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La ventana indiscreta. 09

en Grandes Relatos

Capítulo 9: La llegada a la nueva casa

 

Mi abuelo conducía su “Mercedes”, mi madre se había sentado a su lado y yo en la amplia parte trasera. Fuimos derechos a la casa de mi abuelo. Sally, la criada de mi abuelo que se encargaba de toda la casa salió a darnos la bienvenida sujetando una silla de ruedas. Era de lo más corriente pero a mí me pareció muy chula y una vez sentado en ella me puse a recorrer toda la casa impulsándome con las manos. En una de mis vueltas oí a mi madre y al abuelo que parecían discutir y al ver el despacho con las puertas abiertas me acerqué a ver qué les pasaba ahora.

— ¿Qué os pasa? ¿Por qué discutís?

— Tranquilo hijo no discutimos —dijo mi madre muy seria, el abuelo también lo estaba—, sólo intercambiábamos opiniones, nada más.

— Anda ven. —Dijo mi abuelo invitándome a entrar a su despacho dejando la puerta abierta, precisamente vi a Sally que también se acercaba y entró sentándose en el sofá, mi madre y mi abuelo permanecieron de pie a mi lado.

— Escucha Pablo, te dije que te contaría toda la verdad cuando estuviéramos en casa —empezó a decir él y yo asentí temiéndome algo muy malo—. Lo que te voy a contar es muy grave y es posible que te supere. Tu madre es partidaria de ocultarte las cosas más escabrosas, yo no, prefiero que sepas toda la verdad por muy cruda que sea, considero que ya tienes suficiente edad para razonar, al margen de tu inteligencia.

— No esperaba menos de ti abuelo. —le dije sintiendo miedo por dentro.

— Por eso mismo nunca traicionaré tu confianza y recuerda que tu nueva familia, los que estamos aquí ahora, siempre estaremos a tu lado. –me contestó él, mamá se acuclilló frente a mí para hablarme.

— Hijo no quiero oponerme a que sepas toda la verdad, sólo deseo protegerte de aquello que te pueda hacer daño ¿me comprendes?

— Perfectamente mamá y no sólo te comprendo también creo que en parte tienes razón, sinceramente te confieso que estoy un poco acojonado, sin embargo mi cerebro me ordena que escuche toda la verdad, eso quiere decir que el abuelo y tú estáis empatados y como mi voto cuenta, prefiero enterarme de todo, sin que se me oculte nada. —contesté salomónicamente.

Mi abuelo rodeó la mesa, abrió un cajón y sacó una carpeta que puso  sobre su mesa y empezó a hablar, cuando terminó de contármelo todo y yo de leer los documentos que me tendió me temblaban las manos y todo el cuerpo y sólo pensaba en una: «Quería morirme».

A continuación haré un breve resumen pero explicativo de lo que me enteré aquella mañana de domingo.

«Mi padre tenía un vicio que frecuentaba cuatro veces en semana: el juego y las prostitutas de lujo. Mi abuelo se enteró de ello la primera vez que mi madre le pidió ayuda. Sus abogados lo descubrieron a través de los pagos de las tarjetas de crédito (Visa Oro y Visa Platinum) las preferidas de mi padre. El abuelo prefirió pagar las deudas sin contárselo a mi madre. Mal hecho por su parte pero no quería dar un disgusto a su hija, quien posiblemente malinterpretara todo y creyera que era una excusa para que ella abandonara a mi padre.

Resulta que mi padre nunca le ha caído bien a mi abuelo, pues pensaba que éste se casaba con su dinero en vez de con su hija y por supuesto no estaba enamorado de ella. Mi padre al darse cuenta de que el punto débil de mi abuelo era mi madre, lo explotó.

Dos años después había acumulado una nueva deuda. El proceder de mi abuelo fue el mismo que la vez anterior. Un año más tarde mi padre volvió a las andadas. Y esta vez mi abuelo quiso hablar con él antes de pagarlas citándole en sus oficinas. Lo que ocurriera allí sólo lo saben ellos, no hay pruebas, pero doy todo el crédito a mi abuelo.

Según él, discutió con mi padre descubriéndole el asqueroso chantaje que le hacía a costa de mi madre. Cuando mi abuelo le amenazó con contárselo todo a su hija mi padre se acojonó y le suplicó su ayuda.

El abuelo salió del despacho para decirle a su secretaria que no le molestaran aunque se cayera el edificio. Cerró el despacho con llave desde dentro y empezó a desnudarse ordenando a mi padre que hiciera lo mismo.

Una vez desnudo, mi padre preguntó qué iba a hacer, mi abuelo le contestó que ya que él trataba a su hija como a una puta, él iba a hacer lo mismo con él. El abuelo se acercó a él y le ordenó que le chupara la polla, mi padre no lo dudó y comenzó a chupársela. Casi dos horas después, mi padre salió del despacho de mi abuelo con la corrida de éste dentro de su culo.

Pasó un año y mi padre no dio síntomas de volver a las andadas. Mi abuelo pensó que le había servido de lección, pero seis meses después, mi madre acudió otra vez a mi abuelo por las nuevas deudas de la “tienda”.

Mi abuelo volvió a citar a mi padre en su despacho y le humilló  haciendo que le chupara la polla y que se tragara su corrida, hasta le dio dos hostias y, cuando se volvió a empalmar le folló el culo de nuevo, después dio orden a sus abogados para que saldaran la deuda de mi padre.

Ahora, la reciente nueva deuda de juego de mi padre ascendía a 300.000 euros, una cantidad más que importante. Mi abuelo consideró que mi padre había rebasado ya todos los límites y decidió hablar con mi madre y ponerla al corriente de todo. Por eso le llamó “maricón” aquella tarde dando origen a lo que ocurrió después».

«Resumiendo, lo que mi padre nos contó a mamá y a mí acerca de que la tienda tenía deudas y que había que despedir a gente era mentira. Yo mismo vi los balances ese mismo día y hombre, beneficios no daba pero de momento se mantenía.

Ahora viene lo peor:

Mi padre ya intuía que esta vez su suegro se iba a negar a pagar las deudas y aun así envió a mi madre. Pero por si acaso tenía un “plan B”. Contrató a unos sicarios (posiblemente trabajadores de la misma gente con la que mantenía la deuda) para que nos dieran un susto a mamá y a mí y después secuestrarme. Mamá sin saberlo le llamó aquella tarde después de hablar con su padre para decirle que estaba todo arreglado, que ya salíamos para casa pero mi padre no pudo detener a los sicarios que ya nos estuvieron siguiendo desde que salimos de la casa del abuelo sin que lo supiéramos.

A los “profesionales” se les ocurrió darnos un susto violándonos a mamá y a mí, pero se les fue de las manos al quitarle yo la capucha a uno de ellos, por eso nos dieron esa paliza, lo que no comprendo es por qué no me secuestraron en vez de dejarme tirado en el suelo. Le había visto la cara a uno de ellos y mi pretendía sacarle el dinero a mi abuelo con mi secuestro, después de cobrar se desharían de mí para que no les delatara poniendo la excusa de algún accidente, ése fue su fallo. Entonces comprendí por qué mi padre se acojonó tanto al oír mi hipótesis en la habitación del hospital.

Así que: La policía detuvo a los 5 asaltantes gracias a la colaboración de mi padre. Días después yo tuve que ir a reconocer al asaltante del tatuaje en forma de rayo o “SS” y al ver su cara otra vez me entró tanto miedo que vomité. A mi madre y a mí nos dio un ataque de ansiedad. Los policías tuvieron que llamar al 112 para que nos atendieran y nos inyectaron un tranquilizante a los dos.

Mi padre lo confesó todo a la policía, ellos en cambio lo negaron. El propio sábado, un juez de instrucción decretó prisión preventiva sin fianza para todos ellos, incluido mi padre, por eso mi pobre madre estalló en un ataque de nervios».

Al terminar de leer las diligencias del juzgado miré a mi abuelo y a mi madre y de repente no sé qué me ocurrió. Se me nubló la vista, tenía la sensación de que me ahogaba, no podía respirar, la habitación me daba vueltas hasta que lo vi todo negro perdiendo de vista todo lo que me rodeaba, creo que me desmayé.

*

Desperté sobre una cama y enseguida miré a todos los lados, afortunadamente no estaba en un hospital porque la cama y la habitación eran distintas pero me hallaba sólo y me entró un poco de miedo.

Sally entró de repente en la habitación sonriéndome con dulzura y lo primero que se me ocurrió decirle es que tenía hambre. Ella salió de la habitación y al poco entraron mi madre y mi abuelo y me contaron que habían salido un momento después de estar pendientes de mí todo el rato. Al parecer había perdido el conocimiento (lo que yo sospechaba) debido al impacto emocional que me había producido la “verdad” sobre mi padre. Sally se ocupó de recuperarme con acupuntura, cuando vio que dormía tranquilizó a mi madre y a mi abuelo y me dejaron dormir.

Sally regresó con unos sándwich de carne asada que devoré casi enseguida, al mirarlos, mamá y el abuelo me dijeron que ya habían comido mientras aguardaban a que despertara.

Al recordar todo el asunto de mi padre sentí un dolor agudo en el pecho, pero lo controlé. No me acobardaría otra vez, aún tenía preguntas que hacerles a mamá y al abuelo.

Mi abuelo acercó una silla y se sentó al lado de la cama, a mi izquierda, mamá prefirió sentarse en la cama a mi derecha, no sé si lo hizo aposta pero su postura me permitía verle las braguitas y el bulto de su sexo. Sally se quedó de pie a los pies de la cama.

— Pregunta todo lo que quieras Pablo. —me dijo mi abuelo.

— Ahora no sé lo que quiero preguntar me siento vacío.

— Cariño es mejor que descanses y te recuperes, ya tendrás tiempo de preguntarnos.

Mi madre tenía razón, entonces recordé sus palabras en el hospital esa mañana: —«Sólo nos tenemos el uno al otro y por supuesto al follador de tu abuelo». Pensando en eso no pude evitar reírme.

Ellos me interrogaron con la mirada y les conté de qué me reía, los cuatro, Sally incluida, nos partimos de risa liberando así la tensión acumulada, yo además, creo que liberé el odio o la mayor parte que sentía hacia mi padre pero no pude evitar que la tristeza me embargara.

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