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Susurros y anhelos

en Erotismo y Amor

Llamaron a la puerta. Molly se miró una vez más en el espejo, comprobando que su peinado -una trenza con dos mechas sueltas a ambos lados de la cara- estuviese en orden. Llevaba varios días esperando aquella cita y estaba muy nerviosa. Temía echarlo todo a perder. Bajó las escaleras hasta el hall y abrió la puerta. Ante ella, un hombre alto, joven -tendría veintipocos años- le sonreía. Sus ojos marrones la miraban con diversión, su pelo era tan negro como el azabache y lo llevaba corto.

-Hola, encanto. ¿Lista para salir? -le preguntó a Molly mientras la miraba de abajo arriba.

Ella vestía tacones de poco tacón, un vestido negro que le marcaba las curvas como las manos de un amante, con un pequeño escote. Los ojos de Arhen se posaron sobre los de Molly, también marrones.

-Por supuesto -dijo Molly, logrando sonreír-. ¿A dónde vamos a cenar?

-Es una sorpresa, mi lady.

La tomó del brazo y la condujo a un coche negro. Le abrió la puerta como un caballero y, cuando Molly se hubo sentado, cerró la puerta y se puso en el asiento del conductor. Arrancó y se puso en circulación. El tráfico nocturno era prácticamente escaso y las calles estaban desiertas, excepto por algún que otro viandante.

Molly suspiró y Arhen no pudo evitar sonreír. Le parecía que era una mujer muy atractiva; sólo esperaba no estropear la velada con algún desliz. Giró a la derecha en un cruce y aparcó el coche. De nuevo, le abrió la puerta a Molly, que estaba encantada con la caballerosidad de Arhen. De momento, todo va bien, pensó Molly, de buen humor.

Se habían detenido ante un hotel de cinco estrellas. Arhen entrelazó su brazo con el de ella y cruzaron la puerta. La entrada era bastante elegante: el suelo estaba tapizado con alfombras cuyos dibujos eran bastante bellos, blancas cortinas corridas cubrían las ventanas, grandes lámparas de araña iluminaban la estancia. Arhen fue a recepción a por la llave de su habitación -la número 269- mientras Molly examinaba la estancia. Él se guardó la llave para después... si todo salía como lo tenía previsto.

Fueron a cenar al restaurante, donde cenaron cordero especiado acompañado de un excelente vino. Arhen aprovechó la ocasión para hablar con Molly, que parecía un poco nerviosa.

-Cálmate y disfruta, querida. El postre aún está por llegar.

Molly consiguió esbozar una sonrisa. Había captado el ligero matiz que él le había dado a aquella palabra, otorgándole un doble sentido. Acabaron de cenar y tomaron un ascensor hasta la tercera planta. Caminaron en silencio. Ella estaba un poco nerviosa. Tenía una ligera idea de lo que quizá Arhen quería hacer pero no lograba imaginárselo en su totalidad.

Entraron en la habitación, del mismo estilo que la entrada. Arhen cerró la puerta tras de sí. Molly se giró para mirarle y captó el brillo de deseo y lujuria de su mirada.

-Bueno, Molly... ¿Qué quieres hacer? -dijo en un susurro.

A Molly le temblaban las manos y por ello se las apretó con nerviosismo. Arhen la ayudó a hallar una respuesta. Sus manos se posaron en la cadera de ella, atrayéndola hacia sí y la besó.

Molly cerró los ojos ante aquel magnífico beso. Las manos de Arhen buscaban con fervor la cremallera del vestido. Quería quitárselo y dejarla en ropa interior. Quería memorizar sus curvas y jugar con ella hasta que le suplicara que parase. Si bien ella dio un paso hacia atrás, alejándose de sus pecaminosas caricias.

-Poco a poco, Arhen -consiguió decir.

Se acercó a él y le besó mientras le quitaba la chaqueta. Ella deseaba devorarlo con sus besos, recorrer su fuerte pecho desnudo y acabar encontrándole. La chaqueta cayó al suelo con un susurro y Molly empezó a desabrocharle los botones de la blanca camisa. Él le acarició uno de sus senos, que no era ni my grande ni muy pequeño. Tenían el tamaño justo. Los besos de él se volvieron más atrevidos mientras su mano acariciaba su pecho. La otra, la izquierda, se perdió bajo el vestido negro de ella. Molly sintió su dedo índice acariciarla en su botón. Se pegó más a él, deseosa de más. Él le deshizo la trenza y pasó las manos por su sedoso cabello castaño.

 

Arhen acarició despacio su intimidad. Molly le quitó al fin la camisa, dejandole sin nada de cintura para arriba. Su pecho era fuerte y estaba un poco moreno. Él continuó besándola, como si quisiese beber de ella. Empezó a bajarle la cremallera del vestido. Esta vez Molly no se resistió. La cremallera llegó al final y Arhen deslizó las manos por los hombros para dejar caer el vestido, que cayó al suelo con un quedo susurro.

Detuvo sus besos un momento para admirar sus curvas, su casi blanco cuerpo, y cómo se ceñía la ropa interior a aquella delicia. Molly le siguió besando, pidiendo en silencio más. Arhen le acarició la espalda hasta dar con el broche del sujetador. Fue cuestión de segundos que el sujetador fuese a parar al mismo sitio que el vestido.

Sus labios bajaron por su cuello, después de haberse entretenido unos instantes en el lóbulo de su oreja, para después llegar a su busto. Molly gimió cuando sus labios se cerraron en torno a uno de sus pechos. Atrevida y llena de placer, acarició su entrepierna con descaro. Arhen, controlando sus impulsos de tirarla a la cama y penetrarla hasta la extenuación, le quitó la última prenda que vestía, dejándola desnuda y a su merced. Sus labios se posaron sobre los de Molly en una caricia, en tanto que su mano derecha jugaba con su pecho, ora acariciándolo ora pellizcánolo. Su otra mano bajó en una lenta caricia por su vientre hasta encontrar aquel punto sensible. La acarició con deleite y sus gemidos quedaron ahogados por sus labios.

Introdujo con suavidad un dedo y luego otro, después, los movió con delicadeza. A Molly le temblaban las piernas. Aquellas caricias le impedían concentrarse. Él sabía lo que ella deseaba y, a pesar de ello, se tomaba su tiempo. Le besó en el cuello, suspirando y gimiendo de cuando en cuando. Empezó a desabrocharle el cinturón, luego el botón y quiso continuar con la cremallera cuando Arhen se volvió aún más atrevido.

Mientras sus dedos índice y corazón estaban en ella, el pulgar comenzó a acariciarle el monte de Venus. Molly, a pesar de que intentó contenerse, gimió. Arhen sonrió complacido por aquel excitante sonido. La ayudó a quitarle los pantalones y la ropa interior, quedando igual que ella: desnudo. Molly soltó un suspiro de satisfacción al verle desnudo. Las caricias de él aumentaron en gran medida hasta que Molly acabó gritando de placer al llegar al éxtasis. Arhen sacó la mano empapada de su néctar, aunque no le importó. Molly tomó su verga entre las manos y comenzó a acariciársela.

-¿Te gusta así, tigre? -susurró en su oído mientras se lo mordía.

Arhen soltó un gruñido y volvió a acariciarla. Ella arqueó la espalda al sentir su mano de nuevo en ella. Aún así, no dejó de acariciarle.  Arhen acabó impidiendo que Molly acabase porque no quería acabar en su mano, sino en ella. La tomó en brazos y la dejó en la cama. La besó en el pecho y bajó por el vientre. Comprobó con satisfacción que estaba húmeda.

Sus labios volvieron a besarla con creciente ansia y ferocidad. Molly sintió su virilidad a su entrada, con aquellos roces tan crueles. Arhen, percibiendo su deseo, entró en ella con lentitud, disfrutando de la sensación y de la reacción de Molly. Ella arqueó la espalda de placer, sintiéndole todo él.

Arhen la besó antes de empezar a moverse. Molly gimió del más puro placer y pasó los brazos en torno a su cuello. Él la besó en el cuello mientras continuaba con su constante movimiento.

-Oh, Arhen... -gimió Molly.

Él la embisitió y ella gimióal sentirle. Se volvió un poco más ansiosa y pegó sus caderas a las suyas, queriendo recibirle a todo él. Arhen se sintió sorprendido y trató de ajustarse a su ritmo.

-Más fuerte, tigre...

Él obedeció con una sonrisa. Le gustaba Molly, sus caderas, sus pechos, la forma de gemir y de pedirle las cosas. Molly cruzó las piernas tras la espalda de Arhen, acercándole más a ella.

-Molly... -gimió, sintiendo aquella sensación de placer que anunciaba lo mejor.

-Más fuerte, tigre...

-No quiero hacerte daño.

-Por favor, Arhen... -jadeó-. Embísteme otra vez...

Él obedeció y lo hizo, no sólo una vez, sino dos. Molly gimió de placer.Sentía aquel preludio de lo mejor. La verga de arhen la llenaba por completa, la hacía sentir completa. En aquel momento, eran uno solo. No había individualidad. Arhen aumentó la velocidad.

-Dios... Así... -susurró Molly.

En una embestida, se liberó en ella con un quedo gemido. El éxtasis de ella llegó poco después. Ella gimió de placer y recibió con gusto el néctar de Arhen. Él se dejó caer al lado de Molly, exhausto. Ella jadeaba y... sonreía.

Arhen la abrazó, sintiendo su calor, y suspiró.

-Házmelo otra vez, por favor -susurró ella.

Él no pudo evitar reírse. Se sentó en la cama, Tomó a Molly y se introdujo en ella. Molly gimió al sentirle tan hondamente en ella. Le abrazó y se dejó balancear. Arhen le mordió con delicadeza la oreja mientras entraba y salía de ella una y otra vez, incansablemente. Ella pasó las manos por su negro cabello y le besó. Sus labios suaves como el terciopelo la excitaban de sobremanera. Mientras que con una mano la sostenía, la otra acariciaba su pecho, entre caricias y pellizcos. Molly enterró el rostro en su hombro desnudo, sintiendo la mezcla de sensaciones.

-Oh, tigre... Te deseo... -gimió Molly.

-Lo sé -le susurró Arhen.

Él la balanceó más deprisa, llegando ya al extremo del placer. Una vez más, se liberó en ella. Molly gimió casi al mismo tiempo que Arhen. Sintió que la inundaba con su néctar y aquello la excitó aún más. Sin embargo, cuando se dejaron caer en la cama, se sentían exhaustos. Molly jadeaba, al igual que Arhen, como si hubiesen corrido una maratón.

Molly se dejó abrazar por los brazos de él y suspiró. Ambos, exhaustos y satisfechos, se acabaron durmieron en una deshecha cama, ella en brazos de él.