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Relaciones

en Amor filial

Relaciones

Esta, mi historia empieza cuando yo era chico y cada uno de los hechos que les cuento es cien por ciento real. No busque literatura son hechos de una vida.

En esta historia somos tres los protagonistas mi hermana, mi tío y yo. Espero que puedan seguirla.

Mi casa es de una familia tipo, normal de clase media, papá, mamá, mi hermana Samanta y yo. Yo compartía el cuarto con mi hermana mayor desde siempre. Cuando tenía diez años y ella quince. Empezaron sus escarceos amorosos con muchachos, ya que se empezó a desarrollar y su cuerpo cambió.

Yo vivía con mucha naturalidad el verla semi desnuda o escuchar sus charlas con sus amigas cuando venían a casa o hablaban por teléfono.

Como ella nunca se quejó a mis padres no se molestaron en mudarnos para que cada uno tenga su cuarto. Ella me contaba casi todo lo que le pasaba y yo solamente escuchaba o preguntaba algo que no entendía por mi corta edad y la verdad es que nos llevábamos muy bien.

Una de nuestras actividades más deseadas eran las salidas con mi tío Antonio. Él tenía más o menos diez años más que mi hermana

Íbamos a dormir a su casa, al cine o íbamos al centro a pasear y a comer helados o chocolate con churros, según la época del año. Cuando mis padre viajaban el se instalaba en casa y nos cuidaba y eso sí que era lo mejor que nos podía pasar. Trasnochábamos, salíamos a cenar un día de semana o hacíamos picnic en el living de casa… cualquier actividad se convertía en fiesta para nosotros, cuando él estaba.

Samanta se vestía siempre de fiesta y hasta usaba la ropa y los zapatos de mi mamá y yo solía ser su modelo. Conmigo aprendió a maquillarse, maquillándome o combinaba su ropa y para poder elegir, me lo hacía ponérmelo a mí. Sus primeros besos en los labios me los dio a mí y no saben como me sorprendí cuando me pidió que metiera mi lengua dentro de su boca. Luego me dijo que ya era un experto y que esto me serviría de mucho cuando tenga mis primeras novias.

Yo escuchaba a mis compañeros quejarse de sus hermanos, mayores o menores, como personas insufribles, ya sean hermanos o hermanas y eso a mi no me pasaba, para mí, estar con mi hermana era muy agradable y siempre movilizador. Pero cuando estaba con mi tío los dos nos desvivíamos para divertir y complacer a mi tío. Cuando íbamos al centro, muchas veces jugábamos a que ellos eran mis padres y ellos caminaban abrazados haciéndose mimos y yo de la mano de alguno de ellos, hasta a veces, cuando creíamos que alguien podía llegar a dudar, ellos se besaban con largos besos.

Por las noches, cuando nuestros padres nos mandaban a dormir, la sentía jadear o quejarse y otras, me invitaba a acostarme con ella y me pedía que la abrazara. Muchas veces, cuando nos quedábamos con el tío, ella se levantaba y cuando creía que yo dormía se iba a dormir a la cama de mis padres con mi tío. Nunca me hicieron sentir que ellos me abandonaban o que me querían menos, todo lo contrario, yo era el chico mas feliz del mundo.

Esto fue así por tres años, pero un día las cosas cambiaron… Samanta se puso de novia con Marcos, un amigo de ella que era muy bueno conmigo y muchas de las actividades que antes hacíamos con mi tío empezaron a ser distintas… El tío y mi hermana discutían y muchas veces ellas prefería salir con Marcos y no con nosotros. Para mí, todo fue para mejor, ya que salía con mi hermana y su novio, y otras a solas con mi tío. Él nunca se bancó a Marcos, hoy podría decir que fue por celos, pero en ese momento no lo sabía.

Aunque yo ya tenía trece años y mi cuerpo también iba cambiando, la relación con mi hermana era maravillosa y nunca dejé de ser para ella, la persona con la que se cambiaba sin prejuicios o que me vestía de mujer para ver como combinaba, tal o cual prenda. Cuando se me paraba la pija o cuando me pasaba algo que tenía que ver con mis hormonas, ella me explicaba o me hacía una paja para que me calme, aunque todavía no producía leche. El sexo para nosotros no era algo malo o tabú, sino que para nosotros era algo muy de todos los días, algo muy natural. Mirarnos tocarnos, preguntarnos, vestirnos, eran cosas que vivíamos como cenar o ir al colegio. Los dos lo tomábamos como a la vida misma.

Por ejemplo: Ella gustaba de usar mis calzoncillos usados porque tenían olor a hombre y me lo cambiaba por sus tanguitas o bikinis para que las use. Así me acostumbré a que la tira de las tangas se me meta en el culo. (Creo que con Marcos hacían lo mismo ya que un par de veces la vi con calzones que no eran míos.)

En ese tiempo, mi tío Antonio, viajó varios meses al Brasil y Marcos, Samanta y yo nos hicimos muy unidos y yo participé mucho de su vida de pareja. Estábamos, todo nuestro tiempo libre, juntos y aun más cuando Marcos empezó a manejar el auto de papá. Cuando Papá y mamá salían con el auto, nosotros nos quedábamos en casa y cuando ellos se quedaban en casa, nosotros íbamos a la quinta de ala familia de Marcos o paseábamos, solo por pasear.

Debo confesar que a esta altura, Marcos me atraía, como me atraía mi hermana o mi tío. Creo que con mis catorce años me daba cuenta que era bisexual aunque no sabía que eso se podía sentir y mucho menos nombrar, que no era tan extraño como yo creía. Pienso que ellos también se dieron cuenta ya que me quedaba mirándolos cuando ellos se besaban o se acariciaban.

Una tarde estábamos en casa y ellos estaban semi desnudos besándose y tocándose sin reparos, cuando Marcos se percata de esto y se lo comenta a mi hermana.

- Me parece que tu hermanito está caliente.

- ¿Querés que lo calmemos?

- ¿Te parece? - Dijo Marcos y se rieron… Y mirándome me pidieron que me acerque.

Marcos escabullo su mano derecha por debajo de mi camiseta y me empezó a acariciar mis tetillas, mientras Samanta bajaba mi short dejando mi pija y los recientes pendejos al aire libre. Mi hermana me pajeaba y su novio me acariciaba, el cuello, las tetillas, las axilas y yo temblaba del gusto, me dejaba hacer, hasta que mis manos entraron en acción, Mi mano izquierda tocaba las tetas de mi hermana y la derecha fue directamente a la verga de Marcos. Acabé por primera vez y mi leche cayó sobre mi cuerpo, sin embargo no dejé de pajear a Marco hasta que él también acabó. Samanta me dio un beso en la boca y luego le dio uno a su novio.

Nuestros juegos de a tres se fueron complicando y la penetración era una cosa de días.

Una noche mi hermana me llamó:

- ¿Estás despierto?

- No – contesté – ¿quieres que hablemos? – Agregué ya que siempre empezaban igual nuestras charlas nocturnas…

- No, no quiero charlar, quiero que vengas aquí, a mi cama.

- ¿Qué me acueste con vos? Hace mucho calor…

- Es que estoy caliente. Me dijo ella como si fuera muy chiquita. Mi hermana sabía perfectamente que si me hablaba así, me podía pedir cualquier cosa que yo lo iba a hacer. Y así fue…Sin prender la luz, me levanté de mi cama y me fui a acostar con ella. Samanta me hizo un lugar a su lado y noté que no tenía puesto camisón, apenas la tanguita… Sus tetas explotaron en mi espalda que tampoco estaba cubierta ya que por el calor dormía solo con mis calzoncillos.

Me abrazó y me empezó a acariciar el pecho las piernas, las nalgas, haciendo que me ponga muy caliente, casi tanto como lo estaba ella. Me di vuelta, y ella me estampó un beso cruel en la boca, su lengua entraba y salía de la mía como si me estuviera cogiendo. Su mano derecha ya me agarraba la pija y al instante me estaba tirando mi calzón al lado de la cama. Me puso boca arriba y corriendo la tela de su pequeña tanga se fue metiendo mi verga dentro suyo. Yo estaba en la gloria… pensé que esto iba a pasar pero creía que nunca iba a estar preparado para este momento. Fue bajando despacio hasta quedar montada sobre mí y totalmente ensartada.

- No vaya a acabar, por nada en el mundo. – me dijo mientras se empezaba a mover de atrás para delante. La situación era la mejor sensación que se me haya imaginado… era como una paja pero mil veces mejor. Sabía que debía sostener lo máximo posible mi erección y para eso o debía acabar, la escuche muchas veces quejarse de lo rápido que acababa Marcos…

Samanta se dio cuenta que si seguía moviéndose así yo derramaría todo mi semen en instantes y con mi polla dentro se agachó y del cajón de la mesita de luz sacó un profiláctico y me lo puso con mucha habilidad.

- Ahora lo vamos a hacer como dios manda… ¡Movete! – me dijo sin que yo diga nada.

Le hice caso y me empecé a mover… ella seguía encima mío así que le empecé a manosear las tetas así, como ella me había enseñado, esto parece que le gustó ya que dejó salir un gemido y otro y otro, sus movimientos fueron mas leves. El sudor caía de su cara sobre mi pecho… Yo quería que siga moviéndose como lo hacía antes así que me empecé a mover y ella reaccionó. Y a los pocos segundos ya estaba al ritmo de antes. Se dejó caer y sin sacarla me puso sobre ella… ahora era yo el que se movía mas… ella levantó sus piernas y las cruzó a mi espalda. Parecía que la ba a atravesar ya que mi pija estaba lo mas a dentro que era posible. Yo hacía esfuerzos increíbles para no acabar, siguiendo con la orden que mi hermana me había dado. Pero me era imposible.

- Samy para un poquito que voy a acabar…

- Ahora si que puedes… tienes puesto un forro. – Me pareció que se reía de mí. Pero eso no me detuvo y acabé al segundo. Me dejé caer sobre su cuerpo sudoroso y nos abrazamos.

- Lo has hecho muy bien, hermanito… algún día me vas a tener que agradecer todo lo que te he enseñado… - Y yo se lo agradecía… y le agradecía a dios por mi hermana.

Lo hacíamos con cierta frecuencia, una vez por semana, casi siempre los lunes, que era un día que rara vez Marcos venía a visitarnos.

Disimuladamente le fui preguntando a mis compañeros si tenían relación con sus hermanas, ya que notaba que para ellos el sexo era algo que les iba a pasar y cuando insinuaba de hacérselo a sus hermanas salían espantados… Sería lo último que haría, sería pecado, a esa enferma de mi hermana no le toco ni la mano. Y cosas así era lo que contestaban… así que me di cuenta que lo que nos pasaba a Samanta y a mí no debía ser contado…

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