Caminaba por el campo de concentración casi sin fijarse en lo que hacía. Su mente volvía una y otra vez a la noche pasada con Wybie, a su cuerpo desnudo, a sus gemidos acallados, el deleite que le producía el roce de su piel desnuda contra la suya...
Estaba tan distraído que no prestó atención a la caída de un judío, por lo que no lo regañó. El mayor Martinsen lo observó y fue a reprenderle. No era normal que su capitán estuviese tan distraído.
-Capitán Boska, haga el favor de concentrarse en el trabajo, ¿quiere?
Karl saludó a su superior y pidió disculpas.
-Me duele un poco la cabeza, señor.
-Si se siente mal, puede retirarse, capitán Boska.
Karl lo pensó. No quería que pensara que era un gandul y un débil. Pero aquella oportunidad le daba la ocasión de volver con Wybie.
-Creo que me retiraré, si no es inconveniente, señor.
-No, retírese.
Karl volvió a saludar y trató de no parecer contento con la salida. Llegó prácticamente corriendo a la habitación de Wybie. Cerró la puerta con un sonoro golpe y la joven se dio la vuelta asustada. Sonrió cuando vio a Karl.
-¿Qué haces aquí?¿No deberías estar en tu puesto de vigilancia?Klaus me aseguró que tenías que esperar el tren de entrada.-Dijo en holandés.
-Tengo ansias de ti, Wybie.
La joven sonrió, pero negó con la cabeza.
-Tengo trabajo, Karl, quizá esta noche.
Quiso salir pero el capitán se interpuso en su camino y la abrazó, besándola en el cuello y acariciando su espalda.
-Karl...
-Shhh, mein heimtükisch befreundet.
Wybie soltó una risita. Con aquellas palabras la convenció. Volvió a tirar su sombrero y le besó. Intentó desabrochar los botones de su chaqueta, pero se le resistían. Él, por su parte, ya iba por la blusa. Le quitó el corsé con una agilidad pasmosa y le besó en el pecho.
-Oh, Karl, no consigo desabrochar esta condenada chaqueta.
El alemán la ayudó y se quitó la chaqueta y la camisa. La besó y ella le revolvió aquel pelo rubio.
Wybie frotó con la mano la entrepierna de sus pantalones, logrando que se excitase aún más.
-Solo súbete la falda, y quítate la ropa interior.
-Espera, espera.
-No, Wybie. Ya.
Ante su impaciencia, Wybie se asombró y no le dio tiempo a replicar. Karl le levantó la falda y le quitó la ropa interior. Le acarició los pétalos de su flor, introduciendo dos dedos en ella.
Fue a penetrarla cuando llamaron a la puerta.
-Mist!-Masculló Karl y fue a abrir mientras Wybie se escondía tras el biombo.
Al otro lado del umbral estaba Marie, la amiga de Wybie que se quedó sin aliento al ver a Karl sin camisa.
-Ja?-Preguntó impaciente.
-El mayor pregunta por usted, capitán Karl. ¿Qué le digo?
-Nichts.-Y la arrastró dentro.