miprimita.com

Vine a estudiar a Buenos Aires

en Transexuales

Vine a Buenos Aires a estudiar. Mis padres me instalaron en una pensión, que era una especie de hostel de estudiantes del interior. Una casa de dos plantas, antigua remodelada, para ese fin. Una cocina, un living y cuatro cuartos; dos individuales, una era mía, bastante amplios, uno de dos y el grande para cuatro personas. Llegué a fines de febrero y estaba bastante vacía. Solo estaba ocupada, la habitación de dos personas por dos muchachos a los que apenas había visto ya que no concordaban nuestros horarios.

Mi primer sábado empezaron mis problemas. Me había quedado sin nada que cenar y menos para el domingo, n sabía hasta cuando me iban a durar los pocos pesos que me habían dado mis padres, así que me estaba manteniendo a fideos y arroz… pero se me habían acabado así que antes que cierre el almacén me fui a comprar algo para cenar y tener par el fin de semana. No iba a salir, no conocía a nadie, así que me vestí y gané la calle. Tuve la sensación de que atrás mío había salido alguien del albergue pero no estaba seguro, ni me importaba demasiado. El local quedaba a una cuadra de distancia y caminé con cierta prisa para no encontrarlo cerrado. La cortina estaba baja pero una pequeña puerta todavía estaba abierta. Otra vez sentí que alguien estaba detrás de mí.

El almacenero, me miró con mala cara pero me iba a atender. Le pedí un paquete de salchichas, uno de fideos y otros enceres… Cuando me estaba por cobrar, aparecí un tipo con pasa montañas que me empujó y le dijo al vendedor que le diera todo el dinero, mientras agarraba un par de cervezas del refrigerador.

No tengo casi nada

No te hagas el pobre y dame todo.

Yo estaba contra la pared observando todo como si fuera invisible, el hombre le dio un poco de dinero, que le pareció poco al ladrón y por eso tomo algo más de mercadería. Afuera había otro que fue tomando las botellas y lo ayudó a escapar.

No se muevan porque sino lo voy a matar… - Dijo antes de irse. Y desapareció como había aparecido…

Yo seguía petrificado, no sabía que hacer… hasta que el almacenero se acercó hasta mi y me zarandeó.

¿Vos sos cómplice de esos ladrones? – me dijo enfadado

¿Yo? ¿Cómplice? No conozco a nadie en esta ciudad.

¿Y por qué a vos no te robaron?

No tenía respuestas para esa pregunta y a mí también me hizo pensar. Levanté mis hombros, como diciendo: ni idea.

De mala gana me dio la mercadería y le pagué. Me fui temblando hasta la pensión. Al abrir la puerta me fui a la cocina y allí me encontré con los otros habitantes bebiendo cerveza en la mesa del comedor. Les di las buenas noches y ellos respondieron a coro y se rieron.

Me puse a preparar mi cena, cuando estaba en ello,..

Hola Yo soy Mauricio, de la habitación tres y el es Santiago.

Hola, yo soy Antonio,

¿Querés tomar un vaso de cerveza con nosotros?

Estoy preparándome algo para cenar…

Dale eso lo puede esperar… pero la cerveza no espera.

Bueno. – Apagué la hornalla y me acerqué a la mesa con un vaso. Me sirvieron y se quedaron mirándome, con una sonrisa cómplice.

Yo me bebí casi de un trago el vaso, sin decir nada. Estaba incomodo y se me ocurrió contar lo del asalto, para romper el hielo y que ellos contaran algo también.

Mientras yo hablaba ellos se miraban y se reían como si yo estuviera contado algo gracioso… pero lo que pasaba era que ellos pensaban que yo me había dado cuenta. ¿Dado cuenta de qué? Está vez habló Santiago que parecía mas grande.

Mirá, cuando pases algo así es mejor ni meterse, estuviste muy bien.

Seguía sin entender bien que pasaba, qué me quería decir.

Parece que vamos a ser buenos amigos. – agregó Mauricio entre carcajadas.

Cómo no me había dado cuenta, ellos eran los maleantes. Terminamos la segunda botella y así que en cuanto pude volví a la cocina y me apuré en preparar mi cena para irme al cuarto y cerrar la puerta con llave.

Quedé muy impresionado, yo era un poco cómplice de estos dos tipos. Me sentía muy mal. Si bien no los iba a denunciar, o sabía bien como actuar.

Trataba de evitar pasar por el almacén, pero no tenía muchas posibilidades de no pasar y menos de no comprarle, era el único comercio cercano a mi lugar. Un medio día, dos o tres días después tuve que volver ya comprar y como sabía que yo no tenía nada que ver con esos ladrones entré como si fuera la primera vez. Pero para el almacenero, no le pasó lo mismo.

Tengo algo esta vez para tus amigos. – Me dijo amenazándome y agregó. – ¿Van a venir ahora?

Yo no tuve nada que ver, se lo juro.

¿Y entonces que querés?

Vine a comprar algunas cosas que necesito…- Me atendió de mala gana, pero lo hizo bien, le pagué y…

Disculpame, no quería acusarte, es que ya van tercera vez y estoy arto.

Lo entiendo.

Te traté mal, debo remediarlo si querés dentro de media hora cierro y nos tomamos algo… ¿te parece?

Bueno, no sé…

Sería la forma de disculparme con vos. – pensé que también era la forma de salir de sus acusaciones y sería una buena oportunidad de mostrarle que yo no era cómplice de nadie.

Bueno, dejo esto en la pensión y vuelvo en media hora.

Volví a la media hora y estaba atendiendo a una mujer que no paraba de pedirle cosas y hablaba… -la despachó y cerró el local.

Marcos era alto, me sacaba media cabeza, de unos treinta y siete, quizás cuarenta años más o menos, vestía bien, era un tipo muy masculino y trabajador.

Es raro estar dentro de un almacén cerrado, me estaba haciendo amigo del mi mayor proveedor de alimentos… y eso era bueno quizás en el futuro me fiaba algo y eso me puso contento.

Mi nombre es Marcos – y me estiró su mano para saludarme y sellar nuestra nueva amistad.

Yo soy Antonio.

¿Qué querés tomar Anto…? ¿Cerveza, vino, Coca cola, otra cosa?

Lo que vos tomes. – sacó una botella de cerveza del mostrador que se notaba que estaba helada.

Pasamos a la parte de atrás que no estaba habilitada al público, un pasillo un deposito, un baño una habitación con una cama y la cocina. Parecía una casita aparte del almacén, con un lindo patio y bastante luminoso. Allí nos sentamos a una mesa y sirvió dos vasos de cerveza.

¿Hace mucho qué vivís aquí?

Acabo de llegar hace una semana, Soy de Santa Fe y me vine a estudiar diseño de indumentarias…

Mirá que bien Yo te voy a dar de comer y vos me vas a vestir… Dijo entre carcajadas y nos reímos los dos.

Sacó unas milanesas y las compartimos, Hacía como diez días que no comía carne… y estaban deliciosas.

¿Y vos vivís aquí?

Hace un par de meses, antes vivía en la provincia y solo venía aquí a trabajar pero al morir mi esposa…

Lo lamento

Decidí que no valía la pena tener do lugares y me ahorro el viaje… Yo también estoy solo en la ciudad. - Levantó el vaso y brindamos. Como dos parias que somos…

Charlamos un rato más y luego me dijo que dormiría una pequeña siesta, así que me despedí y lo dejé descansar en paz.

Estaba muy contento con lo que había pasado, me hizo sentir muy bien, muy tranqui hasta me olvidé de lo malo que había pasado y creo que la idea de que yo podía tener algo que ver con el asalto quedaron totalmente, diluidas.

Desde ese día pasaba por el almacén con cualquier excusa, me quedaba charlando con Marcos y me parecía que para él también era una alegría. No faltó la oportunidad para que me vuelva a invitar a comer, pero esta vez fue a cenar.

Podemos hacer una asado. – me dijo

Sería genial.

Quedamos para el sábado, ya que el domingo, teníamos libre.

Ese domingo llegué antes y me puse a preparar el fuego mientra el terminaba de atender y también lo ayudé para que pueda cerrar antes.

Sacó una botella de vino blanco bien frió y echó la carne en la parrilla caliente. El calor se hizo mayor con el calor de las brasas. A la hora ya nos habíamos tomado dos botellas y no habíamos probado bocado. Mientras él servía los platos, yo intenté ir al baño y me di cuenta que el alcohol había empezado a marearme…

Me parece que me pasé con ese vino.

No seas flojo, ¿Allá no toman?

Si, cerveza y mucha pero el vino… Es otra cosa.

Comimos mucho y muy bueno, era un experto parrillero. Pero yo no sabía como iba a hacer para volver a pararme… La cabeza me daba vueltas y me reía de todo. Después la charla se volvió más sería y me contó de la muerte de su esposa y de lo que estaba sufriendo… Que la decisión de venir a vivir aquí era un acierto y que recién ahora estaba pasando de la depresión. Yo lo escuchaba y no decía nada, ya que me pareció que debería dejarlo hablar.

Eran como las tres de la mañana, cuando levantamos la mesa. Pensar en caminar esa cuadra hasta mi casa era una verdadera tortura, así que acepté el café que me ofreció. Pensé que la cafeína me daría la energía como par encarar el regreso. Pero lo único que hizo fue hacerme un revoltijo en el estomago y posteriormente vomitar. Marcos me cuido y me ayudó en el mal momento, Me prestó una camisa para cambiarme y me recostó en su cama. Tuve mil pesadillas me desperté a las tres de la tarde y no sabía donde estaba, Marcos descansaba todavía a mi lado, Un brazo debajo de mi cabeza y el otro dejaba descansar su mano en mi muslo, con todo su cuerpo pegado al mío. Mi sudor y el suyo. Sentía su respiración en mi cuello. Una extraña sensación entre ternura y calentura me embargó. Sentí que después de lo que me había contado, de su soledad habría compartido su cama y su cuerpo buscaba lo que le faltaba. No tenía otras intensiones. No sabía si tratar de sacarlo de arriba mío para poder levantarme y no hacerlo sentir mal, o hacerme el dormido para que sea él el que se despierte primero y pudiera zafar de esa escena sin apenarse.

Decidí, por mis ganas de orinar, que me debía levantar. Me fui deslizando despacio para llegar a despegar su cuerpo y poderme mover mas libre.

Fui al baño, con el logro de que Marcos no se hubiera despertado. Me lavé la cara, olí mis axilas y me volví a la pieza para comprobar que él seguía durmiendo. Y si estrado a lo largo de la cama dormía como un niño. Me sentía muy agradecido a ese extraño que me había brindado su amistad y que me había cuidado en el momento que me sentí descompuesto.

Necesitaba un café urgente, me fui a la cocina a prepararlo. Mi ropa estaba en un balde con jabón en un rincón, me di cuenta que me había manchado todo. Preparé café para dos y se lo llevé a la cama, debía despertarlo para que me preste ropa y llegar a mi cuarto en la pensión.

Se despertó agradecido.

Muchas gracias Anto… ¿Sabés? Hace como dos años que nadie me despierta con un café en la cama.

Gracias a vos y disculpame por lo de anoche. No sé si fue el calor, le vino…

No tenés porque disculparte de nada.

Voy a necesitar ropa para irme. ¿Me podés prestar algo?

Lo pensó antes de contestar, se puso serio, algo melancólico más bien.

Si creo que tengo algo que te quede…

Terminó de tomar el café y luego de un poco de charla se levantó fue al baño. Al volver abrió un armario con una llave que tenía y eso me llamó la atención.

¿Te querés dar un baño? - Me preguntó

No… no te quiero molestar. Además me puedo bañar en la pensión.

Se quedó pensando mirando el interior del armario, eligiendo algo de mi talle supongo… nada de su ropa sería de mi talle.

Creo que esto te quedará bien… pero antes date un baño. No seas sucio que esta ropa está limpia.

Bueno

La toalla que está colgada está sin usar. Dentro de la bañadera hay todo lo necesario para el baño. – me dijo con vos temblorosa

OK. Gracias. – no quise contradecirlo, era muy amable conmigo y la verdad es que me sentía sucio.

Cuando me iba al baño me di cuenta que el seguía mirando dentro del armario, desde que lo abrió, no me dirigió la mirada.

Disfruté de una buena ducha salía con buena presión. En el botiquín encontré mucho maquillajes, rouges y esmaltes para las uñas, busqué pasta dentífrica y me lavé los dientes con el dedo. Marcos golpeo la puerta del baño y me dijo:

Anto, te dejé la ropa sobre la cama cambiate allí, mientras yo arreglo algunas cosas.

Gracias, así lo haré.

Con la toalla en la cintura fui hasta su cuarto, la cama estaba perfectamente hecha y varias prendas sobre ella. Una remera blanca de algodón, que me quedaba apretada pero me quedaba. Una bombacha blanca también de algodón y un jeans. Era seguro que esa ropa era de su mujer…Por eso le costó tanto sacarla y me pidió que me bañara. Sin decir nada me vestí. La bombacha me era un poco incómoda, pero cuando me puse el jeans elasticado no me importó ya que este se me metía entre los glúteos… Me sentía excitado, pero no lo podía asumir. Sentía que esos pantalones, que esa bombacha me habían convertido en una mujer… pero eso lo supe después.

Cuando me vio, se le cayeron lágrimas de los dos ojos. . No supe hacer otra cosa que abrazarlo y así nos quedamos por unos minutos. El lloraba y yo lo sostenía como podía. Sus brazos me estrujaban y sus manos se paseaban por mi espalda.

¿Qué hago? - Le pregunté,

- No digas nada, no hables y dejame abrazarte fuerte.

Él solo tenía el calzoncillo puesto. Me quedé en silencio, dejándome abrazar, dejándome acariciar, Sintiendo su fuerza, su ternura. Mis manos en su espalda, su piel en mi piel. Su boca buscó la mía y sin saber porque, nos besamos. Un beso suave, profundo, intenso… Yo nunca había besado a una mujer así. Nunca había sentido ese shock de inmensidad, que estaba sintiendo en ese momento. Nuestras bocas se separaron y se volvieron a buscar varias veces todas las veces, Su mano se posó en mi cola y la manoseo a gusto y yo lo agradecía, moviéndolo, gozando de su mano. Esta vez fue mi boca la que encontró la suya y el beso fue de pasión. Su lengua me penetraba y me recorría cada espacio de mi boca. Me inclinó y me alzó. Me recostó en la cama. Con brutalidad y esfuerzo, logró sacarme el jeans. Me besaba me tocaba, me pasaba su pene por todo el cuerpo, aunque todavía tenía puesto el calzón. Y yo me dejaba, estaba gozando de todo eso… Ni me pregunté ¿qué es lo que estaba haciendo? Lo iba descubriendo a cada instante. Mis manos buscaron su pija y la acariciaron por fuera sintiendo el calor sobre la tela… la descubría bajándole apenas la tela y la piel caliente, la cabeza brillante, húmeda de su verga… Estaba parada, dura ardiente. Mi nariz buscó olerla y la olí toda desde sus bolas hasta el ojito de su cabeza… mi lengua lo lamió desde su base hasta jugar con su orificio… Hizo un movimiento fuete y me la metió en la boca… me la fui metiendo de apoco y mientras lo oía gemir de placer. Era enorme me no me cabía dentro de la boca… el se movía como cogiéndome… pero yo sentía que me ahogaba, que volvería a vomitar. Su sabia brotó en mi garganta y siguió vertiendo lava en mi boca. Me sentía orgulloso de haberlo hecho acabar en mi boca.

Marcos cayó rendido a mi lado. Su respiración agitada me asustó. Puse mi mano en su pecho y su corazón latía a mil. Suspiró y me dijo: Disculpame. Sonreí y le acaricie los pelos del pecho.

Todavía brillaba el sol… Y no sabía si irme o quedarme. Mañana tenía facultad a las nueve pero no tenía mucho que hacer ¿Si me iba se acabaría todo? ¿Si me quedaba se pudriría todo? No lo sé Tenía un hombre recostado a mi lado, desnudo. Yo estaba medio vestido con bombacha, una remera, un pantalón elasticado, a los pies de la cama…

Estaba yo en mis pensamientos cuando Escucho.

¿Estás bien?

Si.

No quise, nunca hice esto. Hace dos años que no…

No digas nada

Es que te vi, su ropa, yo que sé

Te entiendo… Yo tampoco nunca hice esto.

Un silencio grave se estableció. Muchas preguntas sin respuestas… él también las tendría.

¿Te puedo hacer una pregunta? –habló si mirarme… todavía no me miraba desde que se puso a llorar antes de mi abrazo. Antes de todo.

Preguntá. – le dije

¿Te gustó? Te lo pregunto porque a mi si. – lo dijo con tono pícaro e ingenuo

Yo no contesté… no porque no supiera sino porque me daba vergüenza.

Yo no voy a decir nada, a nadie. Te lo juro.

Si. – dije entre dientes

¿Si, te gustó o si que no se lo diga a nadie?

Si… me gustó… tengo miedo

¿Miedo de qué?

No sé, de todo… De qué, no sé… no esperaba algo así. No estoy preparado para todo esto.- Yo vacilaba y el se incorporó dejando su cuerpo a mi vista y me besó en los labios.

No tenés porque hacer eso. - le dije con estupor y entonces él se abalanzó sobre mi y me dio mil besos. Y yo me deje

Me puso de espaldas y me beso la cola, su mano jugaba por debajo de la bombacha y cada vez que rozaba mi ano, me estremecía. Sentía como me latía. Corrió el elástico del costado y dejó caer algo de su baba entre los cantos de mi cola. Con el dedo guió el liquido hasta mi ano y me lo fue dilatando… yo me dejaba y él se excitaba, viendo su dedo entrar dentro mío.

¿Te gusta Anto?

Si – entonces sacó el dedo de mi culo y

¿Querés chuparme el dedo? Y me lo puso a un centímetro de la boca.

Lo olí, no sé a que sabía, no era a caca, así que abrí la boca y el me lo introdujo en la boca. Lo chupé como antes lo había hecho con su verga. Lo sacó y metió dos dedos en mi boca como buscando saliva. Luego con los dos dedos empapados los llevó a mi ano me volvió a penetrar esta vez con los dos dedos. Jugueteó con ellos metiéndolos y sacándolos y moviéndolos dentro hasta que consideró que estaba bien dilatado. Su pene se había levantado pero no lo suficiente. Así que se puso sobre mi pero al revés y me empezó a lamer el culo con su lengua yo me metí su falo en la boca… sabía que no debía hacerlo acabar pero si que se pusiera bien al palo. Marcos me lo chupaba y metía sus dedos era mucho placer… Yo estaba a punto de acabar. No sé si se dio cuenta o fue casualidad pero se volvió a acomodar. Se paró y me hizo ponerme en cuatro al borde de la cama y perfilo su verga hasta apoyarla en la boca de mi culo.

¿La querés?

Despacio

Hizo un pequeño movimiento y me partió en dos. Gemí, me quejé

¿Te duele?

No dije nada y el lo tomó como un no, ya que volvió a presionar. Di un pequeño grito y el aprovechó par meterla un poco mas.

Se quedó quieto hasta que notó que yo me relajaba y volvió a entrar.

Ya está lo más difícil. La cabeza ya entró…

Pensé que sería cierto… pero volvió a hacer fuerza y sentía como entraba y me quebraba por dentro… no paró hasta que hizo tope en mis glúteos.

Ya está, ya está toda dentro… es precioso… ¿estás bien?

Me duele

Aflojate…

No puedo… perdoname

Haceme caso Anto, aflojate.

No le contesté y el empezó a moverse, despacio, apenas la sacaba… la sentía muy a dentro… hasta que su ritmo y su profundidad se fue intensificando… Cada vez que entraba sentía que en un punto me daba mucho placer. Ya me estaba dando duro cuando sentí que me corría sin parar como nunca. Me ensartaba y me hacía correrme más y más. Sentir su néctar invadir mi cuerpo por dentro y sus reprimidos gritos, hasta doblarse sobre mi.

Me ardía el culo cuando lo sacó. Sentía un gran alivio por un lado y un tremendo dolor a la vez. Creo que hubiera preferido que la deje dentro… Sentía como todo mi esfínter se volvía a acomodar sin lograrlo nunca. Para colmo empecé a sentir su semen que bajaba, como una catarata, por mi pierna.

Marcos me volvió a acomodar el elástico de la bombacha mientras veía como se humedecía de leche. Me dio una palmada fuerte en el cachete de mi cola y se tendió a descansar.

¡Qué bueno! - Dijo de repente de la nada.

Parece que te gustó.

Fue increíble. – dos veces aspiró como para empezar una frase pero se callaba. Hasta que parece que se animó y dijo – Hay dos cosas que te quiero decir.- Y volvió a poner misterio y suspenso en la frase… - Va, no sé si son dos o tres o cuantas. - No se animaba a seguir adelante. Pasaron varios minutos.

¿Qué es lo que me querés decir? ¿Qué no me querés ver nunca más? ¿Qué querés que me vaya ya? – no me contestó de inmediato sino que me hizo sufrir un poco mas.

Es que me cuesta hablar de esto.

No hables entonces.

Me levanté y fui al baño… me senté en el bidet y lo abrí en agua fría me alivio. La bombacha estaba empapada de su semen y del mío. Pensé en vestirme e irme. Odiaba tener que esperar a que me abra, que vaya a abrirme… No lo quería ni mirar. Así que me sequé y puse un poco de algodón par no manchar el pantalón. Fui a la pieza, busque a tientas el pantalón me lo puse… Y le pedí que me abriera, que me iba. El se calzó el calzoncillo, un short y fue para el local. Ya era casi de noche pero se veía. A un costado había una puerta común, no la vidriera, la abrió y me dejó el lugar para pasar. Le dije que pasado mañana le devolvería la ropa limpia y él no dijo nada. Salí sin saludarlo y me fui caminado despacio a mi habitación de la pensión.

Me vi reflejado en la vidriera de un edificio y me sorprendí. Era una mujer, mi cuerpo era de una mujer. Entré en la casa sin querer que me vieran Los muchachos estaba mirando un partido por televisión. Pensé que ni me prestaron atención… pero antes de cerrar la puerta de mi cuarto escuche un silbido característico, que se les hacen a las chicas lindas, por la calle.

Me dormí sintiendo su aroma, con la ropa con la que habíamos hecho el amor. Todo, mis manos, mi pelo, la remera la bombacha olían a sexo.

¿Por qué había hecho eso? ¿Yo era puto? Si nunca había mirado a un hombre con deseo. ¿Qué me estaba pasando? Cuando me puse esa bombacha me trastorné, Sentir la ropa sobre la piel me puse como loco. Con mil preguntas y ninguna respuesta me dormí

A la mañana me saqué la bombacha, Olía a sexo. Dejé la remera y la bombacha en remojo y me vestí de hombre comos siempre y me fui a la facultad. No podía concentrarme en nada. Solo se me venían las imágenes de la casa de Marcos y de todo lo que había pasado. Me encerré en el cuarto a la tarde. Enjuagué y colgué la ropa que me dio Marcos, para que ese secara, examiné el pantalón por si estaba manchado, lo doblé para devolverla al otro día.

Los martes no tengo que ir a la facultad me puse a estudiar por la mañana y calculé la hora para ir a devolver la ropa antes de que cerrara al medio día.

Cuando entré en el almacén Marcos estaba cobrando le a un cliente sin decir nada abrí el bolso y le extendí la ropa.

Esperame un segundo, cierro ¿si?

No contesté, no hice nada.

Lo vi bajando la cortina pasó por delante de mí y luego se perdió en la parte de atrás. Tardó unos minutos en volver con una bolsa grande que parecía que tenía muchas mas cosas que mi ropa.

Estiré mi brazo con la ropa limpia que me había dado y él me dio la bolsa.

Gracias – Le dije en seco sin querer agregar nada que me haga salir la rabia que sentía.

No es nada… -

Aquí hay más que mi ropa.

Si, es un obsequio, para que me perdones por lo mal que estuve el domingo.

Bueno gracias. – y me di vuelta – ¿Me podés abrir?

¿No vas a abrir la bolsa? ¿no vas a ver mi regalo?

No sé si te voy a perdonar

¡Dale Anto! Vamos al patio y hablamos ¿si?

¿Ahora tenés ganas de hablar?

No, tengo ganas de otra cosa… pero primero tenemos que aclarar algo.

Bajé la mirada y hice una mueca como asintiendo. Mauricio, Me hizo pasar y nos sentamos en el patio. Trajo una cerveza y bebimos sin hablar, hasta que tomó valor y empezó a hablar

Bueno… Lo que quería decirte es que yo no quiero… tocarte o que me… ¿Se entiende?

No, no se entiende. – dije ofendida.

Que yo soy machito y que haya pasado lo que pasó. Te daría la posibilidad de que vos me hagas lo mismo a mí. – Estaba inquieto, no me podía mirar a los ojos.

Yo también soy machito… y no creo que lo que pasó me de o te de derecho a nada. Fue, pasó y listo. – pasaron unos segundos, como mil, en silencio y entonces agregué. – No te preocupes no va a volver a pasar.

¿Anto? ¿Antonella? No puedo dejar de pensar en el domingo.

¿Qué me querés decir con eso de Antonella? ¿En qué pensabas? ¿En que me habías roto el culo?

No puedo dejar de pensar en vos, como mujer.

¡Mauricio! ¿Estás loco?

No, no estoy loco. ¿A vos te pasó y no pensaste en nada de lo que hicimos? ¿No te preguntaste nada? ¿No te gustó? ¿No te pareció asqueroso? ¿No te…?

Si pensé y no, no me pareció asqueroso. Pero yo siempre estuve con mujeres. Me encantan las mujeres. No sé como lo hiciste.

Bien, ves… a mi me pasó lo mismo. No pude dejar de pensar en vos… pero no en vos Antonio… no pude de pensar en esa mujer que te convertiste para mí. En Antonella.

Me quedé helado. No estaba en mis planes escuchar eso. Podía levantarme e irme. Pensé en darle una bofetada. Podía… pero no lo hice. Me quedé petrificado… mirándolo a los ojos, atónito. No contestaba mis preguntas pero me abría una puerta que no sé si quería atravesar.

Marcos bebió y ahora lo veía tranquilo. Dejó el vaso sobre la mesa y me pidió que abra la bolsa de mi ropa. Pero yo seguía inmóvil, tratando de procesar toda esa información, todas estas sensaciones que me hacían temblar.

Antonella, haceme este favor. Abrí el regalo que está en la bolsa.

Tomé la bolsa y saqué la ropa que había traído puesta el sábado a la noche que estaba limpia. Debajo una bolsa pequeña, muy coqueta, que no me animé a abrir y más abajo una caja de cartón. No quería seguir… estaba tan excitado… podía imaginar el contenido de ambos regalos… y me quería morir. ¿Cómo había hecho esto? ¿Qué había hecho yo? ¿Qué debía hacer ahora? ¿Mauricio descubrió algo en mi que estaría tapado?

¿Qué es todo esto? – Pregunté mientras miraba la bolsa y la caja cerradas, con ingenuidad.

Es un regalo. Un deseo. De que no te enfadas. Que te guste… que me digas gracias.

Gracias…

De nada ¿Cuál vas a abrir primero?

Me pareció que la bolsa sería menos inofensiva y adema era más difícil abrir.

Tomé la bolsa y la abrí. Dentro de la bolsa había un estuche traslúcido. Dentro, no entendía. Lo primero que saqué era un porta ligas, de encaje negro con vivos rojos. Yo nunca había visto uno así, en mi mano, solo en películas. Lo examiné y lo dejé sobre la caja. Haciendo juego una tanga, un corpiño y un par de medias de red de una calidad impresionante… Me puse colorado… no sabía que hacer, No podía sacar mis ojos de las prendas. No podía esperar para ponérmelas, para sentir su sensualidad en mi piel.

Pero ponérmelas querría decir que asumía ese rol de mujer… que era puto. Y yo no soy puto. Pensé.

No te gusta. – Dijo Mauricio desilusionado. – ¿Lo cambio?

Creo que él no dudaba que me iba a gustar y que de esa manera iba a aceptar su regalo, su propuesta, mi cambio de vida y de alguna manera también la suya.

- ¿Vos crees que es fácil para mi, Antonella? – Me preguntó casi enojado. – No es fácil. Me enamoré de ti. Me gustás, me excitás, quiero que seas mi novia, mi pareja… que probemos a ver que pasa. ¿Se entiende?

Sin contestar, guardé todo prolijamente en la bolsa y abrí la caja. Un par de zapatos de taco alto, rojo fuego. Me reí. Estaba anonadada. Y digo anonadada, por desde ese instante y no antes, me sentí mujer. No sé como se dio cuenta él, pero se acercó y me acarició el cuello, lo tomó con un poco de fuerza, suavemente y me hizo mover la cabeza hasta que mis labios chocaron con sus labios. Un beso dulce, tierno, largo, tranquilo. Un beso único.

En la pieza hay otra cosa ¿Te vestís? Me encantaría.

Me levante de mi silla y me fui al cuarto a ver que mas había para mi. El ropero del que había sacado la ropa el domingo estaba abierto de par en par lleno de ropa de mujer. Sería de su esposa, pensé pero había unas cosas sin extremar y otras usadas… de muy buena calidad, de muy buen gusto… y de ropa sabía ya por eso estudio diseño de indumentaria. Pantalones, blusas, remeras, faldas, vestidos… era como estar en un bazar. Era tanto que no sabía que hacer… me probé muchas cosas combinaciones y no sabía con que ponerme…

Mauricio evaluó que esto era así y no me apuró, fui yo la que me sentí superada. Volví al patio sin haber podido elegir nada.

No puedo

¿Qué no podés?

No puedo elegir entre tanta variedad. No sé que ponerme… además antes debería hacer algunos arreglos.

No, puedo

Por lo menos probate el regalo, para mí.

Volví al cuarto y me desvestí. Me puse la tanga que era muy pequeña apenas contenía mis pequeños genitales. Me puse, no sin algunos inconvenientes el corpiño que me hacían tener un poco de senos. Me calcé las medias y por último el porta ligas. Eso si que me costó, pero al final lo descifré. Sobre mi cuerpo me puse un vestidito blanco, que se trasparentaba, que había visto en el ropero, me miré en el espejo y estaba muy linda. Me trepé a esos zapatos con los que apenas podía caminar. Pero frente al espejo parecía una modelo. El culo se había inflado. Estaba irreconocible. Hice unas pasadas para acostumbrarme a caminar a esas alturas. Junté fuerzas y salí del cuarto para ir al encuentro de Marcos.

El ruido de los tacos, el paso firme y un pequeño bamboleo de caderas, que no supe nunca de donde me salio.

Estás bellísima, Antonella. – Y se paró para abrazarme

¿En serio?, me siento ridícula. – Le mentí con voz sensual, como otra forma de coquetear, esperando orto piropo.

Ahora debés dejarte el pelo largo y aprender a maquillarte, Aquí tenés, son hormonas femeninas, para que te crezcan las tetitas y serás la mujer mas linda del barrio. A ver sacate el vestido.

Me da vergüenza. – Me puse colorada. - Si así se ve todo.

No seas tonta, mi amor. Hacelo por mí.

Me tome una de esas píldoras como para hacer tiempo. Me imaginaba con tetas de verdad y me excité mucho, mucho más de lo que había estado hasta recién.

El largo del vestido dejaba ver las rodillas; lo fui levantando despacio. Marcos, me miraba como ayudándome con la vista

Me pones a mil. –dijo cuando dejé el vestido sobre la silla. Tomo mi mano y me hizo girar para verme de todos los ángulos. – Estás hermosa… terminó diciendo antes de apretarme contra su cuerpo. – Mirá como me la pusiste. Señalándose entre sus piernas, donde sobresalía su bulto debajo de la tela del pantalón

Le acaricie el bulto, a penas con mi mano.

Uy. Sos un calentón.

No soy un calentón vos me ponés así.

Se desprendió el pantalón y se lo bajo con el calzoncillo dejando su verga parada. La agarré con mi mano y mirándolo a los ojos me senté en la silla. No quería arruinar esas medias nuevas. Y le chupé la pija hasta dejarlo sin nada. Apenas con pocas fuerzas llegó a la cama y dormimos una pequeña siesta.

Al levantarnos él fue a atender el almacén y yo tenía mucho trabajo que hacer.

Me desvestí y me fui al baño a darme una ducha. Busqué un shampoo de mujer para oler lindo. Bajo el agua y con la ayuda de una afeitadora descartable, eliminé los pocos pelos de mi cuerpo. Me hice un peinado mas femenino… me pinte los labios de rojo fuerte y cubierta con una toalla granéeme paré frente al armario. El espejo me devolvía la imagen de mi cuerpo depilado y acariciarme me excito. Y me di cuenta que desde el domingo no sentía que mi pene se haya parado y sin embargo había estado y estaba completamente excitada.

Me probé cientos de ropas… Casi todas eran bellas y muchas me quedaban perfectas. Decidí que lo que restaba del día debería ser la mujer de la casa, así que deje de lado la ropa sexy y me puse ropa como de entre casa, sensual pero simple, sugestiva pero cómoda, como para ser la ama de casa.

Ordené ese placard por mis preferencias. Me probé zapatos, sandalias, zapatillas

Toda la ropa interior que había… Bombachas, tangas culotes… Hasta un corsé hermoso que me quedaba perfecto dando a mi cintura mas curvas. En ningún momento tuve que hacer nada con mi pene ya que al estar fláccido era muy maleable.

Al final me puse un pantalón blanco súper ajustado y transparente. Un top que me dejaba la cintura al aire unas medias de vestir de tres cuartos y unas botas de taco de 6 centímetros… las necesitaba para aprender a caminar. Así fui a la cocina, taconeando lavé los platos que estaban en el fregadero sucios y me fui a espiar a mi machito, que trabajaba sin parar. Lo espié varias veces en el correr de la tarde y él vino a verme un par de veces con besos y piropos. Cuando finalmente cerró el local. Me preparó una comida muy rica y comimos como dos novios enamorados.

Tendrías que pensar en mudarte conmigo. – Me dijo así a quemarropa.

¿Estás loco? Vayamos despacio.

Quedate a dormir esta noche.

OK. Pero debo salir temprano, buscar mis cosas e irme a la facu.

Me besó. Me alzó como lo hacen en las películas los galanes con las chicas y me llevó al dormitorio.

Me voy a bañar

No, no te bañes… me encanta tu olor. – Puse mi nariz en su axila y llene mis pulmones con su aroma.

Te gustan los aromas

¿Por qué lo decís?

El domingo antes de tragarte mi pija, la oliste, ahora mis axilas.

También me gusta lamer. –lamí los pelos de su axila- y morder , -y mordí apenas su peluda tetilla.

Me desnudó sin decir nada. Me desnudó toda. Por primera vez estaba sin nada sobre la piel. Intuitivamente me tapé mi pene. Pero el sacó mis manos y me las extendió al lado de mi cuerpo. Me miró, me miró toda. Me examinó, me escaneo por completo el cuerpo

Me dio vuelta e hizo lo mismo con mi espalda, mi cola y mis piernas. Se desvistió y me pasó la verga por cada centímetro de mi piel Desde la planta de mis pies hasta los ojos. Intentó penetrarme por la oreja, por el ombligo. Me penetró la boca, la cola. Mojó con su semen mi cara, mi pecho, mi espalda.

Me hizo mujer, su mujer en una noche.

Temprano, al otro día me vestí de Antonio y me fui corriendo a la pensión. Sentía su leche seca en mi piel y aunque estuve tentado en dejarla así… me bañé y salí para la facu. Por suerte era viernes y tenía dos horas de clase. No sé para que fui ya que mi cabeza no podía atender nada de lo que decían. Solo miraba el reloj para que se pase pronto el tiempo.

Volví a mi cuarto y en el había un mensaje que había llamado mi madre y que la llamara. Seguro que estaba preocupada por mi. Hice un bolso con mis apuntes y un poco de ropa por si me hacía falta y salí a la calle. Caminé hasta el locutorio de la esquina y llamé a mis viejos. Los tranquilicé, les escuche, y les conté que estaba contento que me había hecho amigo de un muchacho que me había invitado a pasar el fin de semana fuera. Que así podría ventilarme y a la vez estudiar. Que los llamaba el lunes por la tarde, noche. Que los quería y que estaba bien. Que no se preocupen por mí. Besos. Corté y me fui directo a lo de Marcos. En la vidriera un cartel informaba que mañana permanecería cerrado. Al verlo me sonreí.

Al entra el almacén estaba con gente. .Dije – Buendía. - en general Marcos levantó la cabeza y me miró a los ojos. Todos contestaron – Buendía. – Le señalé el bolso y sonrió. Me fui para el fondo y entré en su casa, nuestra casa por el fin de semana.

Tenía una hora para ponerme linda para él. Para mí.

Cuando cerró el negocio y me vio yo estaba hecha una tigresa. Minifalda y un chaleco del látex. Medias de red, los zapatos rojos y la tanga y el corpiño que me había regalado el día anterior. Mi boca rojo rubí, mis uñas negras, perfume de jazmín. Los ojos apenas marcados de rimel.

Por fin llegó mi almacenero. – Le dije rugiendo. Y me mordí el labio inferior. – ¿Por qué tardaste tanto? - agregué

Es que no sabía que me esperaba una putita ardiente. Pero ahora que la veo. - Dijo a la vez que se desvestía.- Estoy acá.

Me subió a la mesa corrió la tanga e intentó penetrarme pero no pudo. Entonces tomo de la heladera la manteca y me untó el culo. Con sus dedos me lubricó por dentro, estaba helada, y luego me la metió hasta el fondo. Yo me agarraba del marco de la mesa y el levantaba mis piernas sobre sus hombros. Miraba como me penetraba su verga mi hoyito. La sacaba y volvía a darme fuerte. Desabrochó mi chaleco y me pellizcaba los pezones y yo deliraba de placer.

Me volvés loco putita.

Y vos a mí, Papito.

Acabó dentro de mí, sentí los distintos chorros de semen inundando mi interior. Sentía hermoso verlo saciarse así conmigo.

Perra, sos la mejor perra.

Yo seguía recostada en la mesa con las piernas en sus hombros y sentía que su verga salía de mi culo. Me pasó una servilleta de papel por el ano y me sentó. Lo abracé y nos dimos un beso. El totalmente desnudo yo totalmente vestida.

Me paré a su lado, ni con los tacos alcanzaba su estatura. Me puse rodilla en tierra y limpie su pene con mi lengua, con mis labios, con mi boca. Manteca semen y mi propio intimo sabor… saboreé en su verga. Pero aunque me esforcé no pude hacerlo reaccionar ni que acabe de nuevo.

Charlamos, comimos algo simple y luego nos acostamos a dormir la siesta muy abrazados los dos.

Cuando terminó de trabajar por la noche, Yo estaba divina. Tome el sol toda la tarde con una bikini pequeña y tome bastante color. Descansada y con todo el fin de semana por delante, para ser su chica. No me imaginaba que Mauricio me tenía preparada una sorpresa.

Si te ponés menos sexy, te llevo a cenar fuera.

¡Qué! ¿Estás loco?

¿No querés ir a comer a un lindo lugar? Quizás podemos ir mas tarde a bailar.

¡No!… ni pienses que yo voy a salir así

Así no… porque todos se van a querer acostar con vos., Ponete un vestidito lindo. Arreglate un poco el pelo. Te pintas y listo,

Se van a dar cuenta… te voy a avergonzar

Media hora después estaba lista, Parecía una chica normal, normal sin mucha tetas…

Me puse un jeans elasticado una blusita corta, que dejaba ver un poco el corpiño. Unas sandalias altas, pero no mucho. Apenas me pinté los ojos y los labios. Me peiné con flequillo y con una pequeña hebilla de costado. Cuando me miré al espejo me di cuenta que no era la más linda, pero estaba bastante femenina, si el lugar era oscuro, pasaría bien.

Apenas pisé la vereda sentí un escalofrío intenso. Me abracé a Mauricio y caminé a su lado como si fuera su novia. Él estaba muy contento, me hablaba y no paraba de sonreír, de acariciarme la cintura, de algún beso.

Nos subimos al auto y encaró la avenida iluminada. Buenos Aires es hermoso. Me paseo ya que solo conocía el viaje desde la pensión a la ciudad universitaria. Y terminamos en la costanera en un restaurante bastante exclusivo, con pocas mesas y muchas velas… Mi excitación a esa altura era mayúscula. La vida se me había cambiado. El mozo me decía señorita, Mauricio me trataba como a una dama y yo me sentía una reina.

Una vez que terminamos de cenar, nos subimos al auto. Yo estaba tan caliente y en el estacionamiento le hice una felatio… Mauricio se movía, todo el auto se movía. Me tragué toda su leche de postre. Lo dejé tan cansadito que volvimos a casa él manejando despacio. Yo saboreando su semen.

Cuando llegamos a casa yo quería sentirlo dentro así que fui al baño y me puse una tanga súper sexy y ese corsé que ya lea había contado.

Otra vez me sorprendió.

Quiero decirte una cosa. – Me dijo apenas me vio entrar.

Yo me senté a su lado en la cama deseosa de seguir con la noche de sexo.

Esperá. Quiero decirte algo importante. Mi corazón se detuvo. Cada vez que él empezó a titubear se venía un tsunami. – Antonella. ¿Te das cuenta de todo lo que nos pasó en siete días?

Si, mi amor. Hoy pasé la noche mas soñada de mi vida.

Me refiero a todo. Tu llegada, tu transformación. Nuestro sexo…

Si mi amor. Eso quise decir. Pero lo resumí en esta noche, en el que quieras salir conmigo a la calle sentir el aire entre las piernas que subía por mi vestido. Ser tu novia y que no te avergüences de que yo esté caminando de tu brazo.

Si, si. Eso es importante. Pero quiero demostrarte lo que es para mí.- Si bien todo lo que me decía era hermoso, tenía una espina que se le clavaba en el corazón y yo no podía descubrirla. No sé lo que a Marcos le molestaba, o que me quería demostrarse.

¿Qué es lo que me querés decir? Mi amor. No me hagas sufrir más, ¿Estás arrepentido? ¿Querés qué me vaya?

Noooo. Quiero hacer algo. Que te demuestre que esto va en serio. Que te quiero. Que sos importante.

Para mí, todo lo que hacemos es importantes. Te quiero y creo que vos también. No te preocupes.

Marcos. Me besó haciéndome recostar en la cama. Pensé que o había entendido que no estábamos jugando. Que todo esto iba en serio.

Cuando yo estaba ya totalmente recostada, me sacó la tanga y me volvió a besar. Me daba un poco de cosita, que yo estuviera sin tanga. Él acarició mis piernas, suaves, con suaves caricias. Subiendo y bajando por ellas. Como me gustaba eso. Me sobresalté cuando su mano rozó mis partes. Mis pezones se erectaron, mi pene también. Era la primera vez que esto me pasaba desde que estaba con Marcos. Me avergoncé y quise acariciar su cabeza para que dejara de hacer eso y me vuelva a besar.

Marcos, tomo mi pequeño pene erecto y me empezó a hacer una paja.

Pará. No hagas eso. No es necesario. – Él hizo caso omiso a mis palabras y siguió masturbándome.

Mi cuerpo y toda yo vibraban. No sabía bien por qué lo hacía pero sabía que era importante para él. Así que me relajé y me dejé pajear y lo gocé.

Estoy por acabar. – le dije entre gemidos

Acabá, mi amor. – dijo con deseo

Y acabé sobre mi panza, manchando ese divino corsé sobre mi ombligo y en su mano que no dejaba de agitar mi pene. Yo tenía espasmos gozando de manera distinta a la que sentía cuando el me penetraba, cuando era yo la que le deba placer a él. Pero también fue hermoso.

Marcos me dio de beber mi propio semen de sus dedos, de mi panza. Y esa fue su forma de demostrarme todo lo que era capaz de hacer por mí. Ahora me acepta toda, tal como soy. Y eso era importante par él y lo fue par mí.

Seis mese pasaron. A fines de marzo dejé la pensión para irme a vivir con él.

Una vez, los chicos de la pensión me descubrieron, me toquetearon, pero no pasó a mayores, un par de chupadas. En julio ya se volvieron a sus casas, Marcos ni se enteró. Ni se enterará.

Después de unas semanas de total desenfreno, pudimos volver a hacer una vida normal. Yo me vestía de hombre para ir a la facultad y luego vivía la vida como Antonella. Preparaba las entregas y los finales como cualquier estudiante y a veces iba con un poco de maquillaje a la facu, pero como en esa carrera hay muchos maricones, pasó como uno más. Mi pelo creció y mis tetitas también, son lindas.

Con mis viejos habló dos o tres veces por semana, sin que sospechen nada. Pero tendré que hablar con ellos, en algún momento. Eso será difícil, pero Marcos me apoya.

Nuestro amor crece día a día, de forma más tranquila. Salimos los sábados por la noche, al cine a cenar o pasear. El sexo sigue muy caliente.

Mas de Six Barral

En la cabina de un camión

Todo empezó en la red

Así fui suya

Laura, Osvaldo y yo Parte 2

Laura, Osvaldo y yo

En una playa Brasileña

Mi compañero de trabajo iv

Mi compañero de trabajo iii

Mi compañero de trabajo ii

Mi compañero de trabajo i

Una noche diferente Ultima Parte

Una noche diferente 2

Una noche diferente

Mi mujer se fue de casa

Mi primera noche

Alguien me está robando las bombachas 2

Alguien me está robando las bombachas

Leccion en casa

Viaje iniciatico (2)

Viaje iniciatico

Karina, la hija de mi esposa

Bajo la lluvia

Un hombre común

De como la vida me due cambiando

Gemelos

Yo no empecé como todos cuentan

No fuí a trabajar (4)

No fuí a trabajar (3)

No fuí a trabajar (2)

No fuí a trabajar

Con diez años de casado

Yo soy Linda

Al llegar a Buenos Aires (2)

La historia de Aldo y Linda (2)

Trabajando en casa (2)

Al llegar a Buenos Aires

Trabajando en casa

Mi vida cambia (3)

Mi vida cambia (2)

Mi vida cambia

La historia de Aldo y Linda

Mi hijastra Katya (2)

Relaciones (4)

Relaciones (3)

Relaciones (2)

Relaciones

En el cine porno

Don Goyo (3)

Don Goyo (2)

Don Goyo

Así fuí descubierto por mi hermano (2)

Así fuí descubierto por mi hermano

Marcos, mi amante virtual (3)

Marcos, mi amante virtual (1)

Marcos, mi amante virtual (2)

Las fotos de Marcos

Salida de mujeres

Vestido de Mujer (3)

Vestido de Mujer (2)

Vestido para matar

La novia del panadero

No era hombre ni mujer

Enfermero de guardia

Lía y Guillermo

Katia, Mi hijastra (2)

Katia, Mi hijastra

Masajes

Con Paula

En una noche

Historia de internet

Lo mire con odio

Me miró con odio

Una cuestión delicada

Lo llamé

Mi novia no quería saber nada