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El colectivo

en Amor filial

EL COLECTIVO

(Original de Guille, con adaptación)

Como siempre, el colectivo lleno otra vez, a sufrir otro viaje entre apretones; dependiendo del humor del chofer, estos viajes se hacían algunas veces una experiencia de riesgo.

Ese día, resignada intenté ubicarme lo más atrás posible para no tener apuro cuando tuviera que bajar. Como pude y entre los apretones me fui moviendo hacia la parte posterior. Si alguien viajó así alguna vez sabrá que una no se puede andar fijando con quien se roza o no; es imposible, así que ya acostumbrada me acomodé más o menos cerca de la puerta trasera, entre una señora un poco gorda y dos hombres que quedaron atrás mío, uno a cada lado.

Con los movimientos del colectivo y el subir y bajar de pasajeros, uno de ellos quedó justo detrás de mí. No le di importancia, sólo intenté girar un poco para evitar algún tipo de contacto demasiado directo, cosa que fue imposible por las frenadas y aceleraciones del vehículo.

Sentí que el chico me rozó un par de veces en la pierna que quedaba de su lado e intenté pegarme un poco más a la señora gorda para evitar ese contacto, lo que no logré porque seguí sintiendo esos roces que se hicieron cada vez más frecuentes y notorios. Ello me hizo prestar más atención a lo que estaba pasando, ya que dejó de ser normal, y el sentir su bulto en mi pierna me despertó un calorcito que no me disgustó del todo.

En un momento, el colectivo giró en una esquina y todo su cuerpo se apoyo sobre mí; sentí perfectamente su pija en mi pierna y ya no sólo no me disgustó sino que me encantó sentir eso durito sobre mí. Miré al chico muy rápidamente y él o se hizo el tonto mirando para otro lado. Mi nerviosismo había aumentado y todavía faltaba bastante para bajarme; sabía que la gente no se bajaba hasta mucho después de que yo lo hacía...

Mientras pensaba esto y ya sin pretexto sentí otra vez el aparato en mi pierna casi descaradamente, lo cual me sorprendió y mucho más el hecho de que mi calentura fuera en aumento. Me encantó sentirlo de nuevo y estaba decidida a seguir el jueguito con sensaciones un poco encontradas entre miedo, calentura, morbo y no se qué montón de cosas más que pasaban por mi mente en ese momento; sin embargo, mi cuerpo giró y puse mi cola bien delante de él que lo advirtió enseguida, y volví a sentir su pija pero ahora justo entre mis nalgas, apretándome y haciéndome sentir su dureza.

Esta vez no se apartó sino que empujaba y me presionaba sobre la gorda, que me miró con cara de disgusto; yo no quería incomodarla, así que mi cuerpo se apartó de la señora para aplastarse sobre el instrumento de mi amigo desconocido, quien percibió cómo yo disfrutaba de lo que estaba sintiendo y empezó a hacer algunos movimientos lentos y suaves con sus caderas, que por lo apretada que yo me mantenía contra él sentí sublimes. Mi conchita estaba completamente mojada y no quería separarme de él..., sus movimientos empezaron a ser laterales y sentía cómo esa pija recorría mi colita desde una nalga a la otra hundiéndose en el medio cuando pasaba por ahí; fue cuando me di cuenta que estaba ya muy cerca del cole, y sin muchas ganas me separé de él. Cuando caminaba entre la gente para bajar lo vi a los ojos y en ellos me dijo lo mucho que le había gustado a él también. En ese cruzamiento de miradas sentí una corriente entre mis piernas y temí acabarme en ese momento.

Intenté separar esos pensamientos de mi mente, cosa que durante todo el día no pude hacer. Me quedó grabada la presión de ese erecto intruso en mi colita..., lo sentía casi real.

Cuando volví a casa, inconscientemente lo busqué en el colectivo. Por supuesto, no lo encontré; sabía que no lo volvería a ver nunca y tuve que conformarme con disfrutar el recuerdo de ese momento tan intenso.

Al llegar a casa fui a mi cuarto a cambiarme de ropa y no pude contenerme en intentar reproducir aquella sensación y puse mi mano en mi cola e intenté tocarme y sentir lo que mi compañero de viaje me había hecho sentir, pero fue en vano, y me dije sonriendo: "¡Qué entupida!, una pija como ésa no es tan fácil de igualar."

Me saqué la pollera del cole y sentí un fresquito entre las piernas debido a lo mojada que estaba todavía mi bombachita, ya que los pensamientos de todo el día la habían mantenido así. Sin pensarlo termine de desvestirme y me tumbé boca arriba en la cama completamente desnuda...

Con vida propia, mis manos empezaron acariciar mi cuerpo mientras mi mente fantaseaba con lo que había pasado en el colectivo; en mi mente el tiempo se había detenido y todos los pasajeros se convirtieron en estatuas. Lentamente y sin apuro mis manos jugaban, una en mi pancita acariciándome lentamente y con mucha suavidad, mientras la otra sentía la suavidad de una de mis tetas. En ese ensueño, mi compañero descaradamente me pasaba su sexo por mi cola y yo colaboraba como una perra en celo, quería sentirla, comerla, disfrutarla. Sólo nosotros podíamos movernos y los demás escuchaban cómo mi boca soltaba quejidos de placer.

Incansables, mis manos seguían haciendo lo suyo en mi cuerpo, sabían donde tocarme, cómo hacer para que mi excitación fuera subiendo paulatinamente pero sin detenerse, mientras mi compañero subía mi falda de colegiala y me hacía sentir ahora más directamente el calorcito de su pija entre mis glúteos.

Esa misma mano fue la que tomó mi braguita y tiró hacia arriba enterrándomela en la cola y haciendo que los labios de mi conchita se separaran para darle lugar. Todo mi cuerpo respondió con un estremecimiento de goce infinito; mi mano se había metido entre mis labios vulvares y apretaba para darme la sensación que le indicaba mi mente, la cual siguió mostrándome imágenes como la del chico que estaba a mi lado, de unos 17 años, con los ojos salidos por la excitación que le provocaba hallarse prácticamente pegado a mí, ya que el amontonamiento era tal que cada empujón que recibía hacía que mi cuerpo rozara contra ese adolescente.

Lo miré a los ojos y vi su desesperación..., eso me calentó más, si esto era posible; en ese momento sentí las manos de mi amigo desconocido que se metieron por dentro de mi calzón y la presión que en mi conchita cedió. Me sentí un poco decepcionada porque la estaba disfrutando mucho, pero enseguida entendí sus intenciones cuando deslizó las braguitas con sus manos recorriéndolas sobre mis piernas hasta las rodillas, donde yo terminé de sacármelas con dos movimientos rápidos. Ahora era la cabeza de la pija de mi amigo que recorría todo lo largo de la hendidura de mi cola, pasando por mi culito, haciéndome dar un saltito de gusto y sorpresa, pero se siguió deslizando hasta llegar a bañarse en el mar de jugos en que se había convertido mi concha.

Por supuesto, en la cama eran mis dedos los que recorrían en toda su longitud mi conchita y seguía hasta sentir mi culito bañado también por mis jugos; mi mente ordenó que esa hermosa verga buscara perderse entre mis piernas, cosa que facilité separándolas un poco. Una vez que la vi salir por delante mío con mi mano la subí todo lo que pude y cerré las piernas para atraparla y dedicarme a sentir, disfrutar, grabar en mi memoria ese delicioso roce del miembro que al bañarse con mis jugos hacía que se deslizara suavemente, sintiendo cada pliegue de su piel llena de venas que acariciaban mi clítoris, los labios de la conchita y mis piernas cada vez que entraba y salía.

Mi desesperación era tal que quería más. Miré a mi lado al chico, que tenía gotas de sudor recorriéndole la cara, y sin dudarlo, sintiéndome dueña de todo aquello que me diera placer tomé su falo sobre el pantalón justo en el momento en que mi amigo me empujaba con fuerza y me aplastaba contra la señora gorda que tenía delante. ¡Síii, quería eso, eso y mucho más! Yo empujaba hacia atrás intentando acoplarme al ritmo de él mientras mi mano ya había desprendido el pantalón del muchacho y buscaba sentir el calor de esa pija en mi mano; cuando logré despojarla de todas sus ropas empecé a pajearla frenéticamente y sintiendo en cada movimiento su dureza, calor y excitación.

Totalmente decidida separé las piernas y con mi otra mano tomé el pene y lo dirigí al umbral de mi vagina... Él entendió lo que quería y agachándose un poco facilitó que el glande se deslizara dentro mío..., mi boca se abrió en un ahogo, en un espasmo que contrajo mis músculos vaginales para evitar que saliera ese pedazo de carne.

Mientras mi túnel de placer oprimía desesperadamente esa pija, mi mano apretaba con fuerza el miembro del chico que de pronto tuve a mi lado, y mi cuerpo se convulsionaba en un orgasmo irresistible haciéndome sentir esa sensación que jamás pensé que el cuerpo de una mujer pudiera experimentar.

Sacudía mis caderas para enterrármela toda, cada convulsión hacía que mi cuerpo suplicara que ese monstruo enloquecedor se enterrara hasta el fondo... En tanto mi compañero de viaje bombeaba con desesperación, mi mano había vuelto a la frenética paja que le hacía al chico que ahora, en la realidad, se encontraba a mi lado.

Mi cuerpo completamente transpirado se retorcía mientras otra de mis manos apretaba mi clítoris, casi rasgando mi piel, provocándome un dolorcito tan disfrutable como cada uno de los espasmos de aquel interminable orgasmo que mi cuerpo agradecía dejando correr un par de lágrimas por mi rostro, lágrimas de puro placer con las que mi cuerpo confirmaba el goce que estaba sintiendo.

Con dos dedos todavía enterrados en mi concha me sentí la más puta, la más descarada y feliz puta que haya existido..., agitada buscaba meter en mis pulmones todo el aire que me era posible mientras una sensación relajada me empezaba a invadir. Mis ojos empezaron a abrirse y lo vieron..., mi cuerpo volvió a tensarse en un salto, intentando cubrirme como podía pero sabiendo que era inútil.

Mi boca no podía articular palabra y vi a mi hermano parado frente a mí totalmente excitado, mostrando en sus pantalones cortos la dureza de su pija, quien me dijo:

-¡Increíble, hermanita!, ¡eso fue increíble…!