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El sueño de papi

en Amor filial

EL SUEÑO DE PAPI

Despierto sobresaltado pensando que todo ha sido un sueño, pero no es así, aquí está ella, a mi lado, durmiendo plácidamente, puedo percibir su perfume, ese perfume que emana del cuerpo de una mujer que acaba de hacer el amor. Paso mi lengua suavemente para saborearla por encima de su hombro; tengo miedo de que despierte y desaparezca.

Me separo un poco para observarla; su cabello se lo ha dejado crecer un poco y se desliza sobre sus hombros como el agua en un manantial; el arco de su blanca y radiante espalda como un valle que remata en esas voluptuosas montañas, que es su bellísimo trasero.

Ese redondo y tentador culito que incita a los más pecaminosos placeres.

El sueño de Papi

Han pasado cinco años desde nuestra última vez... Durante ese periodo he tenido aventuras, todas las cuales han terminado en la cama, por supuesto… Pero lo de ayer..., lo de ayer fue verdadero amor.

No sé cuanto tiempo va a permanecer, ni quiero saberlo, lo que si sé es que cada instante que esté lúcido lo dedicaré a venerar, a adorar a mi pequeña, a mi hijita.

Una de mis manos la vuelvo a acomodar en uno de sus senos, lo siento más grande y suave; mi mano quiere ser como una cámara fotográfica para conservar en mi mente su tersura y volumen; lo empiezo a acariciar suavemente para memorizarlo; mis dedos acarician la hermosa areola que rodea su pezón. Siento cómo va creciendo de tamaño; ella se mueve ligeramente y yo ceso la caricia; al notar que su respiración se normaliza continúo acariciándolo y su pezón se pone duro y mi pene también empieza a reaccionar, con el que llego a tocar ligeramente el rico traserito de la niña. Me acerco más y lo coloco en medio de sus nalgas.

Acerco mis labios a su lóbulo y empiezo acariciarlo con mi lengua; ella se mueve y emite un pequeño gemido; dentro del sueño su cuerpo empieza a reaccionar.

Mi mano abandona su seno y la deslizo por su delicado vientre hasta llegar a su pequeña mata de vello; también se lo ha dejado crecer y mis dedos se entretienen entre sus rubios rizos.

Gaby al sentir las caricias estira una de sus piernas dejando involuntariamente el camino abierto a mi audaz mano. Observo sus muslos: son espléndidos en comparación a aquellos de mi pequeña ninfa, son bellísimos, acaricio uno de ellos provocando un nuevo gemido, ella empieza a moverse y pega aun más su trasero a mi pene que en estos momentos siento que estalla.

Lleva una mano hacia atrás hasta llegar a mi pene que es ahora una barra de fuego.

-Papito, dámelo- balbucea entre sueños.

Llevo mi mano nuevamente hacia su rajita e introduzco uno de mis dedos entre sus labios, mientras mi boca besa su cuello.

Gaby empieza a masturbarme lentamente, a acariciar mis testículos, vuelve a mi pene, sube y baja su mano; cada vez con mayor rapidez..., no sé si me pueda contener.

Mis dedos se empiezan a mojar al arrojar ella sus primeros jugos, los llevo a su boca para que se saboree; la abre y empieza a succionar mis dedos, con su lengua lame las mieles que hay entre ellos, saco mis dedos de su boca y los vuelvo a llevar a su hendidura y ahora son dos dedos los que introduzco y comienzo a masajear más rápidamente sus labios y encuentro su clítoris al que doy pequeños pellizcos.

- Mmmmmm, no pares, papiiito…

Como una pequeña gatita se mece en la cama, ahora con mis dedos húmedos los llevo hacia su oscuro pasadizo y trato de introducir primero un dedo.

- Suaaave…, por favor…

Mi mano va de su vagina a su ano varias veces para humedecer su dulce cavidad, hasta que noto que uno de mis dedos ya penetra con facilidad.

Mi pene se encuentra a plenitud, siento que mis testículos van a estallar..., no es posible seguir esperando.

- Papito, ya no soporto máaas...

Continúo con mi mano el vaivén de su vagina a su ano, mientras le doy leves mordidas en su cuello así como introduzco mi lengua en su oído causándole espasmos de placer.

-Papi, por favor, dámela ya…

Cuando noto que son dos los dedos que introduzco en su ano sin tanta oposición, la levanto de la cama y la coloco de rodillas con su pecho tocando el colchón.

Tengo ante mi vista una visión bellísima, su culo redondo ofreciéndose a mí, me acerco e introduzco una pequeña parte de mi pene, para evitar el más mínimo dolor, pero es ella la que se hace hacia atrás, loca de placer, para penetrarse en mi ardiente verga.

-No, no te detengas, aunque sea dolor más grande e insoportable, proviniendo de ti es el placer más exquisito.

Sin más preámbulo, aunque lentamente, de un golpe se lo introduje en su totalidad; ella sólo alcanzo a dar un pequeño grito que me llegó al alma.

Me mantuve quieto por breves segundos, pero mi chiquita empezó a oscilar sus caderas de adelante hacia atrás; yo sentía cómo mis testículos golpeaban contra sus duros glúteos, provocando una delirante oleada de placer.

Entonces ambos nos movíamos como dos animales en celo, se escuchaban por toda la casa nuestros gritos de aproximación al éxtasis.

Mientras con mis manos acariciaba ese culo y lo atraía a mí en cada desenfrenada acometida, hubiera querido que ese placer fuera inagotable e inacabable, pero no fue así, los dos como en una sinfonía orgásmica terminamos al unísono.

Extenuado por tanto goce quise permanecer dentro de ella y que mi sueño nunca terminara.