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Wilsilor (1: Mi hermana Wilsi)

en Bisexuales

WILSILOR I

Mi hermana Wilsi.

Por Lor

Hola, amigos. Mi nombre es Lorena y soy de Venezuela, un país convulsionado por problemas sociales y políticos y donde actualmente se está desarrollando una gran cultura de preferencias sexuales. Yo no escapo de ese fenómeno y por eso quiero compartir lo que me pasó hace poco menos de un año.

Tengo 17 años, soy muy hermosa, flaca, pero no anoréxica, visto a la moda y de una manera que a los chamos siempre los pongo a fantasear. Tengo los cabellos negros, enrulados, y mis ojos son verde claro. Soy muy exitosa y todos quieren ser mis amigos, solo por el interés. Fumo desde los quince años, por moda, más que por necesidad y mis padres ni se lo imaginan.

He tenido muchos novios y siempre he sido algo facilona y me he jactado con mis amigas de ser muy buena en la cama; pero jamás, jamás (lo juro), había estado con un hombre. Nunca pasé de unos besos, caricias, no me dejé tocar jamás ni siquiera las tetas. La verdad es que tenía miedo de ir más allá. Pasé horas interminables pajeándome en mi cuarto o en el baño para calmar mis ansias de tirar.

Tengo una hermana llamada Wilsibeth, que para entonces tenía quince años y era una chama desaliñada y tonta. Yo siempre pensé que ella tenía retardo mental, por lo caída de la mata, es decir, por lo ingenua; pero no, simplemente era lo contrario a mí. Era muy retraída, ensimismada y salía de la casa sola para ir a estudiar.

Nunca fue a fiestas, no tenía un solo amigo y siempre se vestía con ropa holgada y fea. Tenía los cabellos cortos a la altura de la nuca y sus ojos eran también verdes, pero protegidos por unos gruesos lentes.

Me daba pena que dijeran que éramos hermanas y siempre trataba de evitarla. Creo que yo la odiaba por ser tan tonta, pero hasta ahí. Para colmo de males, estudiábamos juntas porque yo me atrasé un año. Soy bonita, pero brutaza en los estudios, lo reconozco.

Hace un año, estábamos en cuarto año y las cosas estaban igual, solo que, con nosotras estudiaba un chamo llamado Cristo Jesús, hermoso, fornido y al que todas las aves de rapiña del colegio le estaban montando el ojo. Yo era una de ellas.

Supuse que tenía ventaja porque nadie se me resistía. En esos días me vestí lo más provocativa que pude y llamé su atención de muchas maneras, pero nada. No pasé de solo conocerlo y pasarla bien hablando un rato.

Me extrañó que no se fijara en mí como yo deseaba y llegué a pensar que era raro, pero no, no lo era. Las chamas de la escuela estaban seguras que él y yo teníamos algo, pero él ni siquiera me miraba.

Lo peor fue, que en el primer lapso, él salió muy mal en matemáticas y necesitaba ayuda urgente. Demás está decir que yo en ese sentido era nula. Fue entonces cuando lo vi con mi hermana. Comenzaron a frecuentarse y a mí me daban unos celos enormes. Ella alegaba, sin embargo, que solo lo estaba ayudando con la materia y nada más, ¿Cómo se iba a fijar un chamo así en ella?, me dijo varias veces.

Pero mi rabia era tal, que un día le hice una escena a Cristo Jesús, le reclamé por ser tan tonto y no voltear ni siquiera a mirarme cuando yo pasaba con mis mejores trapos.

-No me interesan tus trapos- me dijo-. Eso es algo superficial que no contribuye en nada para mi vida.

-¿Entonces buscas algo que contribuya contigo? ¿Lo que tienes con mi hermana es por interés?

-No tengo nada con tu hermana, pero si me interesa ella, especialmente porque es muy inteligente y puede enseñarme mucho.

-Esta bien, ¿pero por qué a mí ni me ves? ¿No te gusto?

-Eres muy bonita, pero la belleza pasa. Perdóname que te lo diga, pero así no lograrás nada en la vida.

-Siempre obtengo lo que quiero.

-Pero no de la mejor manera. ¿Crees que un cuerpo bonito lo es todo en la vida? Hay cosas más importantes para mí.

-¿Cómo la mente’polla de mi hermana?

-No es mente’polla. Deberías verte en su espejo. Se va a graduar con honores y tú ni siquiera figurarás. Yo deseo entrar a una buena universidad y por eso quiero asegurar mis notas. Además, tú hermana si me gusta.

-¡Esa coño de su madre!

-¿Ves? Eso es lo que no me gusta de ti: Eres grosera (y no hay nada que deteste más que una mujer grosera), superficial y por lo que he visto y sé de ti, eres muy "fácil", y lo fácil, no va conmigo.

-"¿Fácil?". Yo ni siquiera he estado con un hombre, Cristo Jesús. Soy virgen aún.

Cristo Jesús me observó por un segundo y luego se echó a reír. No me creyó porque de todos era sabido que yo tenía años tirando, supuestamente. Traté de explicarle que solo era fama, pero él me dijo que no era su problema.

Para entonces yo estaba llorando y deseaba matarlo, pero más quería matar a mi hermana.

-Te confieso que me gustas, pero me da lástima que a la mayoría solo le gustes para "aquello"…

-¡Te odio!

-Todo esto te lo digo por tu bien y espero que mejores y tomes ejemplo de tu hermana.

Lloré como una magdalena todo el camino a casa y, cuando llegué aproveché que mis padres siempre llegaban a eso de las 6:00 p.m. del trabajo, y le reclamé a Wilsibeth una vez más, solo que esta vez, le dije que en fondo no era más que una puta "con su carita de yo no fui…"

Ella no pudo evitar que yo le entrara a golpes y tampoco se dejó, así, amabas nos coñaseamos esa tarde como callejeras y dejamos su cuarto vuelto un caos.

Esa noche fue terrible para mí. Recordaba las palabras de Cristo Jesús y me sentía muy mal. ¿Qué tomara ejemplo en mi hermana? ¿Qué podía copiar yo de esa ridícula?

Medité mucho esa noche hasta que llegué a la conclusión que debía hacerle tragar sus palabras. Él pensaba que ella era casta y pura, pues yo le iba a demostrar que no, ¿cómo? No tenía la menor idea, pero de alguna manera la haría caer bajo.

A la mañana siguiente, era sábado. Yo me levanté temprano y fui a su cuarto a disculparme, supuestamente.

-Hola. ¿Podemos hablar?- le dije sentándome junto a ella.

En un momento fui víctima de sus reproches y con razón. Me dijo que estaba harta de mí y de mis burlas, que ya no soportaba ser la tonta y menos, que siempre la regañaran por mi culpa.

No me sentí mal en ningún momento mientras la escuchaba decir toda una sarta de idioteces y cursilerías de hermana reprimida. En mi mente retorcida solo disfrutaba de verla sufrir; solo que ni siquiera había empezado su tormento.

Como supuesta buena hermana, le pedí disculpas por mi actitud y le dije que aceptaba el hecho de que Cristo Jesús gustara de ella y no de mí.

-Pero es que no lo entiendo- dijo ella sentándose en el medio de la cama-. Él siempre ha sido novio de nenas bonitas y lanzadas; yo no soy de su tipo. Soy más bien, tonta y sumisa.

-Mira, Wilsi, déjame darte un consejo: conozco bien a los hombres y especialmente a Cristo Jesús. Estoy segura que no se te acerca precisamente porque seas una cerebrito…

-¿No? ¿Y entonces por qué?

-¿Cómo que por qué? ¡Quiere coger, tonta!

-¡Ah, no…, eso sí que no! ¡Soy muy chica para eso!

Una sonrisa maligna se dibujó en mi rostro cuando la vi levantarse de la cama, tratando de evadir la conversación. Yo vi la oportunidad de seguir con mi juego.

-No seas estúpida, Wilsi, eso era antes; hoy en día es normal coger antes de ser grande.

-Pero yo no soy de esas…

-Yo tampoco, pero cuando lo he hecho- mentí- la pasé súper. ¿Por qué no te das la oportunidad?

-No. Además, no sabría que hacer. ¿Y si algo sale mal y me pega una enfermedad? ¿O me embaraza?

Me levanté y la tomé por los hombros.

-¡Ay, ya basta, Wilsi! ¿Ves? Por eso es que te pasan las cosas.

-¿Por qué?

-Porque eres una carajita ignorante.

-¡Oye! ¡Sin insultos!

-Es la verdad. Lo que quiero decir, es que cuando una gente no ha probado algo, es fácil que lo joda. Tú seguramente serás de aquellas que en la primera tirada de tu matrimonio, quedarás en cinta. ¿Y sabes por qué? Porque no conoces nada, debido a que te estás ocultando…

-¿Tú crees?

-Sí. Mira: tienes quince años. Yo lo hice a los trece y aún estoy aquí. Tenía miedo, pero nadie me enseñó.

-¿Y quien me va a enseñar a mí? Ni siquiera sé besar.

Otra idea pasó por mi mente.

-¿Quién más? ¡Pues yo, tu hermana querida!

-¡¿Qué?! ¿Y como?

-Te puedo enseñar a besar y algunas formas de coger.

Mi hermana se alejó asustada.

-¡Pero tu eres mujer! ¿Cómo me vas a enseñar?

-Besándote, tonta.

-Las mujeres no se besan, a menos que sean…

-¡Tonterías! Te dije que nadie me enseñó a coger, aprendí haciéndolo, pero ¿sabes qué? Aprendí a besar con una de mis amigas a los doce años. Es normal que a esa edad, las mismas niñas se enseñen…

-No sabía eso.

-Ahora lo sabes. Es como una tradición. Ven y te muestro algo.

Arrastré a mi hermana hasta mi cuarto y saqué unas revistas XXX que guardaba celosamente con las que me pajeaba siempre. También saqué una edición del Kamasutra ilustrado que me regaló una amiga mayor que yo. Allí, le mostré posiciones y además, algo de historia que decía como las mujeres mayores iniciaban a las más jóvenes en el arte amatorio. No eran lesbianas, sino maestras, por así decirlo.

Mi hermana estaba ruborizada, pero aún así no dejaba de ver las fotos y dibujos. Yo nunca había besado a ninguna mujer, es más, me daba asco pensar en eso; pero más de una vez abracé a mis amigas, las vi desnudas, como algo normal. Una vez, en una apuesta, besé a una jodiendo, pero no fue algo muy comprometido y siempre lo vi como un juego.

Precisamente un juego, era lo que estaba por hacer. ¿Qué tal si engañaba a mi hermana y le enseñaba a hacer varias cosas cochambrosas?

Cristo Jesús me rechazó por puta, y no me creyó que jamás hubiese estado con un hombre. Me rechazó por mi hermana, que ni siquiera tenía gusto para vestirse. Alegó que lo que le gustaba de ella era su pureza y que jamás se había ensuciado con ningún tipo, como yo.

Eso estaba por cambiar. Le dije a Wilsibeth que él deseaba cogerla, pero que era solo apariencia. Le gustaban las mujeres aparentemente tontas, pero que en la cama fuesen un torbellino de pasión.

-Quiero aprender- dijo wilsi, luego de mucho pensarlo y yo, me sumí en el juego.

Recuerdo que yo estaba en pantaletas y con una franelita blanca que decía "Art", ella estaba en pijamas como siempre. Estábamos sentadas sobre mi cama. Me acerqué lentamente, acerqué mi rostro, sin dejar de mirarnos a los ojos. Ella estaba muy asustada y yo, aunque lo niegue, también. ¿Qué coños iba a hacer? ¿Qué carajos importaba? Lo importante era seguir la joda.

Ella cerró los ojos y sintió mis labios unirse a los suyos. La vi ponerse roja como un tomate y temblar, cunado ya nuestros labios jugaban tímidamente. Yo estaba loca por andar en eso y me daba gusto joder así, porque no era verdad. Mi lengua comenzó a lamer sus labios y poco a poco entró en su boca y sentí como se atornillaron ambas lenguas. Ella estaba más asustada que nunca y solo se dejaba hacer.

Le metí la lengua hasta la garganta…, le lamía los dientes y sentí su saliva confundiéndose con la mía. Ese fue su primer beso y el mío también. Era parecido como besar a un hombre, pero como más ¿dulce?

Seguí en el juego y le dije que ahora necesitábamos acariciarnos, que se dejara llevar y que imaginara que yo era el hombre.

Así, mis manos acariciaron su espalda…, sus hombros…, acaricié sus cabellos. Besé sus labios, lamí suavemente su cara y ella, seguía con sus ojos cerrados, dejándose hacer.

-Pon atención- le dije sin dejar de acariciarla y besarla un solo momento.

Poco a poco, levanté su camisa y fui metiendo mis manos debajo hasta tocar su piel que estaba fría como el hielo. Ella quiso detenerse, pero le dije que eso era parte del acto. Acaricié entonces su espalda, apreté sus carnes y la sentí suspirar.

-¿Te gustó?- le pregunté poco después.

-Creo que sí- me contestó contrariada.

-Ahora hazlo tú, como te acabo de enseñar.

Ella, sumisa como siempre, intentó besarme de forma rústica y con torpeza, pero le dije que lo hiciera suave y así, fue experimentando en mi boca por largos minutos. Varias veces, le guié las manos para que me acariciara y lo hizo bastante bien. Nunca me había besado otra mujer y menos acariciado así. No me importó. Repito: era solo un juego.

Así estuvimos practicando por horas, solo caricias y besos, a escondidas de nuestros padres que estaban allí, pendientes de sus cosas.

Esa tarde fui con una amiga y le pedí varias películas XXX que, esa noche vi en el DVD y me instruí al respecto.

Al siguiente día, como nuestros padres no estaban. Le dije que debíamos continuar con las clases.

Yo acababa de llagar de comprar algo en le mercado y estaba vestida con un jean strech a la cadera, zapatos deportivos y una camiseta corta de color azul. Mi hermana me estaba esperando y fue interesante verla. Antes de salir, le pedí que pusiera unas ropas mías y verla así, me pareció que era muy sexy, como verme a mí misma. Vestía con una falda corta de jean, sandalias y una franela de la "Vino tinto"- el equipo de fútbol de la selección nacional-, amarrada a la espalda con un nudo. Estaba temblando y se veía bastante incómoda con esa ropa.

Inmediatamente la acerqué y le dije que era su hombre. Jugando, la tomé en mis brazos con fueraza y la besé apasionadamente. Ella estaba asombrada y confusa, pero se dejó hacer. La tumbé en le mueble y me eché sobre ella, refregando mi entrepierna sobre su falda que se había corrido.

La besé, la lamí, besé su cuello y comencé a bajar hacia sus pechos. Ella sintió ganas de detener todo allí, pero yo le dije que ya dejar de ser tan pacata y continuara con las lecciones.

-Esto es lo que te va a hacer Cristo Jesús - le dije volviendo a besar sus pechos sobre la tela. Yo nunca había vivido algo así. No sabía como besar unas tetas y tampoco sabía que se sentía.

Recordé varias películas y me dejé llevar. La mordí sobre la tela y sentí sus piquitos. Sus tetas parecían abombarse. Con torpeza, metí mis manos bajo su espalda y desamarré el nudo. Así, le subí la franela, besando su ombligo, su estómago y sentí un olor extraño, como de bebé, como de virginidad, o algo así.

Cuando saqué sus tetas sentí algo extraño: por un lado no creí que las tuviese tan grandes, pues siempre las ocultó con franelas y camisas muy holgadas; por el otro, me dio mucha nota besar unas bichas así de grandes.

Se las mamé como mejor me lo enseñó mi instinto y la vi jadear con timidez. Más de una vez le dije que sintiera y que pensara en mí como un hombre. Yo, en el fondo, estaba haciendo lo mismo, aunque me encantaba la idea de mamar.

Tal vez es que siempre me han gustado las tetas grandes. Yo las tengo también bastante desarrolladas y más de una vez, cuando me pajeé en mi cuarto, me las estiré con las manos hasta chupármelas yo misma. Me dio tanto placer, pero me hubiese gustado que llegaran más cerca a mi boca. Creo que eso era como un sueño hecho realidad, mamar unas tetas como es. No pensé que eran las de wilsi, sino las mías y por eso creo que me gustó tanto.

-Ahora voy a hacer algo que Cristo Jesús te va a hacer seguramente- le dije lamiendo sus pezones.

-¡Haz lo que quieras, Lor!- me respondió ella incapaz de detenerse ya.

Yo comencé a bajar por su estómago, pasando la lengua como lo vi varias veces en las películas y me detuve en su ombligo por un buen rato.

-¿Eso es lo que me va a hacer Cristo Jesús?- balbuceó ella.

-No. Es esto- dije.

Y seguí besando más abajo. Levanté su falda hasta dejarla enrollada en su cintura, le saqué la pantaleta y comencé a besar sus muslos. Coño, ¿estaba segura de lo que iba a hacer?

Sí, lo estaba, pero me daba asco. Aún así, seguía lamiendo y besando sus muslos y sentía su olor. ¡Qué diablos!, pensé y dejé que mi lengua se hundiera en aquellas profundidades melosas. Wilsi tenía mucha vegetación allá abajo y estaba súper empapada.

Yo nunca había probado nada así, pero recuerdo que siempre me chupé mis propios jugos y me dije ¿qué se sentirá que te la mamen? ¿Qué se sentirá si yo misma me la mamo?

Muchas veces estuve en mi cuarto, con las piernas al aire, estirándome la cabeza y empujándome las nalgas para mamarme.

-¡¿Qué haces?! ¡Eso es una cochinada!- jadeaba mi hermana al verme hundir mi cara en su vientre.

-Te mamo la cuca…- le respondí con la lengua aún dentro de ella.

-¡Eso es una grosería!- gimió ella.

-Tranquila, Wilsi, a Cristo Jesús le gusta que le digan groserías. Acostúmbrate.

Ella no estaba convencida, pero yo le insistí tanto y se la mamé con más ahínco, que al rato, mascullaba que no dejara de hacerlo.

-¡Mámame la cuca, Cristo Jesús! ¡No pares!

Y yo disfrutaba por la joda, tratando de olvidar mis propia perversidad y que estaba allí mamándole la cuca a una mujer.

Dejamos la lección media hora después y pasamos largas horas hablando al respecto. No éramos lesbianas, y so era lo mejor, sin embargo, nos la pasamos bien allí, haciendo eso sin que nadie se enterara.

En la noche, me metí en su cama y le dije que debíamos continuar con las lecciones, pues mientras más rápido aprendiera todo, más pronto se podría entregar a Cristo Jesús con confianza. Los besos no tardaron en llegar (a estas alturas, yo había tomado más confianza y comenzaba a vencer mi asco hacia ella).

En pocos minutos, allí, en la penumbra, ambas estábamos ya solo en pantaletas y yo, acostada sobre ella refregaba incesantemente mi cuca contra la de ella. Ella estaba gozando y yo, con la excusa interior de aprovechar darme un poco de gusto, me la estaba pasando bien.

Le hice a un lado la pantaleta y volvía a beber de sus jugos. Ella me abrió sus piernas conforme y se dejó hacer, mientras yo pensaba en que si mis padres entraran en ese momento se armaría la gorda.

Yo había preparado algo para lo ocasión. Había rellenado una media con telas y goma espuma, las amarré con trenzas, y luego le puse un condón para darle firmeza y suavidad. Lo había amarrado a una correa y me lo abroché a la cintura, simulando un pene.

En medio de besos y caricias en su entrepierna, puse la punta del bulto en la entrada de su vagina y la fui empujando suavemente. Wilsi se estremeció, sintiendo curiosidad y también dolor, pero no opuso resistencia. Confiaba plenamente en mí.

No sé si se le rompió algo o no dentro, no sé si botó sangre, pero el simulado miembro terminó de entrar y ella hacía grandes esfuerzos por no gritar y despertar a nuestros padres. Yo me movía sobre ella y sentía algo raro también. Como sea, ella estaba siendo desvirgada esa noche y yo, no había tenido la dicha…

Me la cogí inclusive por el culo y ella estaba como loca. Yo también. Me estaba dando envidia, verla así, gozando, pero en el fondo, sabía que pronto se iba a dar su estrellazo y yo me quedaría con Cristo Jesús, o por lo menos, si no era mío, tampoco sería de la entupida esa.

Bien entrada la noche, me recosté en la cabecera de la cama, apoyada en las almohadas y le dije que me hiciera sexo oral.

-Ven, hazlo- le dije, halándola por un brazo.- esto a Cristo Jesús le gustará.

-¿Tengo que mamarle su cosa?

-¿Cómo se dice?

-No sé, no sé…

-"Mamar güevo". Ven, dilo.

La tomé por los cabellos suavemente y le guié la cabeza hacia el bulto mojado de ella misma.

-¡No quiero decir groserías!

-Ven, dilo ya. Eso le gusta a los hombres: las vulgaridades.

-No…

-Dilo, anda. ¿Qué quieres mamarme?

-Quiero… "mamarte el güevo".

Me alegré mucho de verla hablar así. Creo que nunca había dicho una mala palabra en su vida, pero conmigo, estaba aprendiendo y todo para mis fines personales. La vi bajar y meterse el grueso falo en su boca, mojándolo con su saliva. Me sentí extraña de ver el condón entrar y salir de su boca torpemente.

Le expliqué como hacerlo. Creo que me dejé llevar y supuse que así se hacía.

-Cuando has mamado bastante-dije recordando lo que hablaba a veces con mis amigas-, el hombre expulsa algo así como leche por allí. Algunas se lo tragan, otras lo escupen. Haz lo que te diga Cristo Jesús.

-¿Tragar qué?

-Su leche, gafa.

-Eso debe ser asqueroso.

-Pero a los hombres les gusta. Hazlo y punto. ¿Bien?

-Bien.

A la mañana siguiente desperté bien temprano y me encontré allí desnuda, junto a mi hermana. Recordé todo lo que hicimos y me sentí mala, muy mala, pero ya el mal estaba hecho.

Pasé el día interrogándome acerca de lo que estaba haciendo y de que esos malditos juegos me excitaban mucho. La verdad es que yo deseaba coger con un hombre también. Deseaba que me mamaran las tetas o la cuca como yo lo hice con Wilsibeth, pero eso no era parte del plan…

¿Y por qué no? ¿Por qué no? A pesar que yo deseaba solo joderla, mi hermana la estaba pasando bien con mis lecciones. ¿Por qué no cobrarle un poquito antes? Nadie se iba a enterar.

Esa noche solo me conformé con unas pajas para calmarme, pero al siguiente día, luego de volver de la escuela, hablé con mi hermana y le conté mis necesidades.

-¡Estás loca!- me dijo- Quedamos en que solo serían lecciones para enseñarme…, pero no haré eso.

-¿Por qué no? ¡Yo lo he hecho contigo!

-Es diferente. Yo pensé que lo hacías solo por una cuestión de amistad, pero no que yo también tendría que hacerlo.

La miré profundamente y luego le reproché, aprovechando la situación:

-Eres una egoísta, hermana. Yo por ti, fui capaz hasta de hacerte esas cochinadas y tú no puedes ni siquiera hacer un simple sacrificio.

-Es que…

-Es que nada. Mira y mejor déjalo así. Ya sabes lo que tienes que hacer con Cristo Jesús. Ya no me necesitas.

Y me fui presurosa a mi cuarto, sonriendo disimuladamente. Poco después, me había quitado la falda del uniforme y desabrochaba mi camisa, cuando ella se paró en la puerta.

-V-vamos a darle pues. Antes de que me arrepienta.

-No tienes que hacer nada, Wilsi. Olvídalo.

-No. Está bien. Quiero hacerlo.

Ya había caído. Lo demás dependía de mí. Me quité el sostén, me puse una franelita corta y quedé en pantaleta y medias. Ella todavía estaba en uniforme. La acosté boca arriba en la cama y le dije que no se preocupara.

M quité la pantaleta y me senté a horcajadas en su cara.

-Lame- le dije-.

Y dejé que comenzara a meter su lengua en mi cuca. Al principio apenas me podía concentrar porque pensaba que me estaba volviendo lesbiana. Pero no me importó en los siguientes minutos y, sin remordimiento alguno disfruté de dejarme meter la lengua o de refregar mis labios en su boca, chorreándole todos mis jugos y que ella se devoró completitos.

Fue rico ver su rostro empapado de mi néctar y más me atrevía a restregarme en su cara. Ella estaba como ahogada y cerraba sus ojos, quizás para negarse lo que estaba haciendo: mamándose una cuca como lo hice yo los días anteriores.

Lo que más me gustó fue verla sumisa allí, con su lengua torpemente en mi interior. Mis pelitos amarillos parecían una especie de bigote en sus labios y eso me hizo pensar que tal vez era un hombre el que me estaba mamando.

Como sea, me vine muchas veces en su boca y gemí como ánima en pena y hasta mi culo me estaba palpitando de emoción. Jamás había sentido eso, así que, instintivamente, le tomé una mano a mi hermana y me introduje uno de sus dedos allí. En un segundo me vine otra vez al sentir ese nuevo ocupante detrás.

La pasé súper y lo volvimos a repetir dos veces más en los siguientes días, hasta que llegó el momento en que ella se citó con Cristo Jesús, supuestamente para estudiar. Yo sabía que pronto iba a derrumbársele el mundo y me iba a reír bastante.

No fue así.

La tarde en la que ella fue a visitar a Cristo Jesús, llegó a casa muy molesta y lanzando todo. Subió las escaleras y entró al cuarto donde yo estaba haciendo mis tareas del la escuela. Entró como una demonia y no me dio tiempo de esquivar su primer golpe. En un segundo yo estaba boca arriba sobre la cama y sentía sus golpes y cachetadas una y otra vez chocar contra mi cara y pechos.

Traté de defenderme y le di lo suyo también. De un empujón la lancé contra la mesita de noche y me levanté desorientada y adolorida.

-¡Qué coños te pasa!- le dije entendiendo lo que había pasado.

-¡Eres una maldita desgraciada!- rugió lanzándoseme encima nuevamente y arrinconándome contra el closet- ¡Me engañaste! ¡Me dijiste que Cristo Jesús quería tirar conmigo y era mentira! ¡Me dijiste que le dijera groserías y me le insinuara y él solo me trató como una puta, porque le decepcionó que fuese una cualquiera!

-¡Eres una tonta, Wilsibeth!- le grité en tono de burla- ¡Cualquiera te engaña y no te das cuenta!

Y volvió a caerme a golpes mientras gritaba que Cristo Jesús solo quería estudiar y creía que ella era casta y pura, que nunca había estado con un hombre y ella la había hecho creer lo contrario para impresionarlo, y él la echó de su casa muy molesto y decepcionado.

Cuando nuestros padres llegaron por la tarde ya estábamos calmadas, pero desde entonces Wilsibeth no volvió a hablarme. Yo no sé por qué, pero algo cambió en mí en esos días en los que estuve jugando con ella y ahora, sentía mucha culpa. Ella era mi hermana y yo la hice quedar mal, le tiré a la basura su reputación. Ella confió en mí y yo la traicioné.

Me siento muy mal y ojala pudiese enmendar el error. Cada noche, recuerdo esos momentos en los que yo la enseñaba a tirar y siento mucha nostalgia. Siento la imperiosa necesidad de que me perdone y vuelva a estar conmigo. No soy lesbiana, pero volvería a acostarme con ella…

Lor.

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