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Gemelos

en Amor filial

Gemelos

Yo vivía con mi familia a las afueras de Buenos Aires cuando tenía doce años, hace casi treinta años. En esos días, lo único que me interesaba era terminar la tarea para poder ir al club y jugar a la pelota, como todos los chicos del barrio. Jugábamos hasta que cayera el sol y ya no podíamos ver la pelota ni el arco.

Me olvidaba de decirles que esto lo hacía con mi hermano, Alejandro, que es gemelo. Éramos dos gotas de agua. Solo nuestros padres podían diferenciarnos a simple vista. Nuestros rostros, nuestros cuerpos, nuestra voz y hasta la forma de decir, era idéntica. Sin embargo teníamos caracteres muy diferentes. Mi hermano era muy extrovertido y yo era más bien introvertido, él era más seductor y yo más soso. Los dos jugábamos bastante bien al fútbol y éramos zurdos.

Ese verano habíamos terminado la primaria y estábamos haciendo un curso para ingresar a la secundaria. Nos gustaba mucho ir. Habíamos compartido toda la primaria en la misma aula, con los mismos compañeros y allí había chicos que no eran del barrio y eso le daba un nuevo sentido a la vida.

Fue la primera vez que yo pasaba tres horas, todos los días sin compartir algo con mi hermano, ya que nos habían separado en dos grupos distintos.

Todo esto había cambiado nuestros hábitos totalmente. Creo que allí empezó todo.

Nos empezamos a diferenciar, no empezaban a pasar cosas distintas, a hablar, de gente distinta, a sentir cosas distintas, sin embargo continuábamos teniendo esa conexión sensorial que en realidad descubrimos a partir de esas pequeñas separaciones.

Alejandro se desarrolló antes que yo, los pelos del cuerpo, le empezaron a crecer antes que a mí, más de ocho meses pasaron hasta que me crecieron a mí.

Él estaba muy excitado en esos días y yo lo sentía en el pecho, como si el excitado fuera yo. Andaba al palo y se masturbaba todo el tiempo y eso también lo sentía. Me hacía mal, que a él le estuviera pasando todo eso y a mí nada así que un día que estábamos solos en casa aproveche para hablar con él.

- ¿A vos te pasa que sentís lo que me pasa?

- Yo creía que solo yo lo sentía.

- ¿Solo vos? Yo puedo sentir cada cosa, que te emociona, cada cosa que te da vergüenza, risa o tristeza.

- También yo. Hoy estuviste todo el día nervioso y lo sentía aquí en el pecho. ¿Por qué estabas nervioso?

- Es que vos estás excitado todo el día y eso me pone mal.

- ¿Qué te importa que esté o no excitado?

- A mí no me importa, que estés o no excitado. Lo que pasa es que lo siento yo y no se que hacer.

- Hacete una paja y listo.

- No quiero hacerme una paja y no sé.

- ¿No sabés? ¿Nunca lo has hecho?

Sacó su peludo pene y la mostraba como si fuera un trofeo. Me pareció increíble ver su pija así, por su pelaje y su tamaño. Era mucho mayor que el mi lampiño. ¿Por qué?

- ¡La tienes gigante!

- ¿Vos no?

- La mía es chiquita y pelada. – le dije con un poco de vergüenza.

- No puede ser.

Me hizo mostrársela, yo la saqué, él la vio y la guardé enseguida.

- ¿No te es incómodo? – le pregunté.

- Para nada, es sensacional. Siento que es una fuente de placer. A vos ya te va a pasar.

Alejandro seguía con la verga a la vista, jugueteando con ella y yo me moría de ganas de sentirla en mi mano. Tenía que hacer algo, para lograrlo.

Le tome la pija de la forma natural. Estaba caliente y me pareció pesada.

- Parece que tuviera un hueso dentro. – Los dos nos reímos.

- Agarrala fuerte… así muy bien. Ahora llevala para arriba y para abajo… No, así no, mirame. – Empezó a agitarla a gran velocidad. - ¿Vez? Ahora hacelo vos.

Volví a tomarlo y lo agité lo más que pude, él fue cerrando los ojos, no sabía si le estaba o no gustando.

- ¿Lo estoy haciendo bien?

- Si muy bien, sigue, sigue.

La mano se me estaba cansando y el respiraba profundo, la verga se había puesto mucho dura.

- Voy acabar. - Me dijo. Y yo no sabía que me estaba diciendo, si debía dejar de agitársela o seguir moviendo mi mano.

Hizo un movimiento de todo el cuerpo y dejó caer leche por la punta de su pene.

Abrió los ojos y le dije:

- Manchaste toda la alfombra.

- No pude parar. Lo hiciste muy bien. No te preocupes, yo limpio.

Estaba realmente impresionado, ya ver la polla peluda de mi hermano había sido fuerte, tocarla me había fascinado y haberle hecho una paja había sido genial. Me hubiera quedado toda la tarde con su verga en la mano, pero su pija se deshizo entre mis dedos y se hizo blandita. Igualmente era más grande que la mía.

Todo fue natural, pese a la impresión que me dio.

Dos días después, Alejandro fue el que me pidió que se la toque. Y luego de esa tarde fue común que nos juntemos y yo le hiciera la paja a mi hermano.

Un compañero del curso de ingreso, nos invitó a su casa a ver películas pornográficas, todo un rollo, ya que era con proyector súper ocho, sin sonido porque no sabíamos como se hacía para que saliera. Igualmente todos nos pusimos muy calientes. En la peli, se veía como una mujer le hacía una paja a un hombre y luego se la chupaba, por supuesto después se la metía por delante y por atrás, acabándole en la cara.

Nunca había visto una mujer desnuda y por lo tanto me pareció incomprensible que tuviera dos agujeros. Pero me explicaron que uno era para tener hijo y el otro para gozar. Nada de eso lo entendí en ese momento, pero hice como que sí.

Alejandro tardó algunos días en pedirme que le chupe la pija, pero yo me negué, ya que me daba un poco de asco.

- A esa mujer parecía gustarle mucho. ¿No querés probar?

- No

Insistió tanto que días después estaba yo arrodillado a sus pies sin saber bien que hacer con mi boca… Traté de recordar lo que hacían en la película y saqué mi lengua para chuparlo como si fuera un helado… parecía que esto le gustaba. Tomó mi cabeza y la impulsó haciéndomela tragar, se movía dentro de mí, penetrándome cada vez mas profundo, hasta que llegué a tragármela entera. Nuevamente estaba dura y eso quería decir que estaba por salir su leche. Sin decir nada me la sacó de la boca e igual que en la película. Derramó su leche sobre mi cara.

- Me estás ensuciando. – Le dije. – No te lo hago nunca más.

- Que querías que haga ¿Qué te acabe dentro?

- No

- ¿Entonces?

La cosa quedó allí, yo me fui al baño a limpiarme, ofendido. Y él se quedó tirado en la cama semi dormido. Estaba muy cansado, más que cuando le hacía la paja.

Yo me limpié, me sentía un poco humillado, pero la verdad es que me gustó… Tenía un sabor extraño y el olor que había me gustaba. Si me lo pedía de nuevo arreglaríamos muy bien que hacía con la leche. No quería que eso volviera a ocurrir.

Alejandro era insaciable, ya casi no quería que le haga una paja, solo quería que se la chupe… algunas cosas que le hacía le gustaban más que otras y fui aprendiendo a hacerlo mejor.

Pero como ya les dije era insaciable y cada vez traía una idea nueva.

Un día se apareció en el cuarto con una bombacha y un corpiño de mi madre, que sacó del canasto de la ropa sucia.

- ¿No quieres ponerte esto?

En esa época no existían las tangas, ni nada de eso. Las bombachas de mi madre eran color piel, brillantes, grandes pero de una suavidad increíbles.

A esta altura debo confesar que me gustaba complacer a mi hermano y gozar de su verga como si fuera mía, pero siempre me resistía a sus pedidos, como una forma de que me rogara o me diera algo a cambio luego.

- No me voy a probar eso. Es de mamá.

- Ella no se va a dar cuenta… estaba en la ropa sucia y no lavará hasta mañana… te la pones y luego la pongo donde estaba… Te lo juro.

Me entusiasmaba la idea de ponerme esas prendas. Estábamos solos en casa y mi madre no volvería hasta dentro de dos horas. Lo hice salir del cuarto, porque si me daba vergüenza no quería que me viera. Me desvestí y me puse la bombacha… me apretaba un poco, pero la sensación de esa tela en mi piel era sensacional. No supe como ponerme el corpiño, así que Alejandro tuvo que venir a ayudarme. Una vez puesto me llevó hasta el baño y me hizo mirarme en el espejo de la puerta que permitía verme de cuerpo entero. De arriba era un desastre pero sentir los breteles y el ajuste del corpiño me excitaba.

La bombacha me quedaba perfecta, mi cola era redondita y rellenaba perfectamente la tela de la prenda. A mí me gustaba y a él también. Se la chupé en el baño y me acabó en la boca, casi me ahogo con su leche, cada vez parecía que sacaba más leche.

Ese verano fue increíble… Mamá se tuvo que ir unos días, cuestión de trabajo, papá volvía tarde, así que nosotros teníamos la casa como guarida, hasta llegamos a dejar de ir un par de días al curso de ingreso.

Con el placar de mamá a nuestra disposición y sus cosméticos, Me pasaba ocho horas vestido de mujer para mi hermano… Alejandro me trataba como si yo fuera su novia y a mí eso me encantaba.

Yo sabía cual era el próximo pasó y no sabía como iba a suceder.

Una noche, después de cenar, con papá nos fuimos al cuarto con la excusa de que daban un capítulo nuevo de nuestra serie preferida.

Nos despedimos de papá con un beso y nos fuimos a la pieza, prendimos el televisor y nos quedamos mirando, hasta que sentimos que papá se iba a su cuarto…

Alejandro sacó debajo de su almohada una bolita de tela rosa.

- Mirá lo que encontré… - Era un camisón translucido con un conjunto de ropa interior de lo más sexy, para ese entonces. – Ponételo y dormí así.

- ¿Te parece?

- Probátelo y si estás cómodo te lo dejás puesto y si no te lo sacás…

Le pedí que no mirara, mientras me cambiaba. Me desnudé, me puse la bombacha, luego el corpiño era todo de primera calidad, Made in France. Por último el camisón. Me quedaba cortito, apenas tapaba la cola, y dejaba ver el conjuntito. No tenía espejo así que no me pude mirar, pero por la cara de mi hermano, podría afirmar que me quedaba perfecto.

- Estás divina, vení a mi lado.

Me senté a un lado en la cama, él me abrazó y me dio un beso en la boca. Ese fue mi primer beso. Nos quedamos mirando televisión y él no dejaba de hacerme caricias, cada tanto me besaba con besos cada vez más largos, hasta que sentí que abría la boca e intentaba abrir la mía. Cuando lo logró, jugaba con ella dentro de mi boca.

A eso de la diez de a noche mi padre gritó desde su cuarto para que apaguemos la televisión y la luz. Nos acostamos, sentía el camisón, el corpiño, la bombacha en mi cuerpo y estaba tan contenta con estar vestida así, aunque sea para estar en la cama, me iba a ser muy difícil conciliar el sueño con esta excitación.

Como a la media hora escuche que mi hermano me llamaba.

- ¿Estás dormida?

- No.

- ¿Puedo ir a tu cama?

- ¿Para qué?

- Para estar con vos

- Un ratito…

Alejandro entró en la cama y me abrazó. Así estuvo unos segundos y luego se acomodó, incomodándome. Sus manos empezaron a recorrer mi cuerpo y su boca encontró la mía.

- Te quiero coger.

- ¿Estás loco?

- No.

- Está papá en su dormitorio y dudo que esté dormido.

- Y vos estás tan linda.

- Esperemos un rato.

Alejandro no dejaba de tocarme, bajaba la bombacha y me pasaba la mano por la raya de mi cola y cada vez que me rozaba el ano, me hacia dar un espasmo, que me recorría por entero, el cuerpo.

Chupaba mis pezones, besaba mi boca, me penetraba el culito con dedo, parecía un pulpo y yo estaba a mil. Sentí que ser mujer era hermoso, ya que él me hacía mil cosas que yo disfrutaba a pleno.

Tomé su verga y comencé a menearlo, temía que si no lo hacía acabar iba a querer cogerme y me daba mucho miedo, aunque ardía de deseo. Sus movimientos bajaron de intensidad, mientras yo más agitaba, así que aproveché y me la puse en la boca y lo hice acabar. Como estaba con la ropa de mamá no quise que se escapara ni una gota. M fue imposible, pensé que me moriría ahogado. Tragué lo que pude y el resto cayó en su pecho. Por suerte no se manchó nada.

Lo mandé a su cama y nos dormimos los dos.

Despertarme así vestido así, me hizo levantarme alegre. Tuve que cambiarme para desayunar con papá, me dejé el corpiño y la bombacha, ni mi hermano se dio cuenta.

Cuando papá se fue a trabajar, no había cerrado la puerta, me saqué la remera, el short y me volvía a poner el camisón… estaba muy entusiasmado con él.

Alejandro entró al cuarto y yo ya estaba lista. Él se excitó inmediatamente. Nos besamos como novios.

No quedaba otra, mi hermano me iba a coger. y a esa altura, yo también quería que lo haga. En ese momento sentí mi culo latir, por primera vez. Me llevó a la habitación de mis padres, él se desnudó y nos acostamos. Me puse boca abajo ofreciéndole mi cola. Me hizo algunas caricias en mi espalda y luego sacó la bombacha, dejándola a mi lado. Se subió arriba intentando penetrarme pero no pudo. Probamos en otras posiciones, sin saber bien como se hacía. Ya no era por calientes sino como un desafío.

Por fin llegamos a la posición del perritoy su polla se ubicó en el ojo de mi cola. Intentó varias veces pero todavía no podía, estaba muy cerrado. Enojado me metió un dedo haciéndome doler…

- Me duele, así en seco.

- ¿Que querés que haga, que te mee?

Miré a los lados y en la mesita de luz, vi un pote de crema de manos…

- Usá esa crema.

Con su dedo índice en cremado volvió a intentarlo y esté resbaló sin producir dolor, ni resistencia. Se puso un poco en la verga y lo intentó de nuevo. Su pija penetró mi ano, sin que yo pudiera evitarlo. Un dolor intenso me hizo sentir como si un hierro caliente se me clavara en las tripas, me estaba matando, me estaba muriendo. Mi hermano ni registró mi dolor, pese a mis gritos, llegó hasta el fin, sin piedad. Estaba entusiasmado, con sentirse dentro de mí y enseguida se empezó a mover. Cada penetración era más fuerte y profunda. Sin bien el dolor no cesaba, un cosquilleo se instalaba en mí, con cada movimiento. Dolor y placer se mezclaban en mi interior.

Alejandro, se movía cada vez más rápido multiplicando el goce y cediendo un poco el dolor. Me ardía, pero ese cosquilleo se convirtió en una electricidad hermosa que recorría todo mi cuerpo.

ÉL eyaculó y pude acompañar esos últimos movimientos, mientras sentía su leche entrar en mis entrañas.

Extasiado, cayó sobre mi espalda y ambos de costado, saliéndose de mi culo y tras el un hilo de leche, que bajaba hacía mi pierna.

Así nos iniciamos, mi hermano y yo en las artes amatorias.

Ese día quedé de cama, no salí de mi cuarto. Papá llegó para la cena, apenas comí con ellos y me acosté.

- ¿Qué ustedes quieren saber como siguió nuestra historia? En otra oportunidad se los voy a contar. Este relato se hizo largo… ¿No les parece?

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