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Azotado por mi vecina con la zapatilla

en Dominación

  

Azotado con la zapatilla por Maria

Creciendo en Madrid en los años 70, las azotainas a mano, vara ,cinturón y zapatilla eran un hecho. La mayor parte de los chicos que conozco las recibieron, incluso aunque pocos lo admitieran.

 A pesar de que me llevé unas cuantas, tanto en casa como en el colegio, la que mejor recuerdo, tuvo lugar en casa de una vecina, donde una guerra de almohadas, con los dos chicos mayores Bruno, y David, y su segunda hermana, Ana , terminó terriblemente mal. Una almohada estalló, esparciendo miles de plumas por toda la habitación.

 Nos quedamos mirando fijamente las plumas con terror, y después intentamos desesperadamente recogerlas. Ya teníamos recogidas un montón, pero la hermana mayor, Maria, que en ese momento era toda una mujerona,alta, lozana, pelo largo ondulado y unos ojos verdes de gata que echaban fuego, entró antes de que pudiéramos esconder las pruebas. Ana, Bruno y David estaban aterrorizados, al haber sido descubiertos, ellos ya sabína como se las gastaba su hermana, y yo pronto lo iba a comprobar.

 Mariales dijo a sus hermanos que permanecieran de pie en el descansillo, junto al cuarto de baño. Marie me ofreció la oportunidad de irme a casa a que me dieran mi merecido, o quedarme con los demás. Temiendo el enfado de mis padres,sobre todo de mi madre, tartamudeé la terrible decisión. “Muy bien” dijo “puedes unirte a los otros tres en el descansillo”.

 Fue entonces cuando yo me uní a la triste fila. Maria llamó a David al cuarto de baño, cerrando la puerta. Fue entonces cuando se descalzó su zapatilla, era una zapatilla azul marino adornada con unos círculos de un azul más claro, aterciopelada, de una felpa muy brillante, y una suela de goma amarilla que hacía estragos en los pobres culos indefensos de sus hermanos. Se desclazó estando de pie, se agachó a por la zapatilla, y se sentó en un taburete que parecía estar en aquel baño para ese menester.

 Agudizamos los oídos para oir su destino, esperando el momento, entonces todos saltamos con horror, al oir el primer golpe, seguido de un grito – pudimos oir a David empezar a llorar antes del tercer golpe, y antes del cuarto ya estaba gritando y aullando casi continuamente. Maria todavía no paró, sino que propinó otros golpes terriblemente fuertes, hasta que ella creyó convenniente.

 David salió, con la cara muy roja, por la azotaina y por la vergüenza y corrió directo a su habitación, llevando sus pantalones y sus calzoncillos.

-¡Oh Dios mío gimió Ana “¡Está pegando en el culo al aire!”

 Maria llamó a Ana a dentro y repitió el procedimiento. Primero la larga espera, lo que nosotros sabíamos que significaba que estaba bajando las bragas, y después la paliza. Los gritos de Ana se oían más alto, y suplicaba clemencia, pero María completó la tunda antes de soltarla y permitir que volviera a su habitación.

 Bruno estaba muy pálido cuando entró; siguió la misma rutina que nosotros conocíamos demasiado bien. Yo estaba muerto de miedo, y mortificado ante la perspectiva de lo que estaba por venir, y cómo. Bruno volvió a salir, con la cara roja, temblando, y huyó a reunirse con David en la habitación de los chicos.

 Yo esperé la llamada. El descansillo estaba en silencio, excepto por el ruido amortiguado de los tres sinvergüenzas detrás de las puertas de las habitaciones. Esperé y esperé.

 Finalmente Maria me llamó. Estaba sentada en el taburete bajo de baño con la zapatilla derecha en chancla colgando de su pie.

-Cierra la puerta; yo lo hice.

-He estado esperando esto ¿sabes?- ¿estás seguro de que quieres que sea aquí y no en casa?

-“Aquí” murmuré.

-“Bien” dijo. “ahora me obedecerás escrupulosamente o será peor para ti ,¿ entendido?”

-“Sí, Maria”.

-“Lo que hiciste fue muy travieso e irresponsable, y debes aprender una lección que no olvidarás”

-“Bájate los pantalones” hice lo que me dijo.

-“Ahora los calzoncillos”. Yo estaba horrorizado por tener que exponerme de esta manera, pero los bajé igualmente.

-“Ahora túmbate sobre mis rodillas con las manos en el suelo por delante de ti”. Yo me acerqué a ella y me tumbé sobre su falda en sus rodillas como me indicó. Yo sabía que mi culo desnudo representaba un excelente blanco, pero no podía hacer nada más que esperar a que acabara.

Maria no tenía prisa. La ví coger la zapatilla,echándose hacia delante sobre mi cuerpo, noté sus pechos sobre mi espalda antes de que agarrara su zapatilla y volviera a erguirse, pero en lugar de empezar el trabajo de una vez, palmeó los cachetes de mi culo ligeramente con su mano, como si me estuviera probando. La espera era insoportable.

Las palmaditas pararon. Pareció tomar aire profundamente, y entonces golpeó la zapatilla contra mi nalga derecha. Yo me quedé asombrado por la fuerza y el dolor que era capaz de enviar y grité, exactamente como habían hecho los otros,incluso más. De nuevo me sobó pacientemente, esperando que dejara de moverme. Entonces… profunda inhalación, ¡golpe! Nalga izquierda

 Mi trasero picaba y quemaba al mismo tiempo.

-“No te muevas si no quieres más”. Me agarré al suelo, me puse rígido y aguanté el siguiente golpe en la nalga derecha, encima del primero.

-“Te mereces esto, lo sabes”.

-“Sí, Maria” lloré.

¡Golpe! nalga izquierda. Y otra larga y miserable espera por el tercer golpe en la derecha. Verdaderamente se tomó su tiempo antes de lanzar otro.

-“Si tengo que hacer esto de nuevo probarás la vara –¿entiendes?”.

-Sí, Maria; solllocé.

 ¡PLASSSSSSSSS! Yo estaba berreando como un bebé, agotado por el dolor, y la sensación de picazón y quemazón de mi trasero. La azotaina continuó aproximadamente cinco minutos más, que se me hicieron muuuuuuuuuuuuuuuuy largos.

 Me mandó que me pusiera de pie, lo que hice con alguna dificultad, poniendo los bajos de mi camisa sobre mi trasero.

-No hace falta que te tapes después de lo que he visto y de lo que he hecho,¿ no cres?.

 No supe lo que decir, solo notaba rubor en mi cara y ardor y dolor en mi culo.

 Se calzó la zapatilla dejandosela en chancla mientras estuvo sentada, y cuando se levantó se la calzó bien ayudandodose del dedo indice de su mano derecha, y cuando iba a  salir del servicio se giró hacia mi mientras  yo trataba de coger mis pantalones.

-No olvides lo que te he dicho sobre la próxima vez... ¿lo harás?”

 Su mirada era de fuego, y fuego era lo que sentí en mi estómago, no eran mariposas revoloteando, eran dragones.

                                              COMENTARIOS

Bob miles Dice:

Yo solía recibir la vara al menos tres veces a la semana en mi colegio en los años 40.

Robert Dice:

¡Mi prima mayor una vez me azotó con la vara 15 veces por usar su cepillo de dientes!

Anónimo dice:

Esta historia realmente me encanta. Probablemente porque fue como conocer a Maria…

Siempre es difícil leer otras historias, leer entre líneas para que sea más fácil imaginar cosas que no están ahí. Pero en ésta…

No tengo ninguna duda de que ésta era/ es? Una jovencita a la que le encantaba o le encanta golpear un trasero masculino duramente. El tipo de mujer con la que todos anhelamos casarnos.

Aquí está el por qué: “entonces todos saltamos con horror ante el primer golpe seguido de un grito. Otra larga espera, y entonces otro golpe y otro grito- Pudimos oir a David empezar a llorar antes del tercer golpe”. Ella se toma su tiempo, tanto antes de del primer golpe como, y quizás más importante, entre golpes. Y ella es dura desde el primer momento. Ella sabe lo que está haciendo.

Entonces llega el turno de nuestro héroe: “Yo esperé la llamada. El descansillo estaba en silencio, excepto por el ruido amortiguado de los tres sinvergüenzas detrás de las puertas de las habitaciones. Esperé y esperé. Finalmente Maria me llamó”. ¿Qué estaba haciendo en las pausas entre sus hermanos y su hermano y este otro muchacho al otro lado? ¿Por qué tarda tanto? Puede que estuviera silenciosamente jugando consigo misma, excitándose ante el cercano castigo de alguien que no era un miembro de su familia? Aquí hay una pista…: “He estado esperando esto ¿sabes?- ¿estás seguro de que quieres que sea aquí y no en casa?” ”Ella lo dijo: He estado esperando esto” “esto”… SU CASTIGO.

“Maria no tenía prisa. La ví coger la zapatilla... pero en lugar de empezar el trabajo de una vez, palmeó los cachetes de mi culo ligeramente, como si me estuviera probando. La espera era insoportable.”

Disfrutando realmente al tener (¿por primera vez?) un trasero masculino desnudo que no fuera de su familia, nerviosamente inclinado dispuesto a la satisfacción de ella.

“Las palmaditas pararon. Pareció tomar aire profundamente, y entonces golpeó la zapatilla contra mi nalga derecha. Yo me quedé asombrado por la fuerza y el dolor que era capaz de enviar y grité, exactamente como habían hecho los otros. De nuevo me probó pacientemente, esperando que dejara de moverme. Entonces… profunda inhalación, ¡golpe! lado izquierdo”

Esta mujer sabe cómo pegar, cómo castigar causando el máximo dolor y obteniendo ella el máximo placer. Ahora el asesino…

“Verdaderamente se tomó su tiempo antes de lanzar el último “Si tengo que hacer esto de nuevo probarás la vara –¿entiendes? Se levantó para salir del servicio y se giró hacia la puerta, donde yo trataba de coger mis pantalones. “No olvides lo que te he dicho sobre la próxima vez ¿lo harás?”

No hay mención de que le diera este trato a ninguno de los otros. No se menciona que probaran la vara en casa. Esta joven mujer tenía planes para el trasero que tenía sobre sus rodillas. Le gustaría muchísimo pillarlo de nuevo. Estará atenta a cualquier oportunidad. Bastante simple, adora la vara. Le encanta doblarla, agitarla, amenazar con ella, y sobre todas las cosas, usarla. ¿O a lo mejor no estaba acostumbrada, y sólo la había usado en ella misma? Está deseando fingir tener una razón válida para azotar duramente este joven trasero masculino desnudo.

Me pregunto lo que pasó entre ellos con el paso de los meses/años. Él ahora escribe en Maman. Las azotainas, recuerdos o fantasías, son una parte importante de su vida. Este es el castigo (entre muchos) que él más recuerda. Por lo que yo concluyó que le tiene cariño y se excita con el recuerdo de Marie, ¿su tono de voz, su regazo enfundado en la falda el brillo en sus ojos? El modo en que ella usaba esa zapatilla y cómo le amenazaba más.

Vinieron estás emociones más tarde en la vida? O estaba empezando a ser de nuevo inexplicablemente travieso cerca de ella, provocando al destino y provocándola a ella para que cogiera la vara.

 Me gustaría oir el resto de la historia , seguro que hay más...

 A mi tambien me gustarían vuestros comentarios