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El primer orgasmo de Adan y Eva

en Hetero: Primera vez

EL PRIMER ORGASMO DE ADAN Y EVA

Despertó con una gran pesadez en la cabeza, como si hubiera dormido por mucho tiempo, con un sueño inquieto que no le había dejado descansar, como otras veces en que el despertar era menos violento y más atractivo.

Un leve dolor en uno de sus costados le hizo llevar su mano derecha hacia él, para palparse, y descubrió un leve hundimiento en el lugar donde se encontraban sus costillas, notando como que faltaba algo en ese sitio. Comparando su simetría con el otro lado, no coincidía con el número de costillas que formaban su caja torácica, que el día anterior sentía completa.

Recordó que antes de quedarse dormido había escuchado una voz interior, que le decía que se iba a terminar su soledad, puesto que era el único ser de los que se encontraban en el paraíso terrenal que no tenía compañera. Todos los demás animales tenían su pareja y copulaban a mas no poder para cumplir con el mandato divino de poblar la tierra recién creada, sobre todo las pequeñas criaturas, como los conejos y ratones y a quien después se le conoció como el rey de loa animales, el león que, como necesitaba coger a cada momento para desalojar toda la leche que guardaban sus potentes huevos, hubo que dotarlo de un harén compuesto de varias leonas, que se encargaban de desfogar los ímpetus sexuales de este admirable jodedor.

Cuando se le hubo despejado la mente, notó cerca de donde se encontraba, aún dormida, a una criatura semejante a él, que tenía lo mismo que veía en su cuerpo, pero con unas diferencias que hacían que la contemplación fuera muy agradable.

Este ser, desconocido hasta entonces por él, pues no había nada parecido entre las demás criaturas, tenía un hermoso cabello largo que le cubría los hombros y le recorría el pecho escondiendo dos hermosos promontorios que se erguían apuntando al cielo y que en la cúspide remataban con otras redondeces más pequeñas y de un color más oscuro, en medio de una aureola del mismo color.

Observó su vientre liso como el de él, sin asomo de la cicatriz umbilical que caracterizaba a los animales vivíparos, y que en el caso suyo, no aparecía, por no haber nacido de un parto.

Más abajo, formando un triángulo, descubrió un promontorio cubierto de rizados vellos que venía a poner una nota de color más oscuro entre las dos extremidades inferiores de piel clara.

En ese momento ella despertó, y al levantar los brazos, dejó al descubierto en sus axilas un mechón de pelos del mismo color de sus cabellos.

Se frotó los ojos con las manos y al descubrir al otro espécimen parecido a ella, que la contemplaba asombrado, sonrió, dejando ver entre sus labios una línea de dientes perfectos, muy blancos.

.Él a su vez, admiró el ensanchamiento de la cintura, apreciando con gran placer las redondeces posteriores de ella.

No pudiendo comunicarse con palabras, él asió una de sus manos, y la acercó hacia su cuerpo, sintiendo una oleada de placer al tocar la piel cálida de sus dedos. Esta agradable sensación lo animó a acariciar con un poco menos de inhibición aquel cuerpo. Ella también, al sentir que era agradable a sus sentidos el contacto con la piel del otro, procedió a deslizar sus manos por todo el cuerpo de él. Esto provocó una reacción, que hizo que el apéndice que yacía entre las piernas de él, se levantara y se irguiera, alcanzando una mayor longitud y grosor, además de ponerse duro.

Las sensaciones que a ella le producía aquel enervante contacto, provocó que de su entrepierna se liberara una esencia que fue a alojarse en las fosas nasales del hombre y que al llegar a su cerebro inició el proceso de un deseo incontrolable, instintivo, de poseerla, como había visto que lo hacían los animales que ante su vista se dedicaban a joder con sus parejas. Era la inevitable acción de las feromonas, de la que ninguna criatura podía escapar.

Presionando ligeramente, la obligó a ponerse de rodillas y luego a apoyar las manos en el suelo, adoptando la posición que utilizaban los animales, y al apoyar su miembro erecto en la entrada de su sexo, notó que éste estaba bastante húmedo. Ella sentía una gran necesidad de ser penetrada por aquel miembro viril que tocaba a las puertas de su vagina y se echaba hacia atrás provocándolo a ensartarla.

Él, asiéndola de la cintura, la atrajo hacia sí, y sin contemplaciones arremetió contra aquella abertura que le atraía e incitaba a poseerla, con la urgencia de un deseo que nunca antes había sentido. Avanzó con fuerza, desgarrando la delicada tela del himen de ella, que se hizo pedazos, dejando avanzar al robusto visitante, provocándole a ella un dolor agudo, que la hizo tratar de separarse de él, pero la fuerza del macho, muy superior a la de ella, no la dejó que se desensartara, continuando con un movimiento de atrás para adelante y viceversa, hasta que el dolor de ella fue desapareciendo, dando lugar a un delicioso cosquilleo que le producía el dulce roce del miembro que tenía incrustado en sus entrañas.

Moviéndose continuamente los dos, él avanzando hacia el interior del delicioso túnel, y ella retrocediendo para clavarse la estaca que se deslizaba con rumbo al exterior, jadeaban y aumentaban la velocidad de las embestidas, buscando instintivamente algo que desconocían, pero que sabían que llegaría.

En un momento determinado, ella sintió una gran variedad de sensaciones, mucho más intensas que lo sentido hasta ese momento, algo que la venía a llenar de placer, de un gran placer que le hacía palpitar agitadamente el pecho y gritar, y quejarse dulcemente con el deseo infinito de que aquello no se terminara nunca.

Él a su vez, sintió como su miembro palpitaba con fuerza, y arremetía con más velocidad las cálidas entrañas, hasta que, sin poder detenerse, derramó un torrente líquido que dejó completamente llena la vagina de la hembra, lo que provocaba en él una sensación muy intensa, que vino a producirle un relajamiento y un cansancio, que le impidieron seguir jodiendo a la hembra.

Sacando la verga del interior de la mujer, se dejó caer al suelo, con el pecho agitado y la respiración entrecortada. Ella, al verlo tendido sobre la fresca hierba, se acercó a él acurrucándose entre sus brazos, posando su cabeza en el pecho del hombre, sintiendo llegar la somnolencia del primer orgasmo disfrutado por ellos.

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