Para los 3 hombres yo era la mujer que querían cogerse en ese momento y de alguna manera, los dos que no podían tenerme esperaban un milagro para que esa noche fuera suya. Pero no pasaría eso.
-Siempre y cuando, tú y ella estén de acuerdo. –Me dijo. Mi papá había perdido toda la inocencia con la que me miraba y me trataba y ahora tan solo deseaba cumplir todas y cada una de sus fantasías. Una de ellas sin duda era estar con sus dos hijas.
–Haremos esto, vamos a coger hoy, si ya no te sientes a gusto después, lo dejamos. ¿Te parece? -Y ¿Si quiero seguir? –Preguntó mi papá. -Te mamaré la verga todos los días. –Saltó la verga de mi papá frente a mi cara y sin decir nada más, abrí la boca y me la comí.
En mi vida le había dado las nalgas a muchas personas; a algunos por placer, otros por favores, y uno que otro en contra de mi voluntad. Yo amaba a mi papá, él era el dueño de mi corazón, y si le daba la nalgas a otros, ¿Porque a él no? Quería hacerlo feliz.
-Y créeme, cuando te vi en esa habitación, cogiendo con todos mis clientes de esa noche… -No todos. –Interrumpí. –Eran 10.
-Olvídate de tu papá. –Le dije interrumpiéndolo. -Ahorita necesito un hombre que me coja y lo necesito conmigo. ¿Lo tengo?
”Putería 1, amor 0”, pensé.
Se puso duro y sentí como su verga, se hinchaba dentro de mí. Nos quedamos un rato sin movernos, quietos. Agotados.
Yo iba en medio de los dos hombres que momentos antes me habían cogido. Papá e hijo tenían un recuerdo conmigo y estaba segura que en ese momento iban pensando en eso.
La chava se subió a la cama y se empinó. El chavo, caminó y metió su cabeza entre las nalgas de su mujer. Yo caminé hasta donde estaba mi bolsa y saqué el arma que traía.
-No debes entender nada, solo debes saber que en los próximos días, antes de llegar a nuestro destino, tu compañero me cogerá todas las veces que quiera. Y que al llegar con tu jefe, le mamaré la verga y me tragaré su leche para que me pueda meter a sus negocios.
La nerviosa, con un dedo, le hacía unos chinos en el cabello a la fumadora de manera distraída. Y me emocioné. Eso era lo que buscaba.
Pensé en lo que había pasado y sin duda salí de ahí sin saber quién me había cogido; fue el luchador o mi tío o Rafa o mi papá o más de 20 personas entre conocidas y desconocidas.
Tengo a tres mujeres viviendo en mi casa, dos embarazadas y una recién aliviada. ¿Sabes que necesito?
Metí su palo entre mis tetas y sin soltarlo, seguí masturbándolo y moviéndome mi cuerpo. Estaba haciendo cosas con mis tetas que no sabía que podía hacer.
No sé porque me molesta. Rebecca es buena mujer, buena amiga y no es nada parecida a las mujeres con las que he convivido en mi vida. Ella ya me demostró que quiere mi amistad sincera y quiere ayudarme. Quizá deba dejarla en paz con este tema del sexo y dejar que disfrute con su novio
-Yo soy fuerte, sé cuidarme. Sobaba despacio su verga y él no se movía. Pero ¿Sabes? Viajé un largo camino solo para venir a verte y me cogieras y tú me estas despreciando.
Abrí mi boca y de nuevo mamé. Mientras lo hacía, solté una lágrima. El sexo me gustaba y podía coger con todos, y disfrutar mucho.
Lo vi y lo jalé para besarlo. Probé mis líquidos. Sabía delicioso. Sobó mis tetas. Nuevamente lo empujé y quité mi blusa y mi brassier. También mi falda y mi calzón. Quedé frente a él totalmente desnuda.
-¿Qué pensaste? Le pregunté sentándome en sus rodillas. -¿Qué te estaría esperando con otra mujer? Le di un beso. -¿Qué nos ibas a ver a las dos tocándonos? Otro beso. -¿Qué las dos, con nuestras bocas te íbamos a mamar la verga? Otro beso más. -¿Qué ibas a tener un trío?
-No te quiero para prostituta, te quiero para que seas mi socia. Se quedó sorprendida, con la boca abierta y en silencio. Quiero que tú seas la encargada del negocio de prostitución que traigo en mente.
-Perfecto. Dije y me comí con la mirada. Soy una puta deseosa de sexo. No lleno de coger. Soy una adicta al sexo. Me di varios besos en el espejo y salí a buscar a alguien con quien coger.
-Eduardo, te necesito dentro de mí ahora mismo. Me separé y lo vi y me vio. Le sonreí. Vamos a tu oficina y dame por el culo. Le planté un pico, lo agarré de la mano y lo llevé a su oficina.
Y ahí estaba yo, una mujer de 18 años, en una ciudad que no era la mía, en un fraccionamiento que no era donde vivía, en una casa que tampoco era mía, besando a un señor de gran edad, recién cogida por él y planeando tener una aventura con él.