Continúan las aventuras en el hospital
Aventuras de Pablo en el hospital.
Un fatal desenlace se cierne sobre Pablo y su madre.
Mi abuelo conocía un buen restaurante no muy lejos de la urbaniza-ción y hacia allí conduje su impresionante Mercedes, al llegar nos abrió la puerta un aparcacoches, le entregué las llaves y el me dio un llavero con una ficha.
En este segundo año, a mediados de curso mi cuerpo comenzó a ex-perimentar grandes cambios producto de tantas horas de natación, alternada con entrenamientos y partidos de waterpolo.
La doctora estefanía y el Alta del hospital.
Llegué a la estación de Chamartín en Madrid a las once de la mañana. Me dirigí directamente a la salida y tomé un taxi hasta el centro de la ciudad.
Sally y yo empezamos a caminar y al poco tiempo noté que podía ha-cerlo con un poco más de soltura y enseguida lo achaqué a la confian-za que me daba ella caminando agarrada a mí, me agaché oliéndola la cabeza y se la besé, ella me miró sonriendo.
Llegamos por fin a casa. Mamá me ayudó a sentarme sobre la silla de ruedas sin decir una sola palabra y la empujó dirigiéndose a la terraza. Hacía un calor del demonio para ser el mes de Junio, el sol picaba como en Agosto.
Salimos de la piscina cuando el sol empezaba a apagarse. Los cuatro llegamos chorreando a la terraza del porche que ya se había iluminado según la hora programada. Sally y mi madre entraron en casa para coger toallas. Yo estaba sentado en la silla de ruedas y mi abuelo a mi lado.
A medida que nos acercábamos al porche vi que el abuelo y Sally es-taban sentados hablando. Justo cuando mi madre entraba en el por-che se levantó el abuelo y entró en la casa.
Despertamos sobre las siete y media. Mamá me puso el calzón corto en cambio ella permaneció desnuda, me llevó en la silla de ruedas hasta la terraza y dijo que iba a darse un baño en la piscina; me quedé embobado viéndola caminar desnuda.
Nuevas aventuras de Pablo.
Alguien me despertó dándome un suave beso en los labios, me imagi-né que era Sally y la abracé atrayéndola hasta que cayó encima de mí. Abrí los ojos y vi que no me había equivocado.
Primer día de rehabilitación en el hospital
La llegada a la nueva casa.
Siguen las aventuras de Pablo en el hospital.
El macho o hembra alfa es el individuo en la comunidad a quien los otros siguen. El estatus del alfa generalmente lo consigue mediante proezas físicas.
Después de cenar, Sally empezó a hablar de tratarme con acupuntura y piedras calientes. Mamá y yo nos interesamos y nos explicó que ella podría encargarse de mi rehabilitación sin necesidad de salir de casa. Mi madre miró al abuelo antes de contestar.
Dicen que el amor es mágico y yo añadiría también que es milagroso.
El día siguiente amaneció igual que siempre y poco a poco, a medida que avanzaba el día se fue convirtiendo en precioso día caluroso y so-leado. Nada hacía pensar en que una tragedia iba a producirse mien-tras desayunábamos. La noche anterior la habíamos pasado cada pa-reja en su habitación, dedicándose los pertinentes mimos y cariños.
Mi madre me llevó de nuevo a la rehabilitación. Me dejó frente a la puerta de entrada al pabellón y se fue a la cafetería, me quedé observándola como siempre hago y vi que algunos hombres hacían gestos obscenos a su espalda. Sentí asco y di media vuelta. Nada más entrar en el pabellón la jefa de Ana se me acercó sonriendo, cosa que ya me esperaba.
Pablo no se ha repuesto del todo del disgusto de su padre cuando recibe otro que mata su ilusión y la fe en las mujeres.
Todo parece ir bien para Pablo. Se siente muy feliz porque le dan de alta el domingo y podrá marcharse a su casa por fin, aunque deberá seguir con la rehabilitación. Pero a menos de 24 horas de su salida del hospital, tendrá una horrible discusión con su madre y ese hecho será el preludio de las dos experiencias más alucinantes de su vida.