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El buen alemán (1)

en Erotismo y Amor

Una simple caricia es lo que anhelaba. El soldado alemán aún no había regresado y Wybie la esperaba impaciente, en la cama. Llevaba únicamente un camisón de blanco muy fino que dejaba entrever las curvas de su figura. El pelo le caía suelto y rizado por los hombros. Esperaba paciente a que Karl Heinz Boska regresase.

Wybie suspiró cuando el reloj de la habitación dio las tres de la mañana. El alemán seguía sin aparecer. Le había prometido que en cuanto terminase con su "trabajo" iría a complacerla.

Justo cuando creía que sus esperanzas eran vanas. La puerta se abrió y entró él. Alto, y de ojos azules, su uniforme de capitán de las SS le sentaba muy bien.

-¿Me echabas de menos de menos, mi amor?-Preguntó con un marcado acento alemán.

-Más de lo que te puedas creer.

Wybie se levantó y le quitó el sombrero y lo tiró sin importarle a donde pudiese caer. Le besó mientras que pasaba las manos por aquel pelo rubio que tanto la excitaba.

Le quitó la chaqueta y comenzó a desabrochar la camisa, casi con desespero, mientras Karl pasaba sus manos por las curvas de ella. Al fin, logró quitarle aquella camisa, revelando un torso bien definido y musculoso. Wybie volvió a besarle mientras le desabrochaba el cinturón y luego los pantalones; él se los quitó con ansia, al igual que la ropa interior, revelando su masculinidad. Estaba excitado, de eso no había duda.

Wybie se agachó y dejó que su sexo entrase en su boca, mientras jugaba con la lengua.

-Mein Gott, Wybie!-Exclamó para después correrse en su boca. La muchacha aceptó de buen grado su néctar.

Karl le quitó el ligero camisón en un suspiro y la condujo hasta la cama. Wybie se dejó caer, él se situó a su lado y le besó en la mejilla, el cuello, el esternón y el pecho. Wybie gimió y presionó la nuca de su amor.

Karl pasó una mano por el otro pecho y con la otra mano, la pasó por su flor y su clítoris.

-Me vas a volver loca...-Musitó Wybie

Karl cogió una de sus manos y la puso en su pene, apremiándola. Ella le aplicó un masaje rítmico y Karl se mordió el labio inferior para no gemir y que lo oyese el Mayor de la habitación próxima a la suya.

El alemán introdujo el dedo índice y corazón en las profundidades de su amor, moviéndolos rítmicamente. Cuando se hubo asegurado de que estaba bien húmeda, sonrió.

Se puso encima suya y la penetró con dulzura. Ella arqueó levemente la espalda. Rodeó el cuello de Karl con sus manos y cruzó las piernas tras su espalda. Él mvió aquellas pecaminosas caderas hasta que cogieron ritmo. Karl le mordió la oreja y ella su cuello.

-No grites muy alto si no quieres que venga el Mayor Martinsen.-Le recordó Karl en un susurro.

Ella enterró su rostro en el hombro del alemán.

Podía notar cada movimiento suyo en su interior y eso la apasionaba.

-Más fuerte...

Él aplicó más fuerza a sus movimientos. Le besó y mordisqueó un pecho.

-Susúrrame en alemán...-Le pidió, ya que hablaban -por acuerdo mutuo- en holandés.

Él soltó una carcajada, que a Wybie se le antojó pícara y le sonrió con aquella sonrisa pícara que él tenía y que la seducía tanto.

-Mein liebe... Ich möchte zu verführen... Ich will ficken bis zur Erschöpfung....

-Más fuerte, mi amor....

Karl la levantó y ella se sentó en el colchón. Finalmente, notó el preciado néctar de su amor en su interior. Tuvieron que acallar sus gemidos con un beso.