás de la espalda. Renata quedó completamente inmovilizada de cintura para arriba. Con sus piernas intentó golpear a Tomás pero una tremenda bofetada la hizo parar.

- estate quieta pendón.

- suéltame viejo cabrón... y Vd. me las pagará- otro bofetón de Pura fue la respuesta. La sangre brotó del labio tumefacto de la criada, ahora paralizada de terror.

- escúchame bien, tienes suerte de que no le cuente a la señora tus andanzas y te devuelva a cuidar cerdos a tu miserable casa. Como vuelva a pasar una cosa -por pequeña que sea- que afecte a la Sta. Maribel o a su tía y no me la digas, inmediatamente te azotaré hasta arrancarte la piel a jirones. ¿estamos?

- sí... sí.

- ahora súbete la falda y bájate las bragas, y ponte a cuatro patas en el suelo.

- (acojonada) no, Sra. Pura, no... no me pegue...  

- Tomás... tráela otra vez. Ahora ponla en el suelo como he dicho, y súbele tú las faldas, venga.

El hombre la tomó violentamente del brazo y la puso a cuatro en el suelo. Renata lloraba, pero no opuso resistencia. Tomás le levantó la falda y enagua, le bajó las bragas y esperó órdenes.

- ahora aprenderás a comportarte golfa. Dame la vara.

Pura con una fuerza inusitada descargó 20 varazos en el trasero de Renata, que, con cada golpe se convulsionaba. Finalmente su culo quedó totalmente amoratado por el terrible castigo. Renata permaneció arrodillada en silencio un rato más, derramando lagrimas.

- levántate y vete a tu habitación; y mañana a las 6 en punto quiero verte aquí. ¿estamos?

Renata se levantó sin contestar sollozando. Se arregló las bragas y salió. Pura se sentó, cansada y desmadejada. No tenía edad para estas cosas. Se sirvió un vaso de vino para ella y otro para Tomás. No se levantaron hasta beberse toda la botella.                         

 

 

 

 Continuará...