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Juegos perversos (1: follada por todos)

en Orgías

JUEGOS PERVERSOS1 (Follada por todos)

Azótame – le supliqué mostrándole mi culito indecentemente.

Estaba hincada de rodillas sobre el sofá, con los brazos apoyados en el respaldo, completamente desnuda, igual que él.

Venga, no tengas miedo y azótame, quiero sentirme tu puta – imploré de nuevo.

Él pareció dudar, pero era evidente que ese juego le excitaba. Su sexo estaba más erguido que nunca. Levantó su mano y la dejó caer sobre mi nalga desnuda con fuerza. Uno, dos, tres golpes que me estremecieron.

¿Quieres sentirte mi puta, eh? – Me preguntó pegando su boca a mi oído.

Sí – musité excitada.

Bien, pues ven aquí – me cogió del brazo y me llevó hasta el armario del recibidor donde guardo el abrigo.

Sacó la gabardina gris y me ordenó:

Vamos, póntela, porque hoy vas a ser mi putita.

Le obedecí sintiéndome la mujer más feliz del mundo, ya que por fin había conseguido de él la reacción que esperaba. Él se puso los pantalones y la camisa y con la misma brusquedad que había utilizado para llevarme hasta el recibidor me hizo salir de casa. Bajamos al aparcamiento y me hizo subir al coche. Me sentí extraña y excitada al notar la fría tela de la gabardina sobre mi piel desnuda. Antes de arrancar el coche me desabrochó la gabardina y dejó al descubierto mi cuerpo desnudo diciendo:

Vas a enseñar la mercancía como una buena putita.

Yo ni me inmuté. Lo que empezó siendo mi juego ahora era el suyo y debía obedecerle. Indudablemente a medida que el coche avanzaba por la calle la gente me miraba, sobre todo cuando nos parabamos en los semáforos, momento que, además, Marcos aprovechaba para meterme mano, adentrando sus dedos en mi entrepierna y hurgando en mi húmedo sexo. Saber que me observaban mientras Marcos estaba haciendo eso, aún me excitaba más y sé que a él también le excitaba, el bulto de su pantalón era ya demasiado evidente para no darse cuenta de eso.

Llegamos frente a un edificio de oficinas y Marcos aparcó. Me hizo bajar del coche y cuando hice ademán de abrocharme la gabardina dijo:

No, déjala desabrochada, que vean la buena hembra que tengo como putita.

Entramos en el edificio y al pasar por delante de la garita de agente de seguridad este se me quedó mirando. Marcos lo saludó.

Buenas noches Pedro.

Nos dirigimos al ascensor y una vez las puertas de este se han cerraron Marcos me abrazó, acarició todo mi cuerpo con sus manos, me besó el cuello con furia y los labios con la misma pasión. Yo estaba más excitada de lo que nunca había estado, mi respiración iba a mil por hora y sólo deseaba llegar allá donde ibamos para descubrir que sorpresa me tenia preparada Marcos. El ascensor se detuvo en el séptimo piso y salimos. Recorrimos varios pasillos de lo que parecia ser una gran oficina y finalmente entramos en uno de los despachos. En él había una mesa de despacho en el centro con su correspondiente teléfono, algunas carpetas de cartulina, un cubo con lápices y bolígrafos y un ordenador en la parte derecha de esta. Había también un sillón y dos sillas, que Marcos aparta a un lado.

Ven aquí, putita – Volvió a ordenarme, haciéndome poner frente a la mesa en el lugar donde estaban las dos sillas.

Él dió la vuelta a la mesa y se sentó en el sillón. Cogió el teléfono y marcó un número. Al cabo de unos segundos dijo:

La mercancía está lista para ser usada – seguidamente colgó.

Se puso en pie y se acercó a mí, me quitó la gabardina tirándola sobre una de las sillas y me dijo:

Ahora van a venir unos amigos míos para follarte. Tú te comportaras como la puta que quieres ser, mi puta y dejarás que te follen por todos los agujeros y sin rechistar. ¿De acuerdo, putita?

Afirmé con la cabeza.

Bien, dóblate sobre la mesa – me ordenó.

Obedecí sintiendo como mi sexo se humedecía al pensar lo que iba a suceder en unos minutos. Sentir la fria madera de la mesa me excitó aún más, abrí las piernas y sentí como Marcos acariciaba mi sexo comprobando la humedad.

¡Qué puta eres!, te excitas con sólo pensarlo, ¿verdad? – Me preguntó.

Sí – afirmé.

Bien, eso me gusta, una buena puta tiene que excitarse cuando sabe que la van a follar varios tíos.

Entonces sacó su mano de mi húmedo sexo y situándose justo detrás de mí, me puso una venda sobre los ojos. Aquello aún subió más la temperatura de mi cuerpo; saber que iba a ser follada por varios hombres sin verles la cara me ponía a mil.

Repentinamente llamaron a la puerta y oí que Marcos se dirigía a ella.

Ya estamos aquí – dijo la voz jovial del primero que entró – Vaya, vaya, que buena putita has encontrado.

Sí, y lista ya para la acción.

Oí los pasos de varios hombres, pero no pude apreciar cuantos serían. Enseguida sentí una mano acariciando mi sexo, lo que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera.

Bien, la putita ya está excitada – dijo la voz jovial.

Ya os he dicho que estaba lisa para la acción – dijo Marcos que supuse estaba sentado en el sillón que había enfrente de mí, ya que su voz pareció venir de ese lugar.

Los demás no decían nada, y yo sólo oía movimiento de ropas en el despacho. Oí una cremallera bajarse y enseguida sentí un duro trozo de carne intentando entrar en mi vagina.

Bueno, putita, vamos a ver que tal follas – me dijo la jovial voz y de un solo empujón metió su verga hasta el fondo.

Gemí al sentir como entraba y esperé a que empezará a empujar. Sus manos se posaron en mis caderas e inmediatamente comenzó el vaivén. No me importaba que todo fuera tan rápido, ya que estaba muy excitada, y lo único que deseaba era sentirme la puta de todos aquellos hombres, pero sobre todo la puta de Marcos.

El chico empujaba cada vez con más fuerza y más velozmente, mientras sus manos se aferraban con fuerza a mis caderas. Sentí entonces otro trozo de carne caliente sobre mis labios, sin duda era la polla de otro de ellos.

Vamos, putita, a ver que tal mamas – oí que me decía una voz muy seria.

Abrí la boca y dejé que el hombre la introdujera. Comencé a chupar, mientras el otro hombre seguía empujando, metiendo y sacando su pene una y otra vez, hasta que sentí como se hinchaba y descargaba toda su leche en mi interior. Se apartó de mí y yo seguí lamiendo la verga que tenía en la boca, masajeando los huevos con delicadeza.

Sentí una mano sobre mi nalga y unos dedos que acariciaron la raja de mi culo. Una voz diferente a la anterior dijo:

¿Y este agujerito, que tal?

Muy estrecho, pruébalo – adujo Marcos desde su silla.

Esperé expectante, mientras seguía lamiendo y chupando la verga que tenía en la boca. El hombre que me la metía, había enredado sus manos en mi pelo y tiraba de él. Aún así, yo estaba como loca, disfrutando más de lo que jamás hubiera podido imaginar.

¡Te lo pasas bien, eh, putita! – Dijo Marcos, yo ni siquiera podía contestar, estaba muy entretenida sintiendo como aquellos hombres me proporcionaban placer.

El que estaba detrás de mí, masajeaba el agujero de mi ano con delicadeza, luego lo lamió, introdujo la lengua y seguidamente uno de sus dedos, hasta que consideró que mi ano estaba suficientemente relajado. Entonces acercó su polla, apretó con cuidado y consiguió meter el glande. Muy despacio metió el resto de su aparato y cogiéndome de las caderas como había hecho su compañero empezó a empujar, primero despacio y luego más deprisa. El que tenía su pene metido en mi boca, empezó a correrse, sentí su semen llenando mi boca y traté de tragarlo todo, hasta que ya no salió ni una gota. La sacó de mi boca y supuse que se alejaba de mí. Entonces oí otra voz que decía:

Bueno, ¿y a mí cuando me toca?

Tienes su boquita libre, dale por ahí – dijo el de la voz jovial.

No, yo prefiero su coñito.

El que me estaba follando el culo le dijo:

Pues espera, que me siento y se la metes.

Realmente me sentía como una puta ante un grupo de hombres que parecían rifarse mis agujeros. Y el hecho de saber que Marcos estaba allí observándolo todo y poniéndose como una moto aún me excitaba más, de mi garganta no paraban de salir gemidos de placer y deseo. Sin sacar su polla de mi culo, mi amante cogiéndome con fuerza por la cintura, me llevó con él hasta una de las sillas, se sentó en ella sin soltarme de modo que yo me quedé sentaba sobre su erecta verga y entonces le dijo al otro:

Anda, métesela y hagamos un bocadillo con esta preciosidad.

El otro no sé hizo esperar, enseguida sentí como me abría las piernas, acercaba su verga a mi vagina y muy despacio me penetraba. Era la primera vez que dos hombres me penetraban a la vez y aquella fue una sensación extraña y placentera a la vez. Podía sentir como ambas vergas se tocaban a través de la carne que las separaba. Los dos hombres empezaron a moverse despacio y acompasadamente, cuando uno la metía, el otro la sacaba y así alternativamente, produciéndome un montón de nuevas y maravillosas sensaciones. Sus manos acariciaban mi piel caliente y sus bocas besaban o mordían mi cuello. Yo estaba en el séptimo cielo, gozando como nunca. Llevaba ya un rato tratando de retrasar el orgasmo lo más posible, pero sentir aquellas dos pollas a la vez, hizo que venciera todas las barreras y empezara a correrme entre gritos y espasmos de verdadero éxtasis.

¡Guau, que buena putita nos has traído! – Exclamó el que me estaba dando por el culo, que empujaba cada vez con más fuerza.

No tardaron mucho en correrse ellos, también, llenándome ambos agujeros con su caliente semen. Tras eso, se separaron de mí y me dejaron sentada en la silla, exhausta. Oí ruido de ropas moviéndose y supuse que estaban vistiéndose y entonces el de la voz jovial le dijo a Marcos:

Muy buena putita, aquí tienes lo convenido.

Supuse que "lo convenido" era el dinero que pagaban por mis servicios, que probablemente había dejado sobre la mesa. Seguidamente oí sus pasos dirigiéndose hacía la puerta y como esta se cerraba.

Bien, te has comportado como una auténtica puta y has disfrutado de lo lindo – dijo Marcos quitándome la venda de los ojos – pero como comprenderás aún te queda un último servicio por hacer, ya que después de ver como te follaban esos cuatro tíos no me voy a quedar con las ganas – añadió, tirando de mi pelo y acercando su boca a la mía para darme el más salvaje de los besos.

Se notaba que realmente tenía ganas de mí, ya que su miembro, que asomaba por la cremallera del pantalón, estaba más erecto de lo que jamás antes hubiera estado, sus mejillas estaban rojas de deseo y su ojos brillaban como soles; estaba claro que mientras aquellos hombres se habían dedicado a follarme, él había estado masturbándose.

Me cogió en brazos y me llevó hasta la sala contigua, era una pequeña sala de reuniones, donde había una gran mesa redonda en el centro con unas diez o doce sillas y un sofá grande a un lado. Me depositó sobre él y muy amorosamente cubrió de besos cada centímetro de mi piel. Se entretuvo un buen rato en lamer y amasar mis senos, produciéndome un agradable placer. Luego se despojó de sus ropas mostrándome su hermoso y musculado cuerpo. Una vez desnudo, siguió besando mi cuerpo y sentí como su lengua se introducía entre mis piernas, que abrió con delicadeza.

Déjame probar el manjar que esos hombres han depositado en ti – susurró. Me excitó ver que el olor de otros hombres le excitaba y gemí.

Su lengua comenzó a lamer mis labios vaginales, primero con mucha calma y luego con desesperación. Continuó hacía mi sexo y adentró su lengua en mi vulva, la introdujo relamiendo cada rincón y haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera, luego continuó hasta mi ano donde también introdujo su lengua tratando de saborear la esencia de mis amantes. Cuando me tuvo en un estado de total excitación me ordenó:

Anda, ponte en cuatro que voy a follarte como la perra que eres.

Aquellas palabras aún me encendieron más y obediente me puse en cuatro sobre el sofá. Él se situó detrás de mí, guió su sexo hasta el mío y primero jugueteó con él restregándolo por todos mis agujeros, desde mi vulva a mi ano y de mi ano a mi vulva. Yo estaba enloquecida, sólo deseaba ser penetrada nuevamente por aquella verga, pero Marcos me conocía bien y sabía que debía retrasarlo lo más posible o me correría sin remedio nada más ser penetrada.

Hasta que finalmente, Marcos cedió y puso la punta de su verga en la entrada de mi vulva. Y sin más contemplaciones me penetró con brusquedad.

¡Ay! – Gemí al sentir como su pene entraba en mí.

Marcos me dio un par de fuertes nalgadas sobre mi culo y añadió:

Ahora si eres mi puta y te voy a follar como te mereces.

Jamás había visto a Marcos tan excitado y enloquecido, pero me gustaba verle así, me excitaba más ese papel de hombre dominante que había tomado en aquel perverso juego.

Sentí su mano recorrer mi espalda desde el coxis hasta mi nuca y perderse por mi pelo, en el cual enredó sus dedos y tiró de él diciéndome:

Te ha gustado que te follaran esos cuatro sementales ¿verdad?

Sí – respondí con voz excitada.

Él seguía empujando contra mí, cada vez con más fuerza y rapidez.

Y te pone a mil que te folle yo ahora, ¿verdad?

¡Ah, sí! – Exclamé.

Pues vas a tener polla hasta que te canses.

Soltó mi pelo y siguió arremetiendo sin descanso, hasta que sentí que su verga empezaba hincharse dentro de mí, entonces, la sacó y volvió a restregarla durante algunos segundos por mi húmedo sexo. Acercó, seguidamente, su glande a mi ano y muy despacio lo metió.

Ahora voy a follarte ese culito tan apretado como ha hecho mi amigo ¿te ha gustado, eh, putita? Te ha encantado que te follaran los dos a la vez, ¿verdad?

Sí, ha sido una de las mejores experiencias de mi vida – le contesté.

Ya lo he visto en tu cara de felicidad, en esos labios que han besado otras bocas y han comido otra polla. ¡Qué puta eres!

Y tenía razón, era una puta y así me sentía, había sido follada por cuatro desconocidos y había disfrutado como nunca en mi vida así que Marcos tenía razón, era una puta feliz y excitada, que en una noche iba a ser follada por cinco hombres diferentes.

Marcos empezó a arremeter contra mi culo, primero despacio y luego aumentando el ritmo poco a poco. Se recostó sobre mi espalda y dirigió sus manos a mis senos que los manoseó y sobó a su antojo, apretándolos con fuerza, estaba a punto de correrse al igual que yo y cada vez empujaba con más fuerza, hasta que alcancé el orgasmos, entonces sacó su verga de mí, me hizo poner de rodillas ante él, mientras se la meneaba y finalmente eyaculó sobre mi cara y mis senos. Yo lamí y traté de retener en mi boca la mayor parte de semen de mi amante. Cuando ambos terminamos de estremecernos nos quedamos sentados en aquel sofá un rato, abrazados. Hasta que Marcos miró el reloj.

Bien, putita, es hora de volver a casa, el juego a terminado por hoy, veremos que idea se me ocurre para la próxima.

Me levanté del sofá y me dirigí al despacho. Marcos me siguió. Estaba llena de semen y de mis propios jugos que resbalaban por mis piernas, necesitaba una ducha, pero sabía que verme así excitaba a Marcos, por eso caminé contoneando mis caderas para él.

Nena, no hagas eso que me pones a mil.

Tú has sido perverso conmigo, ahora yo lo soy contigo – puntualicé con una sonrisa cínica.

Una vez en el despacho, Marcos recogió la gabardina y me la puso y me la abrochó como si yo fuera una niña. Luego acercó su boca a la mía y me besó dulcemente. No nos hacía falta nada más. Bajamos hasta el aparcamiento y al pasar por la recepción Marcos se despidió del agente de seguridad, preguntándole:

¿Ha sido bueno el espectáculo?

Maravilloso, señor – respondió este; al oír aquello no pude evitar imaginármelo haciéndose una paja mientras observaba a través de las cámaras de vigilancia como era follada por aquellos cinco sementales.

Una perversa sonrisa se dibujó en mi cara y la de Marcos. Definitivamente, soy una puta.

Mujer Sensual. 26 de mayo de 2007

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