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Alguien me está robando las bombachas 2

en Amor filial

Ya saben quien era el que me robaba las bombachas y porque. También saben que me ofrecí a ser su primera vez  Lo que no saben es que no fue la única y que le pasó a él y a mi, con todo esto.

Camilo acabó como nunca había acabado y yo me pregunté si estuve mal en ser tan egoísta y no dejarlo acabar dentro de mí.

Mi pobre hermanito no me podía mirar a los ojos, no se movía ni me decía nada.

-         ¿Te gustó?

Movió la cabeza de forma afirmativa…

-         ¿Te sentís bien?

Volvió a mover la cabeza diciendo que si pero sin palabras.

-         ¿Querés que te deje solo?

Nuevamente el silencio… Me levanté y me fui a mi cuarto. Estaba satisfecha pero no había sentido que había aclarado nada en la cabeza de mi hermanito. Pero ¿Qué más podría hacer yo?

En mi cabeza también habían pasado cosas. ¡Me había cogido a mi hermano!!! Sentir su piel tan familiar… que tantas veces había acariciado como hermana y hoy lo había hecho como hembra en celo. Verlo vestido con mi ropa interior fue un plus que no esperaba. Me sentí tan fálica, al penetrar su boca insegura con mi lengua buscona. Cuando corrí la tanga, la mía, que él estaba usado; y su verga parada que olía a semen. Estaba tan excitada que me mojé toda…Me latía la vagina y el rose de mi clítoris me hacía quererlo todo. Me excito ahora que lo cuento y me da cosita.

Decidí que no hablaría ni haría nada hasta que él no quiera decirme que le pasó o como le podría ayudar en este momento tan especial de su vida.

Pasaron tres días cuando al salir del baño, volví a notar la falta de una tanga blanca muy fina y pequeña, que yo había usado hasta minutos antes de bañarme. Me pareció que era su forma de llamarme de que yo vuelva a entrar a su pieza y habláramos de todo. Tardé unos segundos en frente de su puerta sin saber bien que iba a pasar, que me iba a encontrar al cruzarla. Pensé que podrían pasar dos cosas: La primera era que esté desnudo en su cama esperándome, oliendo mi tanga sucia, para volver a cogerme. La segunda; que lo encontrara nuevamente vestido de mujer, masturbándose  Las dos me llenaban de morbo. Las dos me daban vueltas en la cabeza. Junté fuerzas y abrí la puerta. Allí estaba Camilo.

-         ¿Cómo te debo llamar? ¿Camila?

Él se dio vuelta y me miró con un poco de sorpresa y un poco de odio. Estaba totalmente producida. Una blusa blanca holgada, que dejaba ver el bretel de mi corpiño blanco. La blusa también era mía pero no la usaba hace mucho tiempo al igual que la mini negra que tan bien había combinado. Seguro que debajo de la falda llevaba mi tanga blanca que yo había usado anoche. Unas sandalias de taco aguja que no usaba desde más de un año, cerraban su vestuario. Pero lo que mas me impresionó fue su cara. Estaba pintada como una puerta. Sombras rimel, rouge, parecía una putita. Su pelo peinado con flequillo, cayendo  sobre los hombros le daba el toque femenino que nunca quise ver y que era tan suyo.

-         Llamame como quieras. – me dijo con voz de adolescente  superada. Era la voz de una chica y era su voz no estaba impostada.

-         ¿No tienes nombre? – le dije como si fuera lo mas usual del mundo verlo así y dejándole claro que no lo estaba juzgando.

-         No, no tengo- Pensó un ratito y retomó la palabra –No sé como sigue esto, Sole. ¿Qué hago? Preguntó y taconeo unos pasos con una precisión que hubiera envidiado a mis quince años.

Me sorprendió la naturalidad con que me había tomado todo esto, su actitud y sus dudas… parecía que lo tuviera bien claro, Camilo ya no era mi hermano sino mi hermanita menor. Si me hubieran contado esta situación, me hubiera horrorizado y ahora lo vivía como real.  

-         ¿En qué te puedo ayudar?

-         No quiero fingir más. No sé como sigue todo esto…

Yo tampoco lo sabía, pero estaba a su lado y quería que fuera muy feliz. Nos dimos un fuerte abrazo.

-         Antes de nada quería decirte que la pasé muy bien el otro día.

-         ¿Cuándo hicimos el amor?

-         Si me encantó hacerlo con vos. – Sentí el lápiz labial de su beso en mis labios. Está vez nos besamos como amantes y mi lengua y su lengua jugaron en el beso.

-         No me gusta besar a alguien que no sé como se llama. Le dije irónicamente

-          Me llamo Marina. – nos volvimos a besar.

Está vez todo era diferente. Marina era mi segundo nombre y lo tomé como un homenaje. Ya que me gusta mas mi segundo nombre: Soledad, que me estigmatiza y que está tan lejos de la realidad.

Sentí que esta vez lo estaba haciendo con una mujer y no con mi hermano. Y creí que debíamos darnos ese espacio. Le pedí que me espere y fui a mi cuarto a buscar algo y volví en un minuto.

Me saqué la blusa dejando mis tetas al aire y Marina se sacó la suya. Por sobre el corpiño acaricie sus pechitos, pellizque sus pezones y sentí como se les paraban. Ella también hizo lo mismo.

Le chupé las tetas por encima de la tela que lo cubría porque me pareció que si se lo sacaba iba a perder el efecto que me producía y que le producía a mi hermanita. Puse mis manos en su cola, subiéndole la mini falda, y jugué con el hilo dental entre sus nalgas. Marina temblaba, el rose de la telita en su ano la estremecía y yo sudaba sexo.  Me excitaba estar dándole placer.

Su falda enrollada en su cintura y la blanca tanga daba paso a mis más oscuros deseos. Corrí de sus nalgas la tira que se perdía entre ellas y lamí su agujerito,  lo sentía latir… no se animaba a pedirme mas. Mi lengua no lo saciaba y entonces decidí pasar a otro paso. Mi dedo índice lo hice jugar en su boca y luego lo llevé con su propia saliva a orillas de su año cada vez que lo sentía daba respingos. Lo penetré despacio, sin esfuerzo y sin resistencia hasta que hice tope. Todo mi dedo se perdía en su profundidad. Mi hermana gemía.  Lo saqué lo lamí.., nunca había hecho eso. Marina temblaba y por primera vez habló.

-         ¡Quiero más Sole, quiero más!- yo sabía que quería pero no podía dárselo.

-         Te voy a dar todo lo que esté a mi alcance. –

y ahora le metí dos dedos en la boca y los saqué con su saliva., mientras lo llevaba a su culo, lo besé en la boca… no quedaban rastros de rouge pero olía a mujer.

Marina, sentía comos mis dos dedos entraban en su cuerpo y jadeaba como una nena. Miré por curiosidad su pene y permanecía pequeño aunque mojaba la tela de mi tanga blanca.

Nada la satisfacía y eso lo sacia desde un principio y por eso había ido a mi cuarto cuando me di cuenta que era de lesbiana esa tarde la relación que íbamos a encarar.

Saqué mi vibrador con forma de pene y sus tres velocidades, sin que ella lo viera. Mis dedos en su cola y su cara hundida en la almohada… era el momento perfecto. Me lo metí en la boca y lo lubrique. Saqué mis dedos de su culo y se los metí en la boca. Mi nueva hermanita los lamía como loca. Con la otra mano posé el consolador apagado en el hoyo de su cola y se lo empecé a introducir despacio. Lo prendí cuando ya tenía tres centímetros dentro y sentí como lloraba de felicidad… Marina no podía creer lo que le estaba pasando y mas cuando llegué a metérselo todo… Yo lo metía y lo sacaba hasta que llegó a tenerlo todo dentro. Allí ensartado aproveche para correr su bombacha del frente y chuparle la pija hasta que se corrió en mi boca.

Nos quedamos haciendo mimos y charlando hasta que caía la noche.

Lo ayudé a volver a ser Camilo… para cuando mis viejos volvieron… pero eso es otra historia.

  

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